G20 a la Romana
Italia fue el epicentro del encuentro que reúne a los líderes de las veinte economías más importante del globo. Caracterizado por su flexibilidad e informalidad, el G20 de este año tuvo tres pilares fundamentales: “gente, planeta y prosperidad”.

El G-20 es un foro que reúne desde el 2008 a las economías que representan más del 80% del PIB mundial, el 75% del comercio global, el 60% de la población y un 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La de Roma es la primera cumbre presencial desde el estallido de la pandemia. A pesar de ello, hubo notables ausencias con Xi Jinping (🇨🇳) y Putin (🇷🇺) a la cabeza, muy reacios a salir de sus países en la era COVID (quienes participaron de manera telemática), al igual que Japón (con elecciones legislativas el pasado domingo), México (generalmente reticente a salir de su país) y Arabia Saudí.
Con todo, el viernes comenzaban a llegar a Roma el resto de líderes invitados y, con ello, se sucedían importantes y esperados reencuentros e imágenes que han marcado el fin de semana. Uno de ellos fue la llegada de la Canciller alemana Ángela Merkel, a la que todos buscaban en la que sería su última cumbre antes de la sucesión del que hasta ahora es su ministro de finanzas Olaf Scholz, al que, por cierto, incluiría en todas sus reuniones bilaterales del fin de semana. Otro de los más codiciados a su llegada fue el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, con el que el resto de líderes que no habían conseguido concretar una reunión durante el resto de la cumbre buscaban una imagen que representase su acercamiento.

Con la llegada de los líderes también comenzaron a producirse las principales reuniones bilaterales, y ya el propio viernes comenzaron a sucederse alguna de las que serían las más importantes de todo el fin de semana, como lo fue la reunión que mantuvieron Biden y el Papa Francisco, donde trataron alguno de los temas más polémicos recientemente en los Estados Unidos, como lo es la interrupción voluntaria del embarazo.
Otra reunión clave fue la que mantuvieron el propio Joe Biden y el presidente de la República Francesa, Emanuel Macron, tras las tensiones por el anuncio del AUKUS y la cancelación de los pedidos de submarinos franceses. La reunión con el presidente francés sería uno de los puntos más importantes en la agenda del presidente norteamericano, quien traía como objetivo recuperar un acercamiento con los líderes europeos y, en especial, un enfriamiento de las tensiones con Francia. Por otro lado, una de las reuniones más esperadas del viernes fue la del Premier británico, Boris Johnson, con Macron tras la reciente escalada de tensiones en el Canal de la Mancha en el marco de “La Crisis de la Pesca” y las amenazas francesas de cortar el suministro eléctrico a los islotes británicos de Jersey como represalia.

El día sábado se produjo otro de los encuentros que más expectativa generaban, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan cara a cara con los representantes de la Unión Europea tras el amago de expulsión de algunos de sus embajadores. Esta reunión se dio en la cumbre trilateral donde se reunieron tanto Úrsula von der Leyen como Charles Michel, donde trataron cuestiones económicas de apoyo a las PYMES y temas relativos a los flujos migratorios. Mientras tanto Alberto Fernández, presidente de Argentina, lograba reunirse con los principales representantes de los países que conforman el “Grupo de Paris”, los principales acreedores privados del país sudamericano como lo son Pedro Sánchez, Olaf Scholz junto con Ángela Merkel, o el propio presidente francés, reuniones en las que buscaba agradecer el apoyo ante las instituciones del FMI en la renegociación de la deuda, así como renegociar los pagos de la deuda con el propio Grupo de París.
El fin de semana terminaría con otra de las grandes reuniones del foro, en la que se daban cita los altos representantes de EE.UU. con los de China, aunque sin avances significativos en sus negociaciones bilaterales en materias de comercio, o la que protagonizaron el presidente norteamericano y la presidenta de la UE, donde lograban enterrar el hacha de guerra a última hora del domingo, en la que acordaban el cese de las imposiciones arancelarias y se comprometían a colaborar más estrechamente en el futuro en materia comercial.
Mención aparte merece la ausencia de reuniones bilaterales de Jair Bolsonaro que, a falta de la asistencia de Putin o Xi Jinping y la salida de Donald Trump, no hace sino que constatar el creciente aislamiento de Brasil desde el resto de países occidentales.
“Una de las grandes virtudes del G-20 es, sin dudas, la ausencia de reglas burocráticas que impidan abordar delicados temas políticos”.
Ivette Ordóñez Núñez, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
A nivel conjunto cabe señalar el apoyo del grupo a un impuesto mínimo de sociedades del 15%, acuerdo que había propiciado la guerra arancelaria entre la UE y la administración Trump tras el impulso de estos tributos en las cortes francesas, españolas, alemanas e italianas y que, hasta ahora, habían quedado congeladas esperando el apoyo internacional que han logrado durante el pasado fin de semana; el compromiso internacional con la vacunación global con la promesa de los países más avanzados de favorecer la distribución de vacunas o un texto de apoyo a la lucha contra el cambio climático con el compromiso de limitar el calentamiento global a 1.5º para finales de siglo y que debe ser perfilado durante la COP26.
Estos últimos acuerdos han puesto la guinda a un fin de semana en el que la convergencia de intereses comunes ha logrado la llegada a los grandes consensos que las cámaras nacionales de muchos de los países venían reclamando internamente desde hace mucho tiempo. Aún es pronto para dilucidar el impacto de este G-20, pero sin duda alguna el grupo se afianza como un concierto global, más eficiente y rápido que otras organizaciones, en un tablero geopolítico de constante movimiento.
Jesús del Peso Tierno: estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Rey Juan Carlos (España).