DIPLORAMA 88
«Creemos que tener una buena relación con todos los países de Oriente Medio es algo positivo y queremos ser parte de los Acuerdos de Abraham. Pero también queremos asegurarnos de que exista un camino claro hacia una solución de dos Estados».
Mohammed bin Salman | Príncipe Heredero de Arabia Saudita
Edición N° 88
El poder volvió a recordarnos su delicado talento: reacomodarse, desentenderse y, cuando hace falta, culpar a otros. Entre alianzas volátiles, protestas fallidas y líderes que caen, el mundo sigue girando… aunque cada vez más torcido.
El príncipe favorito de Washington

Santiago Leiva

El Salón Oval volvió a ser el centro del escenario internacional con una escena que pocos en Washington imaginarían hace apenas tres años. Mohammed bin Salman, príncipe heredero del Reino de Arabia Saudita y líder de facto del mismo Estado, ingresó a la Casa Blanca como un actor decisivo en las cuestiones de Medio Oriente. Fue recibido por Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, bajo un precepto de reconfiguración del vínculo bilateral históricamente determinado por la energía y la seguridad. Hoy, este encuentro significa una muestra de la geopolítica contemporánea que opera bajo lógicas superpuestas y altamente cambiantes.
El resultado concreto del encuentro fue altamente favorable a Riyadh. Arabia Saudita consiguió lo que llevaba años solicitando: la designación como Aliado Mayor no-OTAN, la compra de F-35, similares a los utilizados por Israel, y la concreción de acuerdos bilaterales en materia de Defensa y Tecnologías Emergentes. En paralelo, Trump desistió de una máxima que la administración Biden buscaba fervientemente como principio ante cualquier trato con la Casa de Saúd: la normalización plena con el Estado de Israel. La Casa Blanca optó por un esquema bilateral sin condicionamientos regionales, con un motivo aparente orientado a la competencia con China por el control diplomático de Oriente Medio. Frente a la posibilidad de nuevos actores tomando el control de la región, Estados Unidos prefirió consolidar el apoyo de la península arábiga, más allá de las actuales búsquedas de alternativas que Riyadh ha demostrado en recientes ocasiones. Arabia Saudita consiguió todo, y más, de lo que buscaba en Washington. De igual manera, hay dos ítems que no obtuvo el reino: el permiso para enriquecer uranio y un compromiso de defensa al estilo del Artículo 5. Ambas aún quedaron explícitamente pendientes.
La incógnita a futuro se desplaza hacia el equilibrio regional. Si Washington decide avanzar hacia un pacto de defensa y energía más profundo, Arabia Saudita podría convertirse en el nuevo pilar de inversiones estadounidenses, más allá del trato de la Casa Blanca con Tel Aviv. El rol saudí en Gaza se vería preponderado frente a la relación de status quo que tiene Trump con Netanyahu y el gobierno israelí. Si, por el contrario, Trump soltase la mano de Arabia Saudita, Riad retomará su política péndulo entre potencias globales, ampliando los vínculos existentes con China y preservando múltiples salvavidas geopolíticos. El encuentro no significa solo un gesto diplomático aislado, sino un aviso de que el tablero regional vuelve a moverse y de que el futuro de Oriente Medio depende de las acciones venideras.
Mientras Washington y Riad profundizan su relación, te recomendamos revisar el siguiente contenido:
México marcha ¿sin rumbo?

Iker Escobar León

México sigue herido e inconforme. Las heridas por la violencia y la corrupción en el país desangran a la población; la pérdida del alcalde Carlos Manzo sigue sin cicatrizar. El dolor y la indignación llevaron a miles de personas a protestar en las calles de la Ciudad de México, este sábado 15 de noviembre, reclamando la situación de inseguridad nacional y la inacción del gobierno federal de Claudia Sheinbaum.
Ciudadanos se congregaron ante Palacio Nacional ante la convocatoria de grupos de la generación Z; a ellos, se sumaron simpatizantes del Movimiento del Sombrero, liderado por el difunto alcalde michoacano Carlos Manzo. Así, se llamó a la manifestación pacífica con el ondeo de banderas tricolores y del “Sombrero de Paja” y consignas como “Todos somos Carlos Manzo”.
La manifestación terminó en enfrentamientos, dejando 120 heridos, la mayoría policías. Esto ha puesto en duda la legitimidad de la manifestación, con la participación de contingentes externos a la “generación Z” y encapuchados violentos como el “bloque negro”. Por su parte, la presidenta mexicana declaró que la movilización se replicó en más ciudades, no obstante, se tratan de movimientos financiados por políticos de derecha y opositores de su gobierno.Posteriormente, se convocó una segunda manifestación el jueves 20, en el aniversario de la Revolución Mexicana, esperando replicar el movimiento del sábado. Sin embargo, la escasa afluencia y el cerco policiaco capitalino hizo que fracasara la movilización. En medio del caos, ¿logrará la generación Z mexicana plasmar sus inconformidades?
Mientras tanto, te invitamos a leer nuestras recomendaciones:
- Protestas por la violencia en México terminan en enfrentamientos frente al Palacio Nacional con al menos 120 heridos | BBC News Mundo
- Protestas en México: los manifestantes toman las calles contra la corrupción y la violencia | The New York Times
- Fracasa la segunda marcha contra Sheinbaum por una baja afluencia y una fuerte presencia policial | El País
De ícono prodemocrático a líder autoritaria

Valentina Terranova

Sheikh Hasina, ex primera ministra de Bangladesh, fue condenada a muerte esta semana por crímenes de lesa humanidad. Hasina inició su carrera política como una de las figuras más visibles de la lucha por la democracia en su país, pero con el paso de los años fue acusada de adoptar prácticas cada vez más autoritarias.
Tras un largo proceso judicial, fue sentenciada a la pena máxima luego de ser declarada culpable de ordenar la represión violenta de las protestas estudiantiles de 2024. Durante esos episodios, murieron alrededor de 1.400 personas, en su mayoría por disparos de las fuerzas de seguridad, mientras reclamaban su renuncia.
Para los fiscales del país asiático, los hechos constituyeron el peor episodio de derramamiento de sangre desde la independencia de Bangladesh, en 1971. Los jueces consideraron “absolutamente claro” que Hasina incitó, ordenó y permitió el uso de fuerza letal contra los manifestantes.
La ex mandataria, que vive en un exilio autoimpuesto en la India desde julio de 2024, fue juzgada en ausencia y, aunque negó todas las acusaciones, no logró escapar del destino que le deparó su afición a mantenerse al poder: perderse en el camino y volverse impune al valor de la vida humana.
Así, mientras Sheikh Hasina es condenada por sus crímenes, la llegada de Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz, marca un punto de inflexión. Yunus defendió los juicios como un paso necesario para restablecer la rendición de cuentas en Bangladesh, pero su gestión ya enfrenta cuestionamientos, pues parece estar repitiendo los pasos de su antecesora, lo que genera severas dudas sobre su idea de la paz.
Si te interesa saber más sobre Bangladesh, te recomendamos este contenido:
- [Archivo] Bangladesh, la reconstrucción | Diplomacia Activa
- Bangladesh News: Dhaka to tap Interpol to get Sheikh Hasina extradited from India | India Today
- Condenan a muerte a Sheikh Hasina, el ícono de la democracia en Bangladesh que se convirtió en autócrata | BBC
- New rulers, old killers: Bangladesh extrajudicial deaths mount under Yunus | Al Jazeera
Extradición
La extradición es, en apariencia, un procedimiento técnico: un Estado solicita a otro la entrega de una persona acusada o condenada por delitos graves. Sin embargo, detrás de esa formalidad jurídica se esconde uno de los terrenos más profundamente políticos del derecho internacional. Para que una extradición proceda deben cumplirse requisitos básicos —como la existencia de un tratado, la doble incriminación o las garantías mínimas de debido proceso—, pero esos elementos suelen ser apenas la superficie. Los verdaderos límites se encuentran en la estructura misma del sistema: la prohibición de extraditar por delitos políticos, la obligación de evitar entregas que puedan derivar en tortura o tratos inhumanos, y la resistencia de muchos países a colaborar cuando la persona requerida enfrenta la pena de muerte.
Es justamente en ese punto donde la teoría se encuentra con la realidad. El reciente anuncio del gobierno interino de Bangladesh de que buscará la ayuda de Interpol para extraditar desde India a la ex primera ministra Sheikh Hasina —condenada a muerte por presuntos crímenes contra la humanidad— ilustra con claridad que la extradición nunca es automática. Para Nueva Delhi, acceder a esa solicitud implicaría evaluar si el fallo provino de un tribunal independiente, si la condena responde a motivaciones políticas o si entregar a Hasina equivaldría, en los hechos, a avalar una ejecución que contraviene principios básicos del derecho internacional vigente. Aunque Bangladesh invoque un mecanismo jurídico, India conserva la facultad soberana de negarse, justamente porque la extradición es más un acto político que un mandato legal.
Estos episodios recuerdan que la extradición no es un derecho del Estado que la pide, sino una decisión del Estado que la concede. Depende de su confianza en la justicia del otro, de su lectura del contexto político, de sus alianzas estratégicas y, en muchos casos, de su cálculo de costos y beneficios internacionales. En un mundo en el que los cambios de gobierno, los procesos judiciales acelerados y las tensiones regionales se entrecruzan, la extradición deja de ser un simple instrumento de cooperación penal para convertirse en un barómetro de legitimidad entre Estados.
Así, lo que está en juego no es solo si una persona será entregada o no, sino qué tipo de relación existe entre dos países y cuánto están dispuestos a permitir que la justicia del otro actúe más allá de sus fronteras. La pregunta final es inevitable: en un sistema internacional cada vez más polarizado, ¿seguirá la extradición siendo un puente jurídico o se convertirá en una herramienta más dentro de la competencia política global?

¿Llegaste hasta acá? ¡Gracias! En Diplomacia Activa respetamos la pluralidad de ideas, comprendiendo que el diálogo es la herramienta para encontrar puntos de conexión y construcción frente a las diferencias. Con este espíritu, aportamos a la libertad, la paz, la justicia y las instituciones sólidas. Apóyanos
Categorías

