DIPLORAMA 89
«Poner fin a una guerra tan compleja y letal como la de Ucrania requiere un intercambio amplio de ideas serias y realistas. Y lograr una paz duradera exigirá que ambas partes acepten concesiones difíciles pero necesarias«.
Marco Rubio, Secretario de Estado de EE.UU.
Edición N° 89
La búsqueda de la paz tambalea en un mundo de urgencias. Entre negociaciones, amenazas de intervención y golpes de Estado, ni siquiera la cumbre del G20 queda excenta de las polemicas. Pasá que te contamos…
La «Paz Rusa»: Una Trampa para el Reagrupamiento Militar

Kike Souto

La rotunda negativa de Rusia a la contrapropuesta de paz europea ha desenmascarado la verdadera intención del Kremlin: no es la paz lo que se persigue, sino una pausa estratégica que asegure las condiciones para una futura invasión. Al desestimar las modificaciones europeas que blindaban la soberanía de Ucrania, Moscú ha dejado claro que solo aceptará un acuerdo que garantice su capacidad de agresión.
La clave de su rechazo reside en dos puntos vetados por Europa: la aceptación ucraniana de la pérdida territorial de facto y la limitación drástica de sus fuerzas armadas. Para el liderazgo ruso, el reconocimiento de Crimea y los territorios ocupados no es un final, sino una consolidación ilegal de ganancias. Más importante aún, la insistencia en desarmar y desmilitarizar a Ucrania es la garantía de que el país quedará vulnerable.
Los socios europeos y Ucrania han dejado claro en varias ocasiones que la paz no debe ser inmediata, sino duradera. Tras las cuatro invasiones promovidas por Putin a otros países, los líderes regionales no confían en una paz que no establezca capacidad de Ucrania y la OTAN para defenderse de una nueva agresión rusa. Esto ha sido pasado por alto accidental o voluntariamente por los negociadores americanos que han comprado la versión inicial de la paz ofrecida por Rusia, incluyendo la narrativa de que el país euroasiático aún tiene una supuesta esfera de influencia. Trump asume que el Kremlin puede decidir sobre la soberanía de países como Ucrania o Moldavia en temas defensivos como su solicitud en la OTAN.
En este contexto, la negociación se convierte en una táctica de guerra, no de diplomacia. El objetivo de Putin es lograr por la mesa de negociación lo que sus ejércitos no han podido conquistar plenamente: la neutralización estratégica de Ucrania. Por el momento, la bola vuelve a estar atrapada entre las garantías de seguridad y la ambición imperialista de Putin. La mayoría de los analistas europeos temen que el desespero de Trump por cerrar un acuerdo empuje a presionar a Ucrania hasta el punto de forzar una paz imperfecta que termine con una tercera invasión rusa.
Para dar seguimiento, te compartimos las siguientes recomendaciones:
- Why Trump Pushed for Peace—Again | The Atlantic
- While Trump talks peace, Putin is escalating efforts to erase Ukraine | Atlantic Council
- Ukraine’s Hardest Winter | Foreign Affairs
El G20 se reúne, EE.UU. se ausenta: geoeconomía a la deriva

Maria Candela Molina

El pasado fin de semana tuvo lugar en Johannesburg, Sudáfrica la vigésima Cumbre del Grupo de los 20 (G-20). Por primera vez, los líderes de los estados miembros se reunieron en el continente africano. El anfitrión fue el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien sugirió que la Declaración final del encuentro es una muestra del valor del multilateralismo y la necesidad de diálogo en un contexto de elevada tensión geopolítica y geoeconómica. Apeló a la filosofía de Ubuntu para describir que el progreso no es una búsqueda individual, sino un esfuerzo compartido.
En este escenario, el principal objetivo del G-20 es coordinar políticas macroeconómicas y de desarrollo para fomentar un crecimiento sostenible e inclusivo de la economía global. No obstante, la realidad fáctica reduce este enfoque altruista a una utopía difícil de alcanzar. La pregunta es: ¿A dónde quedaron los principios fundamentales que regulan a los organismos de la economía global?
La cumbre estuvo marcada por ausencias significativas, desacuerdos sobre compromisos vinculados a la Agenda 2030 y tensiones alrededor de la gobernanza económica internacional. Todo ello quedó, además, opacado por la propuesta unilateral formulada por Donald Trump para un cese de hostilidades entre Rusia y Ucrania, que reorientó la atención política lejos de la agenda económica del foro.
Adam S. Posen (2025) en su artículo “The New Economic Geography” en Foreign Affairs describe que, durante los últimos 75 años, el hemisferio occidental ha funcionado bajo los principios de un orden impuesto por Estados Unidos, donde éste funciona como garante de bienes públicos globales, como estabilidad económica y seguridad, a cambio de la aceptación de su hegemonía por el resto. Según Posen, la administración Trump constituye un punto de inflexión: Washington ya no busca sostener las reglas que construyó, sino militarizar el orden, elevar los costos de protección y redefinir la lógica de las alianzas bajo criterios transaccionales.
Retomando la pregunta, los principios económicos establecidos luego de la Segunda Guerra Mundial, ya no son apoyados por quien los fundó y se auto designó como su garante. En la lectura de Posen, bajo el nuevo régimen, las amenazas contra las cuales se vendía el seguro provienen ahora tanto del asegurador como del contexto internacional en general. Esto genera un nuevo equilibrio más caro y menos eficiente. Sin el seguro global proveído por Estados Unidos, las economías formarán redes distintas e invertirán sus excedentes en otros sitios pero siempre a un mayor costo y con menor eficiencia que antes.
En resumen,la Cumbre del G-20, compuesta por las economías más grandes y considerada como un instrumento esencial para dar seguimiento a la evolución económico-financiera del sistema, tuvo escasa trascendencia. Ello, sumado a la ausencia de presidente estadounidense y la disociación de países como Argentina de los puntos de la declaración final orientados al multilateralismo, son evidencia de la erosión de las reglas macroeconómicas globales en un contexto geopolítico hostil. Posen anticipa que los más damnificados con el fin del orden serán quienes dependían en mayor medida de este perose beneficiarán las economías emergentes con cierto nivel de autonomía.
En este sentido, cabe preguntarse si la decisión política de Donald Trump de minimizar la importancia de la Cumbre en Sudáfrica podría, paradójicamente, incentivar la consolidación de espacios donde los países emergentes comiencen a reorganizarse bajo nuevas reglas, o si, por el contrario, el foro continuará perdiendo relevancia en un escenario global crecientemente volátil.
Para más información, te sugerimos:
Caos y confusión en Guinea-Bissau

Iker Escobar León

La incertidumbre y el caos se desataron en Guinea-Bissau; el acceso a redes sociales ha sido restringido; y se desconoce la situación interna actual del país africano. Rápidamente, el control político ha virado del poder civil al poder militar,
El miércoles 26, el alto mando militar bissauguineano anunció la toma de control del país, tres días después de la celebración de comicios legislativos y presidenciales altamente disputados entre el oficialismo y la oposición. En el día, se registraron disparos mientras el ejército se acercaba al palacio presidencial; horas más tarde, el presidente en turno, Umaro Sissoco Embaló, quien figuraba como la opción favorita en las votaciones, fue detenido por el “Alto Mando Militar para la Restauración del Orden”.
Al día siguiente, la junta militar ordenó la suspensión de plataformas digitales de telecomunicaciones, argumentando el deseo de prevenir la difusión de contenido que incite a la violencia o la desinformación; el acceso a aplicaciones como WhatsApp, Facebook e Instagram se vio afectado. De la misma manera, se ordenó el cierre de fronteras y del espacio aéreo hasta que se establezca “un nuevo orden”. El mismo día, la junta golpista designó al general Horta Inta-a como el presidente de transición; el alto mando aseguró que las medidas se tratan de un plan de desestabilización contra políticos y capos de la droga.
Desafortunadamente, las regiones occidental y centroafricanas se han vuelto propensas a los golpes de Estado; asimismo, también ha aumentado el transporte de drogas como la cocaína. Esto suma a una dinámica de inestabilidad política regional, donde las intervenciones militares en la vida política se vuelven más frecuentes. ¿Seguirá Guinea-Bissau ejemplo de países cercanos como Malí o Burkina Faso? Mientras tanto, te invitamos a leer nuestras recomendaciones:
- Golpe de Estado en Guinea-Bissau: los militares tomaron el control del país tres días después de las elecciones presidenciales | Infobae
- Guinea-Bissau: militares restringen acceso a redes sociales | Deutsche Welle
- General jura como presidente de transición de Guinea-Bissau, tras golpe de Estado | El Economista
Trump–Maduro: entre la presión militar y la puerta al diálogo

Luka Santiago Cuellar

Actualmente estamos presenciando el punto más álgido de la relación entre EE. UU. y Venezuela. Washington ya no solo observa; está empezando a actuar para neutralizar la estructura criminal y militar que sostiene al Cartel de los Soles, decisión tomada para detener a Maduro y sus narcoterroristas, llamados así por el mismo Trump, de seguir influyendo en la región, especialmente en un contexto de elecciones próximas en Honduras.
Trump, ha expresado en su red social Truth que la democracia está en tela de juicio en las próximas elecciones en Honduras el 30 de noviembre. ¿Maduro y sus narcoterroristas tomarán el control de otro país como lo hicieron con Cuba, Nicaragua y Venezuela? Varias fuentes no oficiales plantean el acercamiento del despliegue del arsenal aéreo activado por Estados Unidos, que incluye drones armados, bombarderos estratégicos, aviones de reconocimiento de largo alcance y sistemas de guerra electrónica capaces de paralizar por completo las comunicaciones del régimen.
Las tensiones entre Washington y Caracas han generado una gran desinformación, convirtiendo cada declaración oficial en un supuesto preludio de “operaciones finales” o “caídas inminentes”. Esta narrativa, que promete bloqueos aéreos totales, deserciones masivas y un “colapso inevitable” del régimen, no solo distorsiona el debate público, sino que también revela cómo los escenarios de crisis se vuelven terreno fértil para la propaganda.
Sin embargo, no podemos negar que Estados Unidos está decidido a avanzar y que ha mostrado disposición a escalar su respuesta frente al avance político y militar de Maduro en la región. La administración Trump viene endureciendo su retórica, ampliando despliegues en el Caribe y habilitando un marco discursivo. En última instancia, no puede descartarse una intervención limitada o un uso más agresivo de la fuerza, del mismo modo en que Washington ha profundizado su involucramiento en otros escenarios de crisis como Israel o Ucrania, donde el apoyo inicial evolucionó hacia un compromiso operacional creciente con resultados concretos.
Para más información, te sugerimos:
- Is Donald Trump preparing to strike Venezuela or lining up a deal? | The Economist
- “Democracy is on trial in the coming Elections in the beautiful country of Honduras on November 30th…” | Truth Social
- Will the U.S. Attack Venezuela? Trump’s Anti-Maduro Campaign Seen as Part of a Broader Regional Plan | Democracy Now!
Solución pacífica de controversias
Si algo distingue al orden internacional posterior a 1945 es la decisión colectiva de que los conflictos entre Estados deben resolverse sin recurrir a la fuerza. La Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 33, establece el núcleo de esa arquitectura: negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje, arreglo judicial, recurso a organismos regionales y, en última instancia, acción del Consejo de Seguridad.
No son simples opciones diplomáticas, sino pilares jurídicos que obligan a los Estados a agotar todas las vías pacíficas antes de escalar a la coerción. La lógica es simple: mientras la guerra destruye el orden, estos mecanismos lo producen.
Un ejemplo reciente es el rol creciente de la Corte Internacional de Justicia en disputas territoriales y ambientales. El caso Guyana vs. Venezuela por el Esequibo muestra la función del arreglo judicial como herramienta para evitar una crisis mayor: la CIJ no resuelve tensiones políticas, pero sí crea marcos legales que impiden que un desacuerdo se transforme en conflicto armado.
La mediación también ha cobrado protagonismo, como en las negociaciones marítimas entre Líbano e Israel de 2022, facilitadas por Estados Unidos. Allí la diplomacia demostró que incluso adversarios sin relaciones bilaterales pueden alcanzar acuerdos cuando existe un canal institucionalizado para reducir expectativas irreales y traducir intereses en compromisos estables.
Los métodos de solución pacífica no garantizan el éxito, pero sí ordenan el desacuerdo y lo subordinan a reglas compartidas. Son, en esencia, un recordatorio de que el conflicto es inevitable, pero la violencia no.

¿Llegaste hasta acá? ¡Gracias! En Diplomacia Activa respetamos la pluralidad de ideas, comprendiendo que el diálogo es la herramienta para encontrar puntos de conexión y construcción frente a las diferencias. Con este espíritu, aportamos a la libertad, la paz, la justicia y las instituciones sólidas. Apóyanos
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