Voces que faltan, voces que llegan
Por Alejo Maggini
Los mandatarios de los 194 estados miembro de Naciones Unidas expusieron sus asuntos prioritarios para la septuagésima séptima sesión de la Asamblea: Solidaridad, Sustentabilidad y Ciencia. Todos exponen, ¿a todos nos llega?

La semana de Alto Nivel de Naciones Unidas ha llegado a su fin tras las ya regulares advertencias del Secretario General, Antonio Guterres, ante los desafíos multilaterales de mantenimiento de la paz, crisis alimentaria, protección de la biodiversidad, y cambio climático. Pero lejos están de calar estas precisas y objetivas advertencias en los corazones y mentes de aquellos en la primera línea de acción que, en rasgos generales, buscaron en la Organización de Naciones Unidas (ONU) un líder proactivo e integral y ven decepcionados sus esfuerzos frente a la lentitud burocrática de un septuagenario aparato que falla en satisfacer las necesidades de los más vulnerables.
¿Hemos, quizás, como naciones y sociedades del mundo delegado la responsabilidad de determinar el destino del mundo y la solución de nuestros problemas diarios a un selecto grupo de expertos subfinanciados y con exceso de trabajo?
Más que una apología de nuestro rol individual frente a desafíos que se inmiscuyen y trascienden lo personal (reflexión que aún invito), este escrito pretende explorar las avenidas por las que la ONU logra resaltar las voces de las comunidades del mundo a través de sus representantes.
Nayib Bukele fue tajante al respecto. En su contribución al debate de la 77º Asamblea General de Naciones Unidas (UNGA), presidida por Csaba Kőrösi, director de sustentabilidad ambiental dependiente de la Oficina del Presidente de Hungría, el Presidente de El Salvador calificó al sistema de Naciones Unidas como obsoleto. Varias acusaciones por parte del primer mandatario en tomarse una selfie desde el rostrum, en especial aquellas en relación al desinterés del ciudadano da pie en los aciertos y desaciertos de Naciones Unidas, su limitada masividad y lentitud de acción tocan una fibra sensible del sistema que a la fecha ha disuadido a grandes potencias de escalar enfrentamientos a escala global una tercera vez.

Tomado el criticismo, Bukele tuvo sus más de 15 minutos de atención frente a la Asamblea General al igual que los demás mandatarios y representantes de los 192 miembros restantes. Mientras el espacio de diálogo multilateral exista con voces en igualdad de condiciones, hay potencial para que este sistema se torne más representativo y actualice sus maneras a las impulsadas por la sociedad global del siglo XXI. Noto, también, que Bukele debe de creer en el potencial de repensar un modelo de Naciones Unidas para esta generación, pues es su Representante Permanente, en este cuerpo, la Embajadora Egriselda Lopez, una de las líderes en el espacio de reforma del sistema de la ONU.
Tanto este complejo acertijo como los desafíos planteados por el Secretario General requieren mensajes y acciones contundentes que trasciendan los amplios salones de la Asamblea General en Nueva York. Ambos deben alcanzar las realidades de quienes aún sufren los efectos de escasez, inflación y desempleo producto de la pandemia por COVID-19 y las crecientes consecuencias del cambio climático. Este año, pocos líderes lograron reverberar sus contribuciones en las noticias del globo aunque si es posible destacar la intervención del Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, sobre los derechos soberanos de su país frente a las pretensiones del primer mandatario ruso y la invitación al diálogo sobre la ampliación del Consejo de Seguridad para incluir voces de América Latina y África por parte del Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden Jr.
Sin lugar a dudas, ningún primer mandatario logró captar la atención de delegaciones nacionales como de audiencias alrededor del mundo por igual como el reciente electo presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro. Tanto su ponencia como el profundo y narrativo estilo del discurso reflejan el sentido por el que se creó el sistema de Naciones Unidas: frente a los representantes y expertos de los estados del mundo, extender un llamado de atención como catalizador de replanteamientos éticos, filosóficos y pragmáticos sobre el rumbo de nuestras relaciones internacionales.
Petro no sólo describió los bienes naturales y recursos de los que goza Colombia frente al concierto de las naciones pero de forma transparente, asumió la responsabilidad e imploró a su pueblo al mundo no olvidar la sangrienta historia de su tierra como espíritu guía de la sanación de heridas, la valoración de la paz y la protección de la biodiversidad en un lenguaje ameno al pueblo y al experto. La elocuencia y el carisma en la política es un don que pocos poseen y aún menos dedican a la tarea altruista y responsable de empoderar voces en su contexto y proteger a la naturaleza que nuestros sistemas no representan.
Tal elocuencia por parte de un líder colombiano que alcanza la presidencia fuera de los partidos mayoritarios de Colombia me recuerdan a las magnánimas intervenciones del político fundador del Nuevo Liberalismo y liberal, Luis Carlos Galan Sarmiento. Siendo el favorito para la presidencia de Colombia en las elecciones de 1990, su oportunidad y la de su pueblo se vieron contrariadas tanto que su sangre se añadió a la violenta historia que forjó la identidad del pueblo colombiano a manos de los intereses irracionales del poder y del dinero a los que Petro también hace referencia. Los impactantes mensajes de Galan, forman parte de una memoria colectiva que refuerzan la necesidad de líderes por la paz y la sustentabilidad que mantengan presentes las penurias y los anhelos de su pueblo. En palabras de Galan, “por la libertad, por la justicia, por la verdad, por la democracia, ni un paso atrás, siempre adelante y lo que fuere menester que sea.”
El actual mandatario aprovechó su tiempo frente a la UNGA para señalar su perspectiva sobre el orden mundial desde un marco filosófico sobre el mercado financiero, los recursos naturales y las cosas del corazón.
«El poder mundial se ha vuelto irracional. Ven en la exuberancia de la selva, en su vitalidad lo lujurioso y lo pecaminoso. El origen culpable de la tristeza de sus sociedades imbuidas en la profunda compulsión ilimitada de tener, de tener y de consumir. ¿Cómo ocultar la soledad del corazón en su sequedad en medio de sociedades sin afectos, competitivas hasta encarcelar el alma en la soledad sino es echando la culpa a la planta, al hombre que la cultiva y a los secretos libertarios de la selva?«
Gustavo Petro | Presidente de la República de Colombia
Entre sus contribuciones, Petro resaltó que la guerra contra las drogas impulsada por Estados Unidos contra los pequeños y medianos productores del pueblo colombiano había fracasado. Su contundente llamado de atención como presidente de un pueblo en la selva amazónica alcanzó su cúspide retórica con la acusación: “Le han declarado la guerra a una planta”, de las mismas selvas que se supone las naciones intentan salvar y que la UNGA pretende enfocar en sus debates de alto nivel bajo el lema anual de Solidaridad, Sustentabilidad y Ciencia.
En este tema, Petro expresó que “la guerra contra las drogas ha fracasado” y redobló con “la guerra contra el cambio climático ha fracasado”. En este descargo apuntó contra la administración del estado norteamericano por sus insistencia en inmiscuirse en las políticas de estado de otras naciones, mientras la discriminación contra los afroamericanos, la xenofobia contra el inmigrante latinoamericano, y la criminalización del vulnerable se expanden rampantes en el territorio estadounidense.
Me permito expresar mi gratitud y sorpresa al oír este discurso que rompe con el usual listado descriptivo de logros y llamamientos en el rango entre lo monótono y lo estéril que han caracterizado los debates de la UNGA en los últimos años. Este es mi llamamiento a los líderes del mundo presentes en foros globales a dedicar mayores ánimos a sus intervenciones que moldean el tono y la profundidad de los temas a debatir.
Cuando el tiempo frente al rostrum se dedica a enmarcar los desafíos globales en realidades locales e interconectadas más allá de las fronteras y del aspecto técnico de las relaciones internacionales, todo el sistema de la ONU resuena en el corazón de los pueblos del mundo para coordinar esfuerzos para alcanzar la paz y para salvar a la naturaleza y a la humanidad en cuerpo y alma.
Alejo Maggini (Estados Unidos): Licenciado en Diplomacia y Asuntos Internacionales y Licenciado en Economía, Occidental College.
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