¿Cuál es la verdadera relevancia de Taiwán?
Por Jesús del Peso Tierno
Ni el fin del mundo ni un nuevo imperio chino. ¿Cuáles son las claves de la «política de círculos concéntricos» impulsada por Pekín?

A medida que el desarrollo chino avanza, en todos los aspectos, la retórica del Gran Dragón sobre la Taiwán se recrudece, y a medida que su asertividad aumenta, mayores son los acercamientos de Estados Unidos con la isla.
El papel que desempeña el pequeño territorio es quizás el de mayor importancia geopolítica a nivel mundial de nuestros tiempos y es que, la relevancia que le da la República Popular China a lo que considera una provincia rebelde se viene viendo desde hace más de 45 años cuando, la normalización de las relaciones entre este país y Estados Unidos supuso el cese del reconocimiento americano sobre Taiwán.
En la actualidad, el desarrollo militar, económico y tecnológico chino tiene un denominador común final: el control de los océanos Índico y Pacífico. Un control que pretenden ejercer en base a unas fuerzas armadas modernas que logren asentar sus planes económicos en el Sudeste Asiático y que le confieran la seguridad suficiente para poder explotar al máximo los beneficios de su marina mercante. Sin embargo, una piedra les bloquea el camino.
Los planes de desarrollo chinos se basan sobre un pilar fundamental en torno a una política de círculos concéntricos, es decir, para poder proyectar su poder en zonas cada vez más lejanas, primero es necesario proyectar su poder firmemente en el área geográfica inmediatamente anterior. Así pues, si se quiere proyectar el poder de la marina en sus dos océanos circundantes, antes debe proyectarlo en el Mar de la China Meridional y los estrechos que lo circundan, ¿uno de ellos? el estrecho de Formosa, esto es, Taiwán y su relevancia geoestratégica.

Ahora bien, las divisiones de las diferentes zonas de influencia se tornan complicadas en una región que, conscientes de la asertividad china sobre sus intereses económicos, diferentes socios han de hacer malabares para mantenerse independientes mientras los Estados Unidos estimulan alianzas militares para tratar de contener el poder de Pekín en su área de influencia inminentemente más próxima y lograr así mantenerlo a lo largo de la mayor porción del mapa global.
Muchos son los recelos entre los diferentes Estados implicados, y si por un lado encontramos los acérrimos defensores del liberalismo como los son los Tigres Asiáticos y Japón, apoyados por relevantes actores regionales como la India o Australia, otros tantos se suman a la órbita china conscientes del positivismo que tiene para la mejora de su bienestar económico. Su alineamiento con la potencia asiática en base a la defensa de un nuevo orden mundial.
Y es que, en esa lógica inevitable por proyectar cada vez más su poder, la potencia asiática protesta continuadamente contra el concierto internacional asegurando que se le ha impuesto. Desde la creciente nación se muestran contrarios a la tiranía de los valores occidentales globales impuestos a través del derecho internacional o los derechos humanos, defendiendo la creación de un nuevo mundo más plural y que defienda los valores propios de organización de cada Estado.
Lo que se propone aquí no es la transformación del orden global para la imposición de China y sus valores como los principales regidores del mundo, sino la concesión de un espacio anhelado para proyectar sobre unos Estados a los que asegura querer liberar de las imposiciones occidentales durante los últimos siglos de imperialismo. Es decir, pasar a un sistema multipolar gobernado por el diálogo entre las diferentes culturas que habitan en el mundo. En otras palabras, reducir los valores occidentales -ahora globales- a sus áreas de influencia eminentemente geográficas, mientras que en otras zonas del mundo se respeten los valores propios como la mejor manera de regir a sus poblaciones.
Sería ingenuo imaginar la repentina desaparición del papel que representan los Estados Unidos y los valores occidentales a nivel global, y mucho más la decadencia de su proyección internacional, pero de la misma manera sería ingenioso creer que el orden internacional se puede mantener como hasta ahora durante mucho más tiempo sin cederle una porción del poder que demanda China.

Inevitablemente se observará la transformación del sistema actual a un nuevo ente multipolar en el que las instituciones actualmente denunciadas como “occidentales” tales como la ONU, el FMI o el Banco Mundial responderán ante un nuevo mundo en el que estas deberán dar una respuesta plural para los fines para los que fueron verdaderamente creadas. Ahora la incógnita radica en preconizar cuál será el momento en el que cambien las tornas.
Por ahora, el primer eslabón de la cadena resiste y la proyección de los círculos concéntricos simplemente se produce sobre el papel. Pero ¿Cuánto resistirá el paradigma actual?
Jesús del Peso Tierno (España): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Rey Juan Carlos de la Comunidad de Madrid.