Afganistán: ¿qué harán las mujeres del mundo?
Como advirtió Joe Biden meses atrás, las tropas estadounidenses abandonaron Afganistán y la amenaza tan temida se hizo realidad. Los talibanes tomaron Kabul nuevamente tras la retirada no solo de Estados Unidos, sino también del propio gobierno. El vacío es doble. La vulneración de derechos es generalizada, sin embargo son las condiciones en que vivirán las mujeres las que paralizaron al planeta. Mientras en Occidente ellas acumulan logros históricos, del otro lado se prenden fuego los avances alcanzados. ¿Qué harán sus pares en el mundo por las afganas? ¿Lucharán con la misma convicción?

La vida de millones de mujeres corre peligro, y no solo hablamos de un peligro físico sino también psicológico y moral porque bajo la ley del Talibán queda prohibido ser mujer. La realidad de Afganistán se ve envuelta en una máquina del tiempo al pasado y, mientras en Occidente piden a gritos el Aborto Legal Seguro y Gratuito, en aquel territorio abandonan sus actividades para ser destinadas al maltrato y la reclusión.
¿Sabía la potencia armamentista lo que sucedería al abandonar el país? Sí, y cuando cundió el pánico no tardaron en reaparecer y exiliar a alrededor de 600 habitantes en un avión militar y es esa, entre otras, la fotografía que recorre el planeta. Otros videos difundidos no tienen ese mismo asomo de segunda oportunidad.
La violencia desatada en nombre de Alá ensombrece a todo un Estado pero, cuando creímos que ya regían algunas certezas, las mujeres vuelven a vivir en las sombras. Las prohibiciones ya fueron posteadas por miles de medios y usuarios, “las malas noticias vuelan”. Entre ellas queda prohibido reírse o hablar alto en público, estudiar y salir a la calle sin la compañía de su mahram. Es una situación que se vive en otros países de Oriente como Yemen o Pakistán pero el tema atraviesa en esta ocasión la cuestión sobre permitir no solo este sistema violento sino su regreso años después.
“No soy libre mientras otra mujer sea prisionera, aunque sus cadenas y las mías sean distintas”.
En este panorama desolador hay algo que nos dice que las cosas han cambiado aunque el grupo terrorista internacional no lo perciba aún y cuando una cultura evoluciona, no hay vuelta atrás. El talibán se comporta como lo hizo años atrás pero el tiempo pasó y el pueblo cambió. La historia ya ha sido escrita y la reacción y pensamiento de los ciudadanos parece no ser la misma. En medio del caos las mujeres que llegaron un día a participar en televisión salen al aire a pesar de las prohibiciones y, simultáneamente, un pequeño grupo alza sus voces y carteles en Kabul frente a talibanes armados y algunos hombres con miradas confusas.
Ashraf Ghani, el ya ex presidente, huyó este domingo tras 20 años de dedicación para firmar la paz con los sublevados y, aunque tuvo triunfos y derrotas, quedan tras su paso antecedentes imborrables para ellas en cuanto al acceso a manejar, estudiar y trabajar. Conocida la libertad es imposible soltarla. En este contexto se destacada un vicepresidente que no da el brazo a torcer y, con paradero desconocido, Amrullah Saleh afirmó estar a cargo del gobierno tras la huida de Ashraf Ghani y llamó a la rebelión.
“¿A dónde está mi presidente?” esta fue la pregunta que se hizo una periodista afgana ante el Pentágono, sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Nazira Karimi huyó hace 20 años de los talibanes y afirma que “volvemos a la casilla de salida”. Es inconcebible retroceder en materia de derechos y la respuesta internacional debe estar a la altura. Las ciudadanas afganas ya están cambiando el curso de las cosas con su valiente e inesperado accionar y asumiendo demasiados riesgos. Ahora falta un contundente apoyo internacional.
Se manifestaron también Joe Biden y el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas en un llamado de emergencia, pero ¿qué hacemos con ello? Las influencias que poseen son mucho mayores y deben ser exigidas. Son los países del mundo entero los que deben pronunciarse en contra de lo que está sucediendo. Observar en silencio los hechos arrastra un error imperdonable.


“Los extremistas han demostrado que lo que más temen es a una niña con un libro” dijo Malala Yousafzai, la persona más joven en ganar un Nobel de la Paz por su lucha por las mujeres paquistanas y su frase cobra hoy un profundo sentido. Bajo el Corán buscan reprimir a la mayor amenaza para un régimen que solo está cómodo con la censura de la fuerza e inteligencia femenina. Saben reconocer el peligro cuando lo ven.
Es momento de luchar una batalla ya ganada para la mayoría. Las mujeres afganas afirmaron que prefieren morir que vivir bajo el régimen islámico y el resto del mundo, sobre todo el género femenino, deberían alzar sus voces con la misma convicción. ¿Qué harán los gobernantes con su propia influencia? E incluso cabe preguntarse qué harán los civiles con la suya. Esperemos que no menos que lo que vienen haciendo por sus propios derechos.
Valentina Terranova (Argentina): estudiante de Periodismo, Universidad Juan Agustín Maza.
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