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¿Trump-Milei: relación privilegiada?

Por Ivana Patanè

En un convulsionado mercado financiero global donde las guerras comerciales rediseñan a la economía mundial, la inédita diplomacia financiera de Washington podría representar un punto de inflexión en el tablero geoeconómico de muchas capitales, a partir de Buenos Aires.  

Durante la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el Presidente argentino Javier Milei sostuvo una reunión con su par estadounidense, Donald Trump, en un momento de debilidad política e incertidumbre económica para el país suramericano. 

En vista de las elecciones legislativas argentinas del 26 de octubre, donde se renovarán parcialmente las cámaras del Congreso, el encuentro marca un éxito sin precedentes para los dos aliados. Milei apuntó a confirmar su amistad con el presidente republicano a la vez que aseguró un “salvataje económico” anunciado por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. 

De todas formas, se prevé una cita oficial para el 14 de octubre en Washington D.C., donde el inquilino de la Casa Blanca se reunirá otra vez con Javier Milei en el Despacho Oval. El ultraderechista será además el segundo presidente latinoamericano en lograr una visita oficial, solo tras el salvadoreño Nayib Bukele. 

“Paquete Trump”

Con el peso en caída frente al dólar, las incertidumbres sobre la capacidad de la presidencia Milei de hacer frente a los vencimiento de deuda y con un Banco Central sin suficientes reservas internacionales, en el Salón Oval se delinearán las modalidades del inédito rescate financiero adelantado en el Palacio de Cristal por la Administración republicana. 


Ilustración | Mari Jouz

En su cuenta de X, el secretario del Tesoro ha elogiado el trabajo de “estabilización económica y financiera” llevado a cabo por la presidencia Milei y ha confirmado la intención de Washington de comprar bonos de deuda argentinos en dólares, y de otorgar un crédito stand-by a través del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro de Estados Unidos. 

Este último ha sido un importante fondo de reserva de emergencia utilizado, especialmente en los años 90, para ofrecer préstamos a corto plazo para rescatar distintos países, la mayoría latinoamericanos, en periodos de crisis financieras. El caso mexicano es el más emblemático ya que, a finales de 1994, durante el “Tequilazo”, la Presidencia Clinton aprobó una ayuda económica estimada en 20.000 millones de dólares para evitar una masiva fuga de capitales del país. En 1995, también Buenos Aires recibió un crédito por 250 millones de dólares y, en 2002, tras el último rescate otorgado a Uruguay, el ESF (por su sigla en inglés) quedó inutilizado. 

Por otro lado, tras días de negociaciones, el 9 de octubre la diplomacia estadounidense cerró con Argentina los términos de una línea swap por un monto de 20 mil millones de dólares (que fue recibido positivamente por los mercados), y la compra directa de pesos argentinos. Una línea swap, en el lenguaje financiero, es una línea de crédito temporal que permite a dos bancos centrales intercambiar sus monedas a un tipo de tasas de interés y de cambio ya establecidos. Dicho “swap” se realiza en cuotas a lo largo de un periodo prefijado. Sin embargo, a diferencia de otros tipos de créditos, el swap es un préstamo de urgencia que puede ser activado, previa autorización, cuando uno de los bancos lo requiera. 

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Éste suele ser más barato que un préstamo internacional y para Argentina no es nuevo el empleo de esta herramienta financiera. Efectivamente, desde 2009 bajo el kirchnerismo, el Banco Central argentino ha firmado y renovado con su homólogo chino distintos acuerdos swap. Pero, con la llegada al poder de Javier Milei en 2023, la renovación de dichos acuerdos con Beijing no figuraba entre las prioridades del oficialismo.

Si bien el ultraderechista dejó claro que no entablaría “pactos con comunistas” en plena campaña electoral, su ministro de Economía Luis Caputo, en abril 2024, logró oficializar la renovación de 5.000 millones de dólares con la nación asiática, en medio de un incipiente silencio diplomático entre los dos países. Además, en abril de este año, Buenos Aires anunció la activación de otro tramo de dicho swap por un plazo adicional de 12 meses. 

El gigante asiático destaca en el panorama económico argentino también por ser uno de los principales inversores en el país y por tener unas relaciones comerciales interesantes: en julio de 2025 las exportaciones chinas a Argentina aumentaron hasta alcanzar los 1,42 mil millones de dólares, mientras que las importaciones sumaban 725 millones de dólares. 

Por este motivo, dichas relaciones comerciales con China no han pasado desapercibidas a la nueva administración Trump que, desde principios de este año ha promovido una agenda política activa en América Latina. Por ende, ante los nuevos desafíos nacionales e internacionales, la Casa Rosada está entre la espada y la pared presionada, por un lado, por las responsabilidades financieras con China y por las afinidades ideológicas con Estados Unidos, por el otro. 

Por supuesto, una de las prioridades de Washington es que Buenos Aires cancele los 5.000 millones de dólares de swap con China, a través de los 20.000 millones de la Casa Blanca, e imponer límites a su penetración en el tejido financiero y económico de los países latinoamericanos. 

¿Interés o conveniencia geoeconómica?

El rescate financiero de Trump a su aliado suramericano llega en un momento crítico para la presidencia Milei sacudida por escándalos de corrupción y por una paulatina pérdida de credibilidad política, que la obliga a replantear el rumbo de su agenda. Pero, ¿por qué llega esta ayuda y qué puede obtener Milei de ella? 

A pesar de los iniciales entusiasmos por los recortes económicos de Milei basados en el control de la inflación y en el superávit fiscal, en los últimos meses, el país ha sido testigo de escasez de dólares, o mejor, de reservas internacionales (a pesar de obtener ulteriores créditos por parte del Fondo Monetario Internacional este año). 

La preocupación en los mercados financieros por una supuesta insolvencia se hizo más apremiante tras la derrota electoral padecida por el oficialismo en la provincia de Buenos Aires donde el peronismo logró nuevamente imponerse el pasado septiembre. 

Con ello, Donald Trump podría buscar la estabilización macroeconómica y política de su aliado en la región no solo para contrarrestar la presencia de otros importantes actores, como China, en el país sino para proteger sus intereses nacionales y de los inversores estadounidenses (cercanos a Bessent) cuyas apuestas sobre los títulos de deuda argentinos podrían fracasar si la economía se hunde. 


Ilustración | Alfredo Sábat

Entre las sociedades de inversión mayormente en riesgo se encuentran la multinacional BlackRock, y las firmas de gestión de activos Pimco y Fidelity. En 2024, por ejemplo, la BlackRock detenía más de 2.000 millones de dólares de deuda argentina.

Por ende, este “abrazo libertario” entre Argentina y Estados Unidos supondría una subordinación geoeconómica para Buenos Aires a los intereses de Washington y un punto de inflexión en la narrativa trumpiana de “Estados Unidos primero

Sin embargo, esa “generosidad” ha despertado malcontentos también entre los mismos republicanos que consideran esa ayuda económica una “traición” a la agenda conservadora, sobre todo, debido a la guerra comercial entre Washington y China, y la venta de soja argentina a Beijing (mayor consumidor de soja del mundo) que perjudica las exportaciones estadounidenses del producto agrícola. De hecho, en lugar de asegurarse un acuerdo con China, para proteger sus agricultores, el tycoon “contradice” la promesa electoral de “América Primero” sin considerar el costo de tal ayuda económica, que le podría valer el respaldo de muchos de sus seguidores en el movimiento MAGA. 

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Por otra parte, el portavoz de la Embajada de China en Argentina contestó, el sábado 11 de octubre, a las últimas “provocadoras declaraciones” del secretario del Tesoro Scott Bessent que, en su plataforma X, declaró que “Estados Unidos no quiere otro Estado fallido o liderado por China”. En contrapartida, la Embajada china acusó a Washington de tener una “mentalidad arraigada en los tiempos de la Guerra Fría” a la vez que destacó el trabajo diplomático chino en la región sobre la base de beneficio mutuo, respeto e igualdad. 

De todas formas, esa nueva “diplomacia financiera” estadounidense, aun cuando no lograra rescatar Argentina, demuestra cómo las afinidades ideológicas y las amistades políticas tienen mayor peso diplomático en moldear la política exterior de la Casa Blanca. En este contexto, la crisis interna en Argentina se traduce, más bien, en una oportunidad geoestratégica y apolítica para Washington que muestra un claro interés en contener la influencia china y renovar su papel económico en América Latina a través de presiones financieras. 

En definitiva, si bien el respaldo económico pueda dar un “respiro temporal” a la administración libertaria, muchos analistas se preguntan si esta ayuda tendrá el anhelado “efecto político” que Javier Milei busca en vísperas de las elecciones legislativas. 


Ivana Patanè (Italia): Estudiante de Relaciones Internacionales y Diplomacia, Universidad de Padova. Columnista en Diplomacia Activa.

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