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Merz y un contexto alemán desafiante

Por Matías González

Lo que sucedió el pasado 6 de mayo en el Bundestag, cuando los parlamentarios votaron por su próximo Canciller, marcó un antes y un después para Berlin. El gran candidato para el puesto era Friedrich Merz, líder de la CDU, pero su primera elección, fracasó. Pese a que en la segunda pudo conseguir la mayoría necesaria y proclamarse como el nuevo jefe de gobierno, la situación supuso un hecho sin precedentes para el país. ¿Qué está pasando en la política de Alemania?

Ilustración | RTVE

Un panorama difícil para un líder

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se ha caracterizado por haber tenido como Cancilleres a grandes líderes que gracias a su pragmatismo, determinación y carisma han llevado a su país a ser la mayor economía de Europa, un país modelo para muchos gobiernos a lo largo y ancho del mundo, y un ejemplo de una sociedad poco polarizada con un amplio consenso sobre ciertos valores básicos compartidos. Tanto Adenauer y Kohl en la segunda mitad del siglo pasado como Angela Merkel ya en épocas más recientes, han sido algunos de estos líderes que lograron consolidarse como tales al nivel de las elites y al nivel de los ciudadanos en Alemania.

Sería extraño pensar en un país (y una sociedad) como Alemania donde haya una polarización política ascendente y diferencias muy marcadas entre los partidos políticos o, peor aún, dentro de los mismos partidos. Sin embargo, este clima que parecía inimaginable, no dista mucho del contexto político en el que el país está inmerso actualmente.

El pasado 6 de mayo, se llevó a cabo en el Bundestag la votación de los parlamentarios para elegir al nuevo canciller, el cuál necesitaba de una mayoría de 316 votos afirmativos —de los 630 legisladores totales— para consolidarse como nuevo Jefe de Gobierno.

El gran candidato al cargo era Friedrich Merz, hombre experimentado en política y el mayor líder de la coalición CDU-CSU en las últimas elecciones, y del cual se esperaba que obtuviera un triunfo rápido en la primera votación en el Bundestag. Sorprendentemente, los resultados para el líder del espacio no fueron positivos, ya que obtuvo 310 votos afirmativos, por lo que no pudo ser electo como Canciller en la primera votación por tan sólo seis votos.

Esto constituye un suceso sin precedentes, debido a que es la primera vez desde el fin de la guerra que un candidato a Canciller no alcanza el puesto en la primera votación. A esto se le debe añadir el factor de que la coalición CDU-CSU contaba con 328 escaños en total, lo que prácticamente indica de una parte del espacio de Merz que ha votado en contra de su propio líder. Ese mismo día, poco tiempo después, se realizó una nueva votación en la que Merz sí pudo obtener la mayoría de votos correspondientes y así se convirtió en el nuevo Jefe de Gobierno de los alemanes.

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Imagen | El Mundo

Más allá de la alegría de la coalición CDU-CSU y de la Socialdemocracia (SPD), con la que el espacio de Merz ha firmado un acuerdo para repartirse los ministerios del gobierno emergente, el nuevo Canciller tendrá que enfrentar un contexto desafiante en muchos aspectos.

Desde problemas relacionados al estancamiento de la economía o al descontento social en su contra, hasta asuntos de índole exclusivamente política como la convivencia en el Reichstag con partidos como Alternativa para Alemania (AfD) o las diferencias entre los integrantes de su propia coalición, Merz asume la cancillería en un panorama complejo y en el que el costo de los errores puede ser muy alto.

Esta primera vez en la que un candidato a canciller no es elegido en la primera votación, y todas las divisiones políticas que eso conlleva no es un hecho aislado, sino el resultado de un ambiente previo que fue gestando el clima que se vive hoy en el país europeo. 

Desde el año pasado, con la entrada en recesión de la economía del país sumado a distintos incidentes perpetrados en su mayoría por inmigrantes, entre otras cuestiones, el gobierno de la SPD encabezado por Olaf Scholz recibió críticas de todo tipo, acrecentando así el hartazgo social con el gobierno y con gran parte del arco político.

Las disputas internas en el gobierno llevaron a distintas renuncias que desembocaron en el colapso del mismo, teniendo Scholz que llamar a elecciones a inicios del 2025. A su vez, esto en cierta medida llevaría a un acercamiento de gran parte de la población a un partido que tanto líderes políticos como ciudadanos califiquen de “ultraderechista”: Alternativa para Alemania (AfD). 

La AfD, con Alice Weidel a la cabeza, se ha caracterizado por ser un partido euroescéptico, con grandes críticas a la Unión Europea y mostrándose en contra de la masiva inmigración que recibió Alemania en los últimos años, sobre todo llegada desde Medio Oriente. Este partido obtuvo un histórico segundo lugar en las elecciones parlamentarias federales celebradas en febrero del presente año, llegando a obtener nada menos que 20% de los votos. Fue la fuerza más votada al este del país, en algunas de las zonas menos ricas y en casi toda la ex República Democrática Alemana.


Imagen | ECPS

Esta se ha mostrado como la tercera gran fuerza política en términos electorales, junto con la CDU/CSU y la SPD, lo que confirma hasta tiempos actuales lo que sostenían politólogos como Pasquino en 2004, de que el sistema de partidos alemán es un sistema multipartidista limitado y moderado: “(…) justamente por su ubicación, el sistema alemán de multipartidismo, limitado, desde el punto de vista de la formulación numérica, y moderado, desde el punto de vista de la mecánica de la competencia, merece particular atención”. 

El ascenso de AfD ha llevado a que se aceleren algunos procesos de polarización en la sociedad a partir de diversas acciones, como por ejemplo cuando Weidel declaró que si ganaban las elecciones aplicarían fuertes políticas en contra de la inmigración ilegal, con el término acuñado por ella y su espacio “remigración”. Como respuesta, millones de alemanes en contra de esta fuerza salieron a marchar en distintas ciudades pidiendo por la proscripción de AfD.

Estos sucesos se han repetido frecuentemente en los últimos meses, y constituyen una parte importante del panorama en el que ha tenido que asumir sus funciones Friedrich Merz como Canciller, un contexto tan complejo que puede verse como un caldo de cultivo en el que problemas muy distintos, pero que de igual manera afectan al gobierno, pueden florecer de un día para otro. 

Este clima que se gestó entre el descontento cada vez mayor con la SPD llevaría a una gran derechización del electorado alemán y también a una creciente polarización, lo cual se tradujo en un gran caudal de votos para Merz y la coalición CDU/CSU, pero a la vez significó un mayor apoyo y legitimidad para AfD. 

Con un gran pragmatismo y liderazgo, más la intención generalizada de que la AfD no pueda participar del gobierno, la CDU-CSU conducida por Merz impulsó que se lleve adelante un acuerdo con la SPD para que formen una coalición de gobierno aún más grande.

Esto se vio reflejado en la conformación del nuevo gabinete alemán, en el que más de la mitad de los asientos son ocupados por el espacio de Merz, pero otra parte son ocupados por los socialdemócratas, mientras que ningún ministerio sería otorgado a la AfD a pesar de salir segunda en las elecciones y tener más parlamentarios que la SPD en el Bundestag. La AfD protestó por esto, pero acabó siendo en vano debido a que previo a la elección de Merz como Canciller, el gabinete estaba prácticamente definido.


Imagen | Euronews

Algunos de los nombres más importantes de la CDU/CSU en el nuevo gabinete son, entre otros, Johann Wadephul, como Ministro de Relaciones Exteriores, y Alexander Drobbint como nuevo Ministro del Interior. Por parte de la SPD en el nuevo gobierno, Lars Klingbeil sería el Ministro de Finanzas mientras que el Ministerio de Defensa estaría ocupado por Boris Pistorius, quien será el único de la administración de Scholz que estará en la de Merz. 

Con el gabinete conformado, el gobierno alemán hará los esfuerzos necesarios para afrontar las distintas situaciones de este complejo contexto en el que se encuentra, con la intención de demostrar de que la estabilidad política no está en jaque y que se puede volver a las etapas de grandes consensos a pesar de las distintas diferencias ideológicas que hoy son más acentuadas que antes. Lo recién esbozado conforma quizá el plan de gobierno de Merz a largo plazo, pero deberá mantener todas las precauciones posibles si quiere alcanzar dicho objetivo.


Matías González (Argentina): Licenciado en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Miembro del Centro de Debate Multidisciplinario Argentino (CEDEMA).

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