Independencia energética para Europa
Por Arturo Bautista
Depender de una potencial nación enemiga no parece una idea geopolíticamente viable. El conflicto en el este de Europa ha supuesto un antes y un después en la visión que la Unión Europea tiene puestas adentro.

La Comisión Europea dio a conocer el plan “REPower EU”. A través del mismo Europa buscará independizarse de los combustibles fósiles procedentes de Rusia antes del 2030, iniciando por el gas natural como respuesta a la invasión en Ucrania.
La Unión Europea ha impuesto sanciones al sector energético ruso e intenta diversificar su suministro. Sin embargo, más allá de las declaraciones y las acciones provocadas por la guerra, la Unión Europea carecía de un plan detallado a largo plazo sobre cómo iba a desarrollarse su consumo de energía sin este suministro. El plan REPower EU viene a tapar este hueco estableciendo los objetivos y los medios para lograrlo.
Para dejar de utilizar la energía rusa y desarrollar otras vías, la Unión Europea ha trazado un plan basado en cuatro pilares; Diversificar el suministro, reducir el consumo, impulsar la transición energética y nueva inversión en infraestructuras.

Diversificar el suministro
Europa importa más de 150 billones de metros cúbicos de gas proveniente de Rusia, lo que supone aproximadamente el 40% del gas que se consume en el continente. Esto convierte al exportador el mayor proveedor energético de la Unión.
Bruselas considera esto como un gran problema ya que su seguridad energética y estabilidad económica acaba estando en manos de un actor hostil. Es justamente por esto que se considera imperioso buscar nuevos socios. Hay que ser conscientes de que no se puede sustituir el gas ruso por energías renovables de manera inmediata, y que la opción más rápida es diversificar el suministro.
Por esta razón se han llegado a acuerdos con países como Estados Unidos, Egipto, Israel o Qatar con los que se pretende importar unos 60 billones de metros cúbicos rápidamente, reduciendo significativamente la cantidad que se compra a Rusia. Evidentemente esto tiene un coste, y la gran ventaja de la energía rusa para Europa es su precio, el que es muy barato comparado con las alternativas mencionadas.
Para paliar el aumento de precios también se contempla la posibilidad de que los países que lo deseen puedan comprar gas de manera conjunta para tratar de conseguir de esta manera mejores acuerdos comerciales.

Por último, también se recoge la obligación de tener las reservas de gas europeas, como mínimo, al 80% de su capacidad para el próximo noviembre con el fin de que la UE pueda responder a disrupciones del suministro y tener mayor margen de maniobra en caso de subida de precios.
Impulsar la transición energética
La comisión ya había marcado ambiciosos objetivos climáticos antes de la guerra. El plan era que el 40% de la energía total que se consume en la UE fuera renovable, pero las circunstancias han hecho necesario que se amplíe este objetivo hasta el 45%.
«La guerra de Putin está perturbando gravemente el mercado energético mundial y demuestra lo dependientes y vulnerables que somos»
Ursula von der Leyen | Presidenta de la Comisión Europea
La manera de conseguirlo pasa en gran parte por acelerar y simplificar los procesos para realizar proyectos renovables, que estaban causando retrasos y provocaban que la transición energética fuera más lenta de lo deseable.
También se incluyen medidas como la obligación de que todos los nuevos edificios de viviendas tengan paneles solares para el año 2029, o el impulso y desarrollo de la producción de hidrogeno y bioetanol. Con ello la UE espera reducir en otros 60 billones de metros cúbicos las importaciones de gas en el corto plazo.

Reducir el consumo
Conseguir una UE neutral climáticamente e independiente de la energía rusa también implica reducir el consumo. De nuevo vemos como la Comisión recoge estrategias y objetivos ya existentes y los amplia, en este caso pasando de un 9% inicial en lo que respecta a la mejora de la eficiencia energética, a un 13% para el 2030.
Se ha publicado una estrategia con recomendaciones para la reducción que se centran en el consumo doméstico (el 42% del gas natural que se usa en la UE sirve para calentar viviendas), que incluye la promoción de campañas animando a los ciudadanos a reducir su consumo y otras más generales como promover medios de transporte como el tren o reducir la velocidad de las autopistas para disminuir el consumo de gasolina.
Con este tipo de medidas, la Agencia Internacional de la Energía calcula que se podría reducir el consumo de gas en un 5% cada año. Además se incluyen planes de contingencia en caso de corte del suministro, donde los países menos afectados por ese corte reducirán su demanda energética y enviarán lo ahorrado a aquellos países más afectados.
Infraestructuras
La transición energética no puede llevarse a cabo sin las infraestructuras necesarias para ello. Por este motivo, la Unión Europea planea gastar 300.000 millones en inversión y reformas para conseguir el objetivo. Unos 3.000 millones irán destinados a la descarbonización de la industria, financiando proyectos innovadores que ayuden a aumentar el uso industrial de las energías renovables.
Otra tarea pendiente de la Unión es la mejora de las interconexiones, que se pretende paliar financiando y apoyando proyectos de interés común que ayuden a cohesionar la infraestructura energética europea y faciliten su transporte entre estados miembros.
El plan de REPower EU intenta abarcar todos los sectores, desde el consumo doméstico hasta la gran industria, asumiendo un enfoque realista a la par que ambicioso. Económicamente supondría un triunfo importante para Europa, ya que el plan recoge un gasto de unos 210.000 millones de aquí a 2027 que, si tenemos en cuenta que la UE gasta 100.000 millones al año en comprar energía a países extranjeros, supone un ahorro evidente.
Además, hay que tener en cuenta las implicaciones de apostar por las energías renovables, ya que generan energía de producción propia con lo que ello supone no sólo en términos de desarrollo, innovación y empleo sino también de independencia. Con todo, REPower es una propuesta de la Comisión y como tal tiene que ser aceptada por los estados miembros, por lo que no sería de extrañar que se produjeran modificaciones en su texto final.
Son precisamente los estados miembros quienes tendrán que aplicar las medidas con las instituciones europeas actuando como guía, pero el éxito o fracaso del proyecto dependerá de los gobiernos nacionales. Así las cosas, es una buena noticia que la UE ya tenga oficialmente una estrategia para reducir su independencia de Rusia con medidas concretas tanto a corto, mediano y largo plazo.

Sin embargo, es evidente que estas medidas llegan tarde. Si la UE considera que puede desprenderse de Rusia como proveedor energético en sólo cinco años uno no puede dejar de preguntarse cómo sería la situación actual si la UE y en concreto algunos países miembros como Alemania, se hubieran tomado en serio la dependencia de Rusia en 2014 cuando estalló el conflicto con Ucrania.
Estas medidas son una muestra más de que la dependencia de la UE no es algo natural e inevitable sino fruto de decisiones políticas que se tomaron basadas en premisas erróneas y de las que ahora tenemos que asumir los costes. En cualquier caso y, como suele decirse, mejor tarde que nunca.
Arturo Martínez Bautista (México): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Tecnológica de México.