A la fuga de la discriminación
Los siglos de persecución y la incansable búsqueda de una vida pacífica, no han dado tregua a la intensa violencia y discriminación sufrida por los hazara en Afganistán y Pakistán.

Con frecuencia las noticias reportan historias de discriminaciones y persecuciones hacia los kurdos, rohingyas y uigures. Sin embargo, en el mismo continente donde estas minorías se encuentran existe otro pueblo víctima de violentos ataques: los hazara. En el primer trimestre de este año se reportaron múltiples ataques autoproclamados por parte del Estado Islámico (ISIS) radicado en Afganistán.
Se trata de una de las comunidades étnicas más grandes entre los afganos que se identifican con los chiíta en un país que, curiosamente, es predominantemente de esta rama del islam. Se encuentran actualmente establecidos en aquella nación y, en menor medida, en Irán y Pakistán; y se los considera descendientes directos de Genghis Khan que se asentaron en el siglo XIII en la región central de aquella nación, siendo su idioma el dialecto hazaragi, proveniente del dari.
Hazaras en Afganistán
Aunque su historia moderna en este territorio comienza en el siglo XIX, su pasado de persecuciones se remonta a muchos años antes. Pastunes, uzbekos y turcomanos allanaron las tierras hazaras en busca de nuevos esclavos para los intereses de sus reinos e imperios. Los lugares donde esta minoría se asentaba fueron además atacados por grandes gobernantes sunitas, forzándolos a huir e instalarse en lo que ahora se conoce como Hazarajat.

Luego del derrocamiento de la monarquía que gobernaba en 1970 y la posterior toma del mando afgano por parte del presidente Mohammad Daoud, el esperado mejor trato cambió muy poco. A pesar de la construcción de principios democráticos en la nueva república instaurada en el país asiático, la explotación de esta comunidad continuó siendo ignorada. El sufrimiento, la discriminación y la pobreza que se vivía, consecuencia del olvido y la ignorancia por parte del gobierno, impulsaron un éxodo hacia centros urbanos como Kabul y Mazar-e Sharif.
Un golpe de Estado llevado a cabo por el Partido Democrático Popular de Afganistán, dio por terminado el gobierno de Doud y los hazaras liberaron a Hazarajat con su propio levantamiento antes de la invasión soviética, permitiendo que la región disfrutara una virtual autonomía durante la década de 1980. Una de las primeras acciones tomadas por aquellos después de este hecho fue negar a todos los nómadas pastunes el acceso a la región.
Después de la retirada soviética y el establecimiento momentáneo del Estado Islámico de Afganistán, una guerra civil estalló en el territorio, abriendo lugar a la disputa por el poder entre las diferentes facciones. Para 1993 las fuerzas del ISA y Abdul Rasul Sayyaf (un muyahidín) organizaron un asalto para dominar ciertas partes de Kabul. Como resultado de ello, estas fuerzas entraron al suburbio hazara de Afshar y cerca de 1.000 personas fueron asesinadas, de acuerdo con fuentes locales.
Años más tarde, en 1998, las fuerzas talibanes que entraron a Kabul terminaron asesinando alrededor de 2.000 personas, las cuales en su gran mayoría eran ciudadanos afganos de origen hazara. El líder talibán Mullah Manon Niazi justificó sus asesinatos al etiquetarlos de “infieles que deberían convertirse al sunnismo o abandonar Afganistán si querían evitar la muerte”.

Hazaras en Pakistán
La comunidad que hoy se asienta en Pakistán se estableció en el territorio de lo que entonces era el Raj Británico desde inicios del siglo XIX. Después de enfrentarse a la persecución en gran escala durante la década de 1890 en la nación vecina del sur, varios terminaron migrando hacia la región de Quetta, logrando ser incorporados en la infantería de Beluchistán.
Para el año 1962-1963 se les concedió la ciudadanía a los grupos hazaras y pastunes, puesto que tenían tiempo residiendo en el Estado. Pero, a pesar de ello, siguieron siendo considerados ciudadanos de segunda clase: carecían de igualdad de oportunidades como ciudadanos o tenía una voz insignificante en la política, y marginados por motivos de raza y secta.
En el 2015 se denegó la Tarjeta de Identidad Nacional Computarizada (CNIC, en inglés) a aquellos individuos cuyo idioma no fuese el urdu, lengua nacional del país. Este nuevo reglamento discriminó a personas cuyos idiomas maternos eran hazargi, farsi o dari. De esta manera cerca de 45.000 hazaras resultaron afectados.
¿Es posible un momento de paz?
La discriminación social contra esta minoría continua por motivos de clase, raza y religión a través de impuestos ilegales, trabajos forzados, abuso físico y detención. Se reporta que el gobierno afgano ha asignado con frecuencia a los agentes de la Policía Nacional de origen hazaro, a puestos simbólicos con poca autoridad dentro del Ministerio del Interior. También informaron que los oficiales de este grupo étnico de la ANDSF tenían más probabilidades que los oficiales que no lo eran a ser enviados a áreas inseguras del territorio.
En el caso de Pakistán, los militantes sectarios continúan atacando a miembros de la minoría en Quetta. Como resultado, están confinados en gran medida a dos enclaves poblados por esta comunidad, lo cual restringe significativamente su capacidad para moverse libremente, encontrar empleo y seguir una educación superior.
Siglos después de persecuciones, el 2021 comenzó agitado por la violencia contra ellos. En un contexto de inestabilidad interna, alentada por los ataques terroristas en ambos estados, ¿podrá la discriminación contra este grupo evitar su fuga?
Camila Bendezu De la Cruz (Perú): licenciada en Ciencia Política y Gobierno, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
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Africa, Derechos Humanos, migraciones, relaciones internacionales