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A la sombra de Trump

Por Axel Olivares

Inmersa en una sombría época para las relaciones bilaterales con Estados Unidos, Canadá se prepara para decidir si continuar con los liberales a la cabeza del Parlamento o cambiar de dirección y tomar un camino más conservador. Sea de una forma u otra, restaurar la diplomacia con su histórico aliado seguirá siendo el principal desafío.

Ilustración | The Economist

Una relación que transita por su peor momento coincide con la redefinición del futuro de uno de los países más prósperos del continente americano. Canadá se encamina a unas elecciones federales anticipadas cargadas de tensión política y económica con Estados Unidos. La contienda electoral anunciada por el primer ministro Mark Carney abre paso a una carrera entre varios candidatos que, en mayor o en menor medida, representan tanto la satisfacción como el descontento de una década de gobierno liberal.

El actual Primer Ministro, que tomó a inicios de 2025 el lugar de Justin Trudeau, llamó a elecciones para el 28 de abril, luego de haber disuelto el Parlamento. Si bien las elecciones canadienses se encuentran cargadas de tensiones propias de un proceso electoral, esta vez, la creciente presión comercial impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump es el fantasma que gira alrededor de las urnas.

Desde su regreso a la presidencia, el mandatario estadounidense trajo una serie de ideas y proyectos marcados por una impronta nacionalista y expansionista. Uno de ellos, anexar a Canadá como el estado número 51, provocó un contundente rechazo entre los canadienses quienes nunca pensaron discutir una idea semejante. Luego, la aplicación de aranceles por parte de su principal socio comercial, que inició con la energía para luego continuar con la industria automotriz hasta finalmente abarcar a todos los productos que crucen la frontera, no hizo más que afilar las asperezas entre ambas naciones.

Frente a este panorama, los canadienses deben formar un nuevo Parlamento que logre restaurar la bilateralidad con Estados Unidos, pero que a su vez sepa defenderse de sus arremetidas. Aprovechando las “vacaciones” de 90 días anunciadas por Donald Trump antes de la imposición de aranceles a escala mundial, Canadá decide el rumbo de su gobierno.

Mientras Donald Trump se instalaba nuevamente en la Casa Blanca, el legendario Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, anunciaba su retiro como líder del Partido Liberal. Luego de gobernar por una década, el partido comenzaba a debilitarse en las encuestas, una tendencia que el nuevo líder del partido, Mark Carney, logró restaurar.

Por medio de una actitud más contestataria, Carney hizo explícito su rechazo a las medidas arancelarias de Donald Trump, así como también a las consecuentes amenazas en torno al comercio bilateral. «Trump está atacando a las familias, los trabajadores y las empresas canadienses. No podemos permitirle que triunfe y no lo haremos», afirmó el primer ministro, quien además subrayó que «en el comercio, como en el hockey, Canadá ganará«. Para poner a prueba la confianza de los canadienses con el oficialismo, Carney llamó a elecciones anticipadas.


Imagen | The Economist

¿Cómo funcionan las elecciones anticipadas en Canadá?

Aunque Canadá cuenta con fechas fijas para las elecciones federales —el tercer lunes de octubre cada cuatro años—, la ley permite que el primer ministro en funciones solicite una elección anticipada si cree que las circunstancias lo justifican.

Una vez convocadas, las elecciones dan lugar a una campaña electoral que dura alrededor de cinco semanas. Durante este período, los partidos presentan sus plataformas, debaten en público y recorren el país en busca del favor de los votantes. Los canadienses no eligen directamente al primer ministro, sino que, al igual que el resto de Monarquías Parlamentarias, votan por los miembros del Parlamento en sus respectivos distritos. El partido que obtiene más escaños suele formar gobierno. En el caso de no obtener una mayoría absoluta, se debe negociar con otros partidos.

Planteado el panorama, queda ver quiénes son los candidatos.

La carrera hacia el 28 de abril presenta un abanico de opciones, pero en el centro de la escena se encuentran dos figuras: Mark Carney (Partido Liberal) y Pierre Poilievre (Partido Conservador). Ambos candidatos reflejan una clásica dicotomía electoral, pero su enfrentamiento no puede verse desde otra perspectiva que no sea la del destino diplomático de Canadá.

Carney, economista de renombre internacional, saltó de la banca central a la arena política sin experiencia previa. Aun así, su perfil técnico se convirtió en un activo en tiempos de crisis. Como exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, su manejo de la economía durante turbulencias pasadas le ayudó a adquirir una buena reputación para una porción del electorado. 

Desde que asumió como primer ministro tras la renuncia de Trudeau, Carney ha girado al Partido Liberal hacia la centro-derecha, eliminando el impuesto al carbono y revirtiendo otras medidas progresistas de su antecesor. Sus políticas están orientadas por la “unidad frente a la amenaza Trump”.

Luego de que Trump anunciara la aplicación de un arancel del 25% a los vehículos y piezas automotrices, Carney aseguró que Canadá tendría una respuesta proporcional. Asimismo, señaló que «la antigua relación de Canadá con Estados Unidos, basada en una integración cada vez más profunda de nuestras economías y una estrecha cooperación militar y de seguridad, ha terminado«.

Imagen | AP – Jeff McIntosh. Carney durante un mítin de campaña, marzo de 2025.

El nuevo Primer Ministro no sólo desistió en recuperar la confianza que su país tuvo durante décadas con su vecino del sur, sino que, además, se ha inclinado más por reforzar las relaciones con Europa en lugar de Estados Unidos. Esa prioridad se hizo evidente con su primera gira oficial al viejo continente, marcando el primer antecedente de un mandatario canadiense que decide viajar a otra nación en lugar de Estados Unidos para su primera salida oficial del país.

Por otro lado, Poilievre -político de carrera- representa una derecha populista que busca desmantelar muchas estructuras del actual gobierno. Crítico feroz del multiculturalismo, del sistema fiscal y de los medios públicos, Poilievre ha prometido una versión de “Canadá primero”, con ecos inconfundibles del estilo de Trump.

El líder conservador ha logrado canalizar la frustración de muchos canadienses con la economía del gobierno liberal. A esto se le suma una actitud confrontativa que lo ha ayudado a forjar la imagen de un líder fuerte. De hecho, tal actitud y una serie de comentarios mordaces contra Trudeau le valieron la expulsión de la Cámara de los Comunes, lo cual no fue del todo negativo ya que le ayudó a ganarse el apoyo de una gran porción de canadienses.

Si bien fue el favorito durante el año pasado, la llegada de Donald Trump al poder hizo tambalear su identidad ante el público. Las recientes comparaciones con el mandatario estadounidense parecen haber debilitado todo el apoyo que logró recolectar meses atrás.

Imagen | The Canadian Press. Pierre Poilievre durante un acto de camapana en Winnipeg.

Ante los comentarios de Trump de anexar Canadá, Poilievre, al igual que todos los líderes partidarios, salieron a rechazar la idea. Si bien su oposición es totalmente compatible al nacionalismo que pregona, su negativa le valió el rechazo del mismísimo Trump quien aseguró que “no es lo suficientemente MAGA” como para ser aliados.

De esta forma, Poilievre cayó en un populismo huérfano ya que él era el único candidato que podía aspirar a ser un satélite en suelo canadiense de la extensa red conservadora dirigida por Trump.

Por su parte, el líder del NDP, Jagmeet Singh, ha mantenido una postura firme en contra del proteccionismo estadounidense, llegando incluso a proponer un arancel del 100% a los vehículos Tesla. Una de sus principales propuestas incluye un programa de medicamentos universal y un reembolso para vehículos eléctricos fabricados en Canadá.

En el pasado, el NDP formó coalición con el partido de Trudeau en el gobierno, pero se volvió contra el exlíder en septiembre de 2024, argumentando que los liberales eran «demasiado débiles, demasiado egoístas» para luchar por los canadienses. Aunque su partido no lidera las encuestas, Singh podría ser clave en la formación de un gobierno minoritario impulsado por los practicantes del sijismo, una comunidad que concentra en Canadá la segunda mayor población sij, solo después de India.

Por último, Yves-François Blanchet lidera un partido centrado exclusivamente en los intereses de Quebec. En un contexto de tensiones comerciales, la provincia francófona, gran proveedora de aluminio a Estados Unidos, podría verse duramente golpeada, lo que le da un nuevo peso a su propuesta de diversificación de socios económicos.


Imagen | Toronto Star. Mark Carney (izquierda) junto a Pierre Poilievre (derecha).

El repunte de los liberales: ¿una ola impulsada por Trump?

Hasta hace pocos meses, los liberales se encontraban en una situación crítica. La caída de Trudeau en las encuestas comenzó a provocar fisuras en el partido como también un terreno fértil para sus opositores. No obstante, la llegada de Carney y, sobre todo, el conflicto comercial con Estados Unidos cambió considerablemente el panorama.

Según el Rastreador de Encuestas de CBC News, los liberales encabezan la intención de votos con un 43,6%, por encima del 37,8% de los conservadores. Aunque la diferencia es mínima, la tendencia favorece a los liberales, quienes han escalado más de 20 puntos desde enero. Paralelamente, una encuesta de Ipsos señala que los canadienses perciben a Carney como el líder con mayor capacidad para enfrentar la amenaza comercial estadounidense.

Las próximas elecciones están inexorablemente condicionadas por la impredecible agenda trumpista. La constante amenaza arancelaria, así como la presión por romper los contratos comerciales vigentes se convirtieron en moneda corriente de la actual contienda electoral. A pesar de que la relación entre Canadá y Estados Unidos ha sido históricamente una de las más sólidas del mundo occidental, los canadienses tendrán que asistir a las urnas con la idea de que viven momentos excepcionales.

Hubo una vez en la que John F. Kennedy aseguró durante su visita a Canadá que “la geografía nos hizo vecinos, la historia amigos, la economía socios y la necesidad nos volvió aliados”. Ahora, las amenazas comerciales, una retórica beligerante y las pretensiones expansionistas revirtieron estos valores.

No obstante, la necesidad sigue siendo el pegamento entre ambas naciones. Canadá no puede darse el lujo de romper con su mayor socio económico. Con un comercio bilateral de 680 mil millones de dólares al año, y una red de integración energética sin comparación, ambos países siguen dependiendo mutuamente. Casi una cuarta parte del petróleo que consume Estados Unidos proviene de Canadá, mientras que más de 2.500 millones de dólares en bienes cruzan la frontera diariamente. 

En este delicado equilibrio, el liderazgo político canadiense debe lograr una mezcla de firmeza y diplomacia. Afortunadamente, todos los candidatos son conscientes de ello, ahora se encuentra en manos del pueblo decidir quién será el trapecista que logre mantener ese equilibrio.


Axel Olivares (Argentina): Estudiante de Comunicación Social, Universidad Nacional de Cuyo. Redactor y columnista en Diplomacia Activa.

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