Ucrania, ante el caos
Por Kike Souto
¿Qué está haciendo Donald Trump con su política exterior? Tras consultar con distintas fuentes y diversos expertos en Ucrania, podríamos llegar a una conclusión: No tenemos ni idea. No obstante, hay dos coincidencias de este período: política transaccional y caos.

La paralización parcial de USAID, nombramiento de personajes controvertidos como Tulsi Gabbard, guerra comercial y ruptura con aliados. Como contó Diplomacia Activa, el segundo mandato de Donald Trump llegó fuerte. La Casa Blanca relanzó una política que para muchos expertos fue errática. Aunque algunos consideraban una forma de hacerse notar en un escenario global cada vez más multipolar en la cual hacía falta mostrar dureza para avanzar sobre escenarios más negociadores, lo cierto es, que los primeros dos meses de gobierno empieza a dejar ver que, lo que parece, es. La administración Trump, de hecho, es caos.
El periodista Robert Valencia así lo describía en una entrevista para CNN: «La estrategia de Trump consiste en inundar las primeras páginas con toneladas de información para que sea imposible digerirlo». Algo que evita análisis profundos y que deja a otros actores, especialmente sus aliados, incapacitados para responder de una forma eficaz a sus políticas. Un buen ejemplo es, este artículo que ha tenido que ser reescrito unas cinco veces en menos de una semana por la cantidad de noticias que iba dando Donald Trump y sus círculos con el pasar de las horas.
Pero no todo es caos. La política exterior es también transaccional, un enfoque en las relaciones internacionales o políticas que se basa en intercambios directos y específicos entre actores a cambio de beneficios concretos. En resumen, bajo esta perspectiva las normas internacionales o los valores que hasta el momento han prevalecido en Estados Unidos y Occidente, serían reemplazados por los beneficios del momento. La pregunta es: ¿resultará productivo meter más caos a un mundo que ya se deslizaba hacia el desorden internacional?
Con motivo de 1001 días de la Guerra, en Diplomacia Activa contamos los principales puntos sobre por qué la brutal agresión de Rusia contra Ucrania había cambiado al mundo. Uno de aquellos puntos era “el renacer occidental”. Putin había logrado que la OTAN tuviese sentido, y que Europa, América y Occidente en pleno se volcaran incondicionalmente a defender Kyiv y con ello, el orden internacional establecido. Un renacimiento que podría durar más bien poco, ¿o no?

Trump es una persona que debe contentar muchos y diversos intereses políticos. El uso de la ayuda a Ucrania como arma política durante la campaña llevaron al presidente a ir subiendo el nivel de sus discursos hasta llegar a puntos críticos, como llamar a Zelenski “dictador”. Algo que abrió todas las portadas internacionales y que conmocionó a la mayoría de los aliados occidentales.
No solo eso. Una extensa revisión a la propuesta del gobierno americano para los presupuestos del año 2025 nos permite comprobar que cualquier referencia al Ukraine Security Assitant Intiaitive (USAI) de apoyo militar a Ucrania ha desaparecido en la versión enviada al congreso del país. Algo que, de facto, podría implicar la parálisis del envío de ayuda letal a Kyiv.
¿Significa eso que EE. UU. está posicionándose del lado ruso? No. De hecho, la Casa Blanca no ha admitido que hayan comenzado negociaciones formales con Moscú y no ha enviado a ninguna figura visible a las reuniones con representantes del Kremlin que tuvieron lugar en Arabia Saudí. Es más, un análisis superficial hace pensar que el origen de buena parte de estas afirmaciones viene del entorno propagandístico ruso.
La guerra también se gana con narrativa y vender una falsa alianza “Putin – Trump” es comunicacionalmente muy positiva para Moscú. Especialmente en un contexto de debacle militar. Porque si, no solo no conquistaron Ucrania en tres días; sino que hoy, los videos de soldados rusos siendo movilizados en mulas, burros y caballos empiezan a inundar los canales de Telegram rusos.

Salvar a Ucrania no es gratis
Entonces, ¿qué hace Trump? No lo sabemos. Pero podría estar relacionado con su interés transaccional. Regalarle todo a Rusia hundiría por completo el orden y legalidad internacional establecido. Algo que no conviene a Estados Unidos, ni siquiera con su presidente jugando a repartir caos. El supuesto acercamiento con Moscú podría ir inclinados más bien a buscar una excusa para eventualmente apoyar a Ucrania.
Por ello, esta misma semana Zelenski visitará la Casa Blanca. Hasta el momento, algunos medios anuncian la firma de un acuerdo de explotación conjunta de minerales, especialmente tierras raras entre empresas estadounidense y ucranianas. Pero el contenido de cualquier acuerdo o la voluntad de una firma por parte de ambos actores se desconoce hasta el momento.
Ucrania es un país con una riqueza excepcional en recursos naturales, destacándose por sus vastas tierras fértiles y abundantes minerales estratégicos. Aproximadamente el 60% de su territorio está cubierto por chernoziom, una de las tierras más fértiles del mundo.
Además, su subsuelo alberga importantes reservas minerales, entre ellas grandes yacimientos de hierro, vastos depósitos de carbón en la cuenca y una significativa producción de uranio, que lo posiciona entre los principales productores europeos. También cuenta con recursos estratégicos como litio y titanio, esenciales para la industria tecnológica y aeroespacial.
La estrategia de Donald Trump, si es que la tiene, podría ser la de forzar un acuerdo con Kyiv para la explotación de dichas tierras para poder vender algo en casa, aunque su base sólida podría aguantar perfectamente un cambio de 180 grados en su discurso. Es más fácil vender que la ayuda y garantías de defensa a Ucrania están siendo “pagadas” a través de los minerales. Podría ser vendido como un ganar – ganar en la opinión pública: Trump consigue paz, EE. UU. recibe materias críticas y diversifica su dependencia de China, mientras Ucrania recibe garantías de protección.

No habrá paz sin garantías de seguridad en Ucrania
Es precisamente en este último punto dónde debemos hablar de Europa en su conjunto. “¿Cuándo dejaremos los europeos de escandalizarnos por Donald Trump y empezaremos a ayudarlo a poner fin a esta guerra?”, aseguró Boris Johnson, exprimir ministro británico en su cuenta de X, justo antes de pedir que la UE utilizara los 300.000 millones de dólares congelados a Rusia en activos para ayudar a Ucrania.
Johnson, ni ningún político británico importante, es sospechoso de congeniar con Putin. Sin embargo, su llamado a la acción va dirigido más bien a promover un rol más activo de los países europeos en garantizar la seguridad. Algo que pasa por garantizar la seguridad de Ucrania.
Si algo está claro después de tres siglos de historia europea es que Moscú nunca cumple sus acuerdos. Pero no fue hasta la invasión total en el año 2022, cuando muchos países europeos despertaron de un transe (Con excepción de los antiguos miembros del Pacto de Varsovia) que les hacían pensar en Putin como un potencial amigo que les vendía gas barato. Hoy, en 2025, el golpe de realidad lo da Trump al lanzar globos sonda como: la hipotética retirada de las tropas americanas en los países del extremo oriental de la OTAN. Rumores que, en países como Polonia, tercer ejército de la alianza, no dejan dormir a los miembros del gobierno.
Si ni siquiera Polonia, que invierte cerca del 5% de su PIB en defensa, estaría a salvo de ser abandonado por Washington en su política del caos, qué quedaría para el resto. Esto ha provocado declaraciones como las de Friedrich Merz, recién ganador de las elecciones alemanas, quien aseguró que su prioridad será “independizar Europa de EEUU”, reforzando al máximo la defensa de los países del continente.
Europa está sola. Y aunque Rusia este débil, la inteligencia danesa asegura que tras un hipotético alto al fuego, sería cuestión de dos años antes de que Putin pudiese iniciar un nuevo conflicto. Ese es el tiempo que tendría Europa para prepararse y construir una capacidad de disuasión hacia Moscú, una disuasión que deberá si o si incluir a Ucrania. Algo que parecen tener claro los lideres europeos, incluyendo a Ursula von der Leyen y Antonio Costa, presidentes de la Comisión y Consejo Europeo, respectivamente. Reunidos en Ucrania anunciaron nuevas líneas de ayuda por más de 3.500 millones de euros, a las que también se sumó Canadá.
El riesgo de que todo este análisis pueda quedar obsoleto mañana es parte de la normalidad en un mundo de caos. Por le momento, lo que parece seguro es que Trump no es lo peor que le pudo pasar a Ucrania. No solo llevan tres años de resistencia a una sanguinaria invasión de una potencia nuclear, sino que han logrado anteponerse y llegan a unas virtuales negociaciones de paz con un apoyo sólido de los países europeos y varios aliados.
Europa pareciera comenzar a tomar en serio su seguridad y el primer paso será crear bulto en torno a Ucrania para ayudarla a resistir la fuerza aplastante de un tirano imperialista y el caos transaccional americano.
Luis «Kike» Souto (España-Venezuela): Periodista, Máster avanzado en Estudios Interdisciplinares por el Colegio de Europa de Natolín, Polonia. Miembro de Diplomacia Activa.
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