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Cambiar el mundo en un año

Por Luis Souto

La invasión a gran escala contra Ucrania por parte de Rusia cumple su primer año. Muchas cosas cambiaron desde el inicio de la guerra. Desde la crisis energética hasta el renacer de la OTAN. La resistencia de los ucranianos ha supuesto un cambio de paradigma en el mundo. Un mundo en el que ya nada se puede dar por sentado.  

Ilustración | Pau Durán

Son pasadas las tres y media de la mañana. En el puesto de avanzada de la pequeña localidad de Kalanchak (Jersón) un soldado sale de la caseta de vigilancia al escuchar un molesto ruido metálico. La cámara de seguridad es muy borrosa para detallar la cara de confusión del hombre. Sin embargo, es lo suficientemente capaz de captar su expresión de pánico antes de correr al teléfono. Un segundo después, la cámara se apaga. 

Aquel soldado de Jersón fue seguramente la primera imagen de la invasión rusa a Ucrania. Fue antes del discurso de Putin anunciando su “operación” para “desnazificar”. Anterior a la de los bombardeos de edificios en Jarków; de batallas de tanques en Kyiv; de los defensores de Azovstal, del primer HIMAR en campo de batalla, de la crisis del gas, antes de la solidaridad internacional, antes de la “Europa beligerante”; y mucho antes de la visita del presidente Americano Joe Biden a Kyiv, un año más tarde

Desde febrero del 2022 muchas voces han cuestionado el por qué Ucrania ha protagonizado los titulares de forma tan absoluta. La respuesta es compleja y simple, a la vez; Ucrania ha cambiado el mundo como lo conocemos. 

Claro que, no podemos decir que Ucrania quiso voluntariamente reestructurar el orden internacional. Pero está claro que la invasión rusa a supuesto un punto de inflexión en la historia universal. A partir de ahora, el lector debe tomar en cuenta que es imposible hacer un resumen “breve” de los cambios que ha traído la guerra en Ucrania, pero algo podemos hacer.

El renacimiento de Occidente

Unas horas después de iniciada la guerra, el politólogo alemán Stefan Fröhlich, aseguró que Rusia “estaba subestimando” la respuesta de occidente y que esta sería “rotunda”. En estos momentos, muchos fuimos escépticos. Sin embargo, hoy podemos afirmar sin lugar a duda, que Fröhlich tenía razón

Lo que prometió ser una segunda Crimea. La caída de Kyiv y el renacer de Rusia como potencia imperial, se convirtió más bien en el renacer de Occidente. Desde América hasta Oceanía, las democracias globales cerraron filas contra Rusia. Las voces disonantes habían encontrado un eje común. 

Cuando en 2019, el presidente francés, Enmanuel Macrón, declaró la “muerte cerebral” de la OTAN, no imagino que tres años después, la organización volvería a tener un rol central en el viejo continente. Los apasionados en defensa sabrán que, tras la guerra fría, la OTAN y Occidente adoptaron una doctrina de seguridad enfocada a terceros países. La lucha contra el terrorismo, manejo de crisis y estabilización de zonas en conflicto se convirtieron en el foco en Occidente, en deterioro de su propia defensa. Una situación que abrió espacio a críticas como las del presidente Galo ¿Para qué duplicar con la OTAN el trabajo que ya hacen países a título individual?

Entonces, llegó la invasión a Crimea (2014). El analista del Real Instituto El Cano, Félix Arteaga, explica, que dicho evento supuso un freno en seco al deterioro de defensa colectiva occidental. Algunas voces comenzaban a alertar de la amenaza rusa, especialmente en Europa Central y del Este frente a la mirada escéptica de otros como Alemania o España. Fue finalmente el discurso imperialista esgrimido por Putin el 24 de febrero del 2022, el toque de atención que muchos países necesitaban. Occidente había encontrado eso que le había faltado durante 30 años, un enemigo real e inmediato antagónico a los valores que reconocemos como comunes.

Desde febrero de 2022, los países occidentales y aliados han acumulado más de 14.022 medidas restrictivas contra Rusia, la mayoría sincronizadas. Las críticas internas a organizaciones como la OTAN, con excepción de algunos grupos radicales, han quedado frenadas hasta nuevo aviso. Presenciamos un movimiento social transversal en defensa de “valores comunes” y frente a una amenaza externa. Europa, por ejemplo, hemos visto como todo el espectro político, desde la derecha radical polaca hasta la izquierda más dura en España, han unificado posiciones y discurso en torno a una serie de valores compartidos. 

Rusia creo una amenaza para romper a Occidente, y finalmente regaló una razón para la reunificación occidental. 

Europa ¿Entre la nueva y la vieja, otra vez?

Por supuesto, que la reunificación occidental no implica una vuelta a las dinámicas de la guerra fría. Un buen ejemplo de ellos es la Unión Europea, uno de los principales actores del conflicto. En 2003, Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa estadounidense, esgrimió por primera vez la dicotomía “Nueva” y “Vieja Europa”, en un claro guiño a los países de Europa Central, del Este e incluso del sur


Ilustración | Bree Linville; Sergei Supinsky/ Manu Brabo/ SOPA Images/ Alexey Furman/ Getty Images

Lo cierto es que, los países independizados de la antigua Unión Soviética siempre han visto en la OTAN una garantía para su supervivencia, un sentimiento similar al de Europa occidental en las décadas de la postguerra, cuando la amenaza soviética podía respirarse. Es entendible que hoy, son Lituania, Estonia, Polonia, Finlandia y Letonia, los países más beligerantes contra Rusia y por supuesto más “otanistas”

Tras un año de la guerra, esa beligerancia se ha convertido en una guía para el resto del continente en sus relaciones con Moscú. Hace un año -Marzo, 2022- el gobierno Polaco comenzaba la campaña #StopRussiaNow, un ataque propagandístico contra los lideres occidentales por su tibieza en el apoyo a Ucrania. 

Ahora, tras doce meses de guerra, Polonia pasó de ser el “apestado” de Europa, por sus reiterados conflictos con la Comisión Europea, a ser el caballo de batalla que guía al bloque comunitario en lo relativo a Rusia. Varsovia no solo ha demostrado poder de convencimiento al llevar al bloque a aprobar diez paquetes de sanciones contra Moscú, por unanimidad. Sino que ha demostrado fuerza dura (hard power) para imponer su visión. Buen ejemplo de ello, fue su “amenaza” de enviar tanques Leopard 2 a Ucrania sin el permiso del fabricante (Alemania).  

Por su parte, la Comisión Europea no se queda atrás en sus ambiciones. En línea con Europa Central, el ejecutivo comunitario lanzó en 2022 el Fondo Europeo para la Paz. De aquí se realizaron las primeras compras conjuntas de armamento para Ucrania. Un hecho histórico calificado por algunos analistas como el nacimiento de la “Europa geopolítica”, haciendo referencia al nuevo posicionamiento internacional derivado de este poder duro. 

Sin lugar a dudas, asistimos a una reconfiguración de Europa en el que “el este” comienza a hacer valer su peso, guiando el camino del bloque comunitario. En estos nuevos tiempos, países como Alemania verán peligrar su influencia regional, mientras otros como Países Bajos o Francia redibujan su rol en caso de que, el eje francoalemán queda finalmente barrido en el escenario post-Ucrania

Replanteándonos los retos del nuevo mundo

Es posible encontrar cinco áreas en las que hemos cambiado como civilización global:

Primeramente, el sistema internacional. No es para menos decir que, Rusia ha roto el equilibrio global. Si, el mundo ya guardaba muchos conflictos interminables; no obstante, ninguno puso en cuestión la existencia de un Estado Soberano (Reconocido como tal por la Comunidad Internacional) ¿Hemos vuelto a la era de las conquistas imperiales? Esto dependerá del resultado de la invasión a Ucrania. 

En segundo lugar, el rearme. Por el momento, lo que es seguro es que Occidente y buen parte del planeta ha despertado del letargo pacifista de la postguerra fría. Son varios los motivos para considerar que nos encontramos en una nueva carrera armamentística. Polonia, Alemania, Japón, son ya, varios los países occidentales y no-occidentales que registran proyectos de gasto y expansión militar récord, buscando mejorar sus capacidades de defensa y disuasión.

Tercero, el nuevo mercado energético. Europa, busca ser el primer continente neutro en carbono, y ahora ha tenido que repensar su estrategia para garantizar su autonomía energética. Lo ha hecho principalmente a través de la diversificación de fuentes. La desesperada lucha por el gas a hecho que el viejo continente llene sus reservas con GNL a costa de países mucho más pobres, hasta un punto de saturación que ha hecho que los precios alcancen máximos y finalmente se desplomen.

Cuarto, la migración. Más de 7 millones de ucranianos dejaron su país. Esta situación impulsó a que la UE, por primera vez activara la Directiva de Protección Temporal, que ha permitido a millones de personas vivir y trabajar en los países de la Unión ¿Asistimos a un cambio de modelo migratorio en el norte global?

Por último, el elefante en la habitación: China. Xi Jin-Ping, ha jugado al doble estándar en el caso de Ucrania. Diplomática y propagandísticamente se ha alineado con Moscú achacando a “Occidente” la culpa de la guerra. Al mismo tiempo, ha sabido respetar las sanciones para evitar mayores problemas con Occidente. El ojo de Xi no esta en Europa, pero le conviene que el del resto del mundo, especialmente Washington si lo estén.

No sabemos que fue de aquel soldado de Jersón. No sabemos si aún vive, o es una más, de los miles de víctimas de Rusia este año. Pero si sabemos que dónde él este, no es el mismo mundo en el que se grabó aquel vídeo en esa fatídica madrugada del 24F


Luis Souto (España-Venezuela): Periodista, Master Avanzado en Estudios Interdisciplinares por el Colegio de Europa de Natolin, Polonia.

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