Transnistria: un país invisible
El próximo 24 de noviembre se jugará el encuentro entre el Sheriff Tiraspol y el Real Madrid en el Sheriff Stadium de la Ciudad de Tiraspol, capital de la ¿República de Transnistria? Sí, pero… ¿No es acaso una entidad administrativa de Moldavia? También. Entonces ¿cómo se explica esta situación? Quedate que te explicamos.
Como ya leíste el Sheriff es un equipo representativo de la capital de la República Moldava Pridnestroviana, la cual es a su vez una provincia de Moldavia pero que dice ser un Estado independiente. Suena raro, pero es así; por lo que veamos qué ocurre en aquella parte del mundo.
Transnistria o Cisdniéster, como también es nombrado, es reconocido internacionalmente y por la República de Moldavia como una entidad administrativa más, pero la situación puertas adentro es muy diferente.
Es sabido que la relación entre Rumania y Moldavia ha sido siempre de fraternidad y hermandad, siendo considerada durante muchos años parte de una misma unidad administrativa. Fue así hasta que la intromisión nazi y soviética dividieron el territorio de lo que se conocía como “Gran Rumania” en dos entidades, dando nacimiento así a aquel último. Luego de permanecer este durante gran parte del siglo XX bajo el poder soviético, en 1989 se decide cambiar la lengua (que hasta ese entonces era el ruso) y el alfabeto (cirílico) por la lengua latina rumana. Ya en 1991 este país se independiza de la URSS, dando lugar al nacimiento al país europeo que conocemos hoy en día.
La situación en la otra orilla del Rio Dniéster era completamente diferente. Allí, en Transnistria, nunca se cambió el alfabeto o la lengua, manteniendo el ruso cirílico. Además se había declarado en 1990 la independencia frente a Moldavia, lo que causó que en 1992 los moldavos invadieran esta región, desatando una guerra que enfrentaría a los separatistas transnistrios (apoyados por Rusia y Ucrania debido a la presencia de grupos étnicos de los mismos) contra los moldavos (con apoyo rumano por sus fuertes lazos históricos).

En julio de ese mismo año se pondría fin a la guerra con un alto al fuego aunque sin ningún cambio administrativo verdaderamente significante. Desde entonces hasta la fecha han transcurrido casi 30 años por lo que se podría esperar que se hubiera llegado a una solución, ¿no es así? La verdad es que no. Tres décadas después no solo no ha mejorado sino que se ha profundizado aún más, a pesar de los distintos acercamientos que se han intentado principalmente en la década de los 2000.
Situación actual
En la actualidad, tras el fin de las hostilidades y habiendo pasado por diversas y múltiples rondas de negociaciones, la situación se presenta confusa y evidentemente lejos de una pronta resolución. Como siempre, estos conflictos donde confluyen diferentes etnias, religiones e intereses políticos y económicos se presentan por demás complicados. Vayamos poco a poco, sin marearnos.

A la fecha de la publicación de este artículo la República de Moldavia ejerce un poder de iure sobre la circunscripción transnistrio, es decir, la Comunidad Internacional —y las leyes moldavas— reconocen que los territorios ubicados entre el Río Dniéster y la frontera ucraniana le pertenecen de pleno derecho, y que ejerce el control total del mismo mediante una figura legal especial: la “Unidad territorial autónoma con un estatus jurídico especial Transnistria”. Dicho estatus da a los transnistrios ciudadanía moldava, por lo que poseen documentos de identificación y pasaportes correspondientes a este.
Por otro lado, en 2005 se llegó a un acuerdo entre Moldavia y Ucrania para obligar a las empresas transnistrias que deseen introducir sus productos en aquel último a estar radicadas y tributar en favor del primero, como las empresas de cualquier otra región moldava que desee vender sus productos al exterior. Dicho de este modo parecería que Transnistria es una provincia más como cualquier otra, con ciudadanos de una misma nacionalidad y empresas que pagan impuestos a un mismo Estado. Pero la realidad no es así de simple.

Metros antes de llegar al puente que une las dos orillas del Dniéster se debe cruzar un puesto fronterizo aduanero, al igual que se hace si se estuviera saliendo de un país y entrando al otro, aunque técnicamente seguimos en el mismo. Una vez que se ingresa a la unidad autónoma cambia absolutamente todo, pero principalmente se da un salto en el tiempo a la década de los ’80. Aún se pueden ver en las calles de Tiraspol estatuas de Lenin así como otros vestigios de su pasado comunista y su importante lazo con la URSS, tanto como lo es el martillo y la hoz en su bandera, como el legado lingüístico.

Entrar es similar a ingresar en un país totalmente diferente. A parte de la impronta soviética, podemos ver otras características que nos podrían hacer pensar que realmente estamos en otra nación. Para comenzar se puede observar que utilizan una propia y muy peculiar divisa, el rublo transnistrio, la cual es controvertida por no ser de un país que realmente exista ni siquiera tener una denominación internacional pero que, a su vez, es demandada alrededor del mundo por los principales coleccionistas por sus extravagantes formas y el significado que las rodea.
Además de esto, se suma lo ya mencionado en cuanto al idioma y alfabeto completamente diferente que utilizan; mientras que en el resto de las regiones moldavas usan el alfabeto latino y la lengua rumana, en Cisdniéster el protagonista es el alfabeto cirílico y el idioma ruso, ucraniano y moldavo. Cabe destacar que el idioma rumano incluso fue restringido en estos territorios, limitando su uso solo a seis instituciones de las cuales actualmente quedan dos sin intervenir.
A su vez, cuenta con una Constitución propia donde se designan sus puestos del gobierno, así como el periodo presidencial, el régimen de partidos políticos, la duración en los cargos y la forma de realizar los comicios. Cuenta además con sus propios cuerpos de policía y un Ejército que desempeña su poder en los territorios en la orilla derecha del Dniéster y que protegen la frontera. Aún con todo esto, y a pesar de contar con pasaportes del estilo soviético con martillo y hoz en su tapa, frente al mundo son tan moldavos como alguien nacido en Chisinau (capital moldava), y para salir del país y visitar otros estados deben presentar, seguramente no muy felices, sus pasaportes pertenecientes a la República de Moldavia.

Económicamente hablando, y no obstante el fuerte legado soviético, cuenta con una fuerte economía de mercado y con diversas empresas y grupos empresarios, entre el que encontramos el Grupo Sheriff, dueño de multitud de rubros como lo es el de la seguridad, el expendio de combustibles, mercaderías, tabaco y alcohol. Pese a esto, siempre ha existido el secreto a voces de que durante gran parte de su historia se financió del contrabando de armas a regiones en conflicto y que es un “protegido”, económicamente hablando, de la Federación Rusa.
Volviendo sobre el Grupo Sheriff, este es el dueño propietario del FC Sheriff Tiraspol, equipo que ha hecho que hoy estemos hablando de esta inusual situación en Europa Oriental. Al no tener reconocimiento internacional, Transnistria no cuenta con afiliación a la FIFA (que si tienen, por ejemplo, Gibraltar o Kosovo) y mucho menos a la UEFA, por lo que no tiene una liga propia, causando que el Sheriff participe en la Liga Moldava de Fútbol y siendo irónicamente el equipo más laureado de la misma, alcanzando la gloria en 19 de las últimas 21 ediciones.

Reconocimiento Internacional
Como hemos mencionado en reiteradas oportunidades, la Comunidad Internacional no reconoce a la República Moldava Pridnestroviana como un estado independiente, a pesar de que a simple vista y sin conocer la situación podríamos decir que si ya que cuenta con moneda, lengua, Constitución, fuerzas de seguridad y armadas, e instituciones propias, además de ejercer aparentemente la soberanía del territorio. Pero ¿hay alguien que la reconozca? Solo existen tres divisiones administrativas que lo hacen y curiosamente las tres tienen similares situaciones, estos son Osetia del Sur, Ngorno Karabaj y Abjasia. Si bien estos tampoco son estados independientes y se encuentran en conflicto, cuentan con una embajada en Tiraspol con la finalidad de afianzar los lazos y relaciones entre estos “estados sin reconocimiento”.
Con Rusia existe una relación demasiado particular. Durante el desarrollo de este tema hemos mencionado la ayuda de aquel durante la guerra, así como el fuerte apego a la cultura soviética. Por esto es que la Federación Rusa ha seguido siempre muy de cerca los acontecimientos que se pueden producir en la región, aunque siempre ha manifestado su neutralidad mientras se mantenga la estabilidad en la zona, lo que es evidentemente un mensaje de advertencia a Moldavia para no intentar acciones como la que desencadenó la guerra en 1992.
En 2006 se celebró un doble referéndum donde se votaron dos cosas diferentes: la primera era que si debían estos territorios anexarse a Moldavia (que resultó con un 97% de los votos por la negativa) y en segundo lugar sobre escindirse de aquel y dejar abierta la posibilidad de una anexión a la nación liderada por Putin en un futuro (con un afirmativo de casi el 98% de los votos).
Si bien aquellos no fueron reconocidos por una amplia cantidad de países y organizaciones, Rusia alega que fueron completamente válidos por haber contado con una asistencia mayor al 51%, como que también asistieron cerca de 130 observadores internacionales que no denunciaron en ningún momento fraudes o actividades sospechosas frente a los comicios. En caso de que finalmente estos números fueran aceptados, el gobierno ruso ha manifestado su voluntad de tener a bien la posibilidad de la unión.
Como hemos podido observar, la República cuenta con una amplia gama de elementos que la hacen ver como un país independiente pero la comunidad internacional es reacia a reconocerla para no reavivar las tensiones en una zona que de por sí ya es caliente. Hasta tanto no se pueda llegar una solución pacífica y definitiva entre esta entidad administrativa y Moldavia —quien puede y debe controlar esta región—, podremos decir que el 24 de noviembre de 2021 vimos la pelota rodar y al Real Madrid jugar en un país que aún no existe.
Francisco Sánchez Giachini (Argentina): estudiante de Abogacía y columnista en Diplomacia Activa.
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