Italia y la derecha carnívora
Por Arturo Martínez Bautista
«Juro ser fiel a la República” pronunció la primera mujer en ser primera ministra de la península. Sin embargo las alarmas están encendidas ¿Cuales son los desafíos que presenta Meloni para Europa?

Italia abre una nueva fase de futuro incierto. Se trata de la primera gran economía de la Unión Europea que gira hacia la extrema derecha tras la victoria de la coalición liderada por Giorgia Meloni en las elecciones pasadas.
La coalición de centro derecha con la que Meloni se presentó a las urnas obtuvo la mayoría de los votos gracias a Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), que se confirma como el primer partido del bloque conservador en ambas cámaras del Parlamento.
La primera ministra, que llega al poder precisamente un siglo después que su antepasado fascista, Benito Mussolini, de quien es declarada admiradora, inclina la balanza a la extrema derecha como principal corriente en la UE. El nuevo gobierno de Italia será una coalición liderada por el partido Hermanos de Italia, junto con la Liga antiinmigrante de Matteo Salvini, y el Forza Italia de Silvio Berlusconi.
Un resultado histórico en comparación con el 4% que logró en las últimas legislativas. Giorgia Meloni, que obtuvo el 23% de los votos, consiguió otro récord al protagonizar un batacazo sobre la Liga de Matteo Salvini, su socio en el bloque de derecha, que habría obtenido alrededor del 8,5%. El tercer socio, Forza Italia, del incombustible ex primer ministro Silvio Berlusconi, se habría conformado con un 6%. La participación en los comicios alcanzó el 64%, el peor dato desde 1948.
Frente a la derecha, el bloque de centro izquierda liderado por el Partido Democrático del ex primer ministro Enrico Letta, se quedó con el 20% de los votos. Sus socios en la coalición progresista no salieron mejor parados, especialmente el exlíder del Movimiento Cinco Estrellas, Luigi Di Maio, que se estrenaba en estas elecciones con su propia lista después de abandonar el partido dando un portazo.

Durante años, Giorgia Meloni ha criticado las políticas migratorias de Italia, calificándolas como demasiado indulgentes, y marcando que corren el riesgo de convertir al país en el «campo de refugiados de Europa». Ahora como primera ministra de Italia, la migración se presenta como una de las áreas en las que puede generar un cambio radical muy fácilmente.
“El enfoque es: vienes a mi casa de acuerdo con mis reglas”, marcó Meloni a principios de septiembre en una entrevista con The Washington Post. Su planteo apunta a cerrar significativamente las puertas para los inmigrantes indocumentados.
Mientras que en otras áreas, como el gasto y la política exterior, Meloni estaría más restringida por la Unión Europea, Italia tiene margen para manejar sus propias fronteras, y ella ha dejado en claro durante mucho tiempo que detener los flujos a través del Mediterráneo es una de sus prioridades. Los esfuerzos para bloquear el atraque de los barcos de rescate humanitario en los puertos italianos podrían generar réplicas en otros países mediterráneos como España. Algo que ya sucedió hace tres años cuando Italia estuvo brevemente dirigida por un gobierno populista antiinmigración.
Los cambios en el mapa político italiano
Después de 67 gobiernos en 76 años, Italia se apresta a renovar la estantería con un nuevo gobierno centrado en una figura en ascenso de la ultraderecha. Meloni, la primera mujer en la historia al frente del gobierno. La secundan Salvini, líder de la Liga, formación que aspira controlar la inmigración irregular y no apoya las sanciones contra Rusia, y el inoxidable Berlusconi -de 85 años- cabeza de Forza Italia, socio menor del bloque que apuró la caída del primer ministro anterior, Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo.
El hombre que salvó el Euro no pudo salvar a su propio país del marasmo político. El euroescepticismo, aplacado por la crisis derivada de la guerra en Ucrania, alteró su libreto. Aborrece a la Unión Europea, pero no quiere sacar los pies del plato. Prefiere modificar el decorado con la recuperación de la soberanía.
Esa postura edulcorada le dio crédito electoral a Marine Le Pen, codo a codo en las presidenciales de Francia contra Emmanuel Macron, y a los Demócratas de Suecia, cuya victoria con una coalición de derecha apuró la renuncia de la primera ministra, Magdalena Andersson, mientras el país se apresta a sumarse a la OTAN y presidir el Consejo Europeo desde el 1 de enero.

La expansión del conservadurismo de derecha duro en Italia, tras los avances de sus mutualistas en Francia y en Suecia, zigzaguea entre la simpatía de Meloni hacia el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, siempre al filo de las normas comunitarias, y la amistad de Berlusconi, cuatro veces primer ministro, con Vladimir Putin. Curiosamente, el más moderado del trío. Mientras Salvini, exministro del Interior (recordado por haber bloqueado el arribo de barcos con inmigrantes por el Mediterráneo), condenó primero la invasión rusa, pero después se mostró contrario a las medidas adoptadas por Occidente contra Rusia.
Lo que es seguro es que ha fracturado una red de contención en la política europea al llevar al poder a un partido con raíces en el neofascismo en un país fundador de la UE, además, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Y tras el ascenso de los demócratas de extrema derecha en Suecia ¿Dónde será la próxima jugada del extremismo europea? Vox, el tercer partido político más grande de España, anclado en la derecha más radical, ingresó a un gobierno regional por primera vez en marzo, y festejó el triunfo de Meloni como propio. Esperan que su éxito allane el camino para un mayor poder en las próximas elecciones. Un salto a la derecha que se vive en toda la Península Ibérica: en Portugal, el partido de derecha Chega (Basta) obtuvo 12 escaños en las elecciones de enero de este año, frente a solo 1 escaño en 2019.
Los líderes divisivos están ganando terreno en medio de los desafíos que plantean la inmigración, el aumento de la pobreza, la caída de las tasas de natalidad, la emergencia climática, la desindustrialización y el desempleo juvenil. Meloni unirá el descontento en el sur de Europa con el flanco oriental de la UE. La lideresa del Partido Conservador y Reformista Europeo desde 2020, apoyó al primer ministro húngaro, Viktor Orban, y votó en contra de una moción en el Parlamento Europeo para declarar a Hungría como una “autocracia electoral”.
En términos generales, su victoria también acrecienta el riesgo de tener un efecto desestabilizador en el corazón de Europa: Francia. Emmanuel Macron perdió su mayoría parlamentaria a principios de este año. Y llevar la política extrema como corriente principal se presta tanto a Marine Le Pen y su frente nacional, como al partido de extrema izquierda Nupes (Nouvelle Union Populaire Ecologique et Sociale) de Jean-Luc Melenchon. El político francés de extrema derecha, Eric Zemmour, aprovechó en tanto la victoria de su par italiana para afirmar que su estrategia de «unir» a los partidos de derecha también podría ser beneficiosa para Francia.
La buena noticia para sus antagonistas centristas es que las instituciones italianas históricamente han servido de lastre contra el extremismo político, desde los ataques de la mafia de los años 80 y 90, y hasta el ascenso de Berlusconi. Y la lista de los candidatos potenciales ministros de Meloni -incluido el de finanzas- deben ser considerados por el Palacio Qurinial y el presidente Sergio Mattarella, un veterano de la política que permaneció en el cargo aparentemente por este motivo. Cumplirá la función de contrapeso.
Algunos analistas italianos apuntan que Meloni se enfrenta a lo que se llama el «acantilado de cristal«: cuando una mujer finalmente obtiene un poder significativo, es en un momento de crisis grave, cuando el riesgo de fracaso es mayor. Meloni se enfrenta a un empeoramiento de la economía. Se pronostica que el crecimiento se desacelerará a 0,4% desde el 3,3% en 2022, según el promedio de estimaciones compiladas por Bloomberg.
Su gobierno tendrá un margen de maniobra limitado porque tiene que alcanzar los objetivos acordados con Bruselas para obtener los 260.000 millones de euros de desembolsos completos en financiamiento posterior a la pandemia, que fluyen notablemente en la economía de Italia.
También hará malabarismos con compañeros políticos poco confiables y un electorado que ha expulsado a un gobierno tras otro en los últimos 20 años. Meloni encabeza el gobierno número 68 de Italia desde 1946. Pero la débil elección de la Liga de Salvini, que recibió alrededor del 9% de los votos frente al 30% en 2018, puede fortalecer la mano de la premier italiana y reducir la posibilidad de inestabilidad en la coalición. Pero no ayuda a Meloni que su equipo esté poco probado, y compuesto principalmente por familiares y amigos, incluido su cuñado. Y su victoria también se produjo con la participación electoral más baja para una elección italiana desde la Segunda Guerra Mundial.
Arturo Martínez Bautista (México): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Tecnológica de México.
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