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¿Un enemigo interno en Afganistán?

El foco mediático ha centrado la atención en los talibanes y en Al-Qaeda como los principales grupos terroristas que operan en Afganistán. Sin embargo, si no vemos a todos los jugadores en el tablero, corremos el riesgo de no fijar bien la mirada.

Cuando los talibanes tomaron Kabul el pasado 15 de agosto, las redes sociales estallaron mostrándose en contra de la llegada al poder del grupo fundamentalista y, como era de esperar, la afluencia de noticias terminó por distorsionar la realidad del conflicto y de los actores principales.

Una de las cuestiones más repetidas fue que el Estado Islámico se había hecho con el poder derrotando al ejército afgano, nada más lejos de la realidad. Hubo una tendencia general a confundir al movimiento talibán con el ISIS, agrupando erróneamente a todos los grupos en un mismo saco a la hora de analizar el conflicto. En Afganistán existen varias organizaciones terroristas, entre los que podemos encontrar: el Estado Islámico del Gran Jorasán (ISKP), Al-Qaeda, los talibanes y la Red Haqqani.

Durante la intervención de la Unión Soviética (1979), surgieron varios grupos guerrilleros e insurgentes que se oponían al gobierno socialista de Mohammed Daud Khan y que luego rechazarían el gobierno talibán durante el Emirato Islámico de Afganistán (1996-2001). Entre ellos podemos destacar: Jamiati Islami, la Alianza del Norte (liderados por el señor de la guerra, Abdul Rashid Dostum), Hezbe Wahdat, Harakat-i-Inqilab-i-Islami y, por último, Dawat-e-Islami.

¿Qué es el Estado Islámico del Gran Jorasán?

Durante el conflicto entre las fuerzas gubernamentales afganas -apoyadas por la coalición de fuerzas extranjeras- y los talibanes, estuvieron operando en el país una amalgama de grupos fundamentalistas, uno de ellos, es la sección del ISIS/DAESH en Afganistán, el Estado Islámico de la provincia del Gran Jorasán (ISKP o ISIS-K).

Este grupo terrorista se fundó en el año 2015 durante el mes de enero, aprovechando el apogeo del Estado Islámico en Irak, concentraron toda su actividad en la tierra de pastunes. Está compuesto en su mayoría por afganos, aunque también lo integran paquistaníes, uigures (etnia musulmana china), desertores talibanes y simpatizantes extranjeros. Suman una cifra de efectivos cercana a los tres mil miembros, aunque este número se ha visto reducido en estos últimos seis años debido a los enfrentamientos contra los talibanes y las fuerzas gubernamentales (apoyadas por EE.UU. y la coalición internacional). Actualmente, este grupo está liderado por Halab al Muhajir.

Entre los objetivos más inmediatos del ISKP está la construcción de un Estado Islámico internacional, que propague la práctica del islam como única religión y la implantación de ley islámica (Sharía) en todo el mundo. También plantean la expulsión inmediata de las fuerzas armadas extranjeras del país, a las cuales consideran como »invasoras» e »infieles».

The Economist

Por otro lado, uno de los objetivos primordiales de este grupo es el de extender la yihad (guerra santa) a los países vecinos y limítrofes, para que luchen y se establezcan en sus respectivos países. También es muy importante destacar la ofensiva que han tomado contra el chiismo en el mundo árabe, que los ha llevado a perpetrar hasta al menos tres atentados en los últimos meses contra mezquitas chiíes en Afganistán, y los ataques contra chiíes en Irak y Siria.

¿Diferentes a los talibanes?

Aunque a simple vista pudiera parecer que los talibanes y el Estado Islámico son lo mismo, existen notables diferencias entre ambos grupos. Dichas diferencias los han llevado a enfrentarse en numerosas ocasiones por la obtención del poder de Kabul. Podemos establecer varios puntos en común: en primer lugar, ambos grupos comparten una visión fundamentalista del Islam, es decir, basan sus visión e ideas en la interpretación del Corán en su mensaje original y de manera literal, sin tener en cuenta la transformación de las sociedades y la evolución histórica. En segundo lugar, ambos recurren al uso de la fuerza y el terror como métodos de acción frente a sus enemigos. En tercer lugar, los dos desean la salida inmediata del país de las fuerzas extranjeras, a los cuales tildaron de invasores. Por último, ambas organizaciones mantienen vínculos cercanos con Al-Qaeda, en mayor o menor grado, ya que existen evidencias de operaciones comunes en materia de cooperación y de financiación.

También se sabe que ambos grupos tienen vínculos estrechos con la Red Haqqani, una organización criminal yihadista. Este contacto vendría a través de Sirajuddin Haqqani -actual Ministro del Interior de Afganistán-, por el cual, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ofrecía una recompensa de diez millones de dólares a cambio de información sobre su paradero.

Ilustración por Nilanjan Das | India Today

Existen varios elementos y características que los diferencia, los talibanes, al menos en los últimos años, han mostrado una cara mucho más diplomática que antes, es decir, están dispuestos de alguna manera a negociar condiciones. Tienen una delegación de representantes que ha aprendido de manera profesional a negociar y a entablar discusiones formales con la comunidad internacional.

Un ejemplo perfecto de ello son las reuniones que mantuvieron con Estados Unidos en Doha (Qatar), durante la administración Trump y que supuso la llegada a varios acuerdos, entre los que se encontraba la retirada de las tropas estadounidenses del país. Este hecho es impensable viniendo de parte del ISIS-K, ya que no tienen precedentes de personal negociador, ni parece que lo vayan a tener.

Por otro lado, la represión de los talibanes se ha centrado, además de en las mujeres, en las etnias minoritarias que conforman el pueblo afgano (hazaras, tayikos, uzbekos, turcomanos, árabes y kirguís, entre otros), con especial énfasis en los hazaras. La lucha del Estado Islámico, al ser un ente internacional, no distingue de etnias, focaliza su represión en aquellos que consideran »infieles», ya sean cristianos, budistas, chondoístas, judíos o que pertenezcan a las ramas del Islam suní.

Es importante también destacar el carácter nacionalista de los talibanes. A día de hoy según hemos podido observar, no buscan la expansión del Emirato Islámico de Afganistán, es decir, no tienen ambiciones expansionistas, se conforman con la gobernanza en el territorio que comprende la frontera afgana. Por el contrario, el ISIS-K sí que tiene una ambición expansionista, su objetivo es instaurar el Califato Islámico internacional wahabita y suní, que abarque todo el mundo.

The Economist

El ISKP califica al movimiento talibán de »apostata» y le ha declarado la guerra, tampoco ven con buenos ojos las reuniones de alto nivel entre funcionarios talibanes y diplomáticos de países extranjeros.

¿Tienen relevancia en el país?

Si comparamos el impacto que tienen los talibanes con el que representa el ISKP, la respuesta es no. Es más que evidente que los talibanes tienen mucha más influencia, debido a su posición en el gobierno. Su llegada al poder durante la gran ofensiva final los ha convertido en el principal actor de Afganistán.

Si medimos fuerzas y equipamiento disponibles, estaríamos hablando de un ejército de aproximadamente 70.000 combatientes contra otro de 3.000, es importante recalcar que el primero se ha visto aumentado tras su victoria sobre las fuerzas extranjeras. Numerosos soldados del ejército afgano y civiles se han unido al ejército talibán, viendo esta unión como un recurso de supervivencia ante la crisis que ha generado la llegada de este grupo al poder y aunque aún no existen datos oficiales concretos, todo parece indicar que han crecido mucho en efectivos.

El equipamiento militar que ha dejado tanto Estados Unidos como el resto de las fuerzas internacionales es inmenso, y ahora está en manos de los talibanes. La ventaja militar sobre el ISKP es considerable.

No obstante, juega un rol importante, la manera que ha tenido el ISKP de hacerse notar en el país y de desestabilizar al gobierno talibán mediante una serie de atentados perpetrados contra fuerzas talibanes, civiles o minorías religiosas. Ejemplo de esto fue lo sucedido en el aeropuerto de Kabul, cuando un miembro de este grupo cometió un atentado suicida que dejó 170 muertos y centenares de heridos, entre los que se encontraban 13 marines de la potencia americana en retirada.

Este ha representando uno de los peores golpes a Washington D.C. desde que empezara el conflicto hace 20 años. El atentado trató de utilizarse por este grupo como un ataque de falsa bandera para deslegitimar a los talibanes, que prometieron una evacuación sin riesgos e impedimentos, y también a modo de venganza a las fuerzas armadas extranjeras, los cuales se sitúan como el principal enemigo a derrotar.

Solo en el mes de octubre, tuvieron lugar una veintena de atentados variados en las provincias afganas. Los más sonados fueron los atentados a la mezquita chií en Kandahar y Kunduz, que dejaron un total de 63 y 80 víctimas mortales respectivamente.

A día de hoy, la presencia del ISKP en Afganistán es una amenaza para la seguridad y estabilidad del régimen fundamentalista talibán, que no ha dudado en señalarlos como los enemigos a batir en el territorio. Son varios los operativos llevados a cabo por el nuevo ejército contra fuerzas del ISIS-K en la provincia de Kandahar. La movilización de tropas sobre la zona se ha visto aumentada para la prevención de atentados y riesgos.

Sin duda alguna, el Estado Islámico del Gran Jorasán es un actor muy importante que va a jugar un papel significativo en el futuro y en el complicado presente de Afganistán, los países cercanos y el resto de la zona tendrán que estar alerta de los posibles movimientos de este grupo, que también tiene una fuerte presencia e influencia en el país vecino, Pakistán.


Arturo Martínez Bautista (México): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Tecnológica de México.

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