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¿Un nuevo amanecer para Afganistán?

Tras la reciente retirada por parte de Estados Unidos de Afganistán, se abre una nueva incógnita en el papel que jugarán las potencias de la región en sus relaciones con el gobierno Talibán. Entre ellas, el replanteamiento de la política exterior de China.

Carl Von Clausewitz lo anticipó “Las guerras nunca acaban donde las planifican sus responsables”. Irónicamente las lecciones de Corea y Vietnam no funcionaron para Estados Unidos, el cual luego de dos décadas se retira de la misma manera que lo hizo el Imperio Británico en el Siglo XIX y posteriormente la Unión Soviética en el Siglo XX. De esta forma la potencia americana es miembro permanente de la lista de lo que muchos teóricos han denominado “el cementerio de los conquistadores”.

Washington no solo subestimó al Talibán, sino que también consideró que su nueva política exterior denominada “Preemption” -conocida como Doctrina Bush- iba a poder construir instituciones democráticas occidentales a través de la fuerza. En cambio, nos encontramos con un Estado que en el tiempo ha perdido el monopolio de la fuerza, con altos grados de corrupción -Hamid Karzai-, inestabilidad institucional, crisis económicas y luchas culturales; características que solo se emplean cuando se habla de un estado fallido.

La experiencia nos ha demostrado el giro que han tenido los conflictos y por lo tanto la manera de analizarlos dejando de lado parámetros clausewitzianos. Mary Kaldor desarrolla el término “nuevas guerras” denominándolos en su mayoría como conflictos intraestatales con repercusiones transnacionales -la internacionalización-. Es así como podemos explicar la participación de actores no estatales como el Talibán, un grupo predominantemente pastún -musulmanes sunitas- que se lo caracteriza por tener una interpretación ortodoxa de la ley islámica (Sharía), dando como resultado el maltrato hacia la mujer en los últimos años. Sin embargo dicho movimiento no es contemporáneo. El joven Winston Churchill en 1897 nos anticipó lo que nos íbamos a encontrar a comienzos de Siglo.

“Las tribus pathan (pastunes) siempre están metidas en alguna guerra privada o pública. Todo hombre es un guerrero, un político y un teólogo. Toda casa grande es una fortaleza feudal. […] Toda aldea tiene sus defensas. Todas las familias cultivan su vendetta; todos los clanes, su feudo. Las numerosas tribus y combinaciones de tribus tienen que ajustar cuentas unas con otras. Nada se olvida y pocas deudas se dejan por pagar.”

Winston Churchill

La nueva dirección de Beijing

No cabe dudas que el interrogante más grande ante el panorama que vive la región es el rumbo que tomará la política exterior de China. Preocupada por la desestabilización que pueda desatar Kabul en Asia Central, Beijing tiene que actuar con astucia si no quiere lidiar con un nuevo frente de combate en Xianjiang, una provincia poblada por uigures -etnia de religión musulmana- que comparte frontera con Afganistán.

Las relaciones entre los talibanes y diferentes grupos yihadistas están en su momento más álgido. Después de todo, ambos han compartido una hermandad por la lucha en busca del mismo interés sumado a las relaciones matrimoniales que se han generado con el tiempo. De aquí la intranquilidad del Gran Dragón frente a las movilizaciones del extremismo transnacional. Especialmente la presencia del Movimiento Islámico de Turquestán Oriental, el cual busca instaurar un estado uigur bajo el dominio extremista islámico en Xianjiang.

Asimismo la economía de Afganistán pende de un hilo. Con la toma de Kabul, la comunidad internacional -incluyendo Estados Unidos y Alemania- retiró los fondos financieros que le brindaban asistencia al país, al igual que lo hizo el Banco Mundial negando financiación para futuros proyectos debido a la cuestionada legitimidad del nuevo gobierno. 

Beijing aunque ha prometido futuras inversiones en el territorio afgano, sabe que no va a ser suficiente para poder reducir los altos niveles de inseguridad y de inestabilidad política. Las empresas estales, uno de los pilares en su política exterior y de lo que ellos llaman, el “collar de perlas”, afectuosamente recibida por países africanos, quizás esta vez no funcione teniendo presente el hecho la existencia de múltiples células terroristas a lo largo y ancho de Afganistán. Ante esto se presenta un enigma.

“Las grandes inversiones no pueden tener éxito hasta que el país tenga una gobernanza estable, pero no puede surgir una gobernanza estable hasta que el país reciba más inversión.”

Seth G. Jones y Jude Blanchette

Sálvese quien pueda

La salida apresurada de Washington sorprendió a Beijing pero también a sus aliados de la OTAN por realizar una retirada sin previa notificación ni cooperación. Es un hecho que desde hace años los intereses en la agenda exterior norteamericana han cambiado en dirección a una nueva amenaza: China. La puesta en práctica del antes citado “collar de perlas”, las extraordinarias relaciones económicas que mantiene con países del Sudeste Asiático y de África representan un dilema para Estados Unidos, sobre todo la presencia cercana al Mar Rojo, pasaje por el que circula la economía mundial entre Oriente y Occidente.

A raíz del peligro que se le presenta a la administración de Joe Biden, es fácil de explicar algunas políticas que ha llevado a cabo y predecir otras que realizara en un futuro. El pacto defensivo y de cooperación militar AUKUS -Australia-United Kingdom-United States-  es una clara respuesta a la influencia que quiere establecer Estados Unidos en el océano Pacífico. Además, Estados Unidos preserva una las flotas navales más grandes del mundo en el Golfo Pérsico de la cual se puede esperar cambios en los próximos meses.

La incertidumbre en el sistema internacional se presenta de forma constante en este nuevo siglo y los factores como Afganistán son los desestabilizadores del orden, y si bien muchos autores han declarado que “China tendrá éxito en donde Estados Unidos fracasó” la realidad es que se va a necesitar de ambos para generar estabilidad en la región. Las acciones de naturaleza unilateral no servirán de nada sin la cooperación entre los dos actores estatales más importantes de nuestro tiempo.


Mauricio Rodríguez (Argentina): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad de Congreso, y columnista en Diplomacia Activa.

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