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Drones al frente

Por Alejo Guaycochea

Desde que comenzó el conflicto en Ucrania por la invasión de Rusia, hemos sido testigos de algo que se venía gestando en las relaciones internacionales: la utilización de nuevas tecnologías, su alcance y letalidad, en las guerras del siglo XXI.

Imagen: El Mundo/ NATACHA PISARENKO AP

De bajo coste, tamaño reducido, fáciles de maniobrar, precisos, y, por sobre todo, un amplio rango de operación que permite mantener al personal que los tripula a resguardo de cualquier riesgo, los drones son la principal ventaja en el campo de batalla de nuestro tiempo.

Los vehículos autónomos (UAV) han avanzado considerablemente en la jerarquía de herramientas utilizadas por ambas partes para el cumplimiento de objetivos militares, ya que estos son perfectos para atacar objetivos estructurales. En el caso de Ucrania, ha habido un número creciente de informes sobre ataques a redes ferroviarias y refinerías de petróleo dentro de territorio ocupado por Rusia.

Estos ataques han tenido entre sus objetivos 5 incendios masivos en depósitos de petróleo, otros 30 ataques variados y especialmente en líneas ferroviarias dentro de los territorios ucranianos ocupados o en las regiones fronterizas rusas. Dichos enfrentamientos se han intensificado desde la llegada de la primavera ucraniana y buscan retrasar el aprovisionamiento de municiones y materiales al frente de combate ruso que ha tenido problemas para avanzar en su ofensiva, entre la que se incluye la batalla por el control de la ciudad de Bajmut, la cual cuenta con importancia estratégica y en donde supuestamente, el Grupo Wagner, aliado a Rusia, ya tiene el control.

Por lo que se refiere a la falta de aprovisionamiento que generan estas acciones llevadas a cabo tras las líneas del frente con bajos recursos, pero con un alto impacto estratégico no serían posibles de no ser por los drones de alta tecnología, tanto de producción ucraniana como turca y estadounidense. Sin estas nuevas tecnologías, en cambio se hubieran requerido mayores recursos con una menor tasa de éxito, retrasando aún más la prometida contraofensiva sobre la que se sustenta la esperanza de millones de ucranianos.

Por otro lado, Rusia no se ha quedado por detrás y ha hecho uso de drones Shahed-136 suministrados     por  Irán, los cuales ofrecen grandes explosiones, un amplio rango y su empleo es de bajo costo, perfectos para usarse en grandes cantidades.

Luego de meses, Moscú ha bombardeado ciudades centrales de Ucrania como la capital, Kiev, y sin filtros también lo ha hecho con objetivos civiles. Rusia ha apuntado tanto a desmoralizar a los ucranianos como al ataque sobre elementos clave de recursos e infraestructura.

Se han producido además otros hechos importantes alrededor de estas nuevas tecnologías, como ha sido el presunto ataque que se produjo contra el Kremlin con dos drones el 3 de mayo, los mismos explotaron sobre la cúpula del palacio del senado, residencia oficial de Vladimir Putin aunque en dicho momento no se encontrara en el lugar.

Sin duda, el incremento del uso de drones y otras tecnologías en el conflicto ruso-ucraniano, e incluso en muchos otros escenarios bélicos, es una consecuencia de la forma en la que se está transformando la manera de combatir, en la que las actuales Guerras Mosaico configuran las áreas de combate en grandes tableros de casillas y donde es cada vez más importante obtener altas tasas de precisión para el cumplimiento de objetivos o destrucción de elementos y estructuras clave. Se trata de otra forma de atacar que se opone a la estrategia de las fuerzas productivas capaces de producir gran cantidad de municiones y disparar millones de balas y explosivos para que solo un pequeño porcentaje acierte.

Ilustración: EFE/ Jorge Ocaña

Esta nueva forma en la que se lleva a cabo la guerra y el reiterado envió de tecnología militar occidental al frente ucraniano, es lo que ha permitido a Ucrania frenar el avance del ejército ruso que inicialmente parecía tener una clara ventaja, pero que ahora se ha visto entorpecido por las necesidades de munición y el alto número de bajas sufridas. Sin dudas, esto debe llevarnos a replantear la forma en la que entendemos el funcionamiento del poder militar y geopolítico actual.


Alejo Guaycochea (Argentina): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad de Congreso.

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