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¿Aborígenes en Japón?

Los Ainu -hombres en su lengua nativa- son un pueblo indígena de la región norte del archipiélago japonés, históricamente asentados en la parte norte de la isla de Honshu, y principalmente en la isla de Hokkaido donde reside la gran mayoría de ellos.

Adicionalmente los Ainu también ocupan tierras en disputa, los famosos territorios reclamados tanto por Rusia como por Japón, es decir, las Islas Kuriles: Kounachir, Itouroup, Shikotan y el archipiélago de las Islas Habomai. 

Habría que hablar también de una diáspora Ainu, pues se han ido asentando en los principales centros urbanos de Honshu, la isla central del archipiélago japonés, para buscar trabajo y escapar de la discriminación a la que han sido sometidos desde la conquista y expansionismo nipón que comenzó a mediados del siglo XIX. 

Aunque no hay registros oficiales, se cree que alrededor de 10.000 personas pertenecientes a esta civilización viven hoy en el área metropolitana de Tokio, y que podría haber en torno a 250.000 a lo largo de todo Japón, incluyendo los disputados territorios del norte. 

¿Quiénes son?

La cultura Ainu está compuesta tradicionalmente por pescadores, cazadores y recolectores y cuentan con una religión naturista en la que cada elemento de la naturaleza posee un espíritu que les ayuda a superar el día a día. Por otro lado, acentuando más todavía el hecho de que no son puramente japoneses, a pesar de su cercanía geográfica, encontramos que su lengua no está relacionada con el japonés, aunque algunos aspectos relativos al orden de las palabras son similares, existen numerosas diferencias gramaticales y distintos dialectos de los que se desconocen las raíces y que no se asemejan a ninguna otra lengua conocida.

Tradicionalmente ha sido una lengua hablada sin expresión escrita. En la actualidad se transcribe usando el alfabeto latino o bien el silabario katakana, usado en japonés exclusivamente a la hora de adaptar palabras extranjeras que no pueden transcribirse con las grafías tradicionales nativas. El uso de la lengua Ainu disminuyó rápidamente debido a las políticas para promover la modernización de Japón tras la expansión colonialista y fue catalogado como en peligro de extinción por la UNESCO en 2009.

Sus orígenes son borrosos y controvertidos, algunos estudiosos creían que eran descendientes de una población indígena que una vez se extendió por el norte de Asia, otros, basándose en su fisionomía, pensaban que eran miembros de una raza caucásica perdida, algo que -como curiosidad- fue incluso investigado por el régimen nazi alemán pensando en futuras alianzas. Hoy en día se acepta comúnmente que los Ainu son descendientes del pueblo proto-mongoloide Jomon que vivió en el Neolítico japonés y que creó la primera cultura de Japón. 

Colonización japonesa

Los indígenas de las islas del norte de Hokkaido mantuvieron durante siglos un estilo de vida de caza, pesca y búsqueda de alimento, hasta que se vieron obligados a vivir en las sombras debido a la ocupación total de su tierra durante las ambiciones expansionistas japonesas, iniciadas en la era Meiji en 1868, a pesar de las anteriores relaciones comerciales y de convivencia. 

Enfermedades nuevas, una administración colonial coercitiva y la afluencia de colonos japoneses, resultaron devastadores para los Ainu y su forma de vida. Intentos anteriores de los diferentes gobiernos japoneses llevaron a diferentes guerras como la Guerra de Koshamain en 1475, la revuelta de Shakushain en 1669 y la rebelión de Menashi-Kunashir en 1789, pero ninguna tan definitiva como esta guerra oculta del siglo XIX.

De esta forma, las mujeres tuvieron que casarse con hombres nipones y los varones fueron obligados a dedicarse a la agricultura sumiéndose en la pobreza. La educación en japonés fue obligatoria. Entre otras prácticas, los investigadores japoneses saquearon tumbas Ainu desde finales del siglo XIX hasta la década de 1960, acumulando enormes colecciones de restos para su estudio y nunca devolviendo los huesos. Algo por lo que los Ainu llevan luchando desde el principio. 

Las comunidades y el lenguaje fueron borrados, siendo finalmente desplazados de sus tierras tradicionales a la zona montañosa y árida en el centro de la isla a través de la Ley de Protección de Antiguos Nativos de Hokkaido de 1899, y que por extraño o anacrónico que pudiese sonar, no se abolió hasta 1997. 

Movimientos políticos y avances a favor

Al igual que otros pueblos indígenas que enfrentan desafíos similares, esta civilización ha intentado con diversos grados de éxito desde la década de 1960 reapropiarse de su pasado, que experimentó una ruptura brutal debido a la aculturación del grupo desde 1899. 

La Asociación Ainu de Hokkaido fue fundada en 1946, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de revertir este largo proceso de asimilación, presionando al gobierno nipón para el reconocimiento de su comunidad. A mediados de los años 60, se inició un importante movimiento que implicó un esfuerzo por reinterpretar la identidad e historia y que estaba centrado en un argumento que posiciona a los Ainu como un pueblo o nación indígena, buscando recuperar la autonomía en la toma de decisiones mientras se benefician igualmente de las oportunidades ofrecidas por la sociedad en la que ahora viven.

Además de brindar una visibilidad muy necesaria a un problema que pocos dentro de Japón estaban dispuestos a enfrentar, el compromiso con otros pueblos brindó a los representantes una conciencia más profunda de su propia situación, lo que llevó a la Asociación Ainu a participar en el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas en 1987 y a su posterior presentación ante el gobierno japonés durante la Convención sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989 organizada por la Organización Internacional del Trabajo.

No fue hasta 1991 cuando el gobierno sí reconoció a los Ainu como una minoría étnica, pero no como un pueblo indígena con derechos concretos y territorios propios. Posteriormente en 1997, el gobierno finalmente reemplazó la anticuada ley de 1899 con la Ley de Promoción Cultural Ainu. Sin embargo, no se encuentra en ella ninguna mención de los derechos a la tierra, los recursos o la representación política, siendo visto por algunos miembros de la comunidad como en gran parte simbólica, pero sin una intención real de resolver la situación. 

La aprobación en 2019 de un proyecto de ley que finalmente otorgó el reconocimiento legal a los Ainu como pueblo indígena, con disposiciones para promover su inclusión y apoyar su cultura tradicional, fue anunciado como un gran avance para la comunidad. Sin embargo, muchos señalan las lagunas notables en el proyecto, en particular, la ausencia de compromisos concretos para devolver la tierra, los recursos o el control político al pueblo indígena, especialmente conmovedora y enervante es la falta de la repatriación de los restos ancestrales, ya que muchos de los restos robados siguen sin ser devueltos a las familias. 

A medida que los tiempos han cambiado, un número creciente de museos y galerías albergan exposiciones sobre el arte y la tradición Ainu, lo que permite al público en general experimentar la belleza del arte y la artesanía tradicionales de este pueblo indígena. Establecido en 1916, el Museo Kawamura Kaneto Aynu es el más antiguo de su tipo con más de 500 artículos del estilo de vida de esta pintoresca cultura.

En 2020 como resultado de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas con la misión de velar de que el gobierno japonés siguiera los principios y políticas establecidos en dicha declaración, se creó el Upopoy, un centro de cultura e investigación para la promoción de los Ainu. A pesar del -a priori- paso adelante en la resolución del conflicto, los miembros del Upopoy representan sólo a una de las muchas organizaciones en Japón, como por ejemplo la Asociación Ainu de Hokkaido. Pero lo que es más grave es que el propio Upopoy se encuentra bajo el control de miembros de etnia japonesa y no Ainu.

¿Qué sucederá?

Debido a la amplia estigmatización, muchos Ainu ocultaron su ascendencia y, según muchos expertos, el reconocimiento más reciente de la comunidad aún no es suficiente. A pesar de la percepción generalizada de que el dominio colonial ya terminó -o tal vez se ha querido olvidar voluntariamente-, la situación actual dice lo contrario. 

Se están llevando a cabo campañas para la enmienda de la Ley de Promoción de Políticas Ainu de 2019, de acuerdo con las normas internacionales de derechos humanos con el objetivo de que la Ley pueda ser revisada y enmendada en 2024. 

Mientras el gobierno nipón continúe sin mostrar un interés genuino por enmendar sus errores, la reconciliación será difícil. Los Ainu están en gran parte ausentes en los libros de historia y para que la situación cambie realmente la narrativa nacionalista de un Japón único y sólido debe superarse, ya que incluso el más reciente de los proyectos de ley Ainu no está proporcionando a los pueblos indígenas de Japón derechos claros. 

La exclusión en la formulación de políticas, la falta de representación y la dejadez con el tema de los restos aún no repatriados son solo algunos elementos que deben cambiar para que los Ainu comiencen a tener la paz que una vez les fue arrebatada. 


Arturo Martínez Bautista (México)estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad Tecnológica de México.

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