Menonitas en Bolivia
En las tierras bajas del Estado Plurinacional existe un grupo oculto. Se estima que hay alrededor de 60.000 menonitas dentro de las fronteras, al este de la nación, que forman parte de un grupo que tiene casi dos millones de miembros en todo el mundo. A pesar de la gran adhesión a este grupo religioso, los menonitas de Bolivia son relativamente desconocidos. Llegaron a la región en la década del 20, con la esperanza de encontrar la libertad religiosa ya que los países que albergaban sus asentamientos imponían cada vez más restricciones a su educación, creencias y forma de vida tradicional. El gobierno boliviano les dio la bienvenida y es así que se convirtieron en hábiles agricultores, formando colonias donde podían adherirse a su forma de vida. Sin embargo, en la era moderna, ¿puede sobrevivir esta relación simbiótica? ¿O es inevitable un choque de culturas?

Para comprender cómo se asentaron los menonitas en el territorio boliviano es importante conocer primero la historia de persecución que este grupo había sufrido desde sus orígenes en la Alemania del siglo XVI.
El movimiento anabautista se transformó en el grupo conocido como los menonitas con el líder neerlandés Menno Simons. En el siglo XVI se inició una gran persecución contra aquellos y el grupo se vio obligado a desplazarse de país en país en busca de un gobierno que apoyara sus ideales de tradición y una existencia sencilla y pacífica. Como parte de este enjuiciamiento, huyeron desde Europa del Este a América del Norte, especialmente a Canadá. Esto fue precipitado por la escisión del grupo y un despertar religioso de algunos miembros que exigían una disciplina más estricta, al mismo tiempo que el militarismo del viejo continente en esta época estaba en conflicto con los ideales del grupo. Sin embargo, a pesar de generaciones de relativa calma, se encontraron nuevamente enfrentando dificultades en la era moderna: el siglo XX. Afrontando nuevas regulaciones sobre escolaridad y la amenaza de reclutamiento militar, los menonitas huyeron al sur, a Sudamérica. Se instalaron en lugares remotos como Bolivia y Paraguay donde los gobiernos les dieron la bienvenida.


En Bolivia fueron aclamados como agricultores capacitados que podían aportar beneficios económicos positivos al país; de hecho, cultivan aproximadamente el 75% de la cosecha de soja de la región, junto con un porcentaje considerable del queso producido para la nación. Por lo tanto, los menonitas aportan un incentivo significativo para continuar su existencia en el país. Mientras que algunos vendían su mantequilla y otros productos tradicionales en ciudades cercanas, la mayoría principalmente se quedaban en sus colonias, de las cuales hay más de 60. Allí rechazan inventos modernos como la electricidad y la radio, y hablan plautdietsch, una versión oscura del idioma alemán que sirve para aislar a las comunidades de la población nativa boliviana, al igual que el hecho de que a los nativos bolivianos se les prohíbe ingresar a las colonias. Las Colonias Antiguas no enseñan español y solo requieren que los estudiantes asistan a la escuela hasta los 12 años si son niñas y 14 si son niños.
Para aislar aún más a la comunidad, cada una ha establecido organizaciones separadas, como funcionarios de un departamento de policía, agencias de ayuda, médicos y orfanatos. Esto significa que los menonitas rara vez interactúan con su país anfitrión y, a cambio de los importantes beneficios económicos que brindan, el gobierno boliviano no ha interferido en muchos de los asuntos del grupo.
Sin embargo a lo largo de varios años, a mediados de la década de los 2000, una serie de eventos horribles impulsaron la necesidad de reexaminar la relación entre los grupos conservadores y aislados y los estados que los albergan. Más de 100 mujeres menonitas fueron violadas por un grupo de hombres en la colonia de Manitoba.
La historia es espantosa con víctimas de tan solo tres años y mujeres que se despertaban sangrando en sus camas, sin recordar los hechos ocurridos. Esto se debió a que los hombres habían usado un aerosol creado por una veterinaria que había sido adaptado de un químico utilizado para anestesiar a las vacas. Los violadores drogaron a familias enteras a través de las ventanas antes de meterse dentro, a veces individualmente y otras en grupos. En lugar de ponerse en contacto con la policía boliviana, las familias se dirigieron a la iglesia, que continuó encubriendo los crímenes en parte por temor a darle mala fama a su comunidad. Cuando finalmente salieron a la luz, resultó difícil reunir pruebas porque la estructura de la colonia es intensamente patriarcal y, además, el hecho de que tan pocas mujeres hablen español significó que se tuvo que obtener un traductor especial que hablara su lengua fuera de Bolivia para garantizar que las víctimas pudieran contarle al mundo el espantoso abuso que sufrieron.

En última instancia, si bien los violadores fueron condenados y enfrentaron una sentencia de cárcel de 25 años, la pregunta sigue siendo cómo evitar que vuelvan a ocurrir abusos tan aterradores a tan gran escala. La naturaleza insular de esta comunidad, y otras similares, genera una cultura de ocultar el abuso y, en el caso de las violaciones, estas se prolongaron durante años hasta que finalmente salieron a la luz. Esto puede agravar el trauma de las víctimas, especialmente si no tienen recursos lingüísticos, sociales o gubernamentales para ayudarlas.
En consecuencia, en los próximos años se necesitaría urgentemente mayor supervisión gubernamental, aunque será difícil encontrar un equilibrio entre la autonomía religiosa y cultural que buscan los menonitas y el Estado de derecho que es necesario en la era moderna.
Desde fuertes convicciones, creencias, normas de comportamiento y de ceremonia, hasta fundamentalismos y sucesos acaecidos bajo el nombre de Dios, observamos la gran influencia que tienen las diferentes religiones y cultos en el actual orden mundial y de las cuales es absolutamente imposible abstraerse e ignorar su impacto en las diversas dimensiones de los problemas que hoy enfrentamos y que seguramente enfrentaremos. Desde Diplomacia Activa este mes quisimos acercarte un poco más a diferentes dogmas a partir de la empatía y el análisis crítico que nos haga repensar su importancia en el mundo de hoy y el error que significa el analfabetismo religioso.
Scout Meredith Best (Estados Unidos): Licenciada en Relaciones Internacionales, Dickinson College, y columnista en Diplomacia Activa.
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