¿“Nueva era” en la política norteamericana?
Joseph Robinette Biden, veterano político de 78 años, asume como el presidente más votado en la historia de Estados Unidos. Con la mayor participación en el voto popular, se alza como la máxima autoridad nacional, transcurriendo los primeros días con acciones que buscan revertir las políticas establecidas por su antecesor y frente a una de las mayores crisis económicas, sanitarias y una intensa caída del prestigio internacional.

Después de cuatro años, acusaciones penales en proceso, destituciones y una pandemia global, la administración de Donald J. Trump finalmente ha llegado a su fin. El 45º presidente de los Estados Unidos ha huido a su campo de golf en Mar-a-Lago para esperar su juicio y la posible condena de su mandato como presidente. El resto del país ha aprovechado esta oportunidad para finalmente mirar hacia el futuro con la ceremonia de investidura del nuevo líder, lleno de mensajes de optimismo, unidad y esperanza. En el último mes muchas cosas han cambiado para los estadounidenses pero, ¿qué es lo que sucedió y cómo afectará a la nueva administración?
Primero hablemos del caótico final de los años de Trump en la Casa Blanca: el motín de los partidarios del republicano el 6 de enero. Este fue el día que el Congreso estaba listo para contar y certificar los votos que confirmarían la victoria electoral de Joe Biden. Presidida por el vicepresidente Mike Pence, la sesión pronto se tornó peligrosa como consecuencia de la “March to Save America” que consistía en una protesta por el recuento de votos del Colegio Electoral, sosteniendo que la elección había sido robada por el demócrata, a pesar de no tener evidencia que respaldara esta afirmación. Después de alentar a sus partidarios a marchar hacia el edificio del Capitolio para presumiblemente proporcionar “juicio por combate” a quienes votaron para certificar a Biden como nuevo mandatario, Trump dejó que se desarrollará el caos. Cuatro personas murieron y cientos de estadounidenses invadieron el edificio que representa el pináculo de la democracia del país. Y, como si de un episodio de Los Simpson se tratara, los alborotadores asaltaron oficinas, amenazaron a los funcionarios y a la policía, y proporcionaron una fuerte imagen de cómo Estados Unidos se ha dividido durante el anterior mandato.

Este dramático evento provocó indignación y consecuencias inmediatas para el entonces dirigente. Twitter y Facebook lo prohibieron debido a sus comentarios incendiarios. Por su lado, Washington DC sumó 25.000 soldados de la Guardia Nacional para la celebración que daría lugar a la jura de las nuevas autoridades nacionales, Airbnb canceló todas las reservas en la ciudad por motivos de seguridad y el ex presidente enfrentó la condena internacional por sus esfuerzos por socavar la democracia y una transición pacífica del poder. Sin embargo, los últimos cuatro años han sido una representación del fracaso de los valores estadounidenses. Como para mencionar algunos ejemplos encontramos sin duda una de las policías más deplorables y la política implementada hace tres años de separar a los niños de sus padres que buscaban asilo o cruzaban la frontera ilegalmente, dejando a que más de 500 niños sin sus progenitores, quienes fueron deportados sin existir ningún plan para reunirlos nuevamente con su familia.

Además, las mentiras de Trump han erosionado la posición global de la nación. Con innumerables falacias documentadas, ha creado una realidad alternativa que ha facilitado la división y las “fake news”. Desde decir que no estaba lloviendo durante su inauguración (sí sucedió) hasta que el COVID-19 era como la gripe. ¿El resultado? Una resistencia fuerte por mantenerse de pie que ha causado una grave daño que tomará años en deshacerse.
A partir de este momento Estados Unidos siempre va a estar primero. Vamos a buscar la amistad y la buena voluntad con las naciones del mundo, pero vamos a hacer con la convicción de que todas las naciones tienen el derecho a defender su propio interés.
Donald Trump. Discurso inaugural, 20 de enero de 2017.
Sin embargo, una nueva esperanza se asoma y da paso a lo que se aguarda con positivismo. El actual mandatario parece comprometido a restaurar al menos la ilusión de bipartidismo y la cooperación entre grupos. En su primer discurso como presidente pidió a todos los estadounidenses “que se unan a mí en esta causa. Uniéndonos para luchar contra los enemigos comunes que enfrentamos: ira, resentimiento, odio; extremismo, anarquía, violencia; enfermedad, desempleo, desesperanza. Con unidad podemos hacer grandes cosas. Cosas importantes. Podemos corregir errores.”
Metas ambiciosas se presentan para sus primeros 100 días, tiempo fundamental que determina la dirección de la política de un presidente. A diferencia del republicano, Biden se centra en restaurar la normalidad. Prometió que 100 millones estadounidenses recibirán vacunas en estos primeros días y tiene planes de aprobar un paquete de ayuda de 1.9 billones de dólares para ayudar a reparar una economía maltrecha.
Las relaciones entre Estados Unidos con China son las peores desde que los países normalizaron sus lazos hace cuatro décadas. Los aliados de Estados Unidos en Europa están alienados. El tratado más importante contra la proliferación nuclear con Rusia está a punto de expirar. Irán acumula combustible nuclear enriquecido de nuevo, y Corea del Norte blande su arsenal atómico. Sin mencionar el calentamiento global, las crisis de refugiados y las hambrunas que se avecinan en algunos de los lugares más pobres de la tierra, todo ello amplificado por la pandemia. El presidente electo Joe Biden hereda un panorama lleno de desafíos.
Rick Gladstone, The New York Times.
A su vez, dentro de sus propósitos busca aprobar una reforma migratoria radical que marque una nueva era de mentalidad abierta, a pesar de los desafíos que seguramente surgirán de los republicanos de derecha. Y con el fin de mejorar el racismo crónico después de las protestas de Black Lives Matter, se trabajará para introducir comisiones de supervisión policial que puedan ayudar a resolver este grave e instalado problema en el territorio.

De esta forma, y con más de 30 órdenes ejecutivas firmadas en sus primeros tres días en el cargo, se presenta comprometido con mejorar la situación. Desde la firma de las órdenes que revierten la “Muslim Ban” implementada por su antecesor y la toma de control de la situación de COVID-19 mediante la creación de nuevos grupos de trabajo y comités, Biden al menos parece estar trabajando para toda la ciudadanía y no solo para aquellos que votaron por él. Quizás ahora podamos comenzar un nuevo capítulo de esperanza y sanación en los Estados Unidos, donde la unidad acerque y reúna a toda la población.
Scout Meredith Best (Estados Unidos): estudiante de Relaciones Internacionales en Dickinson College.
Categorías
Estados Unidos, gobernanza, Regiones, relaciones internacionales
Un comentario sobre "¿“Nueva era” en la política norteamericana?" Deja un comentario ›