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Minerales estratégicos: claves del abastecimiento

Por Agustín Bazán

En medio de una acelerada transición energética y tecnológica, los minerales críticos —como el litio, el cobalto y las tierras raras— se han transformado en el nuevo eje del poder global. Vitales para garantizar la seguridad y el desarrollo de tecnologías limpias, su extracción y refinamiento están fuertemente concentrados, con China liderando la cadena de suministro. En este tablero de competencia creciente, América Latina emerge como un actor estratégico por la abundancia de recursos, aunque limitada por una débil capacidad industrial. La disputa por estos minerales ya está reconfigurando las reglas de la geopolítica mundial.

Minerales críticos en la agenda global.

En un mundo multipolar en plena transición energética y tecnológica, los minerales estratégicos –litio, cobalto, níquel, tierras raras, grafito y otros– simbolizan probablemente, el nuevo terreno de disputa y poder entre los Estados. Porque la relevancia de los minerales estratégicos va más allá de lo económico, ya que son pieza fundamental para sostener la defensa, la autonomía industrial y la estabilidad ecológica.

Los países lo tienen en claro, y desde hace algunos años comenzaron a planificarse mecanismos de abastecimiento y estrategias que trascienden los modelos extractivistas tradicionales y permitan sostener el stock de dichos minerales.

Claro que ello tiene importancia, y a efectos de profundizar en el análisis es fundamental preguntarse: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de minerales críticos y cómo se distribuyen globalmente?; ¿Por qué la demanda está en pleno auge?, y principalmente ¿Qué incidencia puede tener esta creciente demanda para Latinoamérica?

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Minerales críticos: recurso vital, desafío global.

Para comenzar con claridad, se los denomina críticos principalmente por tres características, a saber: falta de sustitutos viables, riesgo de escasez real y, principalmente, necesidad tecnológica o industrial decisiva. (Según la Agencia Internacional de Energía, AIE).

Y es que estos minerales son insumos fundamentales para sectores estratégicos, desde la defensa de un país con misiles, radares, submarinos, hasta para una transición energética a través de coches eléctricos, almacenamiento, microelectrónica, comunicaciones y aeroespacial.

Es claro que, a través del tiempo, su importancia se acentúa a medida que el mundo avanza hacia tecnologías más limpias, digitalizadas y automatizadas. Por ejemplo, las baterías de iones de litio para vehículos eléctricos requieren de litio, cobalto, níquel y grafito; otro ejemplo son los imanes permanentes utilizados en turbinas eólicas y sistemas de guiado de misiles que dependen de tierras raras como el neodimio y el disprosio.

Sin el acceso y suministro adecuado de estos minerales críticos, tecnologías fundamentales para el futuro como la descarbonización energética, el desarrollo de la inteligencia artificial, la operación de drones militares avanzados y la expansión de las redes 5G no podrían materializarse ni escalarse, limitando así el progreso tecnológico, la seguridad nacional y la transición hacia economías más sostenibles y digitales.

Según el informe Global Critical Minerals Outlook 2023 de la AIE, la demanda de estos minerales podría multiplicarse entre 3 y 7 veces hacia 2040, en un escenario de transición energética ambiciosa. Su disponibilidad, por tanto, no es solo una cuestión económica, sino una preocupación estratégica y geopolítica de primer orden. De allí la creciente competencia global por asegurar su acceso, procesamiento y control. 


Distribución global: altas concentraciones y vulnerabilidades.

De todas maneras, esta centralidad funcional de los minerales críticos se suma un problema estructural: su producción y procesamiento están fuertemente concentrados en pocos países, lo que genera altas vulnerabilidades geopolíticas y económicas.

Según el Global Critical Minerals Outlook 2025 de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2024 los tres principales productores de cobre, litio, níquel, cobalto, grafito y tierras raras representaron el 86 % del suministro mundial, un incremento respecto al 82% registrado en 2020.

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Indonesia monopoliza el mercado del NIQUEL, con una producción cercana a los 2,2 millones de toneladas (Mt) sobre un total global de 3,7 Mt, y además concentra más del 40 % de las reservas globales.

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En el caso del COBALTO, la República Democrática del Congo (RDC) aporta entre el 63 % y el 75 % de la producción mundial, con reservas estimadas en 11 Mt.

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China, por su parte, es dominante en casi todos los demás segmentos: refina el 92 % del grafito utilizado en ánodos de baterías, controla entre el 60 % y el 75 % de la extracción de tierras raras y cerca del 90 % de su procesamiento.

Este escenario, en el que la extracción y el refinamiento están igualmente concentrados, no solo genera cuellos de botella industriales, sino que otorga a ciertos países un poder estructural de decisión sobre sectores clave de la economía y la seguridad global.


Refinamiento y Procesado: el verdadero cuello de botella.

Uno de los puntos más sensibles en la cadena de valor de los minerales críticos no es tanto su extracción como su procesamiento, donde reside el verdadero valor agregado y, con ello, el poder estructural.

Actualmente, China concentra entre el 60 % y el 80 % de la capacidad global de refinamiento de litio, cobalto, grafito y tierras raras, lo que la posiciona como un actor clave en el control de los eslabones intermedios e indispensables del suministro global. Esta dependencia ha generado fuertes advertencias desde Occidente.

En particular, Estados Unidos ha señalado con urgencia la necesidad de desarrollar infraestructura de “midstream”, es decir, capacidades locales de procesamiento intermedio, ya que carecer de ellas expone al país a riesgos industriales y geopolíticos significativos.

Como lo advierte el Financial Times, el dominio chino sobre el procesamiento permite manipular precios, condicionar mercados y ejercer presión geo-económica, razón por la cual se han multiplicado los llamados en Europa y América del Norte para reducir la dependencia de productos refinados provenientes de China.

Demanda creciente y desafíos para la transición energética.

La presión sobre los minerales críticos no solo proviene de su concentración o del poder que otorgan, sino también de la velocidad y magnitud con la que crece su demanda global.

Según proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), hacia 2040 se espera un aumento exponencial en la necesidad de estos insumos: la demanda de litio podría multiplicarse por cinco, la de níquel y grafito duplicarse, y la de cobalto y tierras raras crecer entre un 50 % y un 60 %.

Sin embargo, esta expansión no se está acompañando de inversiones acordes. En 2024, el gasto global en nuevas exploraciones y producción aumentó apenas un 5 %, muy por debajo del 14 % registrado en 2023. Esta desaceleración se debe, en parte, a los precios bajos actuales, que desalientan a los inversores a pesar de las señales claras de una demanda futura sostenida.

Como consecuencia, se está generando una brecha estructural entre la oferta y la demanda esperada, lo que incrementa la posibilidad de disrupciones en las cadenas de suministro y aumenta la volatilidad geopolítica en torno a estos recursos.


Estrategias nacionales y bloques para asegurar el suministro.

Frente a la creciente dependencia de minerales críticos y a la concentración geográfica de su producción y refinamiento, los principales actores del sistema internacional han comenzado a desplegar estrategias de seguridad de suministro que combinan política industrial, defensa, diplomacia económica y acumulación de reservas.

En el caso de Estados Unidos, su histórico National Defense Stockpile —creado en el marco de la Segunda Guerra Mundial— tiene hoy un valor estimado en USD 888 millones (2021), lo que representa apenas una fracción del que tenía en 1950.

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Ahora bien, el déficit patrimonial de esta reserva se expandió un 167 % entre 2019 y 2023, lo que refleja con claridad la creciente escasez de materiales estratégicos en stock y la urgencia por reforzar su capacidad operativa. Actualmente, la economía estadounidense muestra una alta dependencia de las importaciones para abastecer su demanda de minerales críticos: en 2023, el 67 % del cobalto, el 57 % del níquel y el 25 % del litio fueron importados.

Como respuesta, el gobierno federal planea en 2025 una inyección directa de fondos para recomponer las reservas estratégicas y fortalecer cadenas de valor nacionales vinculadas a estos minerales.

La Unión Europea, por su parte, ha avanzado en una estrategia más integral. En marzo de 2023 presentó el Critical Raw Materials Act, una legislación orientada a reducir la vulnerabilidad del bloque frente al dominio chino y a construir mecanismos comunes de seguridad estratégica.

Este plan incluye no solo el stockeo de minerales críticos, repuestos industriales y combustibles esenciales, sino también la creación de una reserva conjunta entre los Estados miembro que incluya suministros críticos de infraestructura, como cables submarinos, tierras raras refinadas y componentes tecnológicos sensibles.

La preocupación europea es concreta: actualmente, el bloque importa de China el 98 % de sus tierras raras, el 97 % del litio procesado y el 93 % del magnesio industrial que consume, lo que limita su autonomía estratégica. En respuesta, se están diseñando mecanismos conjuntos de compra, almacenamiento y coordinación logística.

China, lejos de reducir su exposición, ha optado por reforzar aún más su control sobre este tablero. Desde diciembre de 2024 ha duplicado sus reservas de níquel, pasando de 120.000 a 200.000 toneladas, con el objetivo de estabilizar precios internacionales y fortalecer su posición ante escenarios de tensión geopolítica.

Paralelamente, ha acelerado sus compras masivas de litio, cobalto, cobre y níquel, no solo mediante adquisiciones estatales, sino también a través de inversiones directas en minería y refinado en terceros países, que entre 2019 y 2024 totalizaron unos USD 33.900 millones. Esta estrategia le permite a Pekín consolidar cadenas de suministro integradas verticalmente, ejercer influencia geoeconómica en países productores y limitar el margen de acción de sus competidores.

China lleva décadas construyendo la principal cadena industrial del mundo para la minería y el procesamiento de estos materiales.

Finalmente, ante esta creciente competencia, han surgido iniciativas de cooperación multilateral. Una de las más relevantes es el Minerals Security Partnership (MSP), impulsada por el G7 junto a la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y otros socios estratégicos. En donde el MSP financia proyectos mineros y de procesamiento en África, Asia y América Latina con el objetivo de diversificar el acceso a los minerales críticos y reducir la dependencia de proveedores dominantes como China.

Esta iniciativa representa un intento de construir cadenas de valor más resilientes, inclusivas y políticamente sostenibles, en un contexto global cada vez más marcado por la competencia por recursos esenciales.

En este contexto, las reservas estratégicas de minerales críticos se consolidan como una herramienta clave de política estatal, no sólo para garantizar el suministro ante crisis (como guerras, pandemias o bloqueos), sino también para mitigar riesgos geopolíticos derivados de tensiones con proveedores dominantes —particularmente China—.

Además, funcionan como señal al mercado, incentivando inversión local, acuerdos estratégicos y asegurando estabilidad en cadenas de valor ligadas a la transición energética.

Diversos países ya han adoptado políticas en este sentido: Japón mantiene reservas de tierras raras y tungsteno desde inicios del siglo XXI; Estados Unidos ha comenzado a reconstruir su stockpile para reducir su exposición industrial; la Unión Europea avanza con iniciativas conjuntas de almacenamiento de insumos críticos y componentes estratégicos; y Australia ha anunciado un fondo de USD 1.200 millones destinado a stockear litio, níquel y cobalto, que entrará en funcionamiento hacia finales de 2026. 


América Latina: entre potencial y subdesarrollo industrial

Esta región posee una posición privilegiada en la geografía crítica global, especialmente gracias al Triángulo del Litio (Argentina, Bolivia y Chile), que concentra más del 50 % de las reservas mundiales de este mineral estratégico. Además, países como Perú y Brasil cuentan con importantes reservas de cobre, níquel, estaño, grafito y tierras raras.

Sin embargo, la región enfrenta limitaciones estructurales persistentes: infraestructura deficiente, escaso procesamiento local, marcos normativos inestables y una débil articulación regional, lo que la relega al rol de proveedora primaria sin capturar el valor agregado.

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No obstante, existen oportunidades estratégicas claras: impulsar capacidades de refinamiento, promover acuerdos de transferencia tecnológica, articular cadenas industriales regionales y ejercer una diplomacia de recursos eficaz.

Iniciativas como las asociaciones entre Argentina, Bolivia y Chile, o acuerdos con la UE, EE.UU., China o India, pueden ser vehículos clave para transformar la riqueza geológica en poder geopolítico y desarrollo sustentable, siempre que se prioricen estándares ambientales y sociales en los proyectos extractivos.

Minerales críticos, la nueva dimensión del poder.

El control, acceso y procesamiento de minerales críticos se ha convertido en una dimensión esencial de la competencia estratégica global. A diferencia de los recursos tradicionales, estos minerales no solo son escasos y difíciles de reemplazar, sino que además definen la viabilidad de sectores clave para la seguridad nacional, la transición energética, la autonomía tecnológica y el crecimiento económico sostenible.

En ese sentido, el control no solo de los recursos minerales críticos, sino también de las capacidades para procesarlos y utilizarlos estratégicamente, otorgará a los Estados una ventaja geopolítica determinante en el siglo XXI, al definir su autonomía tecnológica, su seguridad energética y su peso en la economía global.


Agustín Bazán (Argentina): Licenciado en Recursos Navales para la Defensa y Maestrando en Defensa Nacional, Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF), Oficial de carrera de la Armada Argentina, y estudiante avanzado de la Licenciatura de Relaciones Internacionales.

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