El realismo neoclásico: Teoría de alcance medio.
Por Estanislao Molinas
En el vasto universo de las relaciones internacionales, el Realismo Neoclásico emerge como una teoría de alcance medio que reinterpreta las raíces del propio realismo clásico. Forjado en el cruce de intensos debates epistemológicos, este enfoque ofrece una nueva lectura del poder y la política exterior, integrando dinámicas internas y estructuras globales en un mismo marco analítico.

Esta propuesta teórica abre la “caja negra” del Estado, (actor racional-monolítico para el realismo clásico) para comprender cómo las presiones sistémicas se traducen en políticas exteriores concretas. Su aporte, es clave: propone una parsimonia modificada que, sin abandonar el espíritu realista, permite captar las complejidades internas que modelan la acción internacional. Desde su surgimiento en los años noventa, el realismo neoclásico ha respondido a la necesidad de explicar fenómenos que el neorrealismo estructural de Waltz no lograba abordar plenamente.
Mientras que, el neorrealismo se centraba en explicar patrones sistémicos y resultados agregados (Waltz, 1979), dejando de lado el comportamiento individual de los Estados. Por otra parte, el realismo neoclásico introduce una mediación analítica fundamental: las variables domésticas intervinientes. Según Lobell, Ripsman y Taliaferro (2009), el Sistema Internacional actúa como variable causal independiente, pero su impacto no es directo, sino filtrado a través de variables intervinientes (como la percepción de las élites tomadoras de decisiones en materia de política exterior, la cohesión social interna o la capacidad extractiva del estado) que configuran finalmente la política exterior como variable dependiente.
Esta perspectiva fue sintetizada magistralmente por Gideon Rose (1998), quien acuñó el término “Realismo Neoclásico” al señalar que: “el alcance y la ambición de la política exterior de un país están determinados en primer lugar por su poder material relativo, pero el impacto de dichas capacidades es indirecto y complejo, ya que debe traducirse a través de variables de nivel estatal”. De esta manera, el Realismo Neoclásico no renuncia a la centralidad del poder y la anarquía como motores de la política internacional, sino que añade la comprensión de cómo los factores internos median ese impulso sistémico.

Por otra parte, Celestino del Arenal (2015) al analizar las transformaciones recientes en la teoría de las Relaciones Internacionales destaca que, el Realismo Neoclásico surge como una respuesta crítica a la excesiva parquedad explicativa del Neorrealismo. En la cual, en lugar de presuponer una relación automática entre estructura internacional y comportamiento estatal, introduce un modelo más flexible sobre el modo en que se moldean las respuestas de los Estados.
En efecto, esta apertura metodológica permite superar dos reduccionismos: el sistémico, que atribuye todo a la estructura internacional, y el doméstico (heredero de la Innenpolitik) que explica la política exterior sólo a partir de dinámicas internas.
Tanto Lobell, Ripsman y Taliaferro (2009) sostienen: “las relaciones internacionales son el producto de la interacción entre los incentivos sistémicos y las características domésticas, operando a través de un cinturón de transmisión imperfecto”. Dicha metáfora, resume la principal innovación del Realismo Neoclásico. La cual es, reconocer que los estímulos del Sistema Internacional no impactan de manera homogénea sobre los Estados, sino que, por el contrario, cada uno los procesa de acuerdo con su configuración interna particular.
Desde el punto de vista de la investigación, el realismo neoclásico ofrece una ventaja metodológica notable. Por un lado, proporciona hipótesis fálsales y permite realizar estudios de caso comparados sobre políticas exteriores concretas. Asimismo, su nivel de generalización (ni demasiado amplio ni demasiado particular) lo convierte en una teoría de alcance medio altamente funcional.
Así lo explica Del Arenal (2015) cuando sostiene que: “el Realismo Neoclásico introduce una parsimonia modificada que no abdica del rigor sistémico, pero que incorpora el análisis de variables estatales y sociales, permitiendo así comprender mejor los desvíos entre la estructura internacional y la conducta exterior efectiva de los Estados”
Siguiendo con la misma idea, un ejemplo emblemático es el análisis de la política exterior estadounidense tras la Guerra Fría. Porque a pesar de la unipolaridad favorable más los factores internos (como el predominio del excepcionalísimo liberal en la cultura política y las dinámicas institucionales del Congreso), lograron moldear decisiones que no pueden explicarse únicamente por la estructura internacional (Rose, 1998, p. 147). Esta interpretación, profundamente neoclásica, demuestra que la traducción de incentivos sistémicos no es mecánica ni siquiera uniforme, sino por el contrario selectiva y mediada.
En definitiva, el Realismo Neoclásico, reintroduce en el realismo el peso de las percepciones, los liderazgos y las estructuras estatales, sin caer en el idealismo. En cualquier caso, mantiene una visión trágica del Sistema Internacional, pero reconoce que la anarquía no dicta por sí sola los comportamientos. Y, en consecuencia, rescata el legado de pensadores como Morgenthau, Wolfers y Kissinger, quienes ya advertían que el arte de la diplomacia y la estrategia no puede reducirse a ecuaciones abstractas.
Por estas razones, es que esta teoría se presenta hoy como una herramienta potente para comprender la política exterior de diversos Estados. Su parsimonia modificada le permite operar como un instrumento interpretativo sólido frente a la complejidad del Sistema Internacional contemporáneo.
En síntesis, en tiempos donde el ethos imperante consiste en presiones sistémicas que conviven con sociedades heterogéneas, élites polarizadas y Estados de capacidades asimétricas; es el Realismo Neoclásico quien ofrece un lente privilegiado para entender cómo se toman las decisiones cruciales en materia de política exterior. Es por todo esto y más, que una simple corriente interna del Realismo, constituye una teoría robusta, madura y necesaria para los estudios de Relaciones Internacionales contemporáneos.
Estanislao Molinas: Estudiante avanzado en Relaciones Internacionales, Universidad Católica de Santa Fe, y columnista en Diplomacia Activa.
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