Alto el fuego ¿El principio del fin?

Por Tomás Peña

“Si los rehenes no son devueltos cuando asuma, el infierno se desatará en medio oriente.” La sentencia, imperativa en su carácter, provocativa en su espíritu, fue esbozada por Donald Trump el miércoles 15 de enero, a 5 días de la ceremonia de investidura que lo convertirá en el 47° presidente de los Estados Unidos.

Luego de 460 días de conflicto (algo más de quince meses), 1200 israelíes y más de 46.000 palestinos muertos, parece haberse encontrado un parche que cese el fuego definitivamente. El conflicto, iniciado el 7 de octubre de 2023, finalizará (en principio), este domingo 19 de enero de 2025, según lo confirmado por el primer ministro catarí Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, quien ofició como uno de los mediadores.

Lo negociado en reuniones de alto nivel entre Hamas e Israel, a través de la mediación catarí, egipcia y estadounidense, proponen una tregua a emplearse en tres fases. La primera fase duraría seis semanas a partir del inicio de esta tregua, y consta del intercambio limitado de prisioneros, la retirada parcial de las tropas israelíes en Gaza y una oleada de asistencia humanitaria en el enclave. Los primeros en ser liberados serán 33 rehenes israelíes siguiendo el siguiente orden: primero mujeres civiles, luego mujeres combatientes, luego hombres de 50 años o mayores, luego civiles que se encuentren enfermos y/o heridos, y finalmente el resto de los civiles.

A cambio, Israel deberá liberar decenas de prisioneros palestinos durante esta fase, incluyendo prisioneros que tienen penas perpetuas, entre ellos se calculan unos mil palestinos detenidos luego del siete de Octubre. El optimismo se posa en los dichos de Biden en sus últimos días como jefe de Estado: “El fin permanente de la guerra es parte del pacto, si las negociaciones demoran más o se traba el intercambio de rehenes en la primera fase, aún así el cese al fuego permanecerá”.

Además, en esta fase inicial Israel deberá retirar las fuerzas armadas situadas dentro de la población palestina y moverse a no más de 700 metros de la franja de Gaza. El paso fronterizo de Rafah se abrirá y los civiles devueltos que regresen a sus hogares en el asediado norte, contarán con la asistencia de agencias de ayuda para cubrir la extensión de la hambruna en Gaza, permitiendo por parte de Israel el ingreso diario de 600 camiones de ayuda humanitaria.

Por otro lado, el ministerio de sanidad israelí espera la llegada de los rehenes capturados. Israel también permitirá que los heridos palestinos en la franja de Gaza se retiren para ser tratados, al mismo tiempo que se de la apertura de Rafah al paso frotnerizo con Egipto, a partir del séptimo día de la fase inicial. Israel retirará su presencia militar paulatinamente del corredor Netiv HaAsara y del Philadelphi, que bordea Egipto con Gaza teniendo que hacerlo por completo para el día 50 desde que el pacto entre en vigor.

Pese a lo instado por Biden, el vocero del gobierno israelí David Mencer aclaró que Israel no dará garantías escritas que descarten una reanudación de sus ataques pasada la primera fase si partes del acuerdo son violados. Fundamentalmente, si sus civiles cautivos no regresan.

La segunda fase de la tregua debe darse al cumplir las condiciones establecidas en la primera fase pero, en conjunto con sus tres mediadores, ambas partes de la controversia comenzarían a negociar en el día dieciséis de la tregua. Esta segunda fase consta en que Hamas libere al resto de los actuales 94 rehenes capturados (34 de ellos se estiman ya muertos, aún así también se exigen sus cuerpos), a cambio de que Israel deje libre al resto de los palestinos en el sistema carcelario israelí, incluso aquellos que fueron acusados por delitos de terrorismo.

Adicionalmente, Israel iniciaría una completa retirada de Gaza. Esto será a fin de buscar un alto al fuego permanente. Ahora bien, el acuerdo encuentra varias complicaciones. En Jerusalén, todas estas medidas deben ser votadas por el congreso en donde la coalición de gobierno actual ve esta tregua extremadamente concesionaria. Pese a los vaivenes de apoyo partidario que ha tenido Netanyahu, y del uso de la guerra para estirar su mandato como primer ministro, los sectores de oposición avalan pactar mientras que el oficialismo es más escéptico.

A lo largo del miércoles 15 de enero, las nuevas imposiciones de último momento de Hamas presionaron a que esto entre nuevamente en revisión por el congreso Israelí. El primer ministro acusó a Hamas de truncar el acuerdo a último momento. No obstante, los equipos negociadores de Israel y Hamas, en Catar, lograron que el acuerdo quede vigente para el próximo domingo.

Este desliz interino provocó disturbios el jueves 16 de enero, cuando Israel desplegó nuevos ataques aéreos que se llevaron la vida de por los menos 80 personas y cientos de heridos en el norte de la ciudad gazatí Javalia. Mediante un comunicado de prensa Netanyahu avisó que la reunión del gabinete de seguridad aprobó el acuerdo sujeto a concretarse.

Los detalles de la fase tercera, o final, también depende del cumplimiento de las condiciones pactadas de la primera y segunda fase. Se espera la liberación del resto de los cuerpos cautivos, la devolución de los últimos cadáveres para que puedan llegar  a los brazos de sus respectivos familiares. A cambio, se planea una reconstrucción de Gaza de tres a cinco años conducida bajo supervisión internacional. Este pacto fue elevado al consejo de seguridad de Naciones Unidas.

Actualmente, no hay consenso sobre quién administrará Gaza posteriormente al cese al fuego. El secretario de Estado Antony Blinken invitó a que la gobernanza posguerra de la autoridad palestina invite a “socios internacionales” para crear una autoridad de gobierno interina que administre servicios críticos y supervise el territorio. El apoyo de los estados árabes será fundamental. Arabia Saudita se comprometió a este esquema con la condición única e irrevocable de que ésta sea servicial a la causa de la independencia nacional del Estado Palestino, la cual Israel mira con recelo y contensión pese a que la solución de dos Estados tenga precedentes los acuerdos de Oslo de 1993.

Del conflicto suscitado en 2023 pueden sacarse algunas conclusiones valiosas. Además de las miles de tragedia, alrededor de dos millones de gazatíes han sido desplazados. El miedo inicial de un conflicto bélico generalizado en medio oriente estuvo latente en varios picos de tensión; Biden le atribuye a su administración este mérito.

No obstante, una convulsión geoestratégica ha emergido en la región. La intervención del grupo Libanés Hezbolá fue aplastada por la ofensiva israelí, factor decisivo en el colapso del régimen de Al Assad en Siria. Esto también se vio en el debilitamiento mostrado por Irán en sus enfrentamientos militarizados, que desnudaron las falencias del llamado “eje de la resistencia”.

Benjamin Netanyahu y su ex ministro de defensa, Yoav Gallant, han sido acusados de crímenes de guerra  por la Corte Penal Internacional, mientras que la Corte Internacional de Justicia sigue investigando un caso presentado por Sudáfrica en el que se acusa a Israel de Genocidio.

¿Es este el final definitivo? Difícilmente lo sea, pese a que la esperanza y el optimismo que impera pueda responderse un rotundo sí. Se trata de un conflicto que data de más de un siglo, cuyos ceses al fuego se han roto en varias circunstancias. Diplomáticos occidentales de alto nivel temen que pasada la primera fase del acuerdo se encuentren complicaciones.

Los temores radican en la voluntad de ambas partes para cumplir lo pactado. Hamás ha exigido la liberación de algunos prisioneros que Israel ha declarado no liberar, como los que fueron acusados de participar en los ataques del 7 de octubre. Asimismo, tampoco queda claro si Israel acepta retirarse por completo de la franja de Gaza y de ser así, en qué fecha determinada será. 

Tomas Peña (Argentina): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad de San Andrés. Miembro de Diplomacia Activa.