Alexander Wendt: constructivismo para internacionalistas
Por Marko Sal
“La anarquía es lo que los estados hacen de ella”. Esta máxima sintetiza la esencia del pensamiento del politólogo estadounidense, Alexander Wendt. Reconocido como uno de los pensadores más innovadores en el campo de las Relaciones Internacionales, Wendt invita a los internacionalistas a usar los lentes del constructivismo para interpretar las transformaciones sociales de la realidad global.

Desafiar al racionalismo
«El hecho de que los Neorrealistas y los Neoliberales están de acuerdo en tantas cuestiones ha contribuido al progreso en su conversación, pero también ha reducido considerablemente el alcance de la misma. A veces, el debate parece reducirse a una discusión sobre la frecuencia con la que los estados persiguen ganancias relativas en lugar de ganancias absolutas».
Alexander Wendt | 1999
Hasta el día de hoy, las Relaciones Internacionales siguen siendo una disciplina dominada por la literatura racionalista. Específicamente, el realismo estructural (neorrealismo) y el liberalismo institucional (neoliberalismo) son las corrientes teóricas predominantes en el análisis de los fenómenos internacionales. Según éstas, los estados toman decisiones con base en el principio de elección racional, entendido como la valoración de costos y beneficios derivados de sus interacciones con sus iguales.
En añadidura, ambas teorías coinciden en que la anarquía es un factor clave en la generación de conflicto y tensión en las relaciones internacionales. La ausencia de una autoridad central que regule las relaciones entre los estados los coloca en una situación de igualdad relativa, donde las amenazas y la competencia son la regla. Desde la perspectiva del neorrealismo, los estados operan bajo el principio de autoayuda, buscando maximizar su seguridad y garantizar su supervivencia. En contraste, el neoliberalismo reconoce el potencial conflicto derivado de la anarquía en el sistema internacional, pero también enfatiza que los estados pueden abordar estos desafíos mediante la distribución de costos y beneficios a través de la cooperación, la creación de instituciones, convenciones y regímenes internacionales.
En resumen, el racionalismo sostiene que los estados son actores meramente racionales, y que su interés nacional se basa en la búsqueda de la supervivencia mediante la maximización y/o distribución de beneficios en un sistema caracterizado por la incertidumbre y el conflicto. Si bien sus preceptos son ampliamente aceptados, también provocan cuestionamientos fundamentales: ¿Es esencialmente conflictiva la anarquía? ¿Si todos los estados basan su accionar en la razón, el comportamiento de todos los estados es el mismo? ¿Si los estados comparten el mismo comportamiento, el sistema internacional es estático? Para responder estas preguntas, a finales del siglo XX, un grupo de pensadores consolidó un enfoque teórico alternativo para comprender las dinámicas globales con mayor profundidad.
Revolucionar la disciplina
Alexander Wendt es conocido por ser uno de los principales exponentes de la teoría constructivista en Relaciones Internacionales. Se formó en ciencias políticas y filosofía en Macalester College y obtuvo su doctorado en ciencias políticas de la Universidad de Minnesota en 1989. A lo largo de su carrera académica, Wendt ha enseñado en prestigiosas instituciones de educación superior en Estados Unidos, incluyendo la Universidad de Yale (1989-1997), Dartmouth College (1997-1999), la Universidad de Chicago (1999-2004), y actualmente es profesor en la Universidad Estatal de Ohio.

Su obra se enmarca dentro de un estado del arte que incluye las contribuciones de varios autores pioneros en la corriente constructivista, como Emanuel Adler y Nicholas Onuf, último que acuñó el término «constructivismo» y que introdujo ésta teoría al debate de las teorías de las relaciones internacionales con su libro World of Our Making: Rules and Rule in Social Theory and International Relations (1989). Los esfuerzos de Onuf y otros teóricos constructivistas se centraron en estudiar las Relaciones Internacionales desde una perspectiva sociológica, buscando adaptar una teoría que pudiera interpretar los complejos cambios del sistema internacional de la post-Guerra Fría.
Es así que Wendt irrumpió en la escena académica con dos textos fundamentales que revolucionaron el campo de las Relaciones Internacionales: su artículo “Anarchy is What States Make of It: The Social Construction of Power Politics” (1992), y su libro Social Theory of International Politics (1999), que se presenta como una antítesis de la piedra angular del neorrealismo, Theory of International Politics (1979), del destacado politólogo estadounidense, Kenneth Waltz. En sus textos, Wendt debate las proposiciones del neorrealismo y el neoliberalismo, centrándose en explorar lo que va más allá del comportamiento predefinido de los estados propuesto por el racionalismo. Su enfoque busca entender las dimensiones sociales que influyen en la política internacional.
El poder de las ideas
Las estructuras sociales son el objeto de estudio principal del constructivismo. Se entiende como el conjunto de elementos ideales que consolidan las relaciones entre actores del Sistema Internacional. La formación y mutabilidad de estas estructuras es producto de lo que Wendt llama “entendimientos intersubjetivos”; es decir, el conjunto de ideas mutuamente compartidas entre un grupo de actores que dan sentido al mundo que los rodea. La intersubjetividad puede contemplar todo un entramado de normas, reglas, significados, ideologías u otros factores abstractos que, cuando se vuelven aceptados y estables, crean órdenes sociales e instituciones que determinan cómo funciona el Sistema Internacional.

El Derecho Internacional es un ejemplo de cómo se crean estructuras sociales a partir de entendimientos intersubjetivos. Este sistema, de naturaleza consuetudinaria, surge de un conjunto de ideas y normas aceptadas mutuamente por los estados. A través de la aceptación y práctica de principios como el respeto a la soberanía, la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza y la protección de los derechos humanos por poner algunos ejemplos, se establece un marco de reglas, instituciones y valores que, idealmente, orientan el comportamiento y las interacciones entre los estados.
Otro ejemplo es la formación de organizaciones internacionales. Un caso representativo es la OTAN como sistema de defensa colectiva. La Alianza Atlántica, desde su creación en 1949, se basa en valores e ideologías compartidos por sus miembros. Durante la Guerra Fría, la amenaza percibida era la del bloque socialista, visto como un peligro para el orden democrático-occidental. Con el fin de la Guerra Fría, estas percepciones cambiaron y su estructura se modificó conforme a las dinámicas sociales del sistema. Las amenazas intersubjetivas se transformaron, y ahora la OTAN enfrenta desafíos relacionados con la defensa de la democracia frente al autoritarismo y la lucha contra el terrorismo, conceptos que siguen siendo interpretados de manera compartida por los miembros de la organización.
El terreno material también es de interés para Wendt y el constructivismo, pero su enfoque no es estudiar las cosas en sí, sino cómo los entendimientos intersubjetivos afectan el significado que los estados atribuyen a las cosas. Por sí mismos, los objetos no tienen un significado intrínseco para el constructivismo. Tomemos como ejemplo el armamento: un misil, en su esencia, es solo un misil, y un dron es simplemente un dron; solo sabemos que su uso es destructivo o disuasivo. Sin embargo, cuando estos objetos se cargan de ideas y significados, su percepción cambia considerablemente. Para ilustrar esto, Wendt formula el siguiente enunciado:
«Quinientas armas nucleares británicas son menos amenazantes para Estados Unidos que cinco armas nucleares norcoreanas debido a los entendimientos compartidos que las sustentan. Lo que otorga significado a las fuerzas de destrucción son las “relaciones de destrucción” en las que están incrustadas: las ideas compartidas, ya sean cooperativas o conflictivas, que estructuran la violencia entre los estados«.
Alexander Wendt | 1999

Lo mismo se puede observar en las relaciones actuales entre Rusia y Ucrania, así como entre China y Taiwán. A pesar de que Kiev y Taipéi cuentan con capacidades menores en comparación con Moscú y Pekín, se perciben como amenazas mayores debido a los entendimientos intersubjetivos vinculados a conceptos como «Occidente», «democracia» y «libertades». Estos conceptos se ven reforzados por sus relaciones con actores occidentales como la Unión Europea y Estados Unidos. En contraste, Rusia y China valoran mutuamente principios soberanistas, se oponen a influencias externas y entienden intersubjetivamente al Sistema Internacional como multipolar, haciéndolos identitariamente afines. Esta dinámica demuestra cómo las ideas y percepciones compartidas pueden intensificar la percepción de amenaza, independientemente de la capacidad material real de los actores involucrados.
Un tercer factor que Wendt destaca es la importancia de las interacciones sociales en la formación de significados intersubjetivos entre estados. Estos actos establecen expectativas sobre el comportamiento futuro y refuerzan las percepciones mutuas. La percepción de un actor hacia otro se basa en interacciones sociales y significados compartidos que surgen de estas interacciones. Por lo tanto, el conflicto no es un resultado inevitable de la anarquía del Sistema Internacional. Más bien, actitudes de amistad o enemistad dependen del proceso de construcción y gestión de relaciones con el paso del tiempo.
«No hay una “lógica” de la anarquía aparte de las prácticas que crean y que representan una estructura de identidades e intereses concreta en lugar de representar otra; la estructura no tiene ni existencia ni fuerza causal separada del proceso […] La anarquía es lo que los estados hacen de ella».
Alexander Wendt | 1992
La identidad como factor de análisis
En las ciencias sociales, el concepto de identidad juega un papel crucial y ha transformado la forma en que se analiza el comportamiento en el ámbito internacional. Antes del surgimiento del constructivismo, el análisis de las Relaciones Internacionales solía centrarse principalmente en factores materiales, como el poder militar y las capacidades económicas, sin considerar cómo las identidades de los actores influyen en sus comportamientos y decisiones. Para Wendt y otros pensadores constructivistas, introducir la identidad como factor de análisis permite armar el rompecabezas identificativo de cada estado.
La identidad de un país se define a partir de una variedad de factores que influyen en cómo se percibe a sí mismo y cómo se posiciona en el ámbito internacional. Entre estos factores se incluyen la composición étnica, la cultura, la posición geográfica, los sistemas de creencias, la organización política y el sistema económico del estado. Además, las interacciones con otros estados juegan un papel crucial en la formación de su identidad, ya que un estado construye su identidad mediante la definición de sus límites frente a otros y la identificación de similitudes. Así, la identidad e intereses de un estado no solo surge de sus características internas, sino también de sus relaciones y contrastes con sus iguales.
Adicionalmente, Wendt no niega el precepto racionalista de que el bienestar y la supervivencia sean objetivos fundamentales para los estados en el sistema internacional. Sin embargo, su diferencia radica en cómo la identidad única de cada estado se manifiesta en sus variados intereses para subsistir. En este sentido, Wendt cuestiona la visión racionalista que sugiere que todos los estados persiguen los mismos intereses y argumenta que los intereses de los estados son diversos y están profundamente influenciados por sus identidades y contextos específicos.
«Las identidades son las bases de los intereses. Los actores no tienen una “agenda” de intereses que transportan consigo independientemente del contexto social en el que estén; lo que ocurre es que los actores definen sus intereses dentro del mismo proceso en el que se definen las situaciones».
Alexander Wendt | 1992
Por ejemplo, los intereses de un poder hegemónico como Estados Unidos difieren notablemente de los de su vecino México. Mientras que Estados Unidos se esfuerza por consolidarse como un líder global en la defensa de la democracia y enfoca sus esfuerzos en garantizar su seguridad y la de sus aliados en diversas partes del tablero, México tiene prioridades distintas. Entre sus intereses se encuentran la protección de sus ciudadanos en Estados Unidos, la promoción del libre comercio y la diplomacia con su vecino del norte, demostrando cómo los constantes actos de reciprocidad con Estados Unidos han definido profundamente la identidad y agenda de política exterior mexicana. En suma, cada estado actúa en función de sus intereses, pero estos están profundamente enraizados en su identidad particular, que define y da forma a sus objetivos y estrategias en el escenario global.
¿Explicar o interpretar?
Contemplar el entramado global desde la perspectiva del constructivismo invita a los estudiosos de las Relaciones Internacionales a comprender cómo surgen, se transforman y se configuran las estructuras sociales en las dinámicas internacionales. Asimismo, permite interpretar cómo se construye la identidad de los estados y cómo ésta identidad define y orienta sus intereses. Si bien es una teoría estatocéntrica, las contribuciones del constructivismo coadyuvan a entender la identidad de individuos, organizaciones internacionales, empresas transnacionales y otros poderes. Así como los estados, otros actores están determinados por el factor humano y, en consecuencia, poseen identidades que determinan sus intereses y motivaciones.
Ahora bien, el constructivismo, como toda teoría en el campo de las Relaciones Internacionales, tiene limitaciones. Su principal confín es que no pretende brindar un marco explicativo o predictivo de la realidad.

Por ejemplo, el neorrealismo explica la guerra como el resultado de la competencia y la maximización del poder entre estados, mientras que el neoliberalismo explica cómo los estados, a través de la interdependencia compleja, tienden a evitar conflictos y fomentar la cooperación. En contraste, el constructivismo se centra en descifrar cómo surgen y cambian las relaciones de conflicto o cooperación, a partir de la interpretación de intercambios sociales y la construcción de entendimientos intersubjetivos. Es importante destacar que toda interpretación es, en última instancia, subjetiva y refleja la perspectiva del analista. Por lo tanto, un mismo fenómeno puede ser interpretado de múltiples maneras.
Como señala Emmanuel Adler en su artículo “Seizing the Middle Ground: Constructivism in World Politics” (1997), el constructivismo representa un punto medio metodológico en el estudio de las Relaciones Internacionales. A diferencia de enfoques como la teoría crítica, la teoría verde, los enfoques feministas, los estudios decoloniales y otras teorías contemporáneas que privilegian la hermenéutica sobre el positivismo, el constructivismo sostiene que la combinación del método científico con interpretaciones sociológicas permite un análisis más profundo de las dinámicas internacionales y entender cómo las estructuras sociales mutan con el paso del tiempo.
En esencia, el constructivismo, junto con las contribuciones de Alexander Wendt, invita a los internacionalistas y científicos sociales a enfocarse en la naturaleza cambiante de la realidad social internacional. Destaca la importancia de considerar el impacto de las ideas y significados subyacentes que, aunque no son visibles por su naturaleza abstracta, influyen profundamente en la realidad que podemos observar.
Marko Alberto Sal Motola (México): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Anáhuac Querétaro. Miembro de Diplomacia Activa.
Categorías
Un comentario sobre "Alexander Wendt: constructivismo para internacionalistas" Deja un comentario ›