Acuerdo UE-Mercosur: ¿Se hará realidad?
Por Axel Olivares
Después de 25 años, la Unión Europea y el Mercosur tienen esperanzas de llegar finalmente a resultados reales. Las partes se estarán reuniendo en Brasilia para resolver de una vez el acuerdo comercial que tiene el potencial de convertirse en el tratado comercial más grande del mundo.

Luego de numerosos intentos fallidos, los organismos de cada región intentarán una vez más poder implementar el anhelado acuerdo Mercosur-Unión Europea. Solo que esta vez los esfuerzos parecen avanzar como nunca antes. A comienzos de septiembre, los negociadores de ambas comunidades político-económicas se reunirán en Brasil para darle un nuevo impulso a un acuerdo que ha ganado tanto partidarios como detractores en las dos costas del Atlántico.
El tratado de libre comercio entre ambos organismos regionales no es nuevo. Hace más de 25 años que las autoridades de ambos bloques vienen intentando impulsar un acuerdo que garantice un sistema de libre comercio mutuo. No obstante, cada oportunidad en la que se puso el tema sobre la mesa siempre encontró algún obstáculo, o simplemente, las negociaciones fracasaron por falta de voluntad entre las partes, priorizando temas más urgentes.
Su primer antecedente data de 1995 cuando ambos bloques firmaron el Acuerdo Marco de Cooperación Mercosur-UE el cual entró en vigor en 1999. Las entidades se comprometieron a mantener un diálogo político, económico y comercial con base en una cooperación mutua. Sin embargo, todo quedó ahí.
Tuvieron que pasar 20 años y cinco rondas de negociación para poder llegar a algo palpable. En 2019 se firmó un Acuerdo de Asociación Estratégica entre el Mercosur y la Unión Europea que estableció las bases para construir un puente económico, cultural y político entre Europa y América del Sur. Pero, cuando solo faltaba la revisión jurídica, muchos países no aceptaron las cláusulas del acuerdo.
Uno de los principales detractores fue el presidente francés, Emanuel Macron, quien señaló que el acuerdo traería consecuencias medioambientales y, en sintonía con los agricultores europeos, vaticinó que provocaría un desequilibrio en la balanza comercial.

A pesar de no conocerse demasiados detalles del nuevo acuerdo, se sabe que uno de los puntos se enfocaría en la ampliación de los fondos de cooperación con los países sudamericanos para ayudarlos a adaptarse a los requisitos de la UE en el marco de su Pacto Verde. Además, otro aspecto será la trazabilidad de un plan que impida la importación de productos a Europa que se originen a partir de una deforestación desmesurada. Este último requisito fue una de las razones por las que las negociaciones se estancaron en 2020 luego de la falta de compromiso del expresidente brasilero Jair Bolsonaro por proteger la selva amazónica.
Pero la cuestión medioambiental sigue siendo un problema. Pese a que los funcionarios europeos aseguren que el tratado contemplaría el compromiso del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados Celsius, aún existe incertidumbre por parte de los grupos ambientalistas. Ente ellos, el partido Verde del Parlamento Europeo considera que este acuerdo “jurásico” agravará la deforestación y pondrá en riesgo la salud de ambos bosques, por un lado, con la importación de pesticidas y agroquímicos de la UE, y por el otro, con la importación de productos agrícolas que contienen esos pesticidas. A su vez, los Verdes señalan que el Acuerdo llenaría a Sudamérica de vehículos de energía fósil lo cual no ayudará a reducir las emisiones de carbono a nivel global.
Desde los países del Mercosur, el interés por avanzar en el acuerdo ha sobrepasado toda la discrepancia ideológica dentro del bloque. El presidente brasilero, Luiz Inacio “Lula” da Silva, aseguró que el Mercosur “está listo” para firmar el acuerdo con la UE. Las palabras del mandatario se dirigieron especialmente a las dudas de su par francés. “Que la UE se entienda con Francia, pero en el Mercosur estamos listos y estamos dispuestos a firmar”, aseguró Lula en una reunión empresarial.
El presidente argentino Javier Milei, quien mantiene una relación distante con el Mercosur, está dispuesto a avanzar en el acuerdo. En línea con su política aperturista, Milei ha allanado el camino para facilitar la llegada de acuerdos económicos, entre ellos, el acuerdo con la UE. Para eso, la canciller, Diana Mondino, recibió la orden de desmantelar todas las condiciones que el expresidente, Alberto Fernández, había impuesto en torno al Pacto Verde europeo.
El excanciller Santiago Cafiero consideró que el Acuerdo supone “regulaciones ambientales unilaterales”, por lo que el gobierno en ese momento solicitó un financiamiento para la electromovilidad en el país con el objetivo de “equilibrar” el tratado.

De todas formas, en diciembre de 2023, mes en el que asumió el presidente Milei, el gobierno saliente decidió no presentarse a la reunión del Mercosur argumentando que le correspondía a la nueva administración tomar las decisiones con respecto al Acuerdo. Esa fue la oportunidad perfecta para Macron para volver a oponerse a las negociaciones señalando que la actitud “negacionista” de Milei con respecto al cambio climático eran las mismas que las de Jair Bolsonaro por lo que las condiciones medioambientales no podrían cumplirse.
La Comisión Europea espera con ansias cerrar este acuerdo que crearía un mercado de 780 millones de personas y les ahorraría a las empresas europeas más de 4 mil millones de euros por año en aranceles. Pero, primero, deben convencer a los más escépticos y atender las demandas de cada actor involucrado.
El Acuerdo debe enfrentarse a una relación asimétrica en donde las reglas medioambientales están trazadas desde un lado del tablero. A pesar de ser demandas legítimas, desde el Mercosur sospechan que esas políticas son parte de un “proteccionismo verde europeo”, aunque no todos los Estados del bloque del Sur piensan de la misma forma y los sucesivos cambios de gobierno matizan la postura del organismo.
Desde la Unión Europea, el Acuerdo debe conseguir el aval de los 27 Estados miembros, del Consejo de la UE y la aprobación del Parlamento Europeo. Para eso, la Comisión Europea propuso la división del Acuerdo en dos partes. Primero, se tratarían los capítulos sobre comercio y las salvaguardas sobre sostenibilidad. Después se ratificaría el Tratado en su conjunto incluyendo los capítulos de comercio, diálogo político y cooperación y comercio. No obstante, Francia no cayó tan fácil en la trampa y solicitó renegociar el texto.


En definitiva, el acuerdo podría ser la piedra angular de un nuevo periodo en la era de la globalización uniendo comercialmente a los bloques interregionales más grandes del mundo. Mientras que el ascenso de los nacionalismos, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y el Brexit fueron causas que empujaron a las partes a lograr un Acuerdo durante la década pasada, hoy las negociaciones se ven alentadas por la fragmentación en detrimento de la globalización, el cambio climático, la irrupción de nuevas tecnologías y, especialmente, la guerra en Ucrania la cual pone en duda el futuro de las exportaciones.
Con la reelección de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la aprobación general de los miembros del Mercosur, el acuerdo parece estar encaminado hacia un mejor destino. Dependerá de las negociaciones con los Estados y los sectores escépticos al Acuerdo si se puede llegar a un consenso que deje conforme a todas las partes. Los negociadores de la Unión Europea y el Mercosur se reunirán en Brasilia entre el 4 y el 6 de septiembre para con la esperanza de llegar a cerrar el tan ansiado Acuerdo.
Axel Olivares (Argentina): Estudiante de Comunicación Social, Universidad Nacional de Cuyo. Redactor y columnista en Diplomacia Activa.
Categorías