Claudia Sheinbaum: la anatomía política de un nuevo gobierno
Por Marko Sal
Mexicanas y mexicanos, la espera ha terminado. Con una apabullante victoria, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo será la primera mujer que asumirá la presidencia tras 200 años de independencia y 24 años de temprana vida democrática. Representante de la continuidad, la presidenta electa tiene la encomienda de sanar los flagelos del México contemporáneo, pero el horizonte le augura múltiples problemas estructurales de antaño y deudas del gobierno saliente que tendrá que enmendar a través de su visión de país. Además, surgen preocupaciones sobre el porvenir de la salud democrática del país y se predicen oportunidades llamativas para México en el entramado global ¿Qué lectura y reflexiones surgen de la la victoria de Claudia Sheinbaum sobre el porvenir de México?

Los pilares de la victoria de Sheinbaum
Claudia Sheinbaum ha sido muy clara en su línea discursiva, prometiendo dar continuidad a la “Cuarta Transformación” (4T), nombre del proyecto político del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esta visión de país ha sido muy clara en sus intenciones: un discurso anti neoliberal y con un fuerte enfoque en la justicia social. Mientras que para algunos es una narrativa revisionista y populista, para otros ha sido una forma de visibilizar las desigualdades silenciosas que han prevalecido a lo largo de la historia del país y de poner en el tema de la discusión pública el herido tejido social de México. El choque de posturas alrededor de la 4T, mantiene y seguirá manteniendo esta visión de país en el centro de la discusión pública los próximos seis años. La pregunta que debemos plantear es, ¿de qué manera la 4T ayudó a Claudia Sheinbaum a ganar esta elección?
Desde el inicio del Proceso Electoral 2023-2024, Claudia Sheinbaum se mantuvo arriba en las encuestas del país. El modelo de simulación Oraculus, el cual promediaba los resultados de las encuestadoras, mantenía a Claudia Sheinbaum con una intención del voto de 53%, a la opositora Xóchitl Gálvez con 36% y a Jorge Álvarez Máynez con 11%. Existió mucho escepticismo sobre estos resultados por una desconfianza a las encuestas por una baja participación en las mismas a causa de la inseguridad, pero el resultado de la elección superó las predicciones. Contrastando los promedios de Oraculus, Claudia Sheinbaum cerró la elección con 58,7% de los votos, superando por 30 puntos a Xóchitl Gálvez, última que cerró la elección con 28,27%.
Este volumen de aprobación se explica por múltiples factores, en particular la popularidad de AMLO que se promedia en un 60%, así como por los éxitos de la política social de este gobierno, los cuales permitieron una histórica reducción de la pobreza en el país. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), cinco millones de mexicanos salieron de la condición de pobreza de 2018 a 2022, la mayor reducción de este indicador en los últimos 22 años.
¿Los medios que lo hicieron posible? Principalmente, el incremento del salario mínimo que pasó de $88 pesos mexicanos diarios (actualmente $5 dólares) en 2018, a $248.93 pesos diarios (actualmente $14.21 dólares) y $374.89 pesos diarios (actualmente $21.31 dólares) en la Frontera Norte con Estados Unidos al cierre del sexenio. En añadidura, se debe contemplar la incidencia de los programas sociales universales —entre ellos las pensiones de adultos mayores y las becas “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que, de acuerdo con datos de 2023, han mejorado las condiciones económicas de 25 millones de personas en el país. La discusión sobre la incidencia de estas políticas se ha dicotomizado entre las posturas que las consideran “dádivas populistas” y las que reconocen su impacto para sanar el tejido social. Lo cierto es que, desde hace décadas, los sectores más vulnerables de México quedaron replegados en las periferias y encontraron representatividad en el movimiento lopezobradorista, cuyo votante lo convirtió en la principal fuerza política del país de nuestros tiempos en esta jornada sin precedentes.
Los retos a enfrentar
No todo fue color “rosa mexicano” los últimos seis años. Los retrocesos también fueron significativos. Por poner algunos ejemplos, prestemos atención a los indicadores de la crisis de seguridad pública que culminó con 180 mil homicidios dolosos y 47 mil desaparecidos; el incremento de las carencias sociales como la salud y la educación a causa de la pandemia y la política de austeridad del presidente; la progresiva militarización de la vida pública; una administración que no logró reducir la excesiva jornada laboral, entre otras esferas, fueron objetos de constantes críticas para la gestión de AMLO y prometían fortalecer las narrativas electorales de la oposición.

Sin embargo, el Frente Fuerza y Corazón por México integrado por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) no logró el resultado esperado con Xóchitl Gálvez a la delantera. La popularidad erosionada de estos partidos por el peso de su pasado y sus deudas históricas, fueron suficientes para mantener a Gálvez estática en las encuestas, darle la victoria a la coalición Sigamos Haciendo Historia y dotar al oficialismo de una inédita mayoría calificada en las cámaras de senadores y diputados del Congreso de la Unión, una victoria que no se veía desde 1988.
Con estos resultados en el Congreso, su proyecto de nación “100 pasos para la transformación” y las iniciativas que lo integran, no tendrán dificultad en aprobarse y ejecutarse. Incluso, el oficialismo podrá emprender su agenda reformista llamada coloquialmente “Plan C”; es decir, su tercer intento de lograr su mayoría deseada para transformar la realidad política del país. Ahora que tienen el “carro completo”, los cambios se verán en la eliminación de la representación proporcional en el poder Legislativo, reformar el poder Judicial para elegir a sus jueces a través del voto popular, la transformación del sistema electoral del país, y eliminar organismos autónomos que la oposición ha defendido a capa y espada. En este sentido, veremos una transición radical del sistema político mexicano; la creación de un país distinto al que estamos acostumbrados.
Además, este sexenio promete múltiples retos, no solo para Sheinbaum, sino para diversos actores políticos en la escena democrática. En primer lugar, Sheinbaum tendrá el reto de ser la primera mujer presidenta del país. Su figura carga con muchos estigmas de género y tanto encontrar soluciones a las herencias del pasado, como fallar en el intento y empeorar sus efectos, pueden traer consecuencias a la perspectiva de las mujeres en el plano nacional, más en un país donde la violencia de género es una realidad latente. La victoria de Sheinbaum es una conquista cultural en sí misma para el feminismo y un reflejo del progreso en paridad de género en la vida pública del país. Sin embargo, se puede ser mujer y tener paridad en el poder, pero no necesariamente tener perspectiva de género al momento de gobernar. En este tenor, Sheinbaum tendrá que poner el ejemplo en la lucha feminista como presidenta de México.
Además, tendrá el reto de ser una presidenta de consensos en un país extremadamente polarizado. De encontrar los encuentros entre los desencuentros para cerrar las brechas que definen al país y ser una presidenta que contraste los intereses de la ciudadanía en su conjunto. Sin embargo, en este último caso la ciudadanía también tiene una responsabilidad importante: ser más participativa y abierta al diálogo. La polarización que vivimos actualmente no es producto de un discurso oficialista; no es resultado del infame discurso “fifís y chairos”. Esta narrativa de ánimos populistas cataliza las divisiones arraigadas, profundas y estructurales que en México no hemos logrado enmendar en 200 años de historia. Ahora, no hay vuelta atrás y tendremos que discutir lo incómodo. Así que a los lectores y las lectoras de México, quiero recordardarles que tu vecino no es tu enemigo, y si no estás de acuerdo con él, mejor escucha lo que tiene que decir antes de que juzgues su postura. Con posiciones no se logrará consolidar el “México unido” que ilusoriamente pensabas que existía, pero que nunca fue.
Por último, la oposición tiene un reto claro: reinventarse. De no reconocer sus errores, deudas históricas y cambiar su rumbo, tendrá los días contados y perderá su posición. En todas las facciones políticas existen posturas nobles, y la oposición debe reconocer que traer soluciones a un país tan complejo como México conlleva un simple acto: salir y conocerlo. Conocer su diversidad, sus diferentes formas de pensar y sus múltiples necesidades. México no es un contexto homogéneo; México es un mosaico que tenemos que contemplar detenidamente para comprender su esencia, con miras a cuando se rompa, sepamos cómo ensamblarlo las veces que sea necesario.
La perspectiva en el exterior
Cambiando de reflexiones, pasemos a las proyecciones en el ámbito internacional. En el transcurso del proceso electoral escribí Dos visiones para la política exterior de México, en el que contrasté los puntos clave de los proyectos de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez en materia de política exterior. Si tomamos en cuenta sus propuestas preliminares, la futura jefa de Estado seguirá una ejecución esencialmente formada por los principios tradicionales de política exterior de México. Dirigirá la política exterior con perspectiva de género, mantendrá una mayor participación en los foros multilaterales en los que el presidente se ausentó, y seguirá teniendo como prioridades a América del Norte por la cuestión comercial y a el resto de América Latina en materia migratoria para institucionalizar “Modelo Mexicano de la Movilidad Humana”, y tratar la migración desde sus causas.
Sin embargo, una cosa es lo que está escrito en el papel y otra la adaptación que tendrá la próxima administración en la arena internacional. Bajo esta lógica, se vislumbra que el México de Sheinbaum recibirá una bonanza económica por la coyuntura geopolítica del nearshoring. Esta realidad puede dotar a México de un pragmatismo nunca antes visto frente a sus vecinos norteamericanos que integran el área de libre comercio, ya que el interés de otras economías como la china de entrar al mercado norteamericano puede traer las inversiones que Sheinbaum necesita para consolidar su ambicioso proyecto de desarrollo con perspectiva regional. Esta iniciativa promete la construcción de múltiples infraestructuras como puertos, aeropuertos, trenes de pasajeros y de carga y carreteras para interconectar los sectores productivos del país y esparcir el desarrollo, el crecimiento económico y el bienestar a través de la generación de empleos a lo largo y ancho de la República.
Pero los retos principales no serán fáciles de tratar. Mantener la certidumbre jurídica y pacificar al país será crucial, por lo que se pondrá a prueba su capacidad en materia de seguridad pública a nivel Federal. Requerirá una mayor coordinación entre niveles de gobierno y un fortalecimiento de la inteligencia mexicana para contener la expansión del Crímen Organizado que gana cada vez más terreno y cuyo interés ya no es simplemente el mercado de narcóticos, sino el dominio del mercado en general. La cuestión energética, así como la gestión del agua, son un gran signo de interrogación. No obstante, Sheinbaum se ha distanciado de AMLO y ha prometido que Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cambien a la generación de energías verdes y que esta se logre a través de un balance público y privado, además de ejecutar un plan nacional de gestión hídrica para propiciar su consumo humano e industrial. Solo el tiempo nos dirá qué tan efectivas serán estas iniciativas en el próximo sexenio.
Otro de los obstáculos a los que se enfrentará Sheinbaum es a un convulso contexto político en Estados Unidos que devenga de su resultado electoral. La renegociación del T-MEC en los años venideros puede ser muy diferente con Joe Biden o Donald Trump a la cabeza, pero —como he mencionado anteriormente— México debe buscar una corresponsabilidad deseada con Estados Unidos por la interdependencia compleja que define nuestra relación. Consolidar una cooperación transfronteriza esmerada a contener las ramificaciones del crimen; una cooperación en la que la exportación de armamento ilegal no sea una realidad que siga armando a los grupos delictivos; una cooperación en la que se reconozca que América del Norte puede ser más que una región de simples exportaciones e importaciones de bienes y servicios.

Es indiscutible que la victoria de Claudia Sheinbaum prevalecerá en nuestra memoria colectiva como mexicanas y mexicanos. El día 2 de junio de 2024, será recordado por una elección sin precedentes con una participación del 60%. Ese día la democracia mexicana se hizo sentir, pero necesitamos que se perciba constantemente, no sólo cada seis años. Así como Sheinbaum y la clase política tendrán sus retos, objetivos e intereses, las y los mexicanos tendremos que asumir nuestro papel ciudadano y participar activamente en la consolidación de nuestra joven, noble y perfectible democracia.
Claudia Sheinbaum; funcionarias y funcionarios públicos electos, el porvenir de México cuelga en sus manos. Y si no hicieren lo que prometieron cumplir, que la nación se los demande.
Marko Alberto Sal Motola (México): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Anáhuac Querétaro. Columnista en Diplomacia Activa.
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