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Una película sobre la historia de Argentina revela su actualidad política

“Argentina, 1985” muestra cómo los Kirchner han tergiversado hechos del pasado reciente.

Tres semanas después de su estreno en cines, y antes de que comenzara a transmitirse en Amazon, más de 1 millón de argentinos fueron a ver “Argentina, 1985”, una película sobre los juicios a una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, la Junta Militar. Se remonta a los acontecimientos de ese año en una Argentina de cassettes de música, máquinas de escribir y muchos, muchos cigarrillos. Para gran parte de la audiencia, se refiere a una historia desconocida o medio olvidada. Sin estridencias, la película es una crítica de la versión de la “memoria histórica” propugnada por Néstor y Cristina Kirchner, la pareja peronista que entre ellos ha dirigido Argentina durante todos menos cuatro de los últimos 20 años.

Cuando las fuerzas armadas tomaron el poder en 1976, Argentina sufría una inflación galopante y una violencia creciente. Había un asesinato cada cinco horas y la explosión de una bomba cada tres, mientras los Montoneros, un ejército guerrillero y otros grupos armados de la izquierda luchaban contra escuadrones de la muerte en una lógica de guerra civil dentro del peronismo que afectaba a todos los ciudadanos. Muchos argentinos creían que el ejército restablecería el orden y devolvería rápidamente el poder. En cambio, presidió el terror estatal sistemático que involucró prisiones clandestinas, secuestros y torturas. Fue solo el fracaso económico y la Guerra de Malvinas lo que llevó a la junta a convocar elecciones en 1983.

Primera Junta Militar Argentina. De izquierda a derecha Emilio Eduardo MasseraJorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti.

Ganó Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical, un partido de centroizquierda. Rápidamente implementó una promesa de campaña para derogar la autoamnistía de la Junta. Estableció una de las primeras comisiones de la verdad: su informe, titulado Nunca Más, encontró que al menos 8.960 personas habían «desaparecido» durante la dictadura, muchas de las cuales no tenían conexión con la guerrilla. Alfonsín estaba decidido a que los autores de la violencia y la ilegalidad fueran juzgados. Cambió la ley para que, si los tribunales militares se demoraban al juzgar a sus pares, un tribunal civil pudiera hacerlo.

Finalmente, fue lo que sucedió. La película se centra en el trabajo de Julio Strassera, el fiscal adelante del caso. Se le retrata como un hombre común que se mete en un papel extraordinario, en una interpretación característicamente convincente de Ricardo Darín (quien protagonizó la película ganadora del Oscar «El secreto de sus ojos»). El joven asistente de Strassera, Luis Moreno Ocampo, se convertiría más adelante en el primer fiscal de la Corte Penal Internacional. Trabajan en una atmósfera de amenazas y tensión. “Les daremos a los comandantes militares lo que no les dieron a sus víctimas: un juicio justo”, dice Strassera. Los fiscales recurren en gran medida al trabajo de la comisión de la verdad. Los testigos ofrecen testimonios desgarradores de tortura y malos tratos.

El tribunal condenó a dos de los miembros de la Junta a cadena perpetua, tres a penas de prisión y liberó a cuatro. Fue histórico, la primera ocasión en América Latina en que dictadores fueron juzgados y sentenciados por un tribunal civil. Alfonsín también decretó que los tribunales debían investigar a los comandantes de la guerrilla, responsables de más de 1.000 muertos en la década de los 70 y cuyas acciones habían desencadenado el golpe militar. Mario Firmenich, el líder de los Montoneros, fue condenado a cadena perpetua, luego indultado en el gobierno peronista de Carlos Menem y actualmente vive en Nicaragua, siendo funcionario del régimen de Daniel Ortega.

El juicio de la junta requirió mucho coraje, ya que las fuerzas armadas aún eran poderosas. Mientras continuaban los juicios contra otros oficiales y con el gobierno impopular debido a problemas económicos, Alfonsín enfrentó varias rebeliones militares. Se vio obligado a detener más juicios.

Los juicios comenzaron nuevamente con Néstor Kirchner, cuando el ejército había sido neutralizado por el recorte de su presupuesto con Alfonsín y Menem. En 2004, el presidente pidió disculpas en nombre del Estado “por la vergüenza de haber callado tantas atrocidades durante 20 años de democracia”. La versión de justicia de los Kirchner es selectiva: mientras que más de 1.000 militares ancianos han sido sentenciados, Firmenich vivió tranquilamente en España, enseñando economía, y como mencionamos, ahora asesora a otros tiranos. Muchas personas vinculadas a los Montoneros sirvieron en los gobiernos de los Kirchner. Cristina Kirchner, ahora vicepresidenta, desconoce y ataca al poder judicial por acusarla de corrupción.

Raúl Alfonsín
Nestor y Cristina Kirchner

Una crítica a “Argentina, 1985” es que Alfonsín aparece brevemente, instando a Strassera a hacer su trabajo sin temor a la intervención política. Pero el juicio habla por sí mismo, si el presidente, considerado por muchos «el padre de la democracia» no hubiese dado su respaldo, el estado de derecho habría sido derrotado. Además, muestra el historicismo reinante en Argentina, cuando algunos de los gobiernos que siguieron, como los de Nestor y Cristina Kirchner, se apoderan de la historia y la deforman para beneficio propio.


Artículo originalmente publicado en The Economist: «A film about Argentina’s history sheds light on its politics today».

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