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Magnicidio en Japón, un hecho no tan aislado

Por Emilio Cruz López

Shinzo Abe se convirtió para Japón en el primer ministro con mayor tiempo en el cargo y fue asesinado el pasado 8 de julio en la ciudad de Nara mientras realizaba un acto de campaña. Su asesinato no es un suceso habitual en el presente del Japón, pero históricamente se han dado diferentes magnicidios en este país.

El ataque puso en luto a todo Japón y a gran parte de la comunidad internacional. Alteró además los planes de campaña de las elecciones nacionales que iban a celebrarse solamente dos días después del asesinato.

Las elecciones parecían dirigirse a un desenlace bastante tranquilo, pero el 8 de julio se sembró un caos político que generó que los partidos en contienda retrocedieran y cerraran filas, sin embargo, la elección siguió adelante.

“Unas elecciones libres y justas son la base de la democracia, y debemos protegerlas absolutamente, no nos rendiremos ante la violencia”

Fumio Kishida, Primer Ministro de Japón luego del magnicidio de Abe

A menudo, en Japón, las personas postuladas menos conocidas tendrán una candidatura más destacada en la que se terminarán uniendo. Eso es lo que Abe estaba haciendo aquel viernes; apoyar a un político más joven que se postulaba para la reelección, a pesar de que él mismo no se presentó a los comicios.

El partido de Abe, los Demócratas Liberales, han sido la fuerza política dominante en Japón desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y los dispersos partidos de oposición del país tenían pocas esperanzas de cambiar eso el domingo de esa semana.

Incluso después de dejar el cargo de primer ministro en 2020, Shinzo continuó siendo una fuerza poderosa en su partido, impulsando sus objetivos de largo plazo como lo eran el aumentar el gasto militar de Japón y cambiar su Constitución pacifista para permitirle mantener un ejército permanente.


Shinzo Abe algunos instantes antes de recibir el disparo fatal en la ciudad de Nara.

En la escena del crimen se evidenció que el ataque no se produjo con un arma común, sino que fue con un arma improvisada. Esto se da porque Japón tiene regulaciones excepcionalmente estrictas en cuanto a las armas, las que prohíben que el ciudadano promedio obtenga un arma de fuego.

A los ojos del mundo Japón logró crear la percepción de ser un país “tranquilo” y realmente en las políticas nacionales también ha buscado lograrlo. Tal es el ejemplo del control de armas mencionado anteriormente. Cabe aclarar que el Japón moderno tiene pocos homicidios, y los cometidos con armas de fuego, como el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe, son extremadamente raros.

A pesar de esto, Japón tiene un largo historial de magnicidios, atentados e intentos de asesinatos a figuras políticas importantes, así como también de violencia. En 1960, el líder del Partido Socialista de Japón –Inejiro Asanuma– fue apuñalado durante un debate televisado. El autor, Otoya Yamaguchi, quien era un estudiante universitario de 17 años que pertenecía a un grupo ultranacionalista, atacó con una espada larga en el pecho a Asanuma.

El apuñalamiento fatal fue uno de al menos tres intentos de asesinato durante un año turbulento en el que surgieron una serie de grandes protestas contra la revisión de un tratado de seguridad entre Estados Unidos y Japón. Tres meses antes del asesinato del Sr. Asanuma, el primer ministro Nobusuke Kishi fue apuñalado en su casa en Tokio, pero sobrevivió. Kishi era el abuelo de Shinzo Abe.


La muerte de Asanuma se convirtió en un símbolo en el Japón de la segunda mitad del Siglo XX. Yaushi Nagao (Izquierda) recibió el premio Pulitzer en 1961 por su fotografía del trágico momento.

En 1995 una bomba fue detonada en la oficina del gobernador de Tokio, hiriendo gravemente a su secretaria. Koki Ishii, miembro de la oposición en el parlamento japonés, fue asesinado en 2002 por un extremista de derecha. Iccho Itoh, alcalde de Nagasaki, fue asesinado en 2007 por una figura del crimen organizado. Así mismo, el anterior alcalde de Nagasaki habías recibido un disparo en 1990, aunque logró sobrevivir.

Las décadas anteriores a la guerra fueron una época mucho más violenta en la política japonesa, con múltiples intentos de golpe por parte de oficiales militares de extrema derecha. En la primera mitad del siglo XX en Japón también hubieron magnicidios, los más importantes fueron los de dos primeros ministros; Hara Takashi en 1921 y Inukai Tsuyoshi en 1932.

Takashi fue asesinado por un operario de trenes de ultraderecha mientras se encontraba esperando en la Estación de Trenes de Tokio. Por su parte, Tsuyoshi fue asesinado en un intento de golpe de estado. Este fue el último control político de corte civil en Japón hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Portada del Asahi Shimbun, el segundo periódico en importancia de Japón, del 15 de mayo de 1832 anunciando la muerte de Tsuyoshi.

Todos y cada uno de estos asesinatos marcó un antes y un después en la historia política del Japón, y todos y cada uno de ellos quedó grabado en la población. Así también nos muestra que el país nipón mantiene aún en sus raíces vestigios de lo que alguna vez fue una cultura guerrera y violenta.

Evidentemente el caso de Shinzo Abe no será la excepción, no solamente fue el Primer Ministro con más años en el cargo, sino que su salida se dio por condiciones de salud y no por una falta de confianza en su liderazgo. Es un hecho que su asesinato sorprendió a la nación y enmudeció al mundo entero.


Emilio Cruz López (México): Estudiante Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Iberoamericana.

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