Odisea en el espacio: Inteligencia Artificial y Política
Por Agustina Miranda Giordano
Trazar un puente entre la ficción narrada en una película y la realidad de nuestra época es posible y nos permite visibilizar problemáticas filosófico-políticas de gran interés.

2001: Odisea del espacio es una película del género de ciencia ficción, dirigida por Stanley Kubrick, estrenada en 1968. El guion fue escrito por el director junto al novelista Arthur Clarke, el cual fue convocado por el mismo Kubrick. Este relato de ciencia ficción distópico parece poner de manifiesto, ya en 1968, problemáticas actuales.
En términos generales podemos vislumbrar dos líneas argumentales relatadas en la película. Por un lado, la trama principal tiene que ver con la narración de la historia de la evolución humana. Paralelamente hay otra trama que tiene que ver con la inteligencia artificial (IA) alcanzada por la máquina HAL 9000 y su rebelión contra sus creadores, es decir, los seres humanos.
Los tiempos en la película se tejen de un modo sofisticado y cavilado. El relato va hacia el pasado y el futuro, después de 1999, explicando el origen de la especie humana hace tres millones de años en África, cuando los extraterrestres expusieron un monolito ante una tribu de hombres primitivos. Este fue el impulso para el posterior despliegue y desarrollo de la mente humana.

En tanto relato, Odisea en el espacio, construye una cartografía de la evolución del hombre y la inteligencia. En esta búsqueda permanente los seres humanos se dirigen hacia la consumación de la “fragilidad y precariedad del cuerpo” para alcanzar un estado de desarrollo mental superior, independizado de ataduras físicas. El desarrollo evolutivo tiene sus raíces en el proceder científico, que conduce al ascenso del hombre en la jerarquía del cosmos.
Sobre la trama de 2001
La película está dividida en cuatro momentos. En “El amanecer del hombre” (Parte I) se exponen las escenas mudas, ni los personajes hablan ni hay voz en off, esto vendría a representar la etapa prelingüística y premental de la humanidad. Se narra el elemento primigenio de la humanidad. El enriquecimiento de la mente es el comienzo de algo que cambiará el rumbo de los acontecimientos futuros. El amanecer deja de ser metafórico y se vuelve literal.
“El viaje lunar” (Parte II) inicia cuando el hueso lanzado por el primate conduce a una elipsis de varios millones de años y da paso a la nave que viaja por el espacio en 1999. En “Misión a Júpiter” (Parte III) la narración se sitúa en el año 2001, en una nave espacial llamada Discovery la cual se dirige hacia Júpiter. Esta posee una computadora de última generación, la HAL 9000, con ojos y oídos artificiales que le permite establecer una fluida comunicación con los humanos. Aquí se empiezan a complicar las cosas, tras varios sucesos, David consigue desconectar a HAL y descubre la verdadera misión.
Finalmente en “Júpiter y más allá del infinito” (Parte IV) Bowman se metamorfosea en un nuevo tipo de hombre, desprovisto de su cuerpo humano. La misma música aparecerá al final de la película, Así habló Zaratustra, cuando Bowman en tanto un feto evolucionado flote hacia la tierra augurando un nuevo comienzo, al modo del Superhombre de Nietzsche.
Inteligencias posibles en Odisea
El hueso usado como herramienta cambiará su estatus social y modificará la jerarquía del grupo y las relaciones sociales. La creación de instrumentos, es decir tecnologías, ha comenzado. Cuando el hombre primitivo lanza al aire el hueso. Podemos traducir esta escena como una metáfora referida a que las armas prehistóricas darán paso, en el futuro, a armas más potentes. Para Kubrick, el surgimiento de la inteligencia humana se encontraba ligado al desarrollo de las herramientas en el mundo primitivo. Y, unido a este concepto, se encuentra el de usarlas tanto para la destrucción y la muerte, como también para la creación.

Entonces, ¿qué tiene de especial la inteligencia humana? Saber es dejar de estar en peligro, el cultivo de la mente por la adquisición de conocimiento no solo tiene una aplicación práctica en la vida cotidiana, sino que funciona como impulso evolutivo en la narración del destino colectivo de la humanidad que construye Odisea.
Ahora bien, uno de los grandes hitos de la película es que construye la posibilidad de un futuro tecnológico: la creación de inteligencia artificial HAL 9000, una computadora algorítmica heurísticamente programada (lo que le da nombre en inglés como HAL: Heuristically programmed ALgorithmic computer). Cuenta con la posibilidad de controlar todos los sistemas de la nave Discovery. Ella habla, comprende y cumple funciones de mando, controla todas las funciones y actividades de la nave.
HAL es una entidad omnipresente e inaprensible. Precisamente, es su ambigüedad corpórea junto con su poder de control, produce una sensación de permanente presencia y control total sobre los tripulantes. Ahora bien, cabe preguntarnos si en realidad ¿Este es un escenario distópico, sólo posible en una película de ciencia ficción? En los últimos tiempos, el gran avance tecnológico, junto al uso de supercomputadoras y los progresos en deep learning y los sistemas de IA, nos acercan enormemente a lo que Kubrick y Clarke plantean en la película.
Implicancias e impacto de la IA en la esfera política
“El hombre es un animal político” afirma Aristóteles en la Política, es decir, el hombre a diferencia de los animales, vive en sociedades organizadas políticamente, posee la capacidad de ordenar sociedades y organizar la vida en las ciudades (polis) con el objetivo de lograr el bien común. En este sentido, ¿qué impacto tiene el uso de IA en la esfera política y en la vida democrática?
En la actualidad la política y la administración pública -como gran parte de las esferas de la vida de los individuos- están experimentando un proceso de transformación debido a la introducción de tecnologías y sistemas inteligentes automatizados. Lo digital como un fenómeno disruptivo puede ser visto, desde la perspectiva de su capacidad de transformar la sociedad, en términos de cambios de hábitos en las personas e incluso en cambios en las escalas de valores.
Por un lado, la IA está modificando el modo cómo producimos, consumimos, trabajamos y nos comunicamos, lo cual también trae consigo nuevas opciones para los gobiernos. Su incorporación en el ámbito político y público es amplia como: la posibilidad de automatizar tareas del sector público, distribuir responsabilidades entre humanos y máquinas, hasta facilitar el desarrollo de varias funciones basadas en el uso de datos. Las áreas de trabajo en las que tiene incumbencia son la salud, la educación, la seguridad y defensa, la administración interna del estado, entre otras.
Por otro lado, al hablar de la relación entre IA y democracia, como afirma el catedrático Daniel Innerarity estamos formulando requerimientos en un doble sentido, esto es “cómo configurar la automatización para no sacrificar valores claves de la convivencia democrática y qué tipo de innovaciones democráticas debemos acometer para no privarnos de los beneficios de la automatización”.
Esto genera muchos interrogantes y conflictos sobre ¿Quiénes tienen acceso a nuestros datos, la autoridad para decidir y el poder para hacer cumplir esa autoridad?, ¿qué o quién decide y es responsable de las acciones automatizadas?, ¿quién tiene derecho a utilizar la información subida a las plataformas? Esto último es problemático ya que mediante el uso de IA se transforma la conducta de los seres humanos en datos (Big Data) con el fin de proporcionar la información necesaria para poder prever las conductas de éstos como consumidores e incluso como actores políticos.
Entonces ¿Cuál es el valor democrático de todos estos datos y sus predicciones? ¿Estos sistemas potencian o limitan la capacidad humana para decidir? Ciertamente, este es un debate que no se agota aquí, muchas son las aristas a analizar.
Puesto que -en esta sociedad de la información- el uso de la tecnología en la cotidianeidad y los sistemas automatizados nos empujan a la irreflexividad en el sentido postulado por Hannah Arendt como” la incapacidad de criticar las instrucciones, la falta de reflexión sobre las consecuencias, la disposición a creer que las órdenes son correctas”.
Innerarity señala que pretende desarrollar una “teoría de la decisión democrática en un entorno mediado por la inteligencia artificial. Necesitamos una filosofía política de la inteligencia artificial”. Ningún dispositivo por avanzado que sea puede evadir el diálogo democrático.
Como hemos analizado en la película, la noción de inteligencia atraviesa a la humanidad desde sus orígenes hasta su propia evolución. Por lo tanto, es preciso no abandonar esta capacidad reflexiva que nos permita hacer un uso crítico y responsable de la misma.
Agustina Miranda Giordano (Argentina): estudiante de Profesorado de grado universitario y Licenciatura en Filosofía, Universidad Nacional de Cuyo.
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