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Orgullo como respuesta política

Nuestro Orgullo nació luchando. Fue una revuelta que marcó el inicio de un movimiento disruptivo, un alto al orden cis-heteronormativo que venía oprimiendo nuestra libre expresión. Este sería un modo en que podríamos interpretar los disturbios que se generaron en la noche del 28 de junio de 1969 en el pub gay ‘The Stonewall Inn’, en Greenwich Village, Nueva York. Sin embargo, no todo gira en torno al norte como bien se ha demostrado a lo largo de los siglos.

Fotografía: Ariel Gutraich

Se puede afirmar que el movimiento de liberación homosexual tuvo su hito fundacional en los incidentes ocurridos aquel 28 de junio. Si bien se registraron otros eventos y manifestaciones previamente, hay un consenso general en que fueron estas revueltas las que dan comienzo a la consolidación del movimiento por los derechos del colectivo LGTTTBIQ+. Los hechos estuvieron marcados por un alto grado de espontaneidad y violencia institucional que promovieron las fuerzas policiales, quienes tenían la insana costumbre de llevar adelante razzias por los bares de la zona. Las víctimas de estos ataques siempre resultaban ser, en mayor medida, personas travestis y transexuales ya que las normativas vigentes penalizaban el uso de ropa y accesorios que no coincidieran con el género al cual fueron asignados en su nacimiento. Pero llegaba el momento de poner un alto a tanta opresión.

Una de las figuras más trascendentales de este momento se llamaba Marsha P. Johnson, mujer transgénero afroamericana y drag queen. Fue una de las principales voces que se alzaron en el icónico bar en el momento de la redada que derivó en una serie de manifestaciones que perduraron por días en el barrio de Greenwich Village. Luego, junto a Sylvia Rivera, fundaron la organización STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries) que prestaba ayuda y contención a las personas trans sin hogar. También se le puede atribuir a Marsha ser una de las impulsoras de la primera marcha del orgullo gay en Nueva York al año siguiente de los disturbios. Esta fue una de las tantas acciones que llevaron a cabo las organizaciones que surgieron de estos eventos, como sostiene Leo Balistrieri (2020), siguiendo una estrategia de visibilizar su reclamo por derechos para homosexuales en marchas, manifestaciones e increpando a personalidades políticas en momentos de exposición pública. Aquí empieza a materializarse lo que será un eje central de las demandas del colectivo LGBTTTIQ+: la visibilización como instrumento político.

Tristemente en 1992 es encontrado el cuerpo de Marsha sobre el río Hudson de Nueva York, luego de que se realizara una nueva edición de la marcha. La policía afirmaba que se había tratado de un suicidio, cerrando rápidamente el caso que dejaba más dudas que certezas. Nadie les creía ya que era común en ese entonces que los cuerpos de las personas trans aparecieran tirados como si fueran una simple bolsa de basura, luego de ser golpeadas y asesinadas mientras caminaban por las calles. Pasarían muchos años hasta que comenzara a identificarse estos homicidios como actos de odio por la identidad de género, es decir, travesticidios/transfemicidios.

Marsha P. Johnson. Fotografía: Netflix
Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera en el Desfile del Orgullo Gay en la ciudad de Nueva York en junio de 1973. Foto: Leonard Fink.

Estas revueltas fueron sentando las bases de lo que se conoce como Orgullo LGTTTIBQ+ y del movimiento de liberación sexual. Las estructuras cis-heteronormativas impuestas por los gobiernos e instituciones comenzaban a resquebrajarse, y por cuyas grietas se escurrían luces y voces que clamaban una noción clara pero revolucionaria: libertad de ser y de sentir. Llegaba el fin del “deber ser” para simplemente “ser”.

Argentina no estuvo exenta a tales ideas y eventos durante 1969, pero la amalgama con las mismas tuvo complicaciones por la situación política que atravesaba. Resulta necesario recordar que por esos años el país estaba gobernado por una dictadura militar que había iniciado en 1966 y la inestabilidad duraría hasta el retorno de la democracia en 1983 con Raúl Alfonsín luego de la última dictadura (1976 – 1983) que vivió el Estado. A pesar de esta situación, durante los 70 comenzaban a surgir pequeñas organizaciones y publicaciones que manifestaban su hartazgo por la represión policial y sexual que el “Onganiato” promovía perversamente. Los grupos de “Nuestro Mundo” y el “Frente de Liberación Homosexual” marcaron el inicio de la incidencia política y visibilidad, cuidada por ese entonces por la situación que se vivía en el país, de las organizaciones LGBTTTIQ+ en Argentina. Pero con la llegada del Proceso de Reorganización Nacional —nueva y última dictadura militar— empezaron a dejar de funcionar porque la desaparición de personas estaba a la orden del día.

El retorno de la democracia en 1983 implicó una apertura sin escalas hacia experiencias y vivencias que hasta entonces habían estado reprimidas, y las oportunidades estaban a la vuelta de la esquina. Este es el punto en que Carlos Jáuregui, junto a otros homosexuales y lesbianas, comienzan a organizarse bajo lo que fuera la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Desde allí, Carlos empezaría a impulsar el reclamo por los derechos de las personas homosexuales utilizando la visibilidad como la herramienta fundamental para instalar esas demanda en la agenda política y social. La participación mediática en revistas, artículos periodísticos y programas televisivos fueron la clave para asentar una realidad contundente: las personas homosexuales existen y no van a encerrarlas en un closet nuevamente.

Fotografía: Brendan McDermid (REUTERS)
Carlos Jáuregui.

Jáuregui fue la cara y el cuerpo de los reclamos por los derechos civiles de gays y lesbianas. Acuñó una frase que sintetiza inteligentemente pasado y futuro, de donde venimos y hacia donde queremos ir: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el Orgullo es una respuesta política”. Así surgieron las alianzas con otras organizaciones afines ideológicamente a la idea subyacente de sus reclamos: la lucha por la vigencia de los derechos humanos. También tejió lazos con referentes y organizaciones de travestis y personas trans, en particular con Lohana Berkins.  

En 1992, por insistencia de Jáuregui, se realiza la Primera Marcha del Orgullo Gay Lésbico en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La fecha elegida fue el 28 de junio de ese año en homenaje a los disturbios de Stonewall aunque, con el devenir de los años, se trasladó su fecha al mes de noviembre en recuerdo de la formación del grupo Nuestro Mundo ocurrida durante noviembre de 1967. Los reclamos por los derechos civiles (y humanos) fueron inscriptos como lemas de cada marcha que se realizó, siendo hoy una poderosa arma de visibilización de demandas y necesidades del colectivo LGBTTTIQ+.

Segunda Marcha del Orgullo, año 1993. Fuente: Videoteca de SIGLA -Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina.

En este marco de referencia, no podemos olvidar la figura histórica de Lohana Berkins, activista travesti por el derecho a la identidad. La “Comandanta de las Mariposas”, título honorífico que fue otorgada por sus compañeras de lucha, toma el concepto de “orgullo” y lo asocia como parte intrínseca de la identidad travesti. “Orgullosamente trava” diría Lohana casi siempre en sus entrevistas, porque comprendía que habían sido despojadas de tantas cosas pero que jamás podrían quitarle algo que construyeron: su identidad.

La deconstrucción de las dicotomías jerarquizadas que se nos imponen es nuestra meta. En otras palabras, quiero decir que el travestismo constituye un giro hacia el no identitarismo. Creo que en la medida en que las identidades se convierten en definiciones señalan límites y se vuelven fácilmente separatistas y excluyentes. Esto es lo que Kim Pérez llama identitarismo. Los seres humanos somos un punto de partida más que un punto de llegada; más que un ser, somos un proceso”.

Lohana en Un itinerario político del travestismo (2003).

Este breve recorrido histórico y político se torna imprescindible para comprender los motivos de las luchas que hoy en día lleva el movimiento por los derechos del colectivo de personas LGBTTTIQ+. He aquí las razones por las cuales se celebra el orgullo de ser, sentir, amar y de desear en esta fecha, porque durante años el sometimiento fue tanto que nos quitaron la alegría de una vida plena. Los sacrificios de nuestros/as ancestros/as, poniendo su cuerpo e identidad al frente de todo, nos permiten hoy gozar de derechos que les fueron negados.

Carlos Jáuregui dijo que “el origen de nuestra lucha está en el deseo de todas las libertades”. Ese es el camino. Orgullo y lucha, siempre.  


Alejandro Cabral Páez (Argentina): estudiante de Ciencia Política y Administración Pública (UNCUYO) y Coordinador de Ciudadanía Universitaria y Participación de la Secretaría de Bienestar Universitario (UNCUYO).

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