No nos celebres
La voz del movimiento feminista ha ido resonando cada vez más fuerte en nuestra sociedad. El 8M es un día para volver a recordar y reconocer nuestros reclamos, pero que poco tiene que ver con un momento de celebración.

En la última semana las plataformas digitales estuvieron colmadas de posteos y publicaciones con una campaña en común: el Día Internacional de la Mujer. Marcas, personalidades y medios de comunicación hicieron uso de este día para dos fines completamente diferentes.
Mientras unos aprovecharon la ocasión como un día para aumentar sus ventas, otros buscaron darle la vuelta con algunos consejos para “no embarrarla este 8M”. Adivinen cuáles son las estrategias de marketing content que mejor se ajustan a este día. Aún están quienes se preguntan, ¿qué tiene de malo festejar el 8 de marzo y celebrar la existencia de la mujer como un símbolo de la feminidad? He aquí lo que creo correcto responder.
El Día Internacional de la Mujer es muchas cosas, menos celebrar nuestras cualidades femeninas. De hecho, si googleamos el significado de la palabra “femenino” el resultado que nos larga el buscador es “ser vivo que tiene órganos para ser fecundado”. Otros diccionarios nos indican que es un adjetivo que define algo “propio de la mujer o que posee características atribuidas a ella”.

Y la intención del 8M no podría estar más lejos de querer recordar y celebrar todo lo bueno que tiene ser mujer. Hago una pausa de aclaración: tampoco tiene la intención de recordar todo lo malo. Con esta afirmación no pretendo establecer juicios de valor en cuanto a una condición humana.
En realidad, tales valoraciones no deberían existir, en tanto limiten nuestra propia existencia. Y la historia lo ha demostrado: ser de tal forma o tal otra ha vuelto a muchos seres humanos víctimas de la sociedad, de su gobierno, de su familia y del sistema mismo.
Ya lo sabemos. Pero para quienes no y para quienes lo olvidaron, es importante saber que el 8M pretende ser un recordatorio especial de la lucha feminista. Feminista, porque pretende dejar de lado las condiciones que alguna vez nos etiquetaron y nos limitaron (y aún lo hacen) en la persecución de nuestros derechos.

El 8 de marzo de 1857 y el 8 de marzo de 1911, grupos de mujeres trabajadoras reclamaban condiciones dignas de trabajo en un contexto industrial de capitalismo creciente sin piedad ni respeto humano. En la primera protesta mencionada las mujeres fueron detenidas pero, en la segunda, las trabajadoras habían sido encerradas dentro de su lugar de trabajo y la fábrica fue incendiada.
Desde mitades del siglo XIX hasta la actualidad, el movimiento feminista se ha ido clasificando en diversas olas según los derechos que fuimos adquiriendo gracias a la participación de las mujeres en la política y el rol especial de las huelguistas que protestaron por ellas, por todas y cada una de nosotras, apostando por un mundo más igualitario y menos patriarcal.
La suma de reclamos que construyeron nuestra historia de fortaleza y empoderamiento, nos llevaron al lugar donde estamos hoy. Sin la lucha incansable de mujeres que pelearon por el voto, mejores condiciones laborales, nuestros derechos sexuales y reproductivos, la visibilización de la violencia de género, trans y racista (aunque este es un camino recién empezado), la visibilización y valoración del trabajo doméstico, entre tantos otros derechos adquiridos, no habrían sido posibles.
Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. El inicio del 2021 en Argentina es tan solo un pequeño ejemplo de ello. Con un total de 64 femicidios hasta el 28 de febrero (un femicidio cada 23 horas), esta triste realidad nos da una pauta de gran importancia: ya nos enseñaron a definir qué es la violencia de género, nos enseñaron a protegernos y a cuidarnos las espaldas entre nosotras. Pero un sistema patriarcal no se derriba enseñando a niñas y a mujeres cómo defenderse, se derriba enseñando todo lo que un sistema patriarcal esconde.
«La mejor forma de cultivar la valentía en nuestras hijas y otras jóvenes es mediante el ejemplo. Si ven a sus madres y a otras mujeres de sus vidas afrontar el futuro sin temor, sabrán que es posible hacerlo».
Gloria Steinem, periodista y activista.
Este sistema oculta la complicidad de industrias que aún ponen a la mujer como objeto de deseo; la complicidad estatal de quienes nos descuidan, pero defienden al violento y abusador. Esconde el pacto de silencio entre varones que no acusan al amigo, padre, hermano violento y abusador. Es un sistema que no reconoce a mujeres transexuales como mujeres, y descalifica y desprotege a las trabajadoras sexuales; juzga a las mujeres a pesar de su desempeño, su formación y sus capacidades, en el que las creencias religiosas lejos de ser cuestionadas, aún mantienen prácticas que ponen a la mujer en situaciones de vulnerabilidad.
Derribar los duros muros de silencio, complicidad e indiferencia, educando a toda la sociedad, desenmascarar las “fortalezas” de las masculinidades que con un solo dedo acusador se esconden detrás de una machocoraza, serán herramientas que ayudarán a despertar una conciencia luchadora por el respeto, la equidad y la dignidad de todas las personas.


Si llegaste hasta acá y no encontrás una clara respuesta sobre por qué no hay nada que festejar, puedo dejarte más motivos: mientras nos gobiernen hombres acusados de violencia y delitos sexuales; mientras existan culturas donde aún se practica la mutilación genital femenina (y también la masculina); mientras aún existan los matrimonios infantiles arreglados; mientras haya niñas que por ser mujeres y ser madres no puedan asistir a la escuela porque su deber “es estar en la casa”; mientras nos sigan matando todos los días; mientras no se rompa el pacto de silencio entre varones; mientras existan las discriminaciones por género, no hay nada que celebrar.
Entonces, ¿qué es lo que sí podemos hacer el 8M y los próximos que vengan?
El 8 de marzo sigue siendo un día histórico que merece estar en la agenda política y social internacional, nacional y local, ya que es el día en el que las cartas necesarias para seguir luchando vuelven a aparecer sobre la mesa. Se hacen presentes reclamos y realidades para repensarnos, cuestionarnos, pero también para reconocer el incansable trabajo de mujeres que apostaron por un mundo más igualitario.
Entonces, durante el 8M no queremos que nos celebres. No queremos descuentos, promociones, ni mensajes que nos hagan sentir más mujeres. Queremos romper con las estructuras que nos atan a un mundo en el cual todavía tenemos que pedir justicia. Hoy no es un día feliz. Feliz será el día que no tengamos que recordarle al mundo que tenemos los mismos derechos, que somos libres e iguales ante la ley.
No queremos que celebres nuestra gracia femenina. Queremos que recuerdes la lucha feminista, una lucha no solo de hoy, sino de todos los días. Que este día sirva para seguirnos construyendo feministas y justos. Feminista no se nace. Feminista es quien se hace.
Ana Paula Collado (Argentina): Licenciada en Relaciones Internacionales, Universidad de Congreso, y columnista en Diplomacia Activa.
Categorías