África: de vertedero al compromiso ambiental
La producción y el consumo de plásticos de un solo uso son una seria amenaza medioambiental, pero el continente se comprometió a dar la pelea.

Nos ahogamos en plástico
Como bien se sabe, estamos acabando con los recursos del planeta, gastando más de lo que necesitamos y, por si no fuera suficiente, también creamos y producimos materiales que afectan el entorno donde vivimos, ecosistemas y a los seres vivos que los habitan.
El plástico, sin el cual pareciera que no podemos vivir hoy en día, es un material perdurable que se utiliza para una gran variedad de elementos como envases, ropa, tecnología, construcción, entre otros; es resistente para lo que necesitamos, no se oxida ni corroe como el metal, por lo cual su vida útil es muy larga. Existen siete tipos diferentes, no obstante no todos se pueden reciclar ni reutilizar, especialmente los que están mezclados con diferentes materiales y no se pueden separar; los hechos con otras resinas; los degradados por el sol; y los que están pigmentados. De esta forma se convierten en plásticos de un solo uso que son botados a la basura diariamente y contaminan el ambiente.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), para el 2015 se estaba produciendo en todo el mundo 400 millones de toneladas de plástico y el 47% de este era de un solo uso. El tiempo que es usado un empaque es muy poco y si no se hace el debido proceso de limpieza y reciclaje no puede ser verdaderamente reutilizado, por tal razón el 79% de los residuos plásticos termina en vertederos, basureros y por lo tanto, impactando negativamente en el entorno; el 12% es incinerado afectando el aire que respiramos y sólo el 9% es debidamente reciclado.
África como vertedero mundial
La producción, el consumo y la falta de conciencia, han provocado que nos veamos inmersos en montañas y mares de desechos distribuidos en diferentes países en vía de desarrollo, principalmente localizados en África, América Latina y Asia que reciben y gestionan basura del resto. Estados como Ghana, Kenia y Senegal reciben entre 7,3 y 27,7 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, peligrosos e incluso tecnológicos y, lamentablemente no tienen la capacidad ni los mecanismos para realizar una gestión y un reciclaje efectivo de los mismos, terminando en mares, cuencas hídricas, calles… en donde uno nunca piensa encontrar, allí está.
El problema crece cada día en estas regiones: los desechos contaminan todo lo que tocan, obstruyen drenajes, corrompen las cuencas hídricas, se vuelve parte de sus vidas y no de una forma positiva. En el 2019 en Sudáfrica se vieron olas de basura que se acumulan cada vez que llueve y que terminan provocando inundaciones grandes que afectan barrios y poblaciones enteras.

Un buen impulso
La gravedad de la situación ha llevado a los diferentes gobiernos del continente a adoptar políticas relacionadas a la protección del medio ambiente; sin embargo no todas las medidas pueden ser implementadas, por lo menos no aquellas que conllevan un gran gasto o inversión de capital o recursos, teniendo en cuenta que la mayoría de los países están en vía de desarrollo. Como consecuencia, los líderes deben analizar cuál es la mejor opción: invertir en infraestructura para reciclar ciertos residuos o reducir la utilización de ciertos productos como los plásticos de un solo uso.
Para finales del 2019, estados como Camerún, Egipto, Eritrea, Ghana, Kenia, Mauritania, Marruecos, Nigeria, Ruanda, Sudáfrica, Tanzania, Etiopía y Botswana, implementaron medidas para eliminar su producción y distribución. Entre estas encontramos la prohibición total de bolsas de plástico, impuestos combinados por la utilización y la prohibición total punitiva de plástico de un solo uso.
En general, la idea de reducir la producción y consumo de este material no viene solo de los gobiernos, si no que la sociedad global y los activistas han estado pidiendo esta regulación. ONU Medio Ambiente ha trabajado de la mano con los gobiernos africanos para establecer políticas, así como crear programas orientados a reducir la cantidad de plástico que hay en el continente. Utilizando hashtags como #SinContaminación y #BeatPlasticPollution, y desarrollando actividades como la recolección de botellas y bolsas en calles, mares y demás, Naciones Unidas ha logrado acercarse y mostrarle a la comunidad africana lo importante que es la lucha contra la contaminación.
Esta batalla no solo ha aumentado la conciencia sobre lo dañino que es el plástico, sino que también ha logrado que haya alianzas entre las empresas del sector privado, la población y el gobierno de cada país, haciendo énfasis en que es un problema que nos afecta a todos y por eso debemos luchar juntos. Las leyes, medidas y multas que se han impuesto, obligan a todos los sectores a trabajar de la mano. Esto ha dado como resultado también un crecimiento de productos innovadores como colchones hechos de bolsas plásticas reutilizadas; o incluso el apoyo del gobierno para la creación de nuevos empleos que reemplacen los de las fábricas de plástico. En general, se deben pensar diferentes alternativas que enseñen sobre la conciencia ambiental y que ayuden a llenar el vacío que deja su prohibición, pero siendo totalmente amigables con el medio.
Todos debemos hacer el esfuerzo
Nos hemos convertido en adictos al plástico, lo usamos sin siquiera darle un valor o uso significativo, no aprovechamos su versatilidad ni resistencia. Nos dedicamos a gastar, usar y botar. Sin embargo, así como en África, cada vez hay más personas comprometidas con el ambiente y es aún más importante que sean los gobiernos los que tomen las iniciativas, pues dan ejemplo a otras regiones y le muestran a la comunidad el compromiso y responsabilidad que se debe tener frente a este asunto que se ha vuelto de vital importancia.
Aunque creamos que no usando una bolsa o no comprando una botella no hacemos mucho, la suma de pequeñas acciones individuales puede terminar en una gran acción conjunta. Tan solo pensemos en cómo los países del continente africano, que viven rodeados de plástico y desechos, tomaron la decisión y están dispuestos a unirse al cambio. Todos podemos ser parte de la solución.
Camila Andrea Romero Arce (Colombia): pregrado de Relaciones Internacionales, Pontificia Universidad Javeriana.
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