¡Y tenían razón!
Por Tomas Peña
Diplomáticos de alta envergadura, competentes al actual conflicto, así también como profesores y funcionarios de diversos países vaticinaron las falencias de un acuerdo que ya se ha derrumbado.

Con un alto grado de tacto geopolítico, amparado en la historia de Medio Oriente y la profunda crisis humanitaria en la cual se ve sumida la franja de Gaza, previeron que el acuerdo pactado para el 19 de enero de 2025, pese a bienintencionado, carecía de robustez sustancial para prevenir lo acontecido.
Esto se traduce en nuevo saldo de víctimas devastador: Según el Ministerio de Salud de Gaza, al menos 436 palestinos han muerto desde los bombardeos lanzados en la madrugada del martes 18 de marzo, del cual 183 se estiman son niños. Elevando a una cifra total, desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, a un total de 49.547 muertos, más de 112.719 heridos gazatíes y 1.139 muertos israelíes, además de más de 251 rehenes capturados durante el ataque. La primera fase del acuerdo significó una tregua de más de seis semanas que facilitó la liberación de rehenes (previo al acuerdo habían 97 personas cautivas en Gaza) a cambio de presos palestinos. Pese a ello, 58 rehenes siguen detenidos de los cuales 34 se estiman muertos, según el ejército israelí.
La recuperación de la totalidad de los rehenes ha sido el horizonte de Netanyahu desde un principio y tales intenciones fueron claramente plasmadas en el acuerdo de cese de hostilidades hoy ya violado. Ahora bien, la ira de manifestantes israelíes a lo largo del miercoles 19 de marzo demostraron acusar al gobierno de continuar la guerra y violar el acuerdo por razones políticas. El pueblo israelí reivindica la necesidad de recuperar los cuerpos secuestrados, pero la violación del acuerdo suscita dudas de diferente índole.
La reanudación de la guerra ha sido vista por varios sectores como una maniobra de salvataje empleada por el primer ministro israelí para no testificar frente la Corte de Corrupción Israelí el pasado martes 18 de marzo. Tal fecha Netanyahu solicitó prorrogar su declaración luego de continuar con los ataques en Gaza, solicitud que fue dada por la Corte por razones de seguridad. El primer ministro enfrenta tres diferentes causas de corrupción denunciadas en 2019, las cuales incluyen acusaciones de fraude, soborno y abuso de poder.
Después de dos meses de calma, Israel retoma la ofensiva. El martes 18 de marzo, múltiples ataques aéreos se llevaron la vida de más de 400 personas. Nuevos bombardeos dirigidos el miercoles 19 de marzo, acabaron con la vida de por lo menos 10 personas más pese a que Jerusalén se atribuya haberle comunicado a los residentes que se retiren. Tales ataques se dirigieron a una de las zonas donde Hamás se encuentra establecida dentro del enclave. Netanyahu advirtió amenazantemente: “esto es solo el comienzo” y “cualquier negociación futura ocurrirá bajo fuego”.
Ambas partes le adjudican la culpa al otro haber violado la tregua. Lo certero es que este ha sido el respiro más grande que han tenido los 2,3 millones de gazatíes desde octubre de 2023. Por parte de Israel, Netanyahu alega que los ataques son respuesta de la negativa palestina a aceptar las propuestas formuladas y necesarias para mantener el cese de hostilidades completo llegado el mes de abril. Cabe recordar que la fase dos implicaba no sólo la completa liberación de todos los rehenes (tanto vivos como la devolución de cadáveres) a cambio de la liberación de presos combatientes de Hamás, sino también establecer zonas tapón de 800 metros de ancho al norte y a oriente de Gaza con el fin de que se depongan las armas.
Esta parte del acuerdo es la que la comunidad internacional y los analistas más temían. En primer lugar, por las concesiones que ataban a Jerusalén. Nunca fue aclarado cuales prisioneros palestinos estaban sujetos a ser liberados ni qué número específico era el correspondiente a esta segunda fase. También siempre se ha objetado el uso de la guerra como llave de Netanyahu para sacar provecho sobre su carrera política y extender su influencia sobre la Knéset, parlamento Israelí.
Ahora la situación toma una nueva gravedad e implica un nuevo giro en la guerra. Las tropas israelíes han tomado el Corredor Netzarim que divide a Gaza en dos, restringiendo el movimiento de los palestinos, después de retirarse el mes pasado como parte del acuerdo de alto al fuego. Desde Jerusalén, todo indica que el jefe de Gobierno está reacio a sentarse a renegociar la paz en Medio Oriente en tanto no regresen las almas secuestradas. Por otro lado, Hamás ha manifestado su disposición a continuar las negociaciones, insistiendo en que no es necesario un nuevo acuerdo, sino cumplir con el ya firmado.

Las Naciones Unidas alegaron que un ataque aéreo ha provocado la muerte de un asistente humanitario y herido a otros cinco en la sede central de Naciones Unidas en Gaza. Israel ha negado estas acusaciones. El deterioro de la situación humanitaria y el fracaso de la diplomacia generan una creciente preocupación internacional. La escalada del conflicto no solo amenaza la estabilidad de la región, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de los esfuerzos de paz en Medio Oriente, además del inquietante miedo por la intervención iraní en el conflicto.
Toda la comunidad internacional posa sus ojos sobre este ataque, añorando una respuesta que reconduzca la paz. Un alto funcionario estadounidense, bajo el anonimato advirtió que la frustración del acuerdo trae aparejada la amenaza de que Irán y el grupo terrorista Hezbolá se involucren. Si esto se materializa, estaremos ante la escalada de un conflicto regional de mayor envergadura.
Tomas Peña (Argentina): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad de San Andrés, y columnista de Diplomacia Activa.
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excelente columna.
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