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¿Qué significa un mundo sin USAID?

Por Axel Olivares

La agencia, central en la ayuda internacional, enfrenta la mayor crisis de su historia, tras la decisión de Donald Trump de desmantelarla, alineándose con su política de reducción del gasto federal y aislacionismo. Mientras el mundo evalúa las consecuencias de su posible desaparición, el futuro de millones de personas en zonas de conflicto y crisis humanitaria penden de un hilo.

Ilustración | Joe Plimmer

Probablemente a muchos le sean desconocidas las siglas USAID, pero lo cierto es que este organismo ha sido clave en el desarrollo de infinidad de aspectos: desde pequeñas iniciativas esparcidas alrededor del mundo hasta el principal salvavidas de naciones que viven en la peor de las situaciones. Es por tal motivo que, luego de que el presidente Donald Trump confirmara sus intenciones de desmantelar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, cada país comenzó a evaluar las consecuencias que esta decisión tendría en su territorio. 

Si bien el nivel de dependencia a la USAID es relativo a las necesidades de cada nación, no hay región en el mundo que no tenga un vínculo en mayor o en menor medida con esta red de colaboración. Pero, ahora que la administración Trump quiere deshacerse de esta entidad, ¿cómo podrá continuar el mundo sin la USAID?

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es una agencia estadounidense independiente que nació en 1961 por iniciativa del entonces presidente John F. Kennedy. Su origen se debe a la reactualización de una serie de organismos de posguerra. Su nacimiento tuvo lugar en un momento clave para Estados Unidos y en su batalla contra la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría.

Durante esos conflictivos años en los que Cuba se había declarado un bastión comunista y la proliferación de armas de destrucción masiva, hicieron cada vez más cercana la posibilidad de una guerra nuclear. La USAID era el ejemplo perfecto de que se atrapan más moscas con miel que con vinagre. La organización fue la herramienta de soft power ideal para crear lazos de amistad con los países que debían decidir qué camino tomar en el mundo de la posguerra. 

Para cuando la Guerra Fría terminó, la USAID tomó un perfil diferente. Desde ese entonces hasta la actualidad, la agencia se extendió a más de un centenar de países, implementando programas de asistencia técnica y financiera para países de bajos recursos, pero también aportando económicamente a diferentes emprendimientos y organizaciones no gubernamentales en países de ingresos medios y altos.

Según cifras del Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos, la USAID cuenta con más de 10 mil empleados de los cuales dos tercios se encuentran trabajando en el extranjero. Con un presupuesto de US$40.000 millones (cifra publicada en 2023), la organización presta ayuda en causas que fortalezcan la democracia, pero especialmente está enfocada en países que atraviesan situaciones delicadas como la hambruna en Sudán producto de la guerra civil, el suministro de libros de texto para niños desplazados por la guerra en Ucrania, la retirada de minas en África y la contención del virus del ébola en el mismo.

Una “dádiva” cuestionable

A lo largo de su historia, la USAID ha sido objeto de cuestionamientos. Durante sus primeras décadas fue acusada de condicionar su ayuda a favor de los intereses de Estados Unidos. Además, sus integrantes fueron señalados de ser partícipes de varios golpes de Estado. Sin embargo, actualmente, las críticas provienen desde otra perspectiva.

Bajo la mirada de “MAKE AMERICA GREAT AGAIN», la USAID es vista como un gasto innecesario que podrían ser destinados a su país de origen. A pesar de que la organización representa apenas el 1% de la reserva federal, la política de “América para los americanos” impulsada por Trump busca recortar drásticamente los gastos del gobierno federal que, bajo la perspectiva del republicano, sean considerados prescindibles.

Además del factor económico, existe una mirada esencialmente ideológica en el desmantelamiento de la USAID. Bien pudo delatar esta perspectiva el secretario del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el empresario Elon Musk, quien llamó a la agencia una «organización criminal«. 

En medio de la batalla cultural que el gobierno de Trump está dando para derribar cualquier aspecto que se considere convencionalmente “progresista” o “de izquierda”, la USAID ha sido el blanco de muchas acusaciones con respecto a las ONG que financia. En los últimos años se ha visto envuelta en un conflicto retórico en materia de comunicación, siendo acusada de financiar a las organizaciones que abogan por la lucha contra la desinformación, siendo esta una aparente manipulación mediática.

Esto se debe en parte a que, a pesar de que la USAID ha ayudado a sectores opositores en países autoritarios como Venezuela o Cuba, a través de programas de promoción para la democracia, también ha financiado organizaciones de sociedad civil que paradójicamente se han inclinado por el “antiamericanismo”. Muchos medios y publicaciones independientes de izquierda son sostenidos parcialmente por la USAID, lo cual es una razón suficiente para que Trump y su fiel capataz, Musk, miren a la agencia con desdén.


Ilustración | The Atlantic

De todas formas, muchos países que viven actualmente situaciones sumamente delicadas dependen en gran parte de la USAID para mantenerse en pie. En Ucrania, la agencia destinó más de un tercio de su presupuesto para financiar el desarrollo de infraestructura destruida por los ataques rusos, así como en áreas como salud y educación. En Gaza, USAID colaboró con más de $2.100 millones en ayuda humanitaria desde el 7 de octubre de 2023, enfocándose en necesidades básicas como alimentos, agua y atención médica. Por otro lado, en países que también viven conflictos bélicos como Sudán y República Democrática del Congo, la USAID juega un papel esencial para evitar una catástrofe humanitaria.

Ayuda humanitaria: un elemento de negociación en la era Trump 2.0

El anuncio del desmantelamiento de la organización coincide con algunos eventos diplomáticos, entre ellos, la gira del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, por Centroamérica y el Caribe. Este encuentro podría representar un pequeño fragmento de una enorme agenda estratégica para Estados Unidos en la cual la ayuda humanitaria pasaría a ser un elemento de negociación.

Rubio concluyó su gira en República Dominicana, reuniéndose con el presidente Luis Abinader quien, desde su llegada al poder en 2020, ha implementado estrictas medidas de repatriación contra la inmigración haitiana. Rubio confirmó que no se suspendería la ayuda humanitaria a Haití (lo cual habría provocado una nueva ola migratoria que sería absorbida por República Dominicana). Asimismo, el secretario de Estado le dio el aval a Abinader para reforzar las políticas anti migratorias. A cambio, el gobierno dominicano se comprometió a cooperar con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, así como en el trazado de planes que aún no se anuncian.

Imagen | David Guttenfelder

“El objetivo de nuestro esfuerzo siempre ha sido identificar los programas que funcionan y continuarlos e identificar los programas que no están alineados con nuestro interés nacional e identificarlos y abordarlos”, afirmó Rubio.

Desde esta mirada, los países que no se encuentren dentro de los planes de Trump para combatir la migración ilegal y el tráfico de drogas serían los más afectados. Entre ellos, se encuentran las naciones africanas y de Medio Oriente que dependen de la USAID no sólo como un sostén económico sino también para impulsar programas sanitarios como el del VIH/SIDA. Los que actualmente reciben mayor financiación son (luego de Ucrania) Etiopía (1.680 millones de dólares), Jordania (1.200 millones de dólares), Afganistán (1.090 millones de dólares), Somalia (1.050 millones de dólares) y República Democrática del Congo (940 millones de dólares).

¿Puede ser realmente eliminada la USAID?

Hasta el momento, las operaciones de la USAID no se encuentran canceladas sino suspendidas. Luego de que la Casa Blanca ordenara el congelamiento de gran parte de la ayuda exterior, se les solicitó a los empleados no asistir a la oficina. A pesar de que la idea era despedir a gran parte de la planta, un juez federal bloqueó temporalmente este plan. 

Rubio, quien se hace cargo de forma provisional de la agencia, aseguró que se revisará la administración de la entidad en un plazo de 90 días, bajo el criterio de hacer valer cada dólar a favor de la seguridad y la fortaleza de Estados Unidos. Si bien aseguró que los programas de suma urgencia siguen vigentes, varios empleados y contratistas de la USAID afirman que el trabajo y los fondos se encuentran paralizados en varios países desde que Trump asumió la presidencia. 

En medio de este gris, la USAID atraviesa la mayor crisis de su historia y, luego de 60 años asistiendo a los sectores más vulnerables, podría decirse que el mundo no es ajeno a su destino. Pese a que su futuro es aún una incógnita, su disolución será más compleja que solo firmar un decreto

En el caso de que Trump y Musk decidan avanzar con la disolución de la USAID, la medida deberá pasar por los tribunales y quizás también por el Congreso. Como su estatus fue consolidado por una ley federal de 1961 que confirmaba la creación del organismo y una ley de 1988 que respaldaba su posición, la eliminación de la USAID no depende solo del Poder Ejecutivo. De todas formas, tampoco se puede descartar la posibilidad de ver el fin de la agencia. 

Como se argumentó anteriormente, cerrar la USAID no significa que la ayuda humanitaria estadounidense desaparezca, sino que puede reconceptualizarse la idea de asistencia para que responda a los intereses de la nueva era Trump. Aun así, los recortes se harán evidentes, pero dependerá de la capacidad de discernimiento de los republicanos para no cortar los fondos a las causas que sean realmente necesarias. Será cuestión de tiempo para ver si insisten con acentuar su visión aislacionista o si América puede ser grande otra vez sin perder de vista su perspectiva altruista.


Axel Olivares (Argentina): Estudiante de Comunicación Social, Universidad Nacional de Cuyo, y columnista en Diplomacia Activa.

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