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Informe Draghi: Autonomía Estratégica o competitividad

Por Lautaro Bermúdez

En un contexto global donde las tensiones entre potencias se intensifican y las cadenas de suministro se convierten en herramientas de poder, el ex presidente del Banco Central Europeo y ex primer ministro de Italia, Mario Draghi, ofreció un diagnóstico claro: Europa necesita reforzar su seguridad y reducir su dependencia de actores externos. Sin embargo, detrás de sus propuestas palpita una noción más ambiciosa y, a veces, incómoda para algunos: la Autonomía Estratégica Europea.

Imagen | Reuters

Un mundo incierto

No es ningún secreto que el panorama geopolítico mundial se ha vuelto volátil. La guerra en Ucrania, la creciente rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, y la concentración de materias primas críticas en manos de pocos países están dejando a Europa en una posición vulnerable. Según Draghi, la UE ya no puede permitirse el lujo de depender de un puñado de proveedores externos para asegurar su bienestar y seguridad.

Un ejemplo evidente de esta dependencia es China, que domina el procesamiento de materias primas como el litio, cobalto y níquel, esenciales para la transición energética europea. Draghi advierte que esta dependencia no solo compromete la autonomía de la UE, sino que también abre la puerta al chantaje geopolítico, donde actores externos podrían manipular el acceso a recursos estratégicos para obtener ventajas políticas, una lección que Europa aprendió dolorosamente con Rusia tras la guerra en Ucrania.

En este escenario, la receta de Draghi es clara: Europa debe diversificar sus fuentes de abastecimiento y desarrollar sus propias capacidades industriales. Proyectos como el Critical Raw Materials Act (CRMA) buscan reducir la exposición de la UE a estos riesgos mediante inversiones en minería, procesamiento y reciclaje dentro del propio continente, o en colaboración con países alineados geopolíticamente. Esta estrategia busca garantizar un suministro estable y seguro, minimizando la vulnerabilidad ante interrupciones geopolíticas.

Otro pilar fundamental de la visión de Draghi es la industria de la defensa. Europa, a pesar de tener una industria de defensa competitiva a nivel global, está rezagada en términos de inversión en investigación y desarrollo militar. En 2022, la UE destinó apenas 10.700 millones de euros a I+D en defensa, mientras que Estados Unidos invirtió unos 130.000 millones de dólares. Esta disparidad amenaza con dejar a Europa tecnológicamente rezagada frente a las grandes potencias.

El problema no es solo la falta de inversión, sino también la fragmentación del sector de defensa europeo. Actualmente, cada país de la UE gestiona su propia industria militar, lo que dificulta la eficiencia y la interoperabilidad entre los ejércitos europeos. Esto se puso en evidencia durante la guerra en Ucrania, donde los sistemas de armas enviados desde diferentes países de la UE presentan incompatibilidades logísticas, ralentizando la asistencia.

Para Draghi, la solución es evidente: cooperación y consolidación industrial. Europa necesita aumentar la demanda conjunta en defensa y coordinar mejor sus esfuerzos para maximizar la eficiencia y la estandarización. Un ejemplo exitoso que Draghi menciona es el A330 Multi-Role Tanker Transport, un proyecto colaborativo que permitió a varios países europeos compartir recursos y reducir costos operativos. Esta lógica de cooperación, que podría parecer meramente técnica, es en realidad un paso hacia una mayor integración política y militar europea, algo que muchos países han mirado con recelo durante años.


Imagen | AFP

La autonomía estratégica europea, la idea detrás de la competitividad

Si bien el informe de Draghi no lo menciona directamente, es imposible no vincular sus recomendaciones con el concepto de Autonomía Estratégica Europea. Este término cobró mayor protagonismo en los últimos años, especialmente tras la invasión de Ucrania, y hace referencia a la capacidad de Europa para actuar de manera independiente en el ámbito global, sin depender exclusivamente de sus aliados tradicionales, como Estados Unidos.

La idea de autonomía estratégica no implica romper con la OTAN o distanciarse completamente de Washington, sino más bien dotar a Europa de la capacidad de tomar decisiones propias en áreas críticas como la defensa y la tecnología. Esta autonomía no solo fortalece la posición de Europa en el escenario global, sino que también reduce la vulnerabilidad ante las presiones geopolíticas de potencias como China o Rusia.

Draghi entiende que la seguridad y la reducción de dependencias son los ejes sobre los cuales debe girar la política europea si desea mantener su relevancia en el mundo. La autonomía estratégica es, en esencia, la piedra angular de sus recomendaciones, aunque presentada de manera implícita. El informe enfatiza la necesidad de que Europa centralice y coordine mejor sus políticas industriales y de defensa, un proceso que inevitablemente requerirá más integración política y el fortalecimiento de instituciones comunes.

Sin embrago, una perspectiva de una Europa más autónoma puede generar inquietud en Washington. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido el principal garante de la seguridad europea, y cualquier movimiento hacia una mayor independencia podría reducir su influencia en la región. A largo plazo, una Europa capaz de tomar decisiones independientes en política exterior y defensa podría convertirse en un competidor geopolítico de Estados Unidos, especialmente en áreas donde los intereses europeos y estadounidenses no siempre están alineados, como la relación con China o en América Latina.

No obstante, una Europa más fuerte también podría ser beneficiosa para la alianza transatlántica. Al asumir una mayor responsabilidad en su propia defensa, Europa podría liberar a Estados Unidos de algunas cargas y permitirle centrarse en otras regiones, como el Indo-Pacífico, donde se intensifica la competencia con China.


Imagen | USEU

De esta forma, el informe de Draghi es, en el fondo, una defensa velada de la autonomía estratégica europea. Sus recomendaciones de reforzar la seguridad y reducir la dependencia de actores externos son pasos clave hacia una Europa más autónoma y menos vulnerable a las presiones geopolíticas. Aunque Draghi no lo dice abiertamente, sus propuestas están alineadas con el objetivo de construir una Europa capaz de actuar por sí misma en un mundo cada vez más fragmentado.

Para Europa, el desafío será equilibrar esta búsqueda de autonomía con la necesidad de mantener relaciones sólidas con sus aliados tradicionales, especialmente Estados Unidos. La autonomía estratégica europea es una necesidad creciente, y el informe de Draghi es un recordatorio de que, si Europa quiere asegurar su lugar en el futuro geopolítico, debe comenzar a actuar con mayor independencia hoy.


Lautaro Bermudez (Argentina): Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de San Martin. Miembro de Diplomacia Activa.

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