La crónica de un enfrentamiento anunciado
Por Marko Sal y Candela Orellana
El 13 de abril de 2024 será recordado por ser el inicio de un nuevo capítulo en el convulso Medio Oriente. La República Islámica de Irán sorprendió al mundo entero con un histórico ataque dirigido al Estado de Israel, poniendo a la Comunidad Internacional en alerta máxima sobre un posible enfrentamiento entre ambas naciones y el comienzo de un conflicto generalizado en la región ¿Cómo llegaron estos países a este inédito escalamiento de tensiones?

Movimientos y contramovimientos
La insostenible crisis de la Franja de Gaza que involucra al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, así como su lucha contra Hamás, le han restado considerable popularidad como jefe de Gobierno del Estado hebreo. A nivel nacional, una encuesta de opinión publicada en enero de 2024 por el Canal 13, medio de la televisión israelí, proyecta datos apantallantes.
El 76% de los israelíes considera que Netanyahu debería renunciar a su puesto, mientras que el 64% opina que las elecciones deberían celebrarse inmediatamente. De igual manera, las multitudinarias protestas emprendidas por la población israelí con motivo de exigir la recuperación de rehenes en Gaza, han cuestionado la legitimidad de Netanyahu y erosionado su popularidad.
A su vez, la presión internacional se ha hecho notar. El Consejo de Seguridad de la ONU acordó la Resolución 2728, en la que se exige un alto al fuego respetado por las partes implicadas en tiempos de la celebración del Ramadán. No obstante, este texto no ha sido suficiente. Las atrocidades cometidas en contra de la población civil palestina —con un saldo que asciende a 30.000 personas asesinadas, miles de heridas y desplazadas—, así como daños a personal de organizaciones tales como Media Luna Roja, la ONU, periodistas y el reciente deceso de miembros de World Central Kitchen, han deteriorado las relaciones del Israel con la Comunidad Internacional.
En este sentido, la caída en picada de Netanyahu y su coalición conservadora está llegando a su punto más bajo. Sin embargo, varios expertos han señalado que existe un factor que podría representar una salida de esta situación complicada para Netanyahu y revertir estas narrativas en su contra: un conflicto directo con Irán.

Desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, este posible escenario se ha convertido en un tema de conversación recurrente, ya que Irán se ha involucrado indirectamente en el conflicto a través de actores proxy como Hezbolá, su relación con las milicias Hutíes o su apoyo a Hamás. Sin embargo, los constantes ataques hacia estos grupos islamistas no han sido suficientes para que Netanyahu logre su deseada popularidad. En consecuencia, se especula que Tel Aviv tomó medidas que sacudieron el tablero regional.
El lunes 1 de abril, la sección consular de una instalación diplomática iraní en Damasco, Siria, fue bombardeada. El ataque culminó con la vida de trece personas, entre ellas altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní que proporcionaban recursos a Hamás. Irán y Siria han responsabilizado a Israel de cometer el bombardeo, el cual es una flagrante violación al Derecho Internacional Público y un ataque directo a la soberanía de Teherán.
No obstante, las normas internacionales no han adquirido una posición relevante en la discusión, quedando eclipsadas incluso durante las reuniones del Consejo de Seguridad del 2 de abril sobre el tema. Las autoridades israelíes no han confirmado ni negado el presunto ataque al consulado, a pesar de las acusaciones de Irán y Siria que adjudican a Israel numerosos ataques al territorio sirio desde 2011.
De acuerdo con Álvaro Argüelles, experto en estudios árabes e islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, el ataque a la instalación diplomática tuvo como intención no dejar a Irán con otra opción que responder con una represalia coactiva en contra de Israel. Es así que Teherán advirtió de atacar a Tel Aviv directamente, haciendo realidad los temores de un enfrentamiento entre ambas potencias regionales el sábado 13 de abril.

El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC por sus siglas en inglés) ejecutó la operación “Promesa Verdadera” en la que desplegó centenas de drones y misiles dirigidos a Israel. Datos del ejército de Israel proyectan que Irán desplegó más de 300 vehículos aéreos no tripulados (drones), misiles de crucero y misiles balísticos, lo que hace de este ataque el más grande de la historia que involucra drones y la primera vez que Irán ataca territorio israelí.
El 99% de las amenazas fueron interceptadas por el sistema de seguridad israelí, integrado por el “Domo de Hierro”, la “Honda de David” y el “Sistema Flecha”, así como por barcos y aviones militares de la Armada estadounidense y sus aliados occidentales. Los misiles balísticos que alcanzaron Israel cayeron en la base aérea de Netavim, provocando daños estructurales.
Tras el ataque, la misión permanente de Irán ante la ONU hizo una declaración en la que consideró la represalia como concluida y advirtió tanto a Israel como Estados Unidos de evitar un escalamiento mayor de las tensiones. Por su parte, Israel convocó una reunión de emergencia en el Consejo de Seguridad y Netanyahu se reunió con su gabinete de Guerra para evaluar la situación y una posible respuesta.

La reacción de la Comunidad Internacional y otros actores
Las reacciones al ataque han sido diversas. Primeramente, Estados árabes como Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Siria cerraron sus espacios aéreos la noche del 13 de abril y se mantuvieron en alerta máxima para contener las amenazas iraníes. No es de extrañar que estos países, en particular Irak, Líbano y Siria, hayan tomado esta decisión. Un conflicto generalizado en la región coloca a estos países como frentes indiscutibles por su posición geográfica y por la presencia de grupos pro-iraníes en sus respectivos territorios. Además, países como Arabia Saudita y Türkiye solicitaron a las partes evitar que el conflicto ascienda.
El bloque occidental no desistió en apoyar a Israel. Incluso, el ataque ha sido aprovechado para fortalecer la legitimidad de los aliados tradicionales de Tel Aviv. Por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha declarado su apoyo incondicional a Israel en pleno proceso electoral, intentando disuadir la cuestión de Gaza al posicionar a Irán como Estado paria en la conversación electoral.
Además, la postura del G7 no debe ser ignorada. La coalición de países desarrollados emitió una declaración conjunta en la que acusan a Irán de incrementar la tensión regional. En este sentido, el presidente de Argentina, Javier Milei, quien ha intentado acercar cada vez más a Argentina a este bloque, se alineó con la postura occidental y la Cancillería argentina solicitó el cierre temporal de las embajadas argentinas en Medio Oriente.
El pronunciamiento de actores pro-iraníes también se hizo escuchar. Hezbolá congratuló el liderazgo de Irán en tomar la decisión de atacar Israel y las milicias hutíes han considerado el ataque de Irán como una respuesta legítima al ataque del consulado iraní en Damasco. El corresponsal de Al-Jazeera en Teherán, Maziar Motamedi, considera que el ataque puede, a largo plazo, fortalecer el poder blando de Irán sobre otros países islámicos, así como otros grupos islamistas que se oponen a Israel.
El enfrentamiento pasa al Consejo de Seguridad
En la 9602 reunión del Consejo de Seguridad llevada a cabo el 14 de abril, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, así como los miembros del Consejo, declararon que el ataque iraní puede provocar un conflicto regional y que tenga implicaciones multifactoriales para la seguridad internacional. Tanto Irán como Israel defendieron sus posturas en el transcurso de la reunión.
Por un lado, el representante permanente de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, exigió a los miembros del Consejo de Seguridad imponer sanciones inmediatas a Irán con base en las estipuladas en el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) sobre el Programa Nuclear de Irán, además de solicitar que se considere a la IRGC iraní como “organización terrorista”.
En contraste, el representante permanente de Irán, Amir Seid Iravani, sostuvo que Teherán tiene el derecho inherente a la legítima defensa de acuerdo con el artículo 51 de la Carta de la ONU. Además, Irán y Siria cuentan recursos legales para proceder ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que se analice el ataque a la instalación diplomática iraní, argumentando la violación del local consular, en línea con en el artículo 31.1 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963.
Contrastando ambas posturas, Antonio Guterres defendió el punto de vista de Irán sobre el principio de inviolabilidad y el respeto a las normas internacionales relativas al respeto de las relaciones diplomáticas y consulares, pero también instó que “es vital evitar cualquier acción que pueda llevar a confrontaciones militares importantes en múltiples frentes en el Medio Oriente”. Será relevante mantenernos atentos a este nuevo tópico para la agenda del Consejo de Seguridad sobre la situación de Medio Oriente.
La incertidumbre incrementa
La situación ha generado diversas interpretaciones sobre los intereses de ambas partes. Por un lado, Motamedi sostiene que Irán atacó a Israel con el fin de fortalecer la percepción de sus capacidades disuasivas, mediante el despliegue de su arsenal, lo que refleja la «paciencia estratégica» que Teherán ha cultivado frente a las persistentes amenazas y provocaciones de Israel y sus aliados occidentales. El ataque del 1 de abril a la instalación diplomática iraní sentó las condiciones ideales para la ofensiva iraní.
Desde el punto de vista de Israel, Argüelles considera que Netanyahu ha esperado por meses este ataque, en aras de desviar la atención a la catástrofe humanitaria en Gaza, opacar el detrimento de su popularidad y buscar como fin último mantenerse en el poder, a pesar de que esto pueda comprometer la seguridad de Israel y la región.

Ahora bien, indistintamente de los intereses de las partes implicadas, el precedente de este asedio supone el momento más peligroso para la historia de Medio Oriente. Por primera vez veríamos en conflicto a dos potencias regionales con amplias capacidades militares que, no menos importante, involucran el factor nuclear. Además, la cuestión económica se vería gravemente afectada por una potencial alza en los precios del petróleo en el mercado energético, perturbando otros mercados y sectores productivos.
Aunque Irán ha declarado que sus hostilidades han concluido, Israel no ha sostenido lo mismo. El ministro del gabinete de Guerra de Israel, Benny Gantz, declaró que Israel hará que Irán pague por las consecuencias de este ataque cuando sea “el momento adecuado”. En este sentido, será cuestión de tiempo esperar a que Israel lleve a cabo una ofensiva, lo que lleva a preguntar, ¿responderá con un ataque directo en contra de Teherán, o preferirá continuar el conflicto en contra de los proxys iraníes en la región?
Una cosa es certera. Si tanto Irán como Israel no ejercen la máxima contención en el aumento de las tensiones, y la Comunidad Internacional no coadyuva en limitar su actuar, podríamos encontrarnos al borde de las predicciones que surgieron desde el conflicto entre Israel y Hamás, caracterizando este momento como el comienzo de una nueva guerra generalizada en el Medio Oriente.
Marko Alberto Sal Motola (México): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Anáhuac Querétaro. Columnista en Diplomacia Activa.
Candela Orellana (Argentina): Secretaria General de Diplomacia Activa.
Categorías