América Latina ¿En contra de las armas nucleares?
Por Cristopher Cruz Colorado
¿La ausencia de armas nucleares en el cono sur se debe a la actitud imperial de los Estados Unidos o a la incapacidad de científica y tecnológica? Tal vez esas no sean las preguntas correctas para entender al desarme nuclear en la región.

La falta de armas nucleares no se debe solamente a la decisión de abandonar el desarrollo de dicha tecnología para fines militares como argumentan otros analistas, sino que se debe a una coalición de conciencia basada en hechos científicos, económicos y diplomáticos para toda la comunidad latinoamericana y caribeña.
El Tratado de Tlatelolco abrió puertas para el establecimiento de la primera zona libre de armas nucleares (ZLAN) en una región densamente poblada; las ZLAN prohíben la adquisición, el uso, desarrollo, almacenamiento y transporte de las armas atómicas en la región.
En la actualidad existen cinco ZLAN alrededor del mundo, un país soberano (Como lo es el caso de Mongolia), varias ciudades alrededor del mundo, e incluso una escuela secundaria.
Este tratado fue el primer instrumento jurídico en prohibir las armas nucleares, mucho antes que el famoso TNP, o Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, el único acuerdo multilateral que los poderes nucleares actuales quieren reconocer. Y definió a las armas nucleares, abriéndole el paso a las potencias para utilizar eso en sus contextos respectivos. Pero ¿Qué motivó este evento histórico?

Inicia la era atómica
En el año 1945, Estados Unidos detonó su primera bomba atómica en el desierto de Nuevo México, afectando a un promedio de medio millón de personas en áreas cercanas y a muchas más personas afuera de las fronteras terrestres del estado de Nuevo México (como Canadá y México). Medio mes después, el país norteamericano utilizaría dos armas nucleares en Japón, convirtiéndose en el único país en utilizar dichos armamentos en un contexto de guerra.
Entre los años 1945 y 1992, Washington ejecutaría unos 1.054 ensayos nucleares dentro de su territorio continental al igual que otros sitios en el archipiélago de Alaska y el océano pacifico, donde ahora residen micronaciones isleñas. La Unión Soviética le seguiría el juego con unas 715 explosiones en dos ubicaciones remotas, una de la cual ahora es conocido como Kazajistán.
En octubre de 1962, Estados Unidos y la URSS entraron en una política arriesgada cuando el superpoder soviético instaló sus misiles con capacidad nuclear en el territorio cubano, una crisis inmediata que se resolvió por medio de la diplomacia pero que no le pondría freno a la carrera armamentística en esta nueva era nuclear.
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El “Sur Global” responde
Costa Rica propuso una idea para prevenir la proliferación nuclear en la América Latina en el marco de la Organización de Estados Americanos, idea que no consiguió el suficiente apoyo para despegar. Otro intento saldría de la delegación de Brasil ante las Naciones Unidas cuando incluyeron en una resolución para formar una ZLAN en América Latina; pero debido a cambios repentinos en el gobierno brasileño, el impulso se quedó estancado. Años después, México surgiría con el plan de retomar y apoyar esta iniciativa.
Las cabecillas responsables de la nueva hazaña serían Alfonso García Robles (México), José Sette Cámara (Brasil), Alberto Sepúlveda Contreras (Chile), Leopoldo Benites (Ecuador) y Juan Natalicio González (Paraguay).
Ellos fueron quienes comenzaron la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina. Norteamericanos y soviéticos apostaron a la disuasión nuclear, es decir, si ambas potencias mantienen un arsenal nuclear la paridad de poder se logra, proveyendo una paradoja de estabilidad en el tema de seguridad nacional.
Mientras tanto, los vecinos del sur apostaron a algo diferente, algo que agradaría a los defensores del liberalismo en la política internacional: el rechazo del esquema anárquico, y el surgimiento de la cooperación internacional de países soberanos ante una amenaza existencial.
El Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina se abrió para firmas el 14 de febrero de 1967 y entró en vigor de manera individual para cada país después de que se firme y ratifique. El Caribe fue incluido en la década de los noventa por medio de una enmienda. El tratado también se le llama “El Tratado de Tlatelolco” ya que fue firmado en la Cancillería de México cuando en ese entonces estaba ubicada en el distrito de Tlatelolco en la capital del país.
Pero ¿Cómo se verifica el cumplimiento del tratado? Para eso está el Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL) y el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) por medio de sus protocolos adicionales y salvaguardias. El OPANAL, específicamente, tiene su sede en la Ciudad de México y fue formado en 1969 para responsabilizarse de las reuniones necesarias para acatar los objetivos del tratado por medio de sus tres órganos principales; la Conferencia General, el Consejo y la Secretaria.

El Tratado goza de una membresía universal de todos los países ubicados en la América latina y la comunidad caribeña ya que Cuba fue el último país en acceder al tratado en 2002. Cuba también ratificó en 2021 el tratado para la prohibición completa de los ensayos nucleares (TPCEN), impulsando a la nación isleña de Dominica a que también firmara el TPCEN en 2022, solidificando la promesa de no poseer armas nucleares ni de ejecutar ensayos nucleares en el caribe y Latinoamérica.
Cabe destacar que el repudio hacia las bombas atómicas que forjaron el tratado de Tlatelolco también se manifiesta una vez más con el Tratado sobre la prohibición de armas nucleares (TPAN). El TPAN goza de 26 estados miembros latinoamericanos y caribeños, donde también se debe señalar dos cosas: que la republica de Guyana fue el primer país en unirse al tratado y que Centroamérica ha ratificado y firmado el TPAN, formando la primer subregión completamente antinuclear bajo los esquemas mencionados.
Un hito que refleja el espíritu de la declaración conjunta del 29 de abril de 1963 sobre la desnuclearización de América Latina emitida por los presidentes de México, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador; acto que precede la creación de esta icónica ZLAN. Este logro histórico no sería nada sin los esfuerzos iniciales de los diplomáticos mexicanos, específicamente gracias al embajador Alfonso García Robles, quien llegaría a recibir el Premio Nobel de la Paz por esta hazaña en 1982.
El compromiso contra la industria armamentista nuclear de la región continua, ya que el mismo OPANAL también es el encargado de capacitar a las nuevas generaciones de diplomáticos e internacionalistas, ya sean regionales y extra regionales, en asuntos de prevención, desarme y no proliferación nuclear por medio de sus programas de educación.
Cristopher Cruz Colorado (El Salvador): Becario del Youth Leader Fund (Oficina de Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas y Gobierno japonés), miembro del Grupo Juvenil del CTBTO y cofundador de Nuclear Free Schools.
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