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Robert Cox: teoría crítica para internacionalistas

Por Marko Alberto Sal Motola

“La teoría es siempre para alguien y con algún propósito”. Si estudias Relaciones Internacionales o alguna disciplina afín, seguramente has escuchado o leído esta frase. En caso de no conocerla, es el argumento más conocido del académico canadiense, Robert Cox, principal exponente de la teoría crítica en los estudios internacionales.

Su pensamiento no solo aportó nuevas perspectivas sobre cómo conocer, sino que también invita a cuestionar puntos de vista ortodoxos que predominan en las Relaciones Internacionales ¿A qué llama Cox “teoría crítica”? ¿Por qué es importante cuestionar las teorías tradicionales que dominan la disciplina? ¿Las teorías sirven como instrumentos de poder?

¿Quién fue Robert Cox?

Robert W. Cox es conocido por haber liderado la Escuela Británica de la Economía Política Internacional junto con la académica Susan Strange. En 1946, Cox recibió el grado de maestro en historia de la Universidad McGill en Montreal y en 1948 inició su carrera como funcionario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual duraría más de veinte años.

En la OIT, Cox destacó por su colaboración en el establecimiento y diseño del Instituto Internacional de Estudios Laborales (IILS, por sus siglas en inglés), en el que sirvió como director entre 1965 y 1971. Posteriormente, se adentró al ámbito académico, iniciando como profesor en la Universidad de Columbia en Nueva York y, después, como catedrático de ciencia política en la Universidad de York en Toronto entre 1977 y 1992, años en los que comenzó a cobrar notoriedad por sus aportaciones críticas.

Robert W. Cox

Si bien Robert Cox es el principal exponente de la teoría crítica de las Relaciones Internacionales, su pensamiento no engloba todas las corrientes que provienen de esta teoría. Esto lo explica Moolakkattu, quien clasifica dos escuelas de la teoría crítica en las Relaciones Internacionales. 

Por un lado, se encuentra la corriente de Jürgen Habermas basada en su teoría de la acción comunicativa, cuya aportación es el diálogo como medio de transformación social. En contraste, la segunda escuela de pensamiento abarca las ideas de Antonio Gramsci y Max Horkheimer, las cuales se enfocan en las “luchas redistributivas” relativas a la producción. Las ideas de Robert Cox devienen de esta escuela. De hecho, el pensador canadiense fue pionero en adaptar las ideas gramscianas al estudio de lo internacional, además de incluir un enfoque historicista para entender el establecimiento de los órdenes mundiales.

Teorías según su propósito

El enunciado “la teoría es siempre para alguien y con algún propósito” fue planteado en el artículo Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: Más allá de la Teoría de Relaciones Internacionales (1981). En este texto, Cox plantea que no existe una división entre teoría y práctica, sino que ambos aspectos están interrelacionados. Esto se debe a que las teorías están condicionadas al plano histórico y sirven como instrumentos de poder para solucionar problemáticas económicas, políticas y sociales. A su vez, las teorías pueden llegar a trascender el espacio-tiempo, convirtiéndose en leyes o preceptos generales que permiten explicar los fenómenos internacionales. En este tenor, Cox clasifica dos tipos de teorías según su propósito.

En primer lugar, elabora lo que llama “teoría de solución de problemas”. De acuerdo con Cox: “ésta asume el mundo como lo encuentra y las relaciones sociales y de poder predominantes y las instituciones dentro de las cuales están organizadas se aceptan como marco dado de acción”. La finalidad de estos marcos analíticos es buscar soluciones a aquellos factores y problemas que obstaculizan la fluidez de las instituciones y relaciones del orden mundial.

Estas teorías se caracterizan por estar fragmentadas en diferentes áreas de acción y poseen la ventaja de fijar límites en una problemática, lo que también lleva a ser ignoradas en otras esferas. De hecho, coinciden con la locución predilecta de los economistas: ceteris paribus, es decir, “todo lo demás constante”. Por ejemplo, el neorrealismo responde a la maximización de la seguridad, mientras que el neoliberalismo analiza alcances y límites de la cooperación internacional. De esta manera, su objetivo es formular leyes o regulaciones de aceptación general bajo parámetros institucionales y relacionales ya existentes. 


Ilustración | Tim Marrs

Dicho de otro modo, entiéndase las teorías de solución de problemas como el aceite que lubrica los engranajes de un mecanismo para su pleno funcionamiento. Sin embargo, llegará el momento en el que el mecanismo se deteriore; habrán situaciones en las que se tendrán que cambiar sus engranajes o incluso renovar el mecanismo completo. Lo mismo sucede con las teorías y las estructuras internacionales; estas no son eternas, sino que están en constante cambio. Es aquí donde yace la trampa de las teorías de solución de problemas: su postura ahistórica. Aunque ayudan al funcionamiento de un orden mundial determinado, no lo cuestionan, sino que lo consideran un presente continuo. A contrario sensu, Cox propone la “teoría crítica” como marco analítico alternativo.

«La teoría crítica, a diferencia de la teoría de solución de problemas, no toma las instituciones y las relaciones sociales y de poder como dadas, sino que las pone en cuestión preguntándose si están en proceso de cambio y cómo. Está dirigida a la aprehensión del propio marco para la acción —o problemática—, que la teoría de solución de problemas acepta como sus parámetros».

Robert W. Cox

La teoría crítica es historicista y holística, dirigida a entender el complejo social y político de forma conjunta. También, se interesa en entender el orden mundial desde su pasado y reconoce que se encuentra en continua transformación. Desde el punto de vista metodológico, la teoría crítica se encuentra en desventaja comparada con la teoría de solución de problemas, ya que la primera tiene que estar en constante adaptación para entender el dinamismo de la realidad. Sin embargo, la “comodidad” que brinda la teoría de solución de problemas a través de sus preceptos es, para Cox, la manifestación de un sesgo ideológico.

«Las teorías de solución de problemas pueden ser consideradas, en la perspectiva más amplia de la teoría crítica, como sirvientes de intereses —cómodamente asentados en un orden dado— particulares, nacionales, regionales o de clase».

Robert W. Cox

Lo que Cox pretende con este argumento es deconstruir la noción que se tiene sobre las teorías positivistas y su esencia “racional”. Aunque se piensa que están libres de valores o juicios por su postura positivista, estos marcos analíticos aceptan implícitamente el status quo de un orden mundial que conviene a determinados actores y fungen como instrumentos de poder para perpetuarlo. 

Como ejemplo, Cox critica el papel que ha desempeñado la tradición realista en beneficio de los intereses estadounidenses. Cox reconoce que autores como E. H. Carr y Ludwig Dehio, entendieron el realismo en el marco de sus contextos históricos. Sin embargo, la tradición realista pasó a tomar una posición propia de las teorías de solución de problemas cuando autores como Hans Morgenthau y Kenneth Waltz establecieron parámetros generales realistas bajo la lógica de que “el futuro será siempre como el pasado”. De hecho, durante la Guerra Fría argumentos como el comportamiento de los Estados condicionado al interés nacional y la maximización del poder como fuente de seguridad, justificaron el expansionismo militar norteamericano en aras de contener al bloque soviético y garantizar la seguridad nacional estadounidense. 

En la actualidad, es “cómodo” explicar con base en el neorrealismo diversos fenómenos internacionales. Pero, si la Guerra Fría ha terminado, ¿qué parámetros del neorrealismo siguen vigentes y cuáles debemos cuestionar? La teoría crítica defiende que las teorías tradicionales pueden tener consecuencias conservadoras y carecen de su supuesta “solución de problemas”. Tomemos como ejemplos la Guerra contra el Terrorismo tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, la intervención de la OTAN en Libia de 2011 o la supuesta “nueva Guerra Fría” entre Estados Unidos y China. 

Los hechos previamente mencionados suceden, según el neorrealismo, a causa de que Estados Unidos actúa en función de su interés nacional de maximizar su seguridad; reacciona a amenazas que surgen como producto del sistema internacional anárquico; y busca garantizar el equilibrio de poder frente a potencias como China. Sin embargo, estos argumentos teóricos, en lugar de generar conocimiento, justifican la actuación del Estado norteamericano en el plano internacional, como lo ha hecho en el pasado. Entonces, lo que consideramos “preceptos de la teoría neorrealista” pueden ser en realidad intereses particulares disfrazados de un marco analítico propio de la Guerra Fría incompatible con el contexto actual.

Además de cuestionar a las teorías de solución de problemas, la teoría de Cox busca tener un efecto práctico. Al reconocer a la realidad internacional como dinámica, la teoría crítica —si bien metodológicamente es compleja de concebir y aplicar— propone una opción normativa en favor de un orden político y social diferente al status quo que justifican implícitamente las teorías de solución de problemas. En esta tesitura, la teoría crítica, sostenida de un utopismo optimista y una agenda emancipadora, pretende servir de guía en la búsqueda de órdenes alternativos e incitar a la praxis social con miras a transformar las estructuras del orden mundial para que sean más justas. De hecho, gracias a las perspectivas críticas han surgido líneas de pensamiento como los enfoques feministas y ecologistas, los cuales buscan emancipar a la sociedad de prácticas como los roles de género y las prácticas de consumo.


Ilustración | Matt Chase

Ahora bien, la teoría crítica de Cox no está libre, valga la redundancia, de críticas. Los partidarios del positivismo han cuestionado el pensamiento de Cox por la carencia de criterios científicos contemplados en su marco analítico; la falta de parámetros que ayuden a identificar entre una teoría crítica y una teoría de solución de problemas, o la posibilidad de que existan teorías cuasicríticas; así como sus limitaciones en torno a la praxis social y su capacidad de influir en cambios estructurales del orden mundial, el cual conlleva compromiso y voluntad de la sociedad por la justicia social.

En suma, el pensamiento de Robert Cox ayuda a desvelar los intereses ocultos detrás de las teorías que predominan en las investigaciones sobre estudios internacionales y promueve la incorporación del análisis histórico para entender y promover el cambio social en el panorama internacional. Lo expuesto anteriormente es solo una de varias aristas que integran el pensamiento crítico de Cox. Para indagar más en sus aportaciones teóricas y sobre Economía Política Internacional, es importante revisar obras como Gramsci, hegemonía y relaciones internacionales: Un ensayo sobre el método (1983) y su principal libro Producción, poder y orden Mundial: fuerzas Sociales en la creación de la historia (1987).


Marko Alberto Sal Motola (México): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Anáhuac Querétaro.

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