¿Resurgimiento del nacionalismo?
La extrema derecha describe movimientos o partidos políticos que promueven y sostienen posiciones o discursos ultranacionalistas y ultraconservadores considerados radicales o extremistas. Pero, ¿cuáles son sus raíces, manifestaciones y de dónde viene?

La expresión tiene su origen en el lugar donde se sentaban los diputados en el Parlamento francés surgido tras la Revolución francesa: los monárquicos y los conservadores de la época lo hacían siempre del lado derecho y los liberales en el izquierdo. Es así que se contrapone a la izquierda radical y es un movimiento antagónico a las ideas revolucionarias de esta.
Primeramente se debe destacar que dentro del movimiento se albergan distintas ideas que, con el pasar de los años, se han confabulado en ideologías definidas pero que están en constante evolución y cada una representa un interés particular. Sin embargo, existen características que se pueden considerar esenciales para su visión del mundo, una de ellas es el sentimiento ultranacionalista que en las manifestaciones más extremas se puede traducir en etno-pluralismo, xenofobia, y la distinción racial.
Con el romanticismo encontramos el cuestionamiento a la razón como la forma esencial de comprender el mundo, al igual que a la nación y los sentimientos de pertenencia nacional. Se puede afirmar que el liberalismo derivado de los movimientos revolucionarios, específicamente el francés, fue central para la consolidación de estos dos conceptos.

Es así como nace el nacionalismo liberal que defendía la libertad y la independencia de los pueblos. Una nación surgía de la voluntad de los individuos que la componían, se asumía un compromiso de que estos aceptaban convivir y ser regidos por instituciones y costumbres comunes, era pues la persona que de forma subjetiva e individual decidía formar parte de una determinada unidad política a través de un compromiso o pacto. Se debe destacar que bajo esta óptica, la nacionalidad de un individuo está sujeta a su exclusivo deseo personal.
Empero, con el paso de la historia y el surgimiento de otros actores políticos que defendían e incluso promovían el conservadurismo como Otto Von Bismarck, el nacionalismo se aglutinó con otros motivos. Entendían a los pueblos como realidades históricas ya concebidas que se manifestaban mediante las costumbres e instituciones tradicionales. Tuvo su inspiración en los viejos valores del cristianismo y el antiguo régimen, la voluntad de los pueblos era el reflejo del destino histórico de la nación.
A diferencia del nacionalismo liberal, el conservadurismo transformó a la nación en una existencia objetiva y previa que estaría por encima del deseo individual de la persona, quien pertenecía a ella por nacimiento lo seguiría siendo de por vida con independencia del lugar donde se encontrase en ese momento. Exaltaba las características diferentes con distintos símbolos identitarios, costumbres e incluso una cultura única. La concepción de «nosotros» como nación cambió el entendimiento de la identidad; es así como surgen las naciones como una sola organización. El nacionalismo que sí era organizado y limitado como con las revoluciones europeas se comenzó a distorsionar en uno del alto conservadurismo.
Definitivamente el cambio más importante del movimiento fue el inicio de la tendencia a diferenciar dónde empezamos «nosotros» y dónde terminan «ellos». El principal elemento del ultranacionalismo conservador es la distinción de que tan diferente o que tan igual es una persona de otra. Se abordaba desde la clase, las tradiciones y la cultura, y esta visión jugó un papel importante en el desarrollo y conclusión de la Primera Guerra Mundial debido a que, al finalizar esta conflagración, se comenzaron a formular dos de los movimientos más trágicos en Europa: el fascismo y el nazismo.
Durante la primera parte y mitad del siglo XX, la nación tomó las bases conservadoras del siglo pasado y con esto surgieron movimientos que se concibieron como una unión étnica, específicamente el nazismo. Las dos doctrinas políticas antes mencionados tomaron al nacionalismo al extremo con el rechazo público a los extranjeros y defendiendo la pureza nacional, e incluso racial, ideas que fueron cimentadas a lo largo de aquella centuria utilizando como argumento el darwinismo social. Se configuró como la lucha por la supervivencia pero dentro de las sociedades humanas y contribuyó a sustentar las teorías y prácticas racistas en boga a fines del s. XIX como la frenología, la craneometría y la antropometría. El mayor inconveniente es que aquellas fueron normalizadas e incluso justificadas a través de la ciencia. El principio de “la supervivencia del más apto” se convirtió en uno de “dominar a la minoría y segregarla”.
Solo unas cuantas voces como la del haitiano Anténor Firmin se opusieron a semejantes teorías, apelando a la igualdad en su obra De la igualdad de las Razas Humanas. Evidentemente, esta y las pocas voces que se levantaron ante la normalización de doctrinas cada vez más racistas, fueron ignoradas durante las últimas décadas del s. XIX, inicio y mitad del XX. Con la crueldad del nazismo (una de las manifestaciones más atroces del extremismo) y el colapso moral del holocausto, muchas potencias se vieron obligadas a asumir una posición pública y global en contra las tendencias sobre la superioridad de razas e identificaron los riesgos del nacionalismo en su expresión más severa.
La cuarta y actual ola de la extrema derecha lo ha consolidado junto con otras vertientes racistas así como también xenófobas en algunos casos, como con el etno-pluralismo, llamado el nuevo racismo, que sostiene que las personas se dividen en grupos étnicos que son iguales en jerarquía pero que deben mantenerse segregados unos de otros. El racismo puro sigue presente entre la ultraderecha desde sus inicios científicos con la justificación del darwinismo social.
Las ideas que representaban tuvieron continuidad a lo largo del siglo XX, sin embargo ahora se han institucionalizado y cuentan con representación política. Inicialmente con El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) fundado en 1964 y la Falange Española. Hoy en día en Europa estas ideas han adoptado más relevancia sumando concepciones a la extrema derecha como la islamofobia. Y es así como se van configurando en otros partidos mucho más recientes como el Amanecer Dorado en Grecia y la organización Lobos Grises.
Así, el nacionalismo nació como un sentimiento catalizador liberal que luchaba por un ideal común con objetivos políticos. Luego pasó a convertirse en uno que distinguía al de al lado; un factor central que recogieron los simpatizantes de la extrema derecha. Con el tiempo se dieron las formaciones políticas cuyo ideario estaba vinculado con el fascismo a través de referencias a sus mitos y símbolos. Hoy la humanidad es consciente de sus peligros, ese que nació de los emperadores y los más poderosos pero que aún no ha terminado.
Emilio Cruz López (México): Lic. en Relaciones Internacionales, Universidad Iberoamericana.
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