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París 2024: la política tras los Juegos

Por Francisco Sanchez Giachini

El mundo del deporte se viste de gala. Hoy comienzan los Juegos Olímpicos de París 2024. Desde el 26 de julio hasta el 11 de agosto, cerca de 11.000 deportistas de 206 países asistirán a la fiesta del deporte en la capital francesa. Durante los días que dura el encuentro, la política, el deporte, la guerra y diplomacia confluyen en un único lugar.

Imagen | NewsNation

Como hemos hablado en muchos otros de nuestros artículos, la política suele estar muy arraigada al mundo del deporte. No importa si se trata de Mundiales de Fútbol, Juegos Olímpicos o Tenis de Mesa, la política y la diplomacia buscan la forma de encontrarse en las grandes citas deportivas. Como es de esperar, París 2024 no será la excepción.

La “Tregua Olímpica”

En la Antigua Grecia, los distintos monarcas de la región firmaban un tratado mediante el cual cesaban todas las hostilidades y agresiones mientras duraran las olimpiadas con la finalidad de que deportistas, espectadores y artistas pudieran desplazarse hacia Olimpia y luego de regreso a sus ciudades en paz y sin que sus vidas corrieran ningún tipo de riesgo.

Se tuvo que esperar hasta 1992 para que el Comité Olímpico Internacional (COI) retomara la “ekecheira” o tregua olímpica y se comenzara a aplicar de forma permanente tanto para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano y de invierno. Desde 1993 el COI colabora con la Asamblea General de Naciones Unidas con la finalidad de darle a esta tregua una base legítima dentro de la Comunidad Internacional.

En la Resolución 48/11 del 25 de octubre de 1993 de la Asamblea General se instituye esta vieja costumbre instando a los Estados a respetarla durante los 7 días anteriores al inicio y hasta los 7 días posteriores a la finalización, proveyendo a los atletas las condiciones necesarias para un desempeño en paz de las competencias.

Por su parte, el 27 de noviembre de 2023 fue aprobada con un total de 118 votos a favor y 2 abstenciones la Resolución 78/10, también conocida como “Construcción de un mundo pacífico y mejor mediante el deporte y el ideal olímpico”. En esta se reitera el llamado a los Estados a respetar el periodo de paz y brindar un entorno propicio para el desenvolvimiento de la fiesta del deporte. Aunque sin otro valor más que el simbólico, el COI y la ONU buscan dar con esto un mensaje de paz y unidad en un mundo cada vez más convulsionado


Imagen | Reuters

El COI contra Rusia y Bielorussia

Siguiendo con la retórica pacifista que envuelve a los Juegos Olímpicos, el COI decidió en diciembre del año pasado que los atletas rusos no podrán competir representando a su país. Esta medida prohíbe que los deportistas en cuestión utilicen símbolos representativos de Rusia, como lo son las banderas o himnos. A diferencia de lo que ocurrió en Tokio 2021 donde a pesar de las sanciones del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) por dopaje se permitió a los atletas rusos competir bajo la bandera del Comité Olímpico Ruso (ROC), este año estarán representados por la -triste y aburrida- bandera de los Atletas Individuales Neutrales (AIN).

Esta decisión se toma en el marco de las -más que polémicas- sanciones deportivas a atletas rusos por la invasión a Ucrania comenzada en 2022 y que aún se desarrolla. Las medidas tienen como objeto dilapidar el deporte ruso a nivel internacional, uno de los elementos propagandísticos favoritos de Vladimir Putin.

Pero él no es el único afectado por estas decisiones. Los atletas de Lukashenko correrán la misma suerte (mejor dicho desgracia) que sus amigos personales de Moscú. A la prohibición de participar bajo sus banderas, el COI sumó el impedimento de participar de la ceremonia inaugural, por lo que rusos y bielorrusos deberán presenciar el desfile olímpico (que se espera sea el más grande de la historia) desde la villa olímpica de París.

Bandera que deberá ser utilizada por los atletas rusos y bielorrusos que sean autorizados a competir. A diferencia de la utilizada en Tokio 2021, la del Comité Olímpico Ruso, esta está privada de cualquier connotación política.

La última condición que impusieron los organizadores es que ninguno de los atletas que participen bajo la bandera de la AIN se haya pronunciado a favor de la invasión de Ucrania, conformando un comité de ética para estudiar cada caso en particular. El COI ha justificado todas estas medidas asegurando que “es el mismo escenario que se utilizó para los participantes olímpicos independientes (de la antigua Yugoslavia) en los Juegos de Barcelona 1992″.


Imagen | Reuters

¿Qué pasa con Israel?

A raíz de lo ya plasmado uno podría pensar que los atletas israelíes podrían ser objeto de la misma clase de sanciones que sus pares rusos y bielorrusos. La realidad es que el COI decidió no sancionar a la delegación de Israel a pesar de que algunos sectores del mismo organismo organizador solicitaban que compitieran bajo bandera neutral y sin alusión a sus símbolos nacionales.

Esta medida fue justificada en que, aunque pudiera parecerlo, “los casos no son lo mismo”. Desde el COI han asegurado que las sanciones impuestas a Rusia se deben a la falta de espíritu deportivo por parte del ROC, el cual ha violado en distintas ocasiones elementos esenciales de la Carta Olímpica. Esto es, por ejemplo, la anexión de distintas entidades deportivas ucranianas en los territorios ocupados. Por el contrario, y según afirman ellos, “los comités olímpicos israelíes y palestinos coexisten de manera pacífica”.

De todos modos las polémicas continúan. Es que el último sábado, durante una manifestación pro palestina, el político izquierdista francés Thomas Portes expresó que «los deportistas israelíes no son bienvenidos a los Juegos Olímpicos de París», mientras que el Canciller francés Stéphane Séjourné calificó estos dichos de “irresponsables y peligrosos” y agregó que «quería decir en nombre de Francia que la delegación israelí es bienvenida en Francia para estos Juegos Olímpicos».

A pesar de todo, la delegación israelí participará de esta edición de los Juegos con cerca de 90 atletas. Por su parte, la delegación palestina plantará cara de manera más que honrosa en la gran cita del deporte con un total de 8 participantes. Casi todos ellos nacieron fuera de Palestina, pero visten con orgullo la bandera de sus padres o abuelos.

Cabe hacer mención que desde que comenzó el conflicto cerca de 300 personas vinculadas al deporte palestino fallecieron, tales como árbitros, entrenadores y atletas, según informó el Comité Olímpico Palestino. Aunque todas dolorosas, el caso que más resalta es el de Majed Abu Maraheel, primer palestino en participar de los Juegos Olímpicos en Atlanta 1996 y que falleció en Gaza luego de no poder recibir la asistencia necesaria para poder tratar una insuficiencia renal que sufrió durante los ataques.


Imagen | CNN

La amenaza terrorista

Ya enfocando la parte final de este repaso resta hablar sobre uno de los temas que más preocupa al gobierno francés y a los organizadores del evento, el terrorismo. Es sabido que esta clase de eventos suelen ser el lugar propicio para que grupos extremistas lleven a cabo, o al menos diseñen, planes para atacar a la población civil local. También es una realidad que Francia ha tenido una trágica historia en la última década en cuanto a lo que terrorismo respecta.

A raíz de esto, el Ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ha asegurado que no existe ningún tipo de amenaza concreta para el desarrollo del evento. Cabe mencionar que, a diferencia de otras ediciones, la ceremonia inaugural se realizará a orillas de Senna y no en un estadio, cuestión que complejiza las tareas para las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia.

Miembro del grupo «Septiembre Negro» se asoma en uno de los balcones de la villa olímpica mientras ejecutan la toma de rehénes.

En los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, la delegación de Israel fue atacada por la organización Septiembre Negro en el contexto del conflicto árabe israelí. La “Operación Ikrit y Biraam” consistió en el asalto a las habitaciones de los deportistas israelíes en la Villa Olímpica y el secuestro de los mismos.

La “Masacre de Múnich” se trasladó a la base aérea de Fürstenfeldbruck, donde luego de un enfrentamiento se contabilizarían 11 deportistas israelíes, 5 terroristas y un miembro de la Policía muertos.

El COI dijo “el show debe continuar” y las actividades se reanudaron al día siguiente con las banderas de todas las delegaciones, excepto las árabes, a media asta. Meses más tarde Israel lanzaría las Operaciones “Cólera de Dios” y “Primavera de Juventud”.

Este trágico precedente viene a colación porque en los últimos días decenas de deportistas israelíes han sufrido amenazas que recuerdan a uno de los peores momentos de la competencia. Ante esto, y en medio de los operativos antiterroristas, se ha dispuesto custodia policial permanente a la delegación de Israel. En este contexto, la presidente del Comité Olímpico Israelí resaltó que “no es un secreto para nadie que estos Juegos son un poco más difíciles para nosotros, pero confiamos plenamente en la organización de la seguridad”.

En las últimas horas se dio a conocer un video presuntamente del grupo terrorista Hamas donde recriminan a Francia -en especial al gobierno de Macron- y al COI de “acoger a los sionistas», y aseguran que “rios de sangre correrán por las calles de París si Dios quiere”.

A modo de cierre, y a título personal, me gustaría hablar como el gran apasionado del deporte que soy. Creo firmemente en el poder de la competición para apaciguar las aguas, rebajar tensiones y estrechar lazos de fraternidad entre naciones enemistadas.

Los Juegos Olímpicos son más que una competencia; son un símbolo de lo que somos capaces de hacer al dejar nuestras diferencias de lado. En un mundo cada vez más fragmentado, la cita más importante del deporte nos llama una vez más a abrazar el espíritu olímpico y ser, al menos durante 20 días, embajadores de paz.


Francisco Sánchez Giachini (Argentina): Estudiante de Abogacía, Universidad de Mendoza. Editor, columnista y podcaster en Diplomacia Activa.

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