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¿Una nueva potencia en el Sahel?

Por Luis Souto

«La Unión Europea no puede quedar al margen del Sahel», inicialmente parecería alguna declaración de un miembro del gobierno francés, preocupado por la pérdida de influencia en África. Pero no, se trata de una declaración de la ministra de Defensa Española, Margarita Robles el 30 de agosto de 2023. 

El país acaba de terminar la presidencia de la Alianza Sahel y desde el año 2005  ha puesto el foco en esta, una de las regiones más pobres del mundo. En las siguientes líneas analizaremos el ambicioso proyecto de Foco África, presentado en 2021 y como España podría haberse convertido en una de las nuevas potencias del centro del continente africano. 

El interés de España por el Sahel nace en el año 2005 con el objetivo de frenar las rutas migratorias, especialmente aquellas del mediterráneo occidental. Nació entonces el Plan África, impulsado por el gobierno de J.L. Zapatero. España siempre ha tenido un foco especial en el uso de la cooperación para garantizar su propia seguridad y estabilidad. Por ello, durante la primera década de los 2000 nacerán proyectos de migración controlada y temporal, Conocidos como “temporeros”, trabajadores que viajarán unos meses al año a España, usualmente para colectar productos agrícolas; se establecerán planes de generación de empleo y se establecerá un pacto de prevención de migración con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).

El Sahel es la franja “eco-climática” que divide al Sahara del resto de África. Se extiende desde el Atlántico (Senegal y Mauritania) hasta el Mar Rojo (Sudán y Eritrea). Se trata de una de las zonas más pobres y menos desarrolladas del planeta. Los índices de violencia son altos, la presencia del Estado es limitada y el terrorismo controla bastas áreas en países como Níger o Malí. 

Este contexto llevo a España a entender que hay un Binomio clave: Seguridad-Desarrollo. Así es como España se unió a diversos proyectos de defensa en el marco del bloque comunitario, en lugares como Senegal, Somalia y República de Centroáfrica. Estableciendo en 2012 su propia iniciativa de seguridad llamada El Plan de Diplomacia de la Defensa, en el que establece lazos de cooperación militar con varios países africanos para mantener la seguridad en el Golfo de Guinea.


Ilustración | Dramane Diarra

En relación al desarrollo, España ha puesto su atención en Mauritania, Malí y Níger en proyectos que incluyen sanidad, agricultura, género, energías renovables, infraestructuras o incluso apoyo a las políticas públicas. Junto con América Latina, el Sahel se llevaba el 75% de las inversiones en cooperación al desarrollo de España en 2016.

En el año 2021, España lanzó el proyecto Foco África que este año se renueva con un tercer plan. Este se enfoca en Paz y seguridad; Desarrollo sostenible, crecimiento económico inclusivo y resiliente; Institucionalidad; y Movilidad ordenada, regular y segura. España ha desplegado en los últimos años un gran abanico de inversiones que van desde la educación hasta la instalación de energías renovables, pasando por la promoción de las inversiones de empresas españolas en África. Esto ha contribuido a que España se gane una imagen más bien positiva entre la población y los gobiernos del África Occidental.

La UE y el coste de perder tu soberanía

Llegados a este punto, cabe aclarar, que la presencia del poder blando español es bastante nueva en comparación con otros países. Y aquí, España se encuentra con estrategias y a veces intereses diferentes a los de la Unión Europea. Según el analista Rafael González, la política exterior africana de España había estado marcada por las estrategias y objetivos del bloque comunitario. Esta gira en torno a dos ejes: la influencia y control económico y político de Francia, antigua potencia colonial, y la proyección del “poder normativo”, es decir, la utilización de herramientas como la cooperación para influenciar las políticas nacionales. 

En primer lugar, parece que España podría sincronizarse con sus socios europeos, Francia proveería seguridad y la fuerza normativa permitiría construir y moldear estados de derecho al estilo europeo. Sin embargo, no es el caso. El foco español no esta en la influencia Estatal, sino en la protección de sus propias fronteras y la migración masiva que recibe a través del Sahel y Norte de África. 

Mientras países como Dinamarca o Países Bajos impulsan cooperación para tratar asuntos como los Derechos LGTB. En 2023, varios países del bloque e instituciones internacionales cortaron sus proyectos de cooperación por una Ley que penaba con cárcel ser homosexual. Sin embargo, no está en el interés de acción de España “influenciar” las políticas sociales, sino maximizar la seguridad jurídica y económica para cortar los flujos de migración que les afectan directamente. Una política exterior basada en los valores que choca contra una política más realista.

Política exterior para valientes

Lo cierto es que el Sahel nunca ha sido una zona para “valientes”, es decir, exploradores, colonos, periodistas y también políticos. La compleja zona marcada por el Yihadismo, fronteras incontrolables, divisiones sociales y conflictos tribales. Todo llega a un nuevo nivel después de la cadena de golpes de Estado que han tenido lugar en los últimos tres años en la región. Aunque la excusa recurrente de los golpistas era reducir el Yihadismo, lo cierto es que en Malí y en Burkina Faso, la violencia y los ataques terroristas se han disparado. En el segundo, el régimen militar apenas controla el 40% del país. 

Esta situación ha abierto la puerta a un nuevo actor que ha buscado posicionarse como el “defensor de África”. Al menos, como el defensor del África autoritaria: la Rusia de Putin. Marko Alberto Sal Motola, escribió para Diplomacia Activa que la situación de Niger, “representa un área de oportunidad para que Grupo Wagner extienda en su totalidad la influencia de Rusia por la región del Sahel, aprovechando el sentimiento anticolonial de los golpistas nigerinos”. 

Según la analista Milosevich-Juaristi, los principales objetivos de Rusia en África son: pasarían a ganar influencia, expandiendo sus lazos internacionales para enfrentarse occidente. De este modo demostrarían que no están solos y que el mundo se acerca a un contexto “multipolar”. Todo esto al mismo tiempo que logra acceso a los recursos naturales de la región, que van desde oro hasta uranio. 


Ilustración | Ben Jones

Milosevich concluye en una investigación para el Real Instituto El Cano, que España si tiene todas las papeletas para liderar un nuevo frente occidental, incluyendo a la UE y los EEUU en la región. Como se comentó antes, el país ibérico goza de buena reputación y no tiene la etiqueta de potencia “neocolonial”, además los intereses españoles pasan por la estabilidad de la región, no por su control. Esto garantizaría las aspiraciones multipolares de estos países y reduciría el impacto de la propaganda política rusa. Sin embargo, Madrid tendría que asumir que la defensa no es un sector más, sino una prioridad para estos países que se están echando en manos de grupos como Wagner. Más aún, la CEDEAO jugará un rol clave a la hora de enfrentarse a los nuevos regímenes militares de la región, pues Occidente tiene claro que no puede intervenir de forma directa en estos países.

No obstante, todo esto suena muy bien sobre el papel. Mientras, fuentes consultadas por Diplomacia Activa en materia de cooperación y migraciones, explicaron que España más bien ha seguido los pasos de sus homólogos europeos y han reducido su presencia militar, pero también a nivel de cooperación. Francia sigue siendo quien marca la línea en sus excolonias, mientras el resto de los países se repliegan rápidamente. Las mismas fuentes comentan que no parece que España vaya con fuerza a ingresar en el Sahel, sino más bien parece lo contrario. 

Las previsiones que muchos analistas hacían en 2017 y las palabras y proyectos de la administración Sánchez se han quedado solamente en papel. El papel lo aguanta todo. Aunque España pudiese rearmar su estrategia y convertirse en una de las potencias de la región, la política de Madrid parece mantenerse coherente con la del último siglo, preocuparse por problemas internos, mientras Europa se encarga de los externos. Los españoles tendrán que repensar su posición internacional, en un mundo cada vez más caótico, el Sahel es hoy solo uno de muchos lugares donde la política es para valientes


Luis Souto (España-Venezuela): Periodista, Máster avanzado en Estudios Interdisciplinares por el Colegio de Europa de Natolín, Polonia.

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