Saltar al contenido

Chile bajo el asedio del nuevo proyecto de constitución

Por Emilio Cruz López

¿Cuáles fueron los ejes principales que llevaron al fracaso la propuesta de la nueva constitución en Chile y cómo atenderlos en el nuevo texto con el fin de evitar mayor división política y social?  

Ilustración | Lo Cole

La falta de representación de todas las fuerzas políticas, la falta de diálogos abiertos durante la deliberación del texto, la mala comunicación en cómo inciden los artículos en la vida cotidiana de los ciudadanos y el papel de la coalición gobernante durante la redacción del texto convirtiendo el proyecto constitucional en un proyecto político, fueron los pilares centrales que condenaron al fracaso la propuesta de la nueva constitución en Chile, endureciendo las posturas ideológicas de la derecha radical, la visión conservadora resistente a los cambios estructurales y generando tensiones sociales. Atender estos pilares será el único camino a un texto con aceptación y legitimidad.

Chile ha sido el país de Sudamérica que mejor desempeño económico y social ha tenido durante las últimas cuatro décadas. Ha pasado de ser de los países más pobres del continente a posicionarse junto con Uruguay como uno de los más prósperos de América Latina y El Caribe y la constitución de 1980 tuvo mucho que ver con esos logros.

Desde finales del siglo XX todos sus indicadores socioeconómicos han mejorado notablemente. Desde los años noventa los niveles de producción económica han crecido casi por cuatro y la pobreza se ha desplomado más de un 75%. Ocupa el primer lugar en el índice de desarrollo humano de la ONU, el primer puesto en el índice de libertad humana, el primer lugar en índice de competitividad global, el segundo en el índice de prosperidad global, el segundo en el índice de percepción de la corrupción y el tercero en el índice de calidad democrática, con respecto a América Latina.

Sin embargo, en los últimos años se ha observado una disminución de su crecimiento, pero sobre todo se han intensificado conflictos como la confrontación con los mapuches y las protestas sociales por el aumento del costo de vida. Todo esto aunado a los disturbios sociales con la administración de Sebastián Piñera por el aumento del costo del metro que fueron la gota que derramó el vaso para el llamado para establecer una nueva constitución (con el fin de sustituir la de la dictadura de Pinochet), así como también el regreso a la izquierda a la presidencia del país con Gabriel Boric.

A pesar del ascenso de la izquierda en el país del sur, el proyecto de nación con la nueva constitución fue un fracaso absoluto. En primer lugar, ciertos artículos causaron gran controversia por su redacción y la forma en la que podrían ser interpretados; el artículo 309 definía a Chile como una “República solidaria de democracia, inclusiva y un Estado plurinacional” en el que se reconocían once naciones indígenas.


Fotografía | Pedro Ugarte

Esto fue observado como una rigidez absoluta en donde no solamente se les reconocía autonomía a las comunidades originarias, también se aceptaban sus propios sistemas de justicia. Esto desató mucha polémica por el conflicto mapuche, creando el debate de si debían existir más sistemas de justicia alternos al ya existente en Chile. Esto no solamente se reduce al conflicto mapuche, por ejemplo, Chile se ha convertido en el tercer mayor exportador de drogas con destino a Europa, y un sistema judicial fragmentado podría ser utilizado para sacar ventaja.

La nueva constitución también eliminaba importantes contrapesos políticos, por ejemplo, el senado sería eliminado por una “cámara de las regiones”. Y se crearía un Consejo de la Justicia que nombraría y cesaría jueces. La cuestión es que sería integrado por políticos, es decir, los políticos nombrarían, castigarían y sustituirían a los jueces que tienen la función de vigilar a los propios políticos. El texto también permitía que los políticos pudieran por razones políticas destituir a miembros que compusieran la junta del Banco Central limitando su independencia.

Por último, proponía un gran catálogo de derechos sociales, la cuestión es que no dejaba claro cómo pagarlos o institucionalizarlos. Por ejemplo, garantizando la educación universitaria por parte del Estado, pero a nivel político distintos analistas observaron como inviable esta posibilidad.

Estas fueron solamente algunas de las mayores críticas que recibió la constitución por sus artículos, y con ello una importante oposición a que fuera votada. Incluso con la crítica de figuras de la izquierda como Ricardo Lagos. La Convención del proceso constituyente no representó adecuadamente los intereses del conjunto del país, no consiguió redactar un texto moderno que fuera capaz de abrazar a la inmensa mayoría de los chilenos.

El eje central de los problemas de la constitución evidentemente son los temas polarizantes. En parte porque la redacción del texto se decantó únicamente en buscar convencer entre dos opciones, destacando las diferencias de cada uno de los proyectos, la constitución de Pinochet y el nuevo proyecto.


Ilustración | María Jesús Contreras

La cuestión es que Chile es una de las sociedades menos polarizadas de la región, no se observan los síntomas más comunes de este fenómeno como lo son la violencia a ciertos grupos políticos, la supresión de la libertad de expresión y la concentración de poder en ciertas agrupaciones. Sin embargo, es evidente que en un proceso tan significativo como una nueva carta magna puede ser cuestión de tiempo para que este lenguaje penetre a un grupo importante de la sociedad y busque capitalizar el proceso.

Tal es el caso de la derecha radical liderada por José Antonio Kast que ahora encabeza el proceso de la redacción del nuevo texto que inició el pasado siete de junio de 2023 y concluirá para someterse a votación el próximo diecisiete de diciembre del presente año.

La derecha radical en Chile (como en otros países) ha logrado capitalizar distintos temas sensibles a nivel internacional que el gobierno actual no ha sabido manejar de forma correcta; la agenda política se ha orientado a temas de inseguridad y migración. Los radicales proponen soluciones rápidas a problemas complejos, como lo es internacionalmente. Estos temas son su buzón electoral más importante.

Se debe destacar que no ha disminuido como tal el apoyo a la izquierda chilena o ha bajado intensamente la popularidad del gobierno es más bien, un incremento de popularidad de la derecha radical. El partido republicano ha ganado en regiones del país desplazando a la derecha tradicional, no solamente a la izquierda.

Han surgido distintos desafíos y conflictos derivado del nuevo proceso de la Convención constituyente, en particular la consideración de Chile como un Estado pluriétnico. Este es uno de los temas que más opiniones polarizantes ha generado en la discusión en torno al nuevo texto. Los grupos más progresistas y liberales consideran que históricamente los pueblos originarios en Chile han sido invisibilizados, ni si quiera habían estado en el debate público.

Se debe destacar que no es como tal considerar la existencia o no existencia de comunidades indígenas, ya que este no es un tema que polarice. Se acepta su pertenencia en el Estado chileno, lo que realmente polariza es cómo deben ser tratados ¿Qué sistema de justicia se manejaría en el caso de un conflicto con los mapuches?, ¿cuál sería el vigente?

El problema del fondo con esto es la interpretación del mismo texto de la constitución, parte del voto no se decide en el contenido del documento como tal, sino más bien en su interpretación. Por ejemplo, cuándo se trajo el debate del derecho a la vivienda quiénes impulsaban el rechazo al texto consideraban que no se salvaguardaba con certeza que la vivienda debía ser “propia”, no únicamente “digna y adecuada” como lo especificaba el proyecto constitucional. 

Dependiendo de la interpretación de lo que se lee se genera una emoción distinta entorno al texto. Como lo han afirmado diversos estudios, las emociones del momento en un proceso electoral siempre son definitorias para los resultados. Como tal, a la gente en lo general no le parece tan relevante la discusión en torno al artículo, sino más bien cómo ese artículo les afectará personalmente, cuánto les impactará en su día a día.

Por otro lado, se debe destacar que el proceso en el cual se eligió la Convención constituyente fue distinto al que se utiliza en una elección de cuerpos colegiados. Se buscó paridad, escaños reservados e independientes. Esto parece un proceso bastante orgánico, ¿cuál sería el problema? La complejidad radica en el hecho de que la deliberación estuvo muy alejada de la política tradicional chilena.

No se dio apertura a un espacio de debate posterior al proceso de la Convención. Los distintos canales en los cuáles se señalaban las partes del texto que podrían mejorar no fueron efectivos. Esto hace todo el sentido para que el texto central no fuera aceptado. Para que un texto sea estable durante muchos años, la gente, el pueblo, y la ciudadanía en general tiene que apropiarse del texto. Desde la persona de la región más pobre de Chile hasta el empresario más rico de la nación, igualmente el sistema político tiene que hacer lo propio.


Ilustración | The Atlantic

Únicamente el apropiarse del texto es lo que le dará continuidad y representatividad durante años. El texto sí se entregó durante los tiempos y plazos adecuados, sin embargo, no con un proceso abierto de ingreso de enmiendas o controversias, a pesar de que durante la redacción del texto se consideraron personas de todas las profesiones como médicos, filósofos, veterinarios, diseñadores, etc.

Es imperioso que el siguiente Congreso tome en consideración un proceso más abierto, independiente y paritario con respecto a partidos políticos, pero no únicamente en su redacción, también en su deliberación.

La representatividad fue otro tema esencial que condenó al fracaso al proyecto, los partidos de centro y derecha contaron con un número muy limitado de representantes, básicamente no incidieron en el proceso de la redacción. No hubo un acuerdo con todas las fuerzas políticas. Sin embargo, se debe destacar que sí hubo representatividad en otros aspectos, por ejemplo, fue la primera vez que una mujer mapuche participó en un cargo de alta responsabilidad política como fue la redacción.

Después de este análisis de las formas en las que se llevó a cabo el proceso, se puede concluir que la gente mostró su rechazo no tanto al texto de la constitución, sino más bien al proceso de la Convención porque el texto como tal no se conocía con detalle.

Igualmente, se debe tomar en cuenta que gane o pierda la siguiente propuesta del texto para la nueva constitución no se debe pasar por alto el factor de que la reforma a la posible nueva carta magna es inevitable; habrá reformas, eso es inevitable. Entre más se acepte este hecho será más sencillo proceder a la aceptación de un primer texto para después pasar a un diálogo más complejo de reformas.

Ilustración | Diana Ejait

El papel de la administración de Boric también se debe mencionar y en parte explica muy bien otra de las razones por las que fracasó el texto, pero sobre todo por la que fue tan criticado el gobierno del presidente chileno.

Desde el inicio del proceso de diálogo del texto constitucional resaltó el hecho de que se “constitucionalizó” el gobierno, es decir, se le dio alta prioridad al proceso de reforma y se concentró como el proyecto central del gobierno. Esto no es necesariamente malo ya que sí era prioritario para Boric el darle apoyo a una constitución tan progresista como la que se vislumbraba.

Sin embargo, resulta problemático cuando deja de convertirse en un proyecto de la sociedad chilena para ser un proyecto del oficialismo, ya que, comenzó a ser asociado al fracaso del texto, y por ende, a críticas para la coalición gobernante. 

Entonces, la gente vincula al gobierno del presidente con el resultado de la constitución, lo cual no fue favorable para ambos. Esto se ha analizado en distintos momentos de la historia. Diversos académicos de la ciencia política lo llaman “voto relacional”, es decir, yo voto evaluando al gobierno y al contexto que me rodea en ese momento. Por ende, mucha gente que salió a votar quizás no evaluó el texto como tal, más bien fueron a desaprobar o aprobar la gestión del gobierno.

Por supuesto para el contexto y momento de la votación del texto constitucional las cosas no iban muy bien para Gabriel Boric, al contrario, la derecha radical estaba creciendo debido a la “problemática” migratoria como la llama el partido Republicano liderado por Kast. También, las circunstancias económicas no eran favorables para el país, lo más irónico es el hecho de que estas eran adversas para todo el continente, y en general para todo el mundo, ya que se estaba saliendo de la crisis del COVID 19. Lamentablemente para el gobierno, y en particular para Boric, su liderazgo siempre fue asociado con el proceso constituyente y su rol durante el proceso de redacción.

Una de las grandes motivaciones que alentaron el estallido social del 18 de octubre de 2019 en Chile fue la de buscar el cambio de la Constitución de Pinochet. Después del rechazo al primer borrador es el turno de que lideran los que rechazaban esta idea. 

Fotografía | Alexis Duclos

¿Qué tanto podrá cambiar la constitución?

En las manos de la derecha tradicional está el buscar aliarse con el gobierno de coalición o por otro lado apelar a la derecha radical. En caso de buscar la unidad, el gobierno chileno tendrá que coordinarse y comunicarse no solamente con la derecha tradicional, también con la derecha radical. 

Este nuevo proceso constituyente debe ser muy cuidadoso con cómo lidia con los fracasos del primer borrador. Se debe tratar con cuidado la redacción del texto, pero sobre todo no tener miedo en atender las enmiendas y comentarios de la población. Ser plural en las conversaciones incentivando la participación, comunicar efectivamente cómo una ley puede afectar la vida cotidiana de la gente, tener precaución en cómo se presenta el proyecto; no es un proyecto de los partidos políticos del momento, es el proyecto chileno del siglo. Es la única manera de darle legitimidad al proceso, y así garantizar su correcta implementación.

A pesar de todo, ha quedado en evidencia algo muy positivo de la sociedad chilena, el hecho de que tienen una ciudadanía muy involucrada en los procesos de reforma de su país, demuestran un alto nivel de civismo, sin embargo, debe ser uno que tiene que ser llevado con cuidado, ya que se percibe un cansancio, un agotamiento tras la pandemia y del conflicto social.

No se logró presentar un proyecto que entusiasmara, sin embargo, es evidente que las instituciones funcionan bien. El principal reto para la sociedad chilena y el Congreso constituyente será trabajar y presentar un texto que responda no solamente a sus necesidades del momento, debe ser uno plural, incluso y representativo de todas las fuerzas políticas, ya que, si solamente se trabaja para uno que busque la derecha es probable que muchos problemas sistémicos en la sociedad chilena no cambien.

El peor escenario sería uno de repetir el mismo error que la coalición de izquierda, no conseguir consensos, ni alianzas, apelando por un texto político más que una constitución. En Latinoamérica está presente una tendencia en los últimos años por nuevas constituciones, tal es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia y por supuesto Chile. Una constitución necesita representar una amplia mayoría, no solamente a los que están en el poder durante ese momento


Emilio Cruz López (Mexico): Estudiante Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Iberoamericana.

Deja un comentario

Descubre más desde Diplomacia Activa

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo