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La continuidad sin su majestad

Por Emilio Cruz López

Desde la asunción de Isabel II no solamente el Reino Unido sufrió decenas de transformaciones, sino también el mundo. Sin embargo, lo único que se mantuvo como una constante fue la figura de la Reina. Cabe preguntarse entonces si su popularidad, aceptación y legitimidad se debían realmente a la corona británica o, por el contrario, a una afección personal hacia ella.

La Reina Isabel II logró mantener con su presencia la popularidad de la corona y, a pesar de que con el pasar del tiempo las generaciones más jóvenes le van restando relevancia y la observan como una institución anacrónica, las personas que la ven con buenos ojos siguen siendo mayoría.

Se pueden enlistar diversos elementos tanto positivos como negativos del mando de la Reina, pero si algo es cierto es que gestionó a su institución al mundo moderno, sobrevivió los impulsos de la generación que enfrentó el fascismo y la reconstrucción de Europa, el colapso del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética, el proceso de integración europea, así como que no se negó a la democratización de su labor a las masas con la llegada del internet y las redes sociales.

Además, quizás lo más importante para la percepción y los ojos de las personas que habitaron y habitan Reino Unido durante todos estos tiempos convulsos que enfrentó la nación desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra en Ucrania, es que la Reina Isabel II significó y permaneció como el único símbolo de estabilidad, trascendiendo sorpresivamente barreras de clase entre las personas que la apoyaron hasta su último día.

Sin embargo, estos sucesos y la aprobación de la Reina hacen bastante evidente que el futuro del éxito de toda monarquía (sin exentar a la británica) depende de cuánto te admire tu población, y la Corona será tan buena o mala como la gente que la integre.


En este contexto ¿Qué se puede esperar de Carlos III? ¿Cómo observa la población británica al Rey y particularmente qué considera la Mancomunidad de Naciones Británica?

Con el pasar del tiempo, el «Imperio» ha ido desapareciendo y disminuyendo su capacidad de acción en el mundo. La Reina Isabel II tenía en sus manos no solamente la responsabilidad del Reino Unido, sino también la de decenas de países que pertenecen a la Mancomunidad de Naciones Británica. Gran Bretaña ha vivido en un sueño de más de setenta años de un imperio mundial, pero cada vez se ve más cerca la disolución de esta comunidad que en el fondo significaría la disolución parcial del Reino.

La India fue la primera en abandonar la Corona e independizarse para convertirse en una República, en 1949. Tampoco debe descartarse la relación que la Reina mantuvo con diferentes naciones de África; reconoció pacíficamente la independencia de más de diez países a cambio de una relación de privilegios para la Corona que garantizara la influencia del Reino y protegiera sus intereses económicos. El Imperio Británico logró con éxito crear y gestionar una percepción de que estos arreglos con distintos países del continente africano eran sinónimo de amistad.

Por otro lado, con la Crisis de Suez en 1956 y el nuevo estatus del Reino Unido la mayoría de las antiguas colonias se convirtieron en Repúblicas con el pasar de los años y algunos estados como Canadá, Nueva Zelanda y los territorios de ultramar preservaron el símbolo de Jefe de Estado del Reino Unido, constituyendo la Mancomunidad de Naciones.

Se debe destacar que esta organización fue concebida durante el reinado de Isabel II y es un título que a diferencia de la corona no es hereditario, es un acuerdo multilateral entre todas estas naciones, por ende, el Rey Carlos III no tendría un derecho legal sobre estos países.

¿Esto significa que la Mancomunidad podría estar próxima a desaparecer? Todavía es demasiado prematuro para predecir tal suceso, sin embargo si podemos decir que todo apunta a que ciertas naciones dentro de la organización tienen impulsos de abandonar la Corona, lo que podría debilitar la Commonwealth.

Solamente hace un año Barbados declaró su independencia, y hace unos días Antigua y Barbuda anunció también su intención de transitar a una República. Otros países como Jamaica, San Vicente y las Granadinas, Belice, Granada, San Cristóbal y Nieves han presentado también estas intenciones. Australia, Canadá y Bahamas no se quedan atrás y empieza a verse con buenos ojos el convocar a un referéndum.


La independencia de estas naciones nos habla de gobiernos y sociedades que quieren desentenderse de la Corona y lo que significa post-Isabel II. Se puede analizar que estos países tenían un apego sentimental a la Reina, un aprecio que es comprensible por la historia de estas excolonias y la idea cultural que las mantenía unidas. Sin embargo, entre más generaciones jóvenes surgen en estas naciones, en el mundo se repite la pregunta de ¿A quién o qué representa la figura de Carlos, quien ahora es Rey?

Este es un nuevo desafío para la Corona Británica que no solamente se sintetiza a la Mancomunidad de Naciones. Escocia, por su parte, ha tenido en los últimos años protestas que indican la intención también de separarse, porque siguen surgiendo las preguntas de ¿A qué estamos siendo leales?¿A una prosperidad económica que ya no tiene sus mejores años?¿A una historia común?

Quizás preservar a un símbolo de unidad para que sean los primeros ministros los que representen el conflicto y el debate político puede traer consigo efectos positivos. Se puede afirmar con total certeza que la figura de la Reina significó mucho para Reino Unido en términos de poder suave, fue una institución que otorgó estabilidad, pero como todo régimen que cambia de liderazgo, nuevos tiempos traen consigo cambios importantes.

La ceremonia, el lujo, los caballos, los carruajes y los Rolls-Royces son tan solo unos cuantos ejemplos de lo que rodea hoy a la monarquía británica ¿Son reliquias de un glorioso pasado imperial como lo era Isabel II que se aproxima a terminar? Esta es una decisión que a excepción de a quién le corresponde la corona -según un supuesto derecho divino- esta sí recae en la gente y en las sociedades, tanto del Reino como de la Mancomunidad.


Emilio Cruz López (México): Estudiante de Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana.

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