¿Buenos motivos?
Luego de décadas de tensión, las relaciones geopolíticas entre Estados se encuentran en su momento más rígido ante una de las amenazas más peligrosas que ha existido, la amenaza nuclear.

La opinión pública internacional se pregunta sobre que sucesos han ocurrido para que el mundo se encuentre tal y como está, y ese análisis no se puede hacer desde otro lugar que no sea la historia. Según Eric Hobsbawm, uno de los historiadores británicos más importantes de nuestros tiempos, el siglo XX fue ni más ni menos que uno corto, el cual empezó con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y terminó con el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Sin embargo, en este “siglo XX corto” podemos encontrarnos con el año 1945 como un punto de inflexión, un año particular que marcó un antes y un después en la historia.
Es en ese momento cuando se da fin a la Segunda Guerra Mundial, uno de los conflictos más sangrientos que el planeta ha visto, como consecuencia de las dos bombas nucleares que fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki; acto que conllevaría a una cadena de causalidades posteriores. Si el país actualmente liderado por Trump tenía armamentos de este tipo, la Unión Soviética debía tenerlos también y luego los británicos, los franceses, los chinos, los indios y los paquistaníes. Hoy en día los gobiernos tienen su excusa para poseerlas y, a su vez, coleccionarlas.
El año 1945 además es recordado por la creación de una de las organizaciones más importantes que tenemos en la actualidad para resolver los conflictos que atenten contra la paz y seguridad internacional, la Organización de las Naciones Unidas, pero ¿los ha resuelto?
Para Tony Judt, otro reconocido historiador, la centuria pasada fue una “constante relación de desdichas humanas y sufrimiento colectivo del que hemos salido más tristes pero también más sabios”. Ahora la pregunta es ¿realmente hemos salido más sabios? Actualmente se estima que existen alrededor de 13.410 armas nucleares en todo el mundo, de las cuales el 91% de todas las ojivas nucleares son propiedad de Rusia y Estados Unidos, según la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS).
A pesar de que sólo han habido dos ataques con bombas nucleares en la historia de la humanidad, no hay que olvidar ciertos momentos de tirantez que se vivieron. En 1962 se descubrió que la URSS había instalado misiles balísticos en Cuba y esto derivó en la Crisis de los misiles, por lo cual se vivieron meses de miedo en los que se pensó que terminaría en una catástrofe. Fue en este tipo de escenarios donde se puso a prueba a la ONU, se evaluaría su eficacia y demostraría a la sociedad internacional que no sería un segundo intento fallido de la Sociedad de las Naciones ya que en 1963, plena Guerra Fría, fue a través del diálogo que se firmó el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares, seguido de un Tratado de No Proliferación Nuclear en 1968 que restringe la posesión de armas con estas características. De esta forma solo se le permitió a cinco naciones su tenencia: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, la Unión Soviética (sustituida por Rusia) y a la República Popular China, los cuales curiosamente son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Años más tarde, el “siglo XX corto” llegaría a su fin ante la disolución definitiva de la URSS, dejando así a Estados Unidos como un el Estado vencedor y a su vez, hegemónico. Sin embargo, ninguno de estos dos países ni ningún otro, tuvo ni ha tenido la intención del desarme, causa de años de tensión e inestabilidad en las relaciones internacionales. De hecho, los “Estados nuclearmente armados” las han utilizado como una especie de diplomacia coercitiva, dejando en jaque a organizaciones como la ONU.
En 2017 se vería otro momento de esperanza tras la firma del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, un acuerdo internacional que tiene como objetivo la prohibición y eliminación de las mismas, que fue aprobado por dos tercios de los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. Los defensores del acuerdo, como por ejemplo Daryl G. Kimball quien es el director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, declaró que “aunque el acuerdo no las elimine de inmediato, sí puede, con el tiempo, deslegitimizarlas aún más y fortalecer la norma política y legal en contra de su utilización”.
Por otro lado, los nueve gobiernos que las conservan rechazaron de forma rotunda la participación en el pacto, boicoteando las negociaciones. Nikki Haley, ex embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, afirmó en 2017 que se debe ser realistas y declaró junto a Reino Unido y Francia que “una prohibición que no sea capaz de solucionar los problemas de seguridad y que vuelven necesaria la disuasión nuclear, no logrará culminar en su eliminación y no mejorará la seguridad de ningún país, ni brindará paz y seguridad internacional”.
Meses más tarde de la aprobación del convenio, el diario The Washington Post informó, según una evaluación de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de los Estados Unidos, que Corea del Norte podría haber desarrollado esta especie de armamento de forma exitosa. El presidente norteamericano Donald Trump, respondiendo ante esta noticia, declaró que futuras amenazas se enfrentarían «con fuego, furia y, francamente, con el poder que este mundo nunca había visto antes”. Ante esto, Corea del Norte anunció que estaba examinando un plan operativo para atacar áreas alrededor del territorio estadounidense de Guam en el Océano Pacífico, incluida la Base Aérea de Andersen. Tras años de incertidumbre, el 30 de junio de 2019 se lo recuerda como un día histórico en el que por primera vez un presidente norteamericano entra en jurisdicción norcoreana, finalizando así otro capítulo de tensión en las relaciones geopolíticas.
La humanidad se encuentra en una severa crisis, donde no existen aliados o enemigos, pero tampoco los espacios de cooperación que venían mediando los intereses particulares de cada nación, se ha regresado a una «raison d’état» carnívora que utiliza todos los medios disponibles para la supervivencia del Estado. Con alianzas políticas inestables, conflictos geopolíticos constantes, una organización multilateral a la cual se la cuestiona cada vez más y el no uso de la “Buena Fe” en las relaciones internacionales, nos hace cuestionarnos si en verdad la tecnología nuclear ¿tuvo buenos motivos?
Mauricio Rodríguez (Argentina): estudiante de Relaciones Internacionales, Universidad de Congreso.