El sij que alumbró a Jalistán
Por Marko Alberto Sal Motola
El 18 de junio de 2023, el destacado líder sij de Columbia Británica, Hardeep Singh Nijjar, fue asesinado por tres hombres enmascarados y armados afuera de su templo, el Guru Nanak Sij Gurdwara ¿El gobierno de Narendra Modi fue responsable del magnicidio?

Meses después del atentado, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, declaró ante la Cámara de los Comunes el inicio de una investigación basada en las “acusaciones creíbles” que vinculan el asesinato de Nijjar con el gobierno indio. Lo anterior ha llevado al desplome las relaciones diplomáticas entre Ottawa y Nueva Delhi, además de alumbrar en el mapa un movimiento separatista del cual este sij era militante.
A manera de contexto, los sijs son la comunidad que practica el sijismo, un sistema filosófico-religioso que nació en la actual provincia de Punyab -localizada entre India y Pakistán- hacia el año 1469. Considerada la religión más joven del mundo y la quinta más importante por poseer entre 25 y 30 millones de devotos, surgió de las enseñanzas del Gurú Nanak Sahib, el cual predicó entre hindúes y musulmanes en los territorios del entonces Imperio Mogol. A su Creador, a quien los sijs llaman Waheguru–que se traduce a “Dios Maravilloso”–, crea y considera a los seres humanos como iguales sin importar su origen, raza, credo, sexo, entre otros aspectos. Esta noción de igualdad se opone al sistema de castas hindú y ha cimentado el ideal de crear una comunidad igualitaria con el paso de las generaciones.
Además de habitar en Punyab, esta comunidad tiene una amplia diáspora en el hemisferio occidental, con comunidades asentadas en Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. En particular, Canadá es el segundo país con mayor población sij después de la India. Según el censo de Canadá de 2021, en el país hay alrededor de 588.595 sijs; es decir, representan un 1,4% de la población canadiense. Inclusive, esta comunidad ha tenido una participación activa en la política de Canadá. Por ejemplo, en 2015 se registró la histórica cantidad de 20 miembros sijs en el parlamento, de los cuales cuatro llegaron a formar parte del gabinete del actual primer ministro, Justin Trudeau. También, destacan actores políticos como Jagmeet Singh, quien lidera el Nuevo Partido Democrático (NPD). No menos importante es el uso del punyabí, la lengua de la región de Punyab, en el Parlamento de Canadá, siendo la tercera lengua más hablada en el parlamento después del inglés y el francés. No obstante, el activismo sij en Canadá es más amplio que su participación parlamentaria. Desde hace ya unas décadas, diversos activistas sijs fuera de la India han sido la voz de un movimiento oscurecido por la represión: el movimiento separatista de Jalistán.

Jalistán proviene de la palabra punyabí “Jalasa” y el sufijo persa “-stán” que juntos significan “Tierra de los Puros”. El “Jalasa” refiere a la purificación y reconstrucción de la comunidad sij instituida por el Gurú Gobind Singh en 1699. Este personaje definió la agenda político-religiosa de esta comunidad, con el objetivo de hacer realidad el Jalsa Raj o “Reino de Dios” en la región del Punyab. Lo anterior se materializó con la creación del Imperio Sij, una confederación de reinos que se estableció en 1799 y que cayó en manos de la Compañía de las Indias Orientales británica en 1849.
No sería hasta la independencia de la India en 1947 que la creación de una tierra para los sijs regresaría a la mesa de discusión. Sin embargo, Punyab fue repartido entre la India y Pakistán y, si bien los sijs son mayoría en esta región, su condición minoritaria no fue suficiente para lograr la creación de este Estado. Esto resultó en tensiones políticas que exigieron inicialmente el reconocimiento de la lengua punyabí como idioma de la provincia de Punyab. Para calmar el descontento, en 1966, el gobierno indio reorganizó los territorios de esta región según sus variantes lingüísticas y se oficializó la lengua punyabí. Sin embargo, esto no alivió a grupos extremistas que buscaban la creación de esta “Tierra de los Puros”.
Entre las décadas de 1970 y 1980 miembros del Partido Supremo Akali y de la Federación de Estudiantes Sij de India exigieron la creación de Jalistán, patria que comprendería las provincias en las que se concentra la comunidad sij: Punyab, Haryana, Humachal Pradesh, Chandigarh, Dehli y partes de Cachemira y Rajastán. El movimiento de corte extremista llevó a cabo medidas terroristas en contra de hindúes punyabíes y sijs que se oponián a la creación de este nuevo Estado. Como respuesta, el gobierno de la India acabó el movimiento separatista con una violenta ofensiva.
El climax del conflicto se dio en junio de 1984, cuando la primer ministro de India, Indira Gandhi, ordenó a las fuerzas armadas indias de invadir el templo de Harmandir Sahib o “Templo Dorado” –santuario más importante de la tradición sij– en el que se alojaban los militantes más importantes del movimiento separatista, entre ellos Jarnail Singh Bhindranwale. Las cifras del operativo se mantienen como una incógnita hasta nuestros días. Por un lado, datos oficiales declaran alrededor 400 personas muertas, entre ellas 100 soldados indios, mientras que grupos sijs reportan miles de asesinatos. En represalia, el ataque al Templo Dorado le costó la vida a Indira Gandhi, quien fue asesinada en su residencia en Delhi a manos de sus guardaespaldas que eran sijs.

Con el paso del tiempo, una relativa paz llegó a Punyab en la década de 1990 y las tensiones presuntamente desaparecieron con el nombramiento de Manmohan Singh como primer ministro de India en 2004, siendo el primer jefe del ejecutivo de la India en ser sij.
Aunque el movimiento jalistaní se mantiene en silencio en su tierra de origen, líderes como Hardeep Singh Nijjar trasladaron el ideal secesionista fuera de la India. Nacido en Punyab en 1977 y cuya infancia se vio permeada por los violentos acontecimientos de las décadas de 1970 y 1980, Nijjar emigró a Canadá en 1992, donde se convirtió en un renombrado miembro de su comunidad. Su figura pasó desapercibida hasta que Narendra Modi asumió el ejecutivo indio en 2014, año en que el gobierno indio emitió una orden de arresto en su contra.
Posteriormente, Nueva Delhi solicitó a Canadá su extradición en 2016 y presentó una causa penal en su contra en 2020 por conspirar en las protestas de punyabíes en Nueva Delhi por las leyes agrícolas emitidas por el gobierno de Modi. También, Nijjar fue asociado con organizaciones como el grupo separatista sij Babbar Khalsa International (BKI), la cual ha sido financiada por la inteligencia pakistaní según la Agencia Nacional de Investigación antiterrorista de India; y fue declarado una actor clave de la Fuerza del Tigre de Jalistán (KTF por sus siglas en inglés), categorizada también como organización terrorista por India.
El asesinato de Nijjar ha focalizado al gobierno indio como el responsable del atentado. Fuentes cercanas al sij expresaron que fue advertido por pandillas y el Servicio de Inteligencia de Canadá que agentes de inteligencia indios habían ofrecido recompensa por su asesinato. También, la llamada red “Cinco Ojos” integrada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, confirmó el supuesto involucramiento de la inteligencia india en el asesinato, lo que llevó a Trudeau a declarar el inicio de investigaciones. A su vez, la presión de la comunidad sij fue determinante, ya que el Consejo de Gurdwaras de Columbia Británica y el Comité de Gurdwaras de Ontario instaron de forma conjunta al gobierno canadiense de suspender la cooperación en materia de inteligencia e investigación y enjuiciamiento con India. Por su parte, Nueva Delhi ha rechazado estas acusaciones, encendiendo una crisis diplomática con Ottawa que ha conllevado la expulsión de diplomáticos de alto nivel por parte de ambos países y la suspensión de visas a ciudadanos canadienses que deseen viajar a la India.
Nijjar es uno de varios activistas que han sido perseguidos por el gobierno de Narendra Modi desde que asumió el ejecutivo de India. No obstante, más allá de que el involucramiento del gobierno indio en el atentado sea certero, la muerte de Nijjar y la consecuente presión e influencia de la comunidad sij sobre el gobierno de Canadá representan un obstáculo para el gobierno nacionalista regente de Modi. Si bien el secesionismo no está activo en Punyab, el recuerdo de una tierra llamada Jalistán en el ideario colectivo de los sijs punyabíes y de aquellos distribuidos en la diáspora, figura como un temor latente para la seguridad nacional de India, en un contexto en el que la integridad territorial se ha acentuado por las cuestiones de Ucrania y Taiwán.
Tampoco hay que ignorar el impacto del asesinato de Nijjar en el panorama electoral indio, ya que se celebrarán elecciones generales en 2024 y Modi contenderá por la reelección en contra de la coalición “INDIA”, liderada por el partido Congreso Nacional Indio e integrado por otros 26 partidos de oposición. Esta agrupación puede aprovechar esta situación para obtener votos de la minoría sij en la contienda electoral. Por último, este caso lleva a cuestionar qué sucederá con las de relaciones entre Occidente e India, la cual ha funcionado como aliado estratégico para contener el crecimiento chino en el Indo-Pacífico. En este tenor, el asesinato de Nijjar deja al gobierno de Modi en una posición compleja tanto en su contexto nacional como en el escenario global.
Marko Alberto Sal Motola (México): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Anáhuac Querétaro.