Saltar al contenido

Tres Cancilleres, una doctrina: la política exterior de Milei

Por Juan Esteban Maggi y Luka Santiago Cuellar

Una diplomacia alineada con Occidente, dependiente de la Casa Blanca y cada vez más alejada del cuerpo diplomático profesional ¿Cómo es la política exterior del presidente libertario?

Imagen | País Productivo

Los 11 meses de Diana Mondino

Economista, empresaria y profesora de finanzas. Como gran parte del armado libertario, una outsider de la política. Ese fue el perfil elegido para encarar una nueva etapa en la Cancillería argentina. Pese a haber sido electa diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires, la llegada de Javier Milei a la Presidencia alteró sus planes.

El 10 de diciembre de 2023, en lugar de asumir su banca en el Congreso, Diana Mondino juró como ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación.Argentina necesita volver al mundo, expresaba Mondino meses antes de asumir, frase cliché cíclicamente repetida cada 4 años con el fin de deslegitimar lo hecho por el gobierno anterior.

Esta noción de “aislamiento” o “des-inserción” se encuentra profundamente instalada en el discurso, como si la política exterior argentina viviera en un eterno punto de partida. Aunque, a decir verdad, el 10 de diciembre si que significó un nuevo comienzo. Una ruptura absoluta, de una magnitud pocas veces vista.

Antes de asumir formalmente, Mondino ya enfrentaba una dura tarea: desandar el tumultuoso camino discursivo trazado por Milei durante su campaña. Amenazar con “romper relaciones diplomáticas” con Brasil y “no negociar” con China, dos de los tres principales socios comerciales del país, representaba -como mínimo- una profunda contradicción. En ese escenario, se depositaban expectativas en una Canciller capaz de desideologizar la retórica exterior y devolverle un mínimo de racionalidad pragmática. 

El desenlace fue el contrario al esperado. En lugar de moderación, sus primeras acciones como canciller condensaron el giro doctrinario en política exterior. Primero, la Argentina se abstuvo en la votación de una resolución de la Asamblea General de la ONU que pedía un alto el fuego entre Israel y Palestina. Pocos días después, el gobierno decidió firmar la carta de invitación para iniciar el proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En paralelo, Argentina renunciaba al ingreso previamente pactado al grupo BRICS. Occidente sí, el resto afuera.

Anuncios

Imagen | Perfil

Esta declaración de principios marca el pilar de la política exterior de Milei: la aquiescencia. Parafraseando a Juan Battaleme, se la entiende como la aceptación explícita de una posición subordinada dentro del sistema internacional y el plegamiento a la esfera de influencia de la potencia central.

Se asume como propia la agenda del hegemón, y solo la articulación con este puede permitir la consecución de los intereses nacionales. Estados Unidos, Israel y Occidente: ese era el único “mundo” al que, según Mondino, Argentina necesitaba volver. ¿Y la región? Un simple medio para un fin mayor: consolidar el acuerdo MERCOSUR-UE.

Por fuera de ese objetivo esencialmente liberal, el “vecindario” pasó a un segundo plano. Pese a asumir la presidencia pro tempore del bloque, Milei decidió no asistir a la cumbre de presidentes, y Mondino optó por no profundizar la agenda regional, limitándose a un vago discurso centrado en la apertura económica y la reducción de trabas comerciales. La ausencia de cooperación regional encontró su reemplazo en la “diplomacia de los tweets”, donde Milei protagonizó choques con los mandatarios de Chile, México, Colombia e incluso España, que terminaron en crisis y rupturas diplomáticas.

Tras su primer viaje internacional a Davos (Suiza) y su posterior foto en el Muro de los Lamentos (Israel), el presidente argentino acumuló ocho viajes a Estados Unidos, galardones en España y Alemania, así como su participación en conferencias de foros conservadores (CPAC y Viva). Más que una agenda de Estado, sus desplazamientos respondieron a una diplomacia personalista y con fuerte carga ideológica, orientada a consolidar su imagen dentro del escenario internacional de la “derecha libertaria”.

Mondino, en la mayoría de estos viajes, quedó completamente al margen o asumió un rol secundario, lo que reforzó la idea de un centralismo decisional en manos del presidente. Este esquema de conducción de política exterior recuerda, más que nunca, al enfoque neodecisionista de la “era Menem”, caracterizado por la concentración del proceso decisorio en la figura presidencial.

Anuncios

Imagen | TV Pública

El otoño político de Mondino comenzó a gestarse en septiembre. En un clima de creciente tensión en el interior del Palacio San Martín, Milei arremetió contra el Pacto del Futuro y la Agenda 2030 en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.

Símbolos del andamiaje multilateral, diplomáticos de carrera como el embajador Ricardo Lagorio o el vicecanciller Leopoldo Sahores, quedaron expuestos al avance del disciplinamiento ideológico. Allí nace la “cruzada” contra el cuerpo profesional del servicio exterior. Desde la Presidencia se exigió a Mondino desplazar al embajador Lagorio, arremetida que pocos días después también alcanza a Sahores. 

A esta crisis se añadieron nuevas controversias que acentuaron su desgaste. El acuerdo con el Reino Unido para la identificación de los soldados caídos en Malvinas provocó las críticas de Villarruel y expuso las primeras fracturas dentro del oficialismo. Poco después, el comunicado del Ministerio de Defensa que se refería a las islas como “Falklands” profundizó la tensión entre carteras y evidenció el desorden interno en la conducción de la política exterior.

El sello final a su (breve) carrera política llegó con el voto argentino en la ONU a favor del fin del embargo a Cuba. Paradójicamente, la única decisión en la que Mondino actuó con coherencia respecto a la tradición diplomática argentina fue la que la dejó fuera

30 de octubre de 2024. Tras su salida, el presidente anunció “una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad». Con esas palabras, el gobierno dejó entrever el primer atisbo de una diplomacia que dejaba de representar al Estado para servir a una fe dogmática.

Anuncios

Imagen | El Comercio Perú

Los 12 meses de Gerardo Werthein

Médico veterinario y empresario. Otro outsider de la política. Gerardo Werthein asume las riendas del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto en reemplazo de Diana Mondino. Hasta entonces, se desempeñaba como embajador argentino ante los Estados Unidos, cargo que ocupaba desde el comienzo de la presidencia de Javier Milei. Su llegada a la Cancillería representó, en cierta medida, un retorno a la lógica y los principios de la política exterior de los años noventa, con claras resonancias al enfoque adoptado durante el menemismo.

Esta comparación puede encontrar fundamento en la teoría acuñada por el politólogo argentino Carlos Escudé, quien, a través del realismo periférico, logró explicar los motivos y el funcionamiento de la política exterior argentina durante la presidencia de Carlos Menem.

De manera análoga, dicha teoría resulta útil para analizar la política exterior actual caracterizada por una conducción fuertemente personalista, que responde exclusivamente a la directivas del presidente, con escasa consideración por el cuerpo diplomático profesional.

Nuevamente, resurge la idea de “volver a abrir Argentina al mundo”, de buscar mejorar su posición en el sistema internacional y sobre todo, planear la política exterior del país en base a un análisis de costos netamente económico. En primer lugar, y siguiendo la lógica planteada por Escudé, es necesario recordar que la actual orientación de la política exterior argentina hacia un mayor acercamiento con Estados Unidos responde al propósito de evitar tensiones o confrontaciones con las potencias centrales, buscando en cambio consolidar una relación de cooperación y asociación estratégica.

Este alineamiento irrestricto se conoce como “relaciones carnales”, término utilizado por Guido Di Tella en 1991 para explicar la política argentina hacia con el país norteamericano. Se pretendía generar condiciones favorables para la inserción internacional del país y atraer inversiones que acompañen el programa económico del gobierno actual. No obstante, y al igual que durante el período menemista, existe siempre el riesgo de que dicha estrategia priorice los intereses de los sectores más concentrados, de esa «casta», lo que llamamos una “política élite-céntrica”.


Imagen | TN

Werthein era visto como empresario antes que diplomático. Durante su (también breve) gestión, fue el canciller «comercial» de Milei y su labor estuvo orientada a mantener y profundizar las alianzas con Estados Unidos e Israel. Entre sus principales logros se destacan la reactivación del vínculo con Brasil, pese a la marcada distancia ideológica entre Milei y Lula da Silva, la organización de la Cumbre de Cancilleres del Mercosur en Buenos Aires y la firma del acuerdo con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA)

Al igual que durante la “era Mondino”, la gestión del empresario estuvo marcada por un constante malestar dentro del Servicio Exterior Argentino y el cuerpo diplomático, especialmente tras la suspensión del concurso de ingreso al servicio exterior a principios de 2025. Sumado a ello, también generaron desconcierto los dichos del presidente en distintos foros internacionales, tratando de «burocráticos que persiguen agendas socialistas» a los diplomáticos de carrera, últimamente escasos en el armado de gobierno.

Su presencia pública había disminuido notoriamente en los últimos meses, con una actividad completamente secundaria, tal como ocurrió con Diana Mondino. El punto de quiebre llegó tras la reunión entre Javier Milei y Donald Trump, en la que el presidente estadounidense anunció un paquete de asistencia financiera para Argentina condicionado al resultado de las elecciones legislativas.

Lejos de generar confianza, el episodio provocó confusión política y malestar en la Casa Rosada, especialmente en el círculo del asesor presidencial Santiago Caputo, que responsabilizó a Werthein por la crisis comunicacional. Cuatro días antes de los comicios nacionales, presentó su renuncia al cargo de canciller.

27 de octubre de 2025. Se oficializa la renuncia de Werthein, y su “legado” se limita a ciertos avances institucionales y comerciales con una marcada continuidad en la subordinación política hacia Washington y Tel Aviv, mientras que en el plano interno deja un cuerpo diplomático desarticulado y una Cancillería cada vez más dependiente de la voluntad presidencial. 


Imagen | Clarín

¿Cuántos meses para Pablo Quirno?

El triunfo aplastante del oficialismo en las elecciones legislativas nacionales parece advertir, a priori, una ratificación del rumbo político y económico del gobierno. En este contexto, no habría grandes indicios por parte de la sociedad para que la designación del tercer canciller libertario responda a criterios diferentes de los que han guiado hasta ahora. 

Economista y financista, aunque ya no outsider, Pablo Quirno llega al Ministerio de Relaciones Exteriores para reforzar la orientación económica y pro-mercado de la Cancillería. Con una extensa trayectoria en el sector financiero, y formación en los Estados Unidos, llega al Palacio San Martín luego de desempeñarse como Secretario de Finanzas de Javier Milei.

Es claro que su nombramiento busca transversalizar la política exterior con la estrategia económica del gobierno, poniendo las relaciones exteriores bajo la égida de una persona de confianza de Luis “Toto” Caputo. De facto, Cancillería pasa a ser una secretaría del Ministerio de Economía

La llegada de Quirno no marca una ruptura, sino una profundización del rumbo ya trazado por la política exterior del gobierno libertario. Todo parece indicar que continuará el alineamiento total con Occidente, con especial atención a las relaciones con Estados Unidos, principal socio político y financiero del actual esquema.

Su gestión buscará atraer nuevas inversiones y consolidar tratados de libre comercio. Además, Quirno inicia su gestión con señales optimistas: la reacción positiva de los mercados tras los comicios y los elogios de Donald Trump, quien felicitó públicamente a la Argentina por “la excelente elección”.

En definitiva, la política exterior del mileísmo no parece estar en debate, sino que sólo cambia el mensajero. No obstante, el nuevo ministro enfrenta desafíos importantes. En el plano externo, deberá recomponer y equilibrar los vínculos con China, Brasil y otros socios estratégicos. Puertas adentro, tendrá que reconstruir un cuerpo diplomático desgastado por tensiones previas y dotar de estabilidad institucional a una Cancillería que ha cambiado tres veces de conducción en menos de dos años.


Juan Esteban Maggi (Argentina): Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Católica de Córdoba. Estudiante de Derecho, Universidad Nacional de Córdoba.

Luka Santiago Cuellar (Argentina): Licenciado en Relaciones Internacionales. Universidad de San Pablo-Tucumán

Categorías

Regiones

Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Deja un comentario

Descubre más desde Diplomacia Activa

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo