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DIPLORAMA 70

«Sabemos muy bien quién quiere arrastrarnos a la guerra y quién busca dividirnos. No les daremos la oportunidad de involucrar a nuestro pueblo en la guerra que desean encender en nuestra tierra, una guerra cuyo objetivo es fragmentar nuestra patria, socavar nuestros esfuerzos y provocar anarquía y destrucción»

Ahmed al-Sharaa, presidente de Siria

Edición N° 70

En este tiempo, la paz es algo, cuanto menos, extraño. A veces se firma entre montañas remotas, mientras que en otros casos viene en forma de bombardeos desde 10.000 metros de altura. Esta semana, el mundo nos ofrece este equilibrio tan peculiar entre avances históricos y retrocesos más que previsibles. Mientras que el PKK deja las armas tras unas cuantas décadas de lucha armada y promete que de ahora en más la lucha será con palabras y urnas, Israel intensifica su ofensiva sobre Siria en nombre de una “preocupación humanitaria” que, ¡oh casualidad!, llega cargada de misiles. Tel Aviv bombardea; Damasco denuncia que este actuar huele más a fragmentación controlada que a altruismo regional.

Pero el fuego cruzado no solo está en Medio Oriente, sino que también los hay en América. Estados Unidos negocia con Ovidio Guzmán como si se tratara de un socio estratégico más, mientras que en México el oficialismo tiembla ante lo que «El Ratón» pueda confesar. Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras, y en este caso las palabras pueden costar carreras políticas.


Adiós al fuego: el PKK deja las armas

Valentina Terranova

Imagen | France24

El histórico grupo político armado llamado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) bajó los brazos de la lucha armada para optar por el diálogo en una ceremonia histórica en Irak. Tras cuatro décadas de conflicto con el Estado turco, comienza una transición de desarme que se espera dure varios meses. ¿Qué significa esto para la región?

Sucedió en Irak, donde en una cueva montañosa al sur del país bajo un sol radiante, más de 30 combatientes, incluidos 4 altos mandos, quemaron sus armas en un acto simbólico de desarme. Simbólico ya que estimaciones aproximadas sugieren que hay entre 2.000 y 5.000 combatientes en las montañas Qandi desde el año 1990 hasta nuestros días.

Catalogado como grupo terrorista en Turquía, Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, la ausencia del PKK se sentirá a nivel regional y genera antecedente en el mundo entero como parte de un proceso de paz. «En adelante continuaremos nuestra lucha por la libertad, la democracia y el socialismo a través de la política democrática y los medios legales» emite el comunicado oficial de la agrupación, poniendo fin a más de 4 décadas de hostilidades que dejan tras de sí a más de 40.000 muertos. 

Lo cierto es que este hecho podría representar mucho más que un cese de hostilidades. Si se dan las condiciones necesarias, podría abrir una nueva etapa de diálogo y consenso en el país y la región. «Espero que nuestro parlamento apoye este proceso con la mayor participación posible», dijo Recep Tayyip Erdogan, consciente de que el éxito dependerá en gran medida de los derechos políticos y culturales que se le reconozcan al pueblo kurdo, el grupo étnico sin un estado-nación más grande del mundo. ¿Estará Turquía a la altura de este asomo de paz?

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Fe bajo fuego: el ataque a la iglesia en Gaza revive el clamor por un alto el fuego

Redacción

Un ataque israelí impactó el jueves la Iglesia de la Sagrada Familia, la única parroquia católica en Gaza, dejando un saldo de tres muertos y al menos diez heridos, entre ellos el sacerdote argentino Gabriel Romanelli. La explosión, ocurrida cerca de las 10:10 a. m., causó daños severos en el complejo religioso, donde se refugiaban unas 450 personas. La versión oficial israelí atribuye el hecho a “munición desviada” durante operaciones militares en la zona.

La noticia provocó una rápida reacción del Vaticano. El Papa Leo XIV, sucesor de Francisco, llamó personalmente al primer ministro Benjamin Netanyahu para expresar su consternación y reiterar su llamado a un alto al fuego inmediato. “Lo ocurrido es injustificable”, declaró el pontífice, quien también transmitió su cercanía espiritual a Romanelli y a toda la comunidad cristiana de Gaza. El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, aseguró que “nadie en la iglesia cree que fue un error”, y denunció que el ataque fue directo contra un lugar sagrado y habitado por civiles desarmados.

Las reacciones no se hicieron esperar. El gobierno italiano calificó la agresión como “inaceptable” y la primera ministra Giorgia Meloni apuntó que “ninguna acción militar justifica estos actos”. La administración de Donald Trump también criticó el hecho: “El presidente no tuvo una reacción positiva”, dijo su portavoz. Mientras tanto, la comunidad cristiana de Gaza —apenas mil personas en una población de más de dos millones— enfrenta ahora la devastación de uno de sus últimos refugios, en medio de una guerra que ya se ha cobrado más de 58.000 vidas, la mayoría mujeres y niños.

La iglesia había ganado notoriedad por las llamadas diarias que el Papa Francisco realizaba al padre Romanelli durante los primeros meses del conflicto. El templo, junto con la cercana iglesia ortodoxa de San Porfirio, ofrecía asistencia espiritual y refugio a musulmanes y cristianos por igual. Las imágenes del lugar tras el bombardeo muestran techos colapsados, cuerpos cubiertos con mantas y ventiladores de asistencia respiratoria trasladados de urgencia. La organización Caritas, que opera servicios de salud mental en el recinto, confirmó que varias personas mayores fueron alcanzadas por la metralla.

Pese a las disculpas públicas de Netanyahu y la promesa israelí de investigar, los líderes cristianos, incluidos enviados de más de 20 países, ingresaron a Gaza para constatar los daños y llevar ayuda humanitaria. “Es hora de que se escuche la voz de los líderes”, declaró el Patriarcado Latino en un comunicado. Mientras la ofensiva continúa, crece la presión internacional para frenar lo que muchos consideran una tragedia evitable. La iglesia católica de Gaza, golpeada por la guerra y por la pérdida de su contacto diario con Francisco, hoy resiste con fe, pero también con una herida abierta en su corazón.

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El juego del gato y El Ratón

Iker Escobar León

Imagen | El CEO

La máxima de seguridad estadounidense parece haber sucumbido. Los Estados Unidos sí negocian con terroristas, o al menos eso es lo que parece tras las negociaciones con el hijo de uno de sus trofeos criminales más preciados: Ovidio Guzmán López “El Ratón”, líder narcotraficante de “Los Chapitos”. Todo esto se desarrolla mientras se avecina una crisis diplomática para México y hasta un peligro para el oficialismo tricolor. 

Tras ser extraditado, confesar sus actividades en el Cártel de Sinaloa y declararse culpable en cuatro cargos, durante una audiencia, “el nieto de Badiraguato” abandonó el registro del Buró Federal de Prisiones (BOP), simbolizando su entrada al programa de protección de testigos estadounidense. Durante los siguientes meses, el heredero deberá destruir el imperio criminal de su padre, Joaquín “El Chapo” Guzmán, como testigo e informante

No obstante, esta situación parece no contentar a todos. La presidencia mexicana se ha cruzado con la defensa de El Chapito en una guerra de narrativas que ataca al gobierno federal. A su vez, el viernes 11, CDMX reprochó las negociaciones judiciales de Washington con Guzmán López, puntualizando también la desconsideración del gobierno mexicano en las conversaciones. La presidenta tricolor Claudia Sheinbaum demandó mayor coordinación entre Estados Unidos y México, declaración refutada por Jeffrey Lichtman, abogado de Ovidio Guzmán. Ante ello, la Cancillería mexicana se ha posicionado en contra de cualquier señalamiento de entornos criminales en contra de la presidencia. 

Con el cártel camaronero dividido en facciones, líderes tras las rejas e informantes con plenos conocimientos, el Cártel de Sinaloa estaría pronto a desvanecerse. La premura mexicana podría surgir de las confesiones de El Ratón, las cuales podrían revelar el alto grado de corrupción y colusión de servidores con el crimen organizado; aunque, sin una respuesta rojiazul, la insistencia revela la importancia que implica el caso de Guzmán López para el gobierno oficialista, quien ha sido acusado de permitir actividades delictivas.

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Bombardeos, pretextos y poder

Marko Sal

Cortesía | SkyNews

Esta semana, Israel intensificó sus bombardeos aéreos contra Siria, especialmente en Damasco y Suwayda, alegando la necesidad de proteger a la comunidad drusa frente a recientes enfrentamientos internos. Sin embargo, el gobierno sirio calificó estas acciones como una violación flagrante del derecho internacional, acusando a Tel Aviv de utilizar una supuesta preocupación humanitaria para desestabilizar deliberadamente al país.

Los ataques, que provocaron la muerte de 3 personas y dejaron a 34 heridas, se suscitaron justo después de que Damasco desplegara tropas en Suwayda para restaurar el orden tras choques armados entre grupos drusos y beduinos, que dejaron al menos 30 muertos y 100 heridos. Para el régimen sirio, los bombardeos israelíes no solo buscan debilitar al Estado en un momento de reconstrucción posconflicto, sino también provocar fragmentación interna y sabotear cualquier intento de estabilidad nacional.

Ante los hechos, el presidente de Siria, Ahmed al-Sharaa, denunció que Israel intenta convertir a Siria en “un escenario de caos permanente” y destacó que, pese a las agresiones contra objetivos civiles y públicos, su gobierno ha logrado contener la violencia y mantener abierta la vía del diálogo con líderes drusos. Además, afirmó que Siria no sacrificará la estabilidad regional ni la seguridad de su población en un enfrentamiento impuesto desde el exterior. Este jueves, en un giro inesperado, ordenó el retiro de tropas de Suwayda y delegó la seguridad local a las autoridades drusas, tras confirmar que los enfrentamientos causaron más de 500 muertos según el último recuento.

Israel bombardeó Siria tras los enfrentamientos entre drusos y tribus beduinas iniciados el domingo, y amenazó con intensificar sus ataques si el gobierno sirio no retiraba sus fuerzas. Días antes, ambos países mantenían conversaciones secretas para reducir tensiones, incluso con expectativas de un pacto de no agresión. Pero los ataques de esta semana frustraron cualquier posibilidad diplomática inmediata. En medios israelíes, analistas apuntan que la estrategia actual de Tel Aviv está marcada por una mezcla de temor post-7 de octubre y confianza militar renovada tras sus acciones contra Irán y Hezbollah.

Mientras tanto, la comunidad internacional ha reaccionado con tibieza al escalamiento entre Tel Aviv y Damasco. Washington pidió el retiro de tropas de ambas partes, aunque evitó condenar los ataques israelíes o calificar su legitimidad. Más allá del conflicto inmediato, este episodio refleja un patrón más amplio en la cuestión de Medio Oriente: el uso estratégico de las divisiones internas de los Estados como pretexto para llevar a cabo actos unilaterales. En la región, las fronteras más vulnerables no son siempre geográficas, sino políticas, étnicas y culturales —y en ese campo minado, cualquier chispa puede encender una guerra que nadie desea pero muchos están dispuestos a provocar.

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Crimen Organizado

En esta edición de diploconceptos, abordamos un actor internacional no convencional, pero profundamente influyente: el crimen organizado. Aunque tradicionalmente relegado al ámbito de la seguridad interna, hoy sus redes transnacionales, capacidad financiera y vínculos con el poder político lo posicionan como un factor clave en las relaciones internacionales del siglo XXI.

El crimen organizado no busca reconocimiento diplomático ni participa en organismos multilaterales, pero su impacto cruza fronteras, debilita Estados y condiciona agendas de política exterior. Desde el tráfico de drogas, armas y personas hasta la minería ilegal, el cibercrimen y el lavado de dinero, estas estructuras operan en una lógica transnacional que desborda los marcos normativos clásicos del Estado-nación.

Uno de los casos más ilustrativos es la relación México–Estados Unidos, donde el crimen organizado ha dejado de ser un problema bilateral de seguridad para convertirse en un eje estructural de tensión y cooperación. Washington exige control sobre los flujos de drogas —especialmente fentanilo— mientras México reclama responsabilidades sobre el tráfico de armas y la demanda estadounidense. Esta asimetría de prioridades ha generado desde iniciativas conjuntas como la Iniciativa Mérida hasta roces recientes por propuestas de intervención directa en territorio mexicano.

En este contexto, los grupos criminales actúan como actores internacionales de facto: controlan territorios, influyen en procesos electorales, financian campañas, corrompen instituciones y disputan la soberanía estatal. Su poder no solo se mide por su capacidad de violencia, sino por su habilidad para insertarse en la economía legal y establecer redes globales de cooperación informal.

Además, su existencia ha generado nuevas formas de diplomacia: acuerdos operativos entre fiscalías, intercambios de inteligencia, sanciones extraterritoriales e incluso mecanismos de diálogo indirecto, como negociaciones en contextos de posconflicto o gobernanza local en zonas de presencia criminal.

Sin embargo, el crimen organizado también expone los límites de la respuesta estatal. ¿Cómo actuar frente a redes que no tienen bandera, pero sí presencia global?


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