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DIPLORAMA 64

«¡Que tengas un buen día, DJT!»

Elon Musk en X

Edición N° 64

La palabra “guerra” ya no se reserva a lo militar, sino que se filtra en los discursos, en los estrados y hasta en las redes sociales. Esta semana, Ucrania puso en marcha su operaciones sobre Rusia, cruzando no solo la frontera física, sino también una línea simbólica y operativa que redefine el equilibrio del conflicto. Los cielos rusos ya no son intocables, y Moscú lo sabe. Pero mientras los misiles hacen su «trabajo», el ruido más estridente llega por otras vías: el ego, el poder, las urnas y las redes sociales, que también hacen su parte.

Si de guerras se trata, la más significativa de la semana quizá no esté en el Donbás, sino en X. Nuestro «amigo personal» Donald Trump y su ex best friend forever, Elon Musk, están librando una batalla campal: acusaciones graves, traiciones abiertas y ambiciones que ya no intentan disimular. Mientras tanto, en México, otra guerra se cocina en silencio: la del poder judicial. La elección que definirá a la nueva cabeza de la Suprema Corte promete reconfigurar los equilibrios institucionales del país.


Separación «X»plosiva

Marko Sal

Ilustración | Business Insider

La alianza predilecta de Donald Trump ha llegado a su fin. En una escena inédita, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el magnate Elon Musk, protagonizaron el pasado jueves una serie de intercambios explosivos en redes sociales, poniendo así un punto final a 136 días de bromance.

El empresario, dueño de Tesla y Space X, había manifestado hace unas semanas su desacuerdo a la política arancelaria y a la “Grande y Hermosa Ley”, la cual incluye una fuerte rebaja de impuestos que aumentará el déficit y la deuda del país en un momento de incertidumbre fiscal para la economía estadounidense. En este contexto, Musk inició los trámites de separación, anunciando su adiós definitivo a sus responsabilidades en la administración trumpista.

Todo parecía pacífico cuando Trump entregó a Musk la llave Dorada de la Casa Blanca, en un gesto que aparentaba buena voluntad y agradecimiento por sus servicios en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Sin embargo, las declaraciones de Musk en X en las que calificó la ley fiscal republicana como “una abominación repugnante” y una iniciativa “repleta de gastos superfluos”, encendió la mecha de Trump, quien expresó en su propia red social, Truth Social, que su relación con Musk estaba “agotándose” y que “¡simplemente se volvió LOCO!”.

Lo que inició con caprichosos tweets, culminó con amenazas severas. Musk, acusó —sin pruebas— a Trump de estar involucrado en la red pederasta de Jeffrey Epstein y advirtió que la estrategia arancelaria del Presidente es de tal nocividad que provocaría una recesión en la segunda mitad de este año. Sin quedarse callado, Trump amenazó con poner fin a todos los contratos públicos que enriquecen al imperio empresarial de Musk. “Sería la forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles y miles de millones de dólares. (…) ¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!”, escribió Trump. Incluso el ex asesor de Trump, Steve Bannon, planteó la idea de deportar a Musk al considerarlo un “extranjero ilegal”.

El distanciamiento de Musk es resultado de una apuesta sin ganancias. Su alianza con los republicanos le ha provocado un amplio catálogo de pesadillas, desde un fuerte golpe en su bolsillo por invertir más de 250 millones de dólares a la campaña presidencial de Trump, una pérdida en su fortuna de un 25% desde el inicio de la gestión republicana y una reducción en el valor de los activos de Tesla —los cuales han entrado en caída libre desde el inicio de la disputa—. Tal ha sido el desencuentro que en una encuesta en X, Musk planteó la idea de fundar un tercer partido, distinto al demócrata y del republicano, que “representa al 80% de la población” que está entre ambos, ¿buscará Musk alterar el tablero político de Estados Unidos con un nuevo movimiento político? Solo el tiempo dirá.

Hace unas semanas, el presidente estadounidense declaró no creer en los enemigos permanentes. Sin embargo, su reciente confrontación con Elon Musk demuestra que tampoco cree en amistades duraderas, una postura que podría resultar costosa. Así como el magnate fue clave para fortalecer su imagen y campaña, también posee los medios para debilitarlo, especialmente en un contexto marcado por la creciente pérdida de apoyo ciudadano y la caída en los índices de aprobación presidencial. 

¿Decidirá Musk golpear a Trump todavía más? ¿Con quién se aliará Musk ahora? ¿Qué hará Trump con Musk como enemigo? Mientras estas preguntas nos dejan en suspenso, te dejamos las siguientes recomendaciones:

¡Nuevo episodio de Internacionalistas!


Éxito” electoral, con votantes en casa

Iker Escobar León

Imagen | Univisión

Jueces electos y urnas vacías, esa es la realidad con la que México despierta esta semana tras las ya cuestionadas elecciones judiciales. Los resultados confirman una participación paupérrima; de tan sólo 13 millones de electores, se anularon hasta 26 millones de votos. Mas, eso no impide que México ya tenga a su próxima terna de personas juzgadoras. 

Los resultados sobre la próxima alineación de la Suprema Corte agrupa a ocho interesantes personalidades, encabezadas por un liderazgo inesperado con el 5.2% de los votos: Hugo Aguilar Ortiz. Entre las candidaturas predilectas del oficialismo figuran Lenia Batres, Yazmín Esquivel, Loretta Ortiz y María Estela Ríos, con claros vínculos a la Cuarta Transformación; de Irving Espinoza y Arístides Guerrero, se sospecha que tienen nexos con el oficialismo, apareciendo ambos como candidatos entre los “acordeones” ofrecidos por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Giovanni Figueroa y Sara Herrerías destacan por tener un perfil menos partidista, aunque Herrerías ha ocupado cargos bajo gestiones del Partido de Acción Nacional (PAN) y Morena; y, finalmente, Hugo Aguilar, quien ha fungido como defensor de los derechos indígenas y busca reducir la excesiva centralización del país, aunque también ha mostrado afinidad por el oficialismo.

Con estos resultados, la presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) Guadalupe Taddei declaró que el 15 de junio se dará validez a estos resultados, oficializando así a la agrupación. No obstante, existe una causa de debate entre los nuevos miembros del máximo tribunal: el Palacio Nacional ha abogado por una política de equidad de género, la cual permitiría que la candidata con mayor número de votos se convierta la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en este caso Lenia Batres; por otra parte, el INE ha defendido que la reforma judicial -propuesta por Morena- estableció que la dirigencia se asignará a la candidatura con más votos, siendo Hugo Aguilar.

En suma, pese a que la elección judicial haya terminado —por ahora—, sus efectos siguen siendo causa de debate y controversia. Solo se puede augurar que, en la próxima ronda establecida para 2027, instituciones políticas como el INE y el Poder Judicial puedan pulir procesos como los establecidos para la selección y revisión de candidaturas. ¿Qué opinas? ¿Podrá esperarse un desenlace más esperanzador respecto a la elección popular de personas juzgadoras, con un proceso de prueba y error, donde el tiempo pula las asperezas detrás de este proceso democrático? Te invitamos a leer nuestras recomendaciones: 


Operación ¨Telaraña¨: Desde Crimea hasta Siberia.

Santiago Leiva

Ilustración | Sky News

La invasión rusa sobre Ucrania comenzó una nueva etapa esta semana al ser testigo de dos operaciones que impactaron al mundo entero tanto por su ejecución como por su mensaje. Por un lado, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por sus siglas en ucraniano) adjudicó a sus fuerzas armadas un ataque quirúrgico al puente de Crimea —el tercero desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022— con un gran calibre de explosivos colocados bajo el agua, dañando así puntos críticos en la única conexión entre Rusia y el territorio ocupado de Crimea. Por otro lado, unos días antes, la SBU llevó a cabo un operativo simultáneo, desplegando 117 drones en territorio ruso, afectando cinco bases aéreas a lo largo y ancho del país y destruyendo un tercio de los bombarderos estratégicos con capacidad nuclear de la Fuerza Aérea. Ambas acciones no solo muestran la capacidad tecnológica ucraniana, sino también una transformación en el modo de hacer la guerra en el siglo XXI.

Desde la teoría, estas ofensivas ilustran el llamado “costo difuso de la guerra”: ya no se trata solo de trincheras y frentes estáticos, sino de afectar la percepción de seguridad en lo profundo del territorio enemigo. En términos militares, el foco ucraniano cambió su parecer al no considerar al puente de Crimea con el mismo valor estratégico que quizás tenía al inicio de la invasión, aunque aún conserva una enorme carga simbólica y política. Lo mismo ocurre con la destrucción de los bombarderos: el ataque es un mensaje político y bélico al Kremlin que lo obliga a repensar costos, vulnerabilidades y la narrativa de control que busca sostener en sus próximas ofensivas.

Un último punto es que ambos ataques fueron ejecutados sin previo aviso a la Casa Blanca en Washington, en un contexto donde las relaciones entre Kyiv y la administración Trump atraviesan momentos ambiguos. Así, las fuerzas ucranianas envían no solo un mensaje a Putin, sino también una advertencia al mundo: Ucrania no solo puede resistir, sino que también puede pasar a la ofensiva desde ámbitos nunca pensados en este milenio. Por eso mismo, no se trató de sabotajes, sino de una redefinición del espacio de batalla, y de una advertencia a Moscú de que su retaguardia ya no es segura.

Podemos ver cómo cambia el conflicto al pasar de los meses y los años, pero podemos estar seguros de que no sabremos a ciencia cierta qué depara el futuro de la guerra en un contexto de constante evolución tecnológica. Las estrategias no son las mismas, y Ucrania demostró tener dos cartas bajo la manga; pero veremos en el futuro si tiene un mazo completo que pueda responder a sus necesidades y a la defensa de su soberanía.

Si te interesó este tema, te dejamos el siguiente contenido como recomendación: 


Plutocracia

Elon Musk no es un personaje político tradicional. Su poder empresarial lo ha convertido en un personaje tan influyente que llegó a ser confidente de Donald Trump e involucrarse en las entrañas de la política estadounidense. Ahora bien, la reciente enemistad entre ambos personajes no le ha restado poder al magnate. Su incidencia en la política de Estados Unidos y el mundo prevalece, lo que nos lleva al diploconcepto de la semana: la plutocracia.

En el lenguaje de la teoría clásica, la plutocracia se refiere al gobierno o control del poder político por parte de los más ricos. Aunque suele mencionarse como una forma degenerada de la oligarquía, en el mundo contemporáneo el término ha cobrado nuevas capas de significado, sobre todo en contextos donde las fortunas personales se traducen directamente en influencia política, mediática y regulatoria.

La plutocracia no requiere necesariamente que los millonarios ocupen cargos públicos; basta con que sus intereses definan la agenda política o condicionen las decisiones de los gobiernos. En este sentido, magnates como Elon Musk o Jeff Bezos no sólo moldean mercados: también moldean narrativas públicas, financian campañas, e inciden en decisiones geoestratégicas desde fuera del aparato estatal.

Ejemplos históricos abundan: desde los robber barons estadounidenses del siglo XIX que influyeron en la expansión ferroviaria y la legislación laboral, hasta las oligarquías empresariales latinoamericanas que han operado tras bambalinas en múltiples transiciones democráticas. Hoy, la plutocracia se manifiesta en lobbies hiperfinanciados, algoritmos al servicio de intereses privados, y en campañas políticas que dependen más de donantes que de votantes.

El caso de Musk y Trump en 2025 es ilustrativo: el millonario no solo financió, sino que articuló parte del discurso tecnocrático del presidente, hasta que sus intereses divergieron. La plutocracia no promete lealtad, solo conveniencia. Y en contextos donde las instituciones son frágiles o permeables, ese poder puede reemplazar o incluso desdibujar el control democrático.

Si la democracia presupone un ciudadano igual frente al Estado, ¿qué ocurre cuando el poder de unos pocos actores económicos excede al de millones de votantes?


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