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¿Segunda Guerra Fría o falso espejismo?

Por Axel Olivares

El año 2023 formó parte de una progresiva escalada de tensión a lo largo del mundo que fue entretejiendo diferentes conflictos regionales bajo un nuevo panorama: el fin de la unipolaridad encabezada por Estados Unidos y el ascenso del poderío chino. El coloso asiático se ha convertido en el nuevo protagonista en los enfrentamientos que han acometido el año y posiblemente lo será también en el año entrante.

Ilustración / The Economist

Si el país asiático mantiene la velocidad de crecimiento de su PBI, para 2030, se convertiría en la primera economía mundial superando a Estados Unidos. Ya sea por fuerza blanda (soft power) o a través de diferentes inversiones a lo largo del globo, incluso con sus adversarios, China se ha convertido en la principal amenaza para los intereses de Occidente. No solo es una competencia a la cual tener en cuenta por su potencial económico sino también por su privilegiado trato diplomático con potencias nucleares como Rusia y Corea del Norte.

EE UU y China compiten por la supremacía dentro de un nuevo orden mundial intentando extender su influencia por los países en vías de desarrollo y sumar tratados comerciales que garanticen el compromiso con alguna de las dos superpotencias en detrimento de la otra. ¿Acaso esto no suena familiar? La crisis de hegemonía por parte de Estados Unidos y la consolidación de China como su principal adversario han alimentado la retórica de una nueva Guerra Fría en donde el resto del mundo debe decidir en qué fila ubicarse. ¿Es posible entonces que comience nuevamente una era de polarización que divida el mundo?

Taiwán: el punto de fricción

En 2024 habrá 70 elecciones en todo el mundo, pero una de las más importantes serán las elecciones en Taiwán. La región autónoma que aun busca su soberanía se ha convertido en el talón de Aquiles de la República Popular China. El Partido Democrático Progresista (DPP) que ha gobernado los últimos siete años se inclina a fortalecer las relaciones con Occidente y reforzar su defensa ante un posible ataque chino a la isla. Por otro lado, el Kuomintang (KMT) opta por la unificación de ambos lados en un solo país y así aliviar las tenciones con China. Esta última, obviamente, mantiene su apoyo al KMT. Los resultados, cualesquiera que fuesen, no pasarán desapercibidos. Sí la victoria es para Lai Ching‑te, del PPD, China podría fortalecer los bloqueos comerciales a Taiwán y aumentar la presencia militar en la isla. Por su parte, Hou Yu-ih, del KMT, prometió revocar las reformas en materia militar lo que permitiría un avance chino a la isla.


Fuente / History Computer

La soberanía de Taiwán no solo es parte de una histórica disputa que China mantiene hasta la actualidad, la región autónoma concentra la mayor producción de chips del mundo. Taiwán cuenta con el 60% de la producción mundial de estos dispositivos semiconductores indispensables para la fabricación de celulares, autos eléctricos y armamento. La empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Corporation (TSMC) se ha visto amenazada por las inversiones chinas en chips para satisfacer sus propias demandas per además por el espionaje y robo de secretos comerciales. Por su parte, el gobierno de Estados Unidos, como su mayor colaborador, ha intentado impedir el avance chino en el mercado de chips aprobando la Ley Chips y Ciencia en 2022 que otorga U$S 39 mil millones y un crédito fiscal para la fabricación de chips en EE UU. Asimismo, prohibió su exportación a China lo que encendió aún más las intenciones de Beijín de tomar el control de la isla.

No solo es mercado, es también seguridad

La rivalidad entre ambas potencias fue ascendiendo paulatinamente: una simple competencia comercial progresivamente se transformó en una lucha por la seguridad nacional de cada país para finalmente llegar a un escenario en donde se debate sobre un nuevo orden mundial. Años atrás, el detonante fue la empresa china Huawei que fue acusada por el gobierno estadounidense de espionaje en torno a información clasificada. Aunque esto no se comprobó, la compañía fue expulsada del país. Tiempo después, la red social Tik Tok fue señalada como un “caballo de troya chino” con el potencial de poner en peligro a la seguridad nacional robando datos a autoridades gubernamentales.

Durante la administración Biden, Washington ha tenido la intención de excluir y debilitar a su contraparte china afianzando sus relaciones con la OTAN y la Unión Europea, pero también formando la alianza militar AUKUS junto a Reino Unido y Australia para ayudar a este último a adquirir submarinos nucleares, pero, además (a pesar de no ser una razón explicita) se cree que la alianza también tendría la finalidad de contrarrestar la influencia china en Australia.


Una mujer sostiene una pancarta durante una protesta frente a la Torre Trump en la ciudad de Nueva York. Michael Brochstein / Zuma Press Wi

Por su parte, China ha apostado por la expansión del BRICS para aumentar el contrapeso a Occidente en la economía mundial; como también ha afianzado los tratos comerciales bilaterales con países africanos a cambio de una mayor cantidad de votos en los organismos internacionales. Pero sus planes para el futuro son aún más ambiciosos: su idea de una “Nueva Ruta de la Seda” promete expandir por mar y tierra un sistema de transporte comercial que atraviese varios países en Asia, África y Europa. Además, en materia militar, se coordinaría con el “Collar de Perlas”: una serie de bases militares que se instalarían en las costas del océano Índico. La cantidad prevista de bases no alcanzaría a la de EE UU en el mundo, pero progresivamente se iría acercando.

Entonces, ¿guerra fría?

El contexto actual parece una especie de reflejo inverso a los años de tensión vividos en la posguerra en donde la línea de partida de la primera experiencia (la Segunda Guerra Mundial) podría llegar a ser el punto final en esta época. Por lo tanto, ¿podríamos asegurar que nos encontramos en los albores de una nueva guerra fría (si es que ya no estamos inmersos en ella)? Esta pregunta fue la que se hizo Gita Gopinath, Primera Subdirectora Gerente del Fondo Monetario Internacional, en el 20° Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Economía. La subdirectora afirmó que el escenario actual es radicalmente distinto: “Para empezar, el actual grado de interdependencia económica entre los países es mayor”.

La “Guerra Fría” (1947-1991) estuvo marcada por un conflicto político-ideológico entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética (URSS). Este periodo se definió por su fragmentación, los flujos comerciales se vieron fuertemente afectadas por consideraciones geopolíticas. “Durante la Guerra Fría, el comercio entre bloques opuestos se desplomó desde aproximadamente el 10% al 15% hasta menos del 5% del comercio mundial” afirma Gopinath. Actualmente el 95% de los países colabora de alguna manera en la cadena de valor, lo que significa que existe un alto grado de interdependencia económica.


Por otro lado, ya no podemos hablar de una dicotomía capitalismo-comunismo. Varios analistas consideran que en la actualidad hay dos modelos capitalistas ubicados en dos Nortes: un Occidente no Geográfico y un Oriente particularista que no sigue patrones universales. La consecuencia para el resto del planeta es que las cadenas de suministros se han alargado teniendo las naciones que adaptarse a las limitaciones arancelarias entre China y Estados Unidos.

Los conflictos actuales también se diferencian de la Guerra Fría debido al accionar de la “Tercera Posición” en el mundo. El “Sur Global” ha aprendido a adaptarse a las nuevas circunstancias eludiendo los grandes conflictos y evitando que estos afecten sus intereses. Diferentes países con economías emergentes se han beneficiados de ambas potencias. Brasil está negociando con EE UU para instalar en el país un polo tecnológico para desarrollar semiconductores, aun así, mantiene su lugar en los BRICS. México ha remplazado a China por Estados Unidos como su principal destino de exportaciones, no obstante, se estima que una de cada cinco nuevas empresas en el país en los próximos dos años será china. India es parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) como también de BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. Y así podemos citar muchos ejemplos más.

El panorama actual parece compartir algunas características con el pasado, pero también está dotado de un nivel mucho más alto de complejidad lo que lo hace difícil de comparar. En el futuro la fragmentación puede profundizarse producto de las restricciones arancelarias entre ambas potencias perjudicando a las cadenas de valor hasta llegar nuevamente a dos polos incomunicables económica y culturalmente.


El mundo puede inclinarse a afianzar las integraciones regionales llegando a lo que Samuel P. Huntington definió como “el choque de las civilizaciones” en donde 9 civilizaciones (budista, hindú, islámica, latinoamericana, nipona, occidental, ortodoxa, sínica y subsahariana) formarían un complejo entramado de intereses entre sí. Existe también la posibilidad de un mundo tripolar en donde se sume Rusia producto de su avance militar y su subsistencia a las sanciones impuestas por Naciones Unidas. Los posibles nuevos “ordenes mundiales” se plantean en una época de grandes desafíos para la humanidad como los efectos del cambio climático o los vertiginosos avances en inteligencia artificial. El tiempo dirá cómo las superpotencias jugarán con estos elementos.


Axel Olivares (Argentina): Estudiante de Comunicación Social, Universidad Nacional de Cuyo.

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